Parashat Vayeji

Sanando Heridas

Parashat Vayeji es el final de nuestro querido Iacob (Jacobo): está en su lecho de muerte y antes de partir bendice a sus hijos. Pero acá noté que hay una gran ausencia, la de su hija Dina, para la cual no hay mención ni bendición. Después de haber sido violada por Shejem (Bereshit 34), Dina no aparece más en la Torá y no sabemos qué fue de su vida o qué le sucedió.

Entonces me pregunté qué hubiera sucedido si Dina hubiera sido incluida en los últimos pensamientos y palabras de su padre.

Entonces, con su permiso, armé un diálogo tipo midráshico que no se encuentra en ninguna fuente judía canónica, es una creación ficcional, para darle la oportunidad a uno de nuestros antepasados de reparar la relación de Dina y Iacob:

– Diná: Papá, Iehuda me dijo que querías verme. Me dijo, también, que no te queda mucho tiempo y que necesitabas que viniera rápido.

– Iacob: Sí, Dina. Iehuda tiene razón. Mi final está proximo. ¿Por qué no viniste cuando llamé a tus hermanos?

– Diná: No me di cuenta de que querías que yo viniera con ellos. Sinceramente, no pensé que quisieras verme. La verdad, no fuimos muy cercanos durante tanto tiempo…

– Iacob: ¿A que te referís? Siempre fuiste parte de mi vida, nos vemos todos los días.

– Diná: Tal vez me notes pero no me ves hace años. En la historia de nuestra relación, Shejem es un punto crítico que lo cambió todo. Desde entonces, observé cómo tus ojos se deslizaban más allá de los míos, sin nunca acapararlos ni sujetarlos. Durante años ni siquiera pronunciaste mi nombre. Aunque tu silencio me resultó ensordecedor, yo escuché tu mensaje como si lo estuvieras gritando.

– Iacob: ¿Cómo? ¡Si hablamos seguido! ¡De hecho, la semana pasada le dije a tu mamá cuánto admiro tu fuerza! ¿No te contó?

– Diná: Me lo dijo, pero no le creí. Pa, todo lo que haces me dice que tu amor por mí está roto. ¿Por qué confiaría en las palabras de mi madre, si puedo basarme en mi propia experiencia? ¿Por qué no podés hablar conmigo directamente? Siento que permitiste que lo sucedido con Shejem nos separe

– Iacob: Dina, estaba desconsolado. Tengo el corazón partido. Pensé que te estaba dando el espacio que necesitabas para que tu corazón sanara. Pensé que otros podrían consolarte mejor que yo. ¿No sentís que mi amor por vos es constante?

– Dina: Pero Papá, no vi el amor. Solo vi y sentí la distancia. Escuché solo el silencio. ¿Cómo querrías que yo fuera a saberlo?

– Iacob: Dina, mi princesa, perdón. No supe qué decir así que no dije nada antes de arriesgarme a lastimarte más.

– Dina: No necesitabas decir lo correcto, solo necesitabas decir algo. Necesitaba saber que me amabas, que mi vida seguía siendo importante para vos y que mi lugar en esta familia no se rompía por lo que me sucedió.

– Iacob: Perdón, perdoname por favor. Cuando yo era un niño, usaba palabras para engañar y herir. Cuando me hice hombre, me dije a mí mismo que las palabras eran peligrosas y debían usarse cuidadosamente. Pensé que el silencio era más seguro. Ahora veo que en lugar de consolarte, mi silencio te trajo más dolor. Debería haber entendido, debería haberte preguntado qué necesitabas. Debería haberte escuchado. Debería haberlo hecho mejor, haber sido mejor. Quería protegerte pero permití que mi culpa apartara mi corazón de vos. Perdoname, Dina.

– Dina: Tranquilo, Pa. Recostaste. Descansa. Yo ya sobreviví. Hice lo mejor que pude con mi vida. Siempre desearé que hubieras estado a mi lado mientras hacía el trabajo de vivir y seguir adelante, pero me alegra mucho escucharte decir que tu ausencia no fue una señal de tu falta de amor.

– Iacob: Dina, sé que no merezco el honor, pero como tu padre, te pido: ¿puedo darte una bendición?

– Dina: Tu bendición es un regalo que siempre atesoraré.

– Iacob:
Dina, hija de Lea y Iacob,
Eres mi corazón y la fuerza de mi espíritu.
Eres la parte de mí que luchó con los ángeles.
Y que sobrevivió cuando lo asaltaron los desafíos.
Tú, a quien tu padre te ha negado durante tanto tiempo lo que te debe,
Ofrezco bondad y misericordia de un ser quebrantado.
Eres fuerza y amor.
Eres lo mejor de tus padres y mucho más de lo que nosotros podríamos ser.
Nuestra gente aprenderá de tu resistencia.
Te bendigo y le pido a D´s, que me ha acompañado, que camine contigo todos los días de tu vida.

– Dina: Gracias, Papá. Gracias.

– Iacob: Dina, me ves claramente. Sabés el hombre que he sido y el que desearía haber sido. Nunca he recibido una bendición de alguien que conociera desde lo profundo de mi corazón, alguien a quien no haya engañado (Bereshit 27:19-30). ¿Te podré pedir, hija mía, que me me regales tu bendición antes de partir? Vos que conoces mis luchas.

– Dina: Pero, ¿yo puedo hacer eso? Nunca me enseñaste las palabras o las fórmulas de una bendición.

– Iacob: Dina, tu bendición es un regalo que siempre me acompañará. Por favor.

– Dina:
Iacob, hijo de Rivka e Itzjak,
Eres mi padre y el guía de nuestro pueblo.
No viviste una vida perfecta, pero siempre trataste de caminar por una buena senda de la mano con D´s.
A veces, tropezaste con sus propias limitaciones y le fallaste a tu familia.
Pero cuando les cuento a mis hijos historias de la vida de su abuelo, estas fallas no te definirán.
Te prometo que les hablaré de un hombre que vivió una vida muy humana, que se cayó pero luchó para ponerse de pie una y otra vez.
Les hablaré de mi padre que me llamó a su lado, me pidió perdón y me ofreció una bendición llena de amor.
Iacob, hijo de Rivka e Itzjak, padre de nuestro pueblo, serás recordado.

Cuando Iacob murió (Bereshit 49:33) sus esposas, hijos y su hija se reunieron en su tienda, ofreciendo palabras y oraciones por el viaje de su alma. Allí estaban todos juntos, mientras que nuestro patriarca estaba rodeado por el futuro de nuestro pueblo y con su pasado, sus fallas, sus logros y su historia.

En este Shabat te invito a acercarte a la idea que: bendecir, también, es sanar.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftarat Vayeji

La parashá Vayejí, última del primer libro de la Torá Bereshit, Génesis, se refiere a los últimos días de vida del Patriarca Jacob,  su requerimiento  a su hijo Yosef de ser enterrado junto a sus padres, los patriarcas,  en Canaán y,  recomendaciones respecto a sus relaciones con sus hermanos, los herederos de Jacob.

La Haftará  de la parashá Vayejí,  libro Melajim Alef – Reyes I- cap. 2 versículos 1-12, se refiere a los días próximos a la muerte del Rey David y sus recomendaciones testamentarias a su hijo Shlomó – Salomón – heredero del trono. Hasta aquí la correlación temática entre parashá y haftará. Pero el tratamiento temático difiere significativamente. Mientras en Bereshit  habla  Jacob, padre, patriarca,  a su hijo Yosef y a los demás hijos quienes serán  progenitores de las tribus de Israel, en la porción de la haftará habla David el Rey, a su hijo heredero del trono, Shlomó. El Rey David comienza expresándose con humildad, equiparándose a todo ser humano cuando se le aproxima su muerte. David,  monarca de carácter, guerrero, pero también poeta, creyente de la fé y de las mitzvot de la Torá de Moshé , formula enseñanzas a Shlomó: “vejazaktá vehaita leish” – sé fuerte y muéstrate un hombre-, observa criterios morales basados en prescripciones de la Torá para que puedas prosperar en todo lo que emprendas y en cualquier lugar donde vayas. Pero seguidamente David a mérito de experiencias vividas con uno de sus hijos hermano de Shlomó, Avshalom, quien levantóse contra su padre viéndose éste obligado a huir, resultando Avshalom finalmente muerto por Joab, comandante del ejército de David. No obstante, David  llora la muerte de su hijo Avshalom, hecho que le produce una discordia con Joab y oficiales de su ejército, pudiendo más su sentimiento paternal por sobre su calidad de monarca. Señala además a Shlomó lo que hizo Joab  que mató a dos capitanes, derramando sangre inocente en tiempo de paz. A raíz de esto David le manifiesta a Shlomó que obre pues conforme a su sabiduría, más no permita que Joab descienda en paz al sepulcro.

Continúa David hablando a Shlomó: he aquí que también tienes contigo a Shimey hijo de Guera, que me insultó malévolamente el día en que fui a Mahanaim pero, a posteriori bajó a recibirme en el Jordán y entonces le juré por el Eterno “no te daré muerte con la espada”. Pero, no por ello lo consideres inocente, ya que eres un hombre inteligente y sabrás lo que debes hacer con él; harás descender sus canas a la tumba con sangre.

Sé fuerte, mantén la continuidad del trono, administra justicia, mantén el respeto a la investidura real y demuestra benevolencia con aquellos que demuestren merecerla, como es el caso de los hijos de Barzilay – por cuanto estuvieron a mi lado cuando huí de Avshalom – permitiéndoles ser comensales de tu mesa.

En ambos casos, Parashá y Haftará, observamos que los testamentos no se limitan a una mera reducción de normas de moral,  política,  y  de justicia, sino que la supervivencia de la sociedad y la paz social, requieren de decisiones inteligentes y con coraje.   

La Haftará finaliza con la vida de David: “Vaishkav David im avotav”, Y David se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Y David reinó 40 años (7 sobre Jevrón y 33 sobre Yerushalaim). Y Shlomó se sentó en el trono de David su padre y su reino se estableció firmemente.

Mientras David tuvo que ser un comandante de ejércitos, consolidando la seguridad  del reino,  Shlomó su heredero pudo y fue un rey de Paz.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ.
Joshua Chameides

Haftarat Vaigash

¿La fiebre mundialista se puede comparar con los tiempos mesiánicos? Perdonen si estiro la analogía pero lo que hemos vivido en Argentina estos días se parece mucho a esa idea de unidad, que trasciende cualquier división. De eso habla la Haftará esta semana. Veamos: Comienza con D´s dando instrucciones al profeta Iejezkel para que tome dos trozos de madera y los inscriba con los nombres de los reinos judíos Iehuda y Iosef. D´s dijo: “Acércalos el uno al otro para que parezcan uno, y se unirán en tus manos”. El comentarista Radak interpreta esto en el sentido de que Iejezkel debe sostener las piezas una junto a la otra, y se unirán milagrosamente en una pieza sólida de madera. Explica que esto se refiere a la futura unificación milagrosa del reino judío. Las piezas individuales de madera representan los reinos separados de Israel.

Más allá de contar con la bendición a la dinastía de David Hamelej (rey David) el reino de Israel, esto no impidió la fragmentación. Poco después del fallecimiento de Shlomo Hamelej (rey Salomón), el imperio sufrió una grave división. Yeravam ben Nvat, descendiente de la tribu de Iosef, lideró una poderosa rebelión contra la dinastía de Judea y se hizo con el control de la mayor parte de la nación judía. La división fue tan intensa que el bando secesionista de Iosef cortó los vínculos con sus hermanos, para no volver jamás a ellos. Sin embargo, el profeta Iejezkel profetizó que estos reinos acabarían reuniéndose y formando una unidad inseparable. La unificación será tan perfecta que no dejará rastro de ningún debate anterior. El sentido de parentesco de la nación será tan grande que se comparará a una pieza sólida de madera, vacía de toda facción y fragmentación.

Casi siempre que leí o escuche algo sobre los tiempos mesiánicos (sino mal entendí) lo que más se destaca es la unidad, la común unidad. Sepan perdonarme queridos lectores , pero, todavía mi cabeza y cuerpo no salen de esa sensación mundialista (es más fuerte que yo). Creo que lo que mis ojos presenciaron era 1/10 de esos tiempos (saquémosle a aquellas personas que en vez de construir terminan destruyendo), personas abrazándose a desconocidos, sin preguntarle a quien votas o qué crees, chicos y chicas corriendo felices, gente ayudando a que otra persona logre algo, otros que le devuelven un celular robado al dueño, encontrando un documento y gritando para que el propietario aparezca, personas que se acercaron a un geriátrico para hacer felices a los abuelos y abuelas cantándoles! Había unidad, había cohesión social, había colores y una idea que estaba por encima de todo.

Iejezkel continúa y afirma: “Y Yo los purificaré, y serán una nación para Mí, y Yo seré Di-s para ellos… Mi Presencia Divina reposará sobre ellos… para siempre”. (37:23,28) Estos versículos predicen la fase final de la unidad: la unificación del pueblo. En la era mesiánica se cumplirán todos los aspectos del acuerdo.

Yo no sé en qué cree cada uno/a y hoy no se trata de debatir eso pero hoy después de todo lo vivido las palabras del profeta Iejezkel se volvieron posibles, lo vi y viví. Si lo logramos una vez estoy seguro que lo vamos a poder repetir. Elijo creer.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Parashat Vaigash

“El hombre de fé ve el mundo con asombro como un niño” Abraham Ioshúa Heschel.

Quien tiene fé entiende que a pesar del caos que ve alrededor existe un orden, confía en que cada ser humano tiene un destino, cada cual tiene un desafío y un por qué en este mundo.

Aquel que se sigue asombrando a pesar del paso del tiempo es quien tiene la capacidad de mirar la vida, la historia, y encontrarle un sentido.

Es aquel que encuentra a Dios donde otros no lo ven.

En esta Parashá el hombre de fé es Iosef, alguien que a pesar de todo lo difícil que tuvo que atravesar en su vida, renace, y se re piensa como ser humano, con ideas claras y firmes entendiendo que la vida sin fe es una vida vacía sin sentido.

“Por favor, acérquense a mí”, les dijo Iosef a sus hermanos. Cuando se acercaron, él dijo: “¡Yo soy Iosef su hermano! Ustedes me vendieron a Egipto.

Ahora, no se preocupen ni se sientan culpables por haberme vendido. ¡Dios me ha enviado delante de ustedes para salvar vidas!”

Fueron posiblemente muchos años para Iosef de procesar el dolor del rechazo familiar, de creer que su mismo padre lo entregó a sus hermanos, de tratar de no vivir enojado todos los días por lo que le hicieron, de no llevar una vida basada en el rencor y el odio.

Es desde este lugar que él reconstruye su relación con la vida misma, donde se sigue asombrando por su alrededor y donde él ayuda a otros también a asombrarse. Especialmente confiando que todo “malo” que le sucedió, tiene una respuesta en su vida y un para qué.

Que este anteúltimo Shabat de Bereshit nos encuentre atravesados por la fe, podamos trabajar la idea de que todo puede ser diferente si lo miramos con otros ojos. Donde hasta el peor de los dolores se puede convertir en un llanto que abrace el alma y nos haga entregarnos a una vida plagada de energía.

Shabat Shalom
Sem. Mati Bomse

Haftarat Miketz

Reyes I, 3:15-4:1

Shlomó despertó…y he aquí que era un sueño…

A partir de aquí la Torá nos relata la conocida historia de las dos mujeres que habitan juntas y solas y dan a luz con pocas horas de diferencia.

Cada una duerme con su bebé recién nacido (cosa que hoy sabemos que nunca debe hacerse), y una lo aplasta y mata y cambia su hijo muerto por el hijo vivo de la otra.

En el medio de la terrible tragedia se desata una pelea, ¡de quién es el hijo muerto y de quién el vivo!

¿Qué sueño tan extraño!?

¿Sigue el sueño? O el narrador de la Haftará en realidad no nos lo dice.
No sabemos cuál es el sueño…sólo sabemos que podemos decir a manera de metáfora que Schlomó soñaba con ser un rey sabio y justo y lograr la unificación de su reino con Ierushalaim como capital.

Este sueño lo cumple.

La madre que prefiere que el hijo viva no le importa si la otra lo tiene, deja celos y envidias de lado y sólo reina su amor de madre, así sabe el rey dónde está la verdad.

También así Shlomó cumple con su deseo de unificación y logra que Israel siga vivo.

Por su buen juicio, nos dice el profeta, fue el rey Schlomó rey sobre todo Israel.

En la Parashá, a la cual está Haftará acompaña, Iosef resuelve los sueños del Faraón.

También de esta manera y a través de los acontecimientos logra unirse nuevamente con sus hermanos.

Por juzgar con equidad, por su sabiduría y su buen juicio, El rey Schlomó logró la unificación y opulencia de su estado y su figura trascendió las fronteras de su reino.

Janucá, que llega con sus luminarias nos anuncia también un reinado unificado, recuperado, que los macabeos supieron ganar y con valentía y grandeza espiritual.

Que las luces de Jánuca nos inspiren a tener algo de esa sabiduría, buen juicio y unificación que la lucha de cada día nos promete.

Shabat Shalom Umeboraj!
Jag Jánuca Sameaj!
Norma Dembo

Parashat Miketz

Estamos viviendo la hermosa fiesta de las luces, conocida también como la fiesta del milagro. ¿Cuál fue el milagro verdadero?

Algunos dicen que el milagro fue que el aceite que encontraron luego de la destrucción del Templo, duro 8 días, otros que en realidad el milagro fue haber encontrado el aceite, y otros que el milagro fue que alguien, sabiendo que la destrucción terminaría, esconde un aceite apto para la Menora esperando que otro alguien lo encontrase.

Una mano para otra mano, sin ningún tipo de esperanza divina.

En Jánuca somos llamados a encender nuestra Janukia en la ventana que da a la calle, y el motivo de esto es que aquellos que estén del otro lado del vidrio, aquellos que no tengan a donde ir, se encuentren con nuestras luces y en ellas la esperanza de poder encontrar un norte.

En el paso del tiempo entendimos, que no hay posibilidad de esperar a que algo suceda, sino rezar con los pies y ser nosotros hacedores de grandes milagros.

Venimos estudiando la historia de Iosef, aquel gran Rey de los Sueños, quien tuvo la suerte o mala suerte de que todo, absolutamente todo le saliera mal.

Me explico:
– Nace siendo hijo preferido, sus hermanos lo odian.
– Crece solo y al querer juntarse con los hermanos, es tirado a un pozo y vendido a Egipto como esclavo.
– Crece en Egipto hasta transformarse en alto jerarca del país entero y vuelve a ser arrojado a otro pozo con forma de cárcel, donde pasa tiempo allí, volviendo a ser nadie, querido por nadie.

Pero Iosef, tiene algo que lo hace único. Iosef es un soñador.

El nunca deja de soñar para volver una nueva vez a lograr sus sueños.

Todos en algún momento somos Iosef, sentimos que vamos de pozo en pozo, que todo sale mal, pero nunca debemos dejar de soñar para llegar alto.

Todos somos una vela de Jánuca en la ventana de nuestro hogar. Tenemos la oportunidad de ser luz y milagro para los nuestros, y los que están afuera.

Sepamos todos, que los milagros no caen del cielo. Los verdaderos milagros, salen de tus manos y tus pies.

Shabat Shalom Amijai!
Jag Sameaj
Sem. Brian Bruh

Haftarat Vaieshev

Amos 2:6 – 3:8 / עמוס

Esta semana leemos la PARASHÁH VAieSHeV – del libro BeReISHiT
Siempre es útil conocer un poco el contexto de la Haftará, que es la parasha.

Esta semana la energia presente es VAieSHeV, y los temas, entre otros de esta porción son Iaacov con sus 12 “principes”, cuyo favorito es Iosef, de 17 años se establece en Jevrón. Iosef recibe un trato preferencial por parte de su padre Iaacov y esto provoca malestar entre sus hermanos. Iosef por su parte se muestra distinto a sus hermanos con ciertos comentarios que hace respecto de dos sueños que tiene, que profetizan que él esta destinado a gobernar sobre ellos, y esto empeora la situación.

Shimón y Levi (dos de sus hermanos) planean matarlo, pero Rehuvén sugiere, a cambio, arrojarlo en un pozo, con la intención de volver más tarde y salvarlo. Mientras Iosef está en el pozo, Iehuda lo vende a una caravana de Ishmaelitas. Los hermanos manchan el saco especial de Iosef en la sangre de un cabrito y se lo muestran a su padre, haciéndole pensar que su más querido hijo fue devorado por una bestia salvaje.

Iehuda se casa y tiene tres hijos. Y se desarrolla una serie de dramas familiares entre hijos, esposas…. venganzas y traiciones al mejor estilo culebrón mexicano.

Mientras Iosef que fue comprado como esclavo por una caravana que fabricaba perfumes, luego lo lleva a Egipto y vendido a Potifar, el ministro encargado de las carnicerías del Faraón.

Iosef tiene otro drama pasional con la esposa del faraón, que desea al muchacho; Iosef se niega a estar con ella, y esto desencadena otro dramon que lo llevara a la cárcel por muchos años.

Pero Iosef, talentoso como pocos, vuelve a sacar ventaja de esta situación y se convierte en Ministro del Faraón y bueno…continúa la historia…

Entonces, volviendo a la Haftará de esta semana, el profeta Amós reprende a Israel por una larga lista de pecados y advierte un duro castigo. Pero entre los últimos profetas, la profecía de Amós tiene algunas características distintivas. En lugar de centrarse en las costumbres idólatras de Israel, como hicieron la mayoría de los que compartían la línea de trabajo de Amós, ofrece una crítica aguda del comportamiento interpersonal entre los israelitas.

Amós describe las formas en que los ricos en Israel oprimen a los pobres: “Han vendido por plata a los que tenían una causa justa, y a los necesitados por un par de sandalias… ustedes que pisotean la cabeza de los pobres en el polvo de la tierra” ( 2:6-7). Este mensaje, así como otros gritos similares a lo largo del libro de Amós.

Amós condena esta hipocresía. Él recuerda todo el bien que Dios ha hecho por los israelitas, a saber, sacándolos de la tierra de Egipto y destruyendo a los amorreos, para que pudieran establecerse en su propia tierra. Además, afirma Amós, Dios nombró profetas y levantó nazareos entre Israel, para mostrar al pueblo el camino correcto, para que no pecaran. Pero Israel se negó a escuchar: “Hiciste beber vino a los nazareos y ordenaste a los profetas que no profetizaran” (2:12).

La segunda parte de la haftará presenta una serie de siete preguntas retóricas que usan diferentes metáforas para transmitir un mensaje: es posible observar los eventos y comprender qué los causó.
Intenta ejemplificar que cuando Dios castigue a Israel, el pueblo podrá ver que fueron sus propias acciones las que provocaron la ira de Dios.

Las primeras tres preguntas de Amós son: “¿Pueden dos personas caminar juntas sin haberse conocido previamente? ¿Un león ruge en el bosque cuando no tiene presa? ¿Acaso una gran bestia lanza un grito desde su guarida sin haber hecho una captura? (3:3-4).

Cabe recordar que Las Haftarot, son elegidas por nuestros sabios acompañando el sentido del relato de cada parasha, y está siempre relacionado o vinculado con la Parasha de esa semana.

Esta haftará se lee con Parashat Vayeshev debido a una frase.

Y nos referimos a la frase que en la pArasha hace alusión al accionar de los hermanos de IOsef, que, de alguna manera ha definido el rumbo de la historia, la frase que cambiado el destino del relato.

La frase de Amos que hace referencia al episodio aludido es la segunda parte del pasuk (2:6) que dice:
“… han vendido por plata a aquellos cuya causa era justa” (2:6). Amós está haciendo un comentario sobre la injusticia que estaba ocurriendo en su propio tiempo.

Pero sin duda, encontramos la alusión perfecta al relato de la parasha, referido al momento en el que los hermanos de Iosef después de pensar en matarlo, de deciden a venderlo, encontrando en esta accion, una suerte de atenuante a su deseo.

Conectan la crítica de Amós con los eventos de Parashat Vayeshev, cuando los hermanos de José lo venden a los madianitas por 20 piezas de plata (Génesis 37:28).

Lo que cabe pensar es, ¿cómo se resuelve un problema? ¿Qué se hace frente a un inconveniente? ¿Se lo mata, se lo aleja, se lo sepulta? ¿Será?

No hay tiempo ni distancia que haga desaparecer un problema.
Iaacov, Iosef y sus hermanos han tejida complejas tramas y han dado grandes nociones de como resolverlos.

Los problemas nos encontraran donde sea que estemos, y es nuestra responsabilidad, hacernos de las herramientas para abordarlos.

Conozco el mejor taller de herramientas.
Se llama ToRAH
BIEnVENIDOS AL TALLER!!

SHABAT SHALOM UMEBORAJ
Y JAG SAMEAJ, TIEMPO DE MILAGROS
Silvia Dvoskin

Parashat Vaieshev

 “Quien come del fruto del conocimiento siempre es expulsado de algún paraíso.” (Melanie Klein)

Hace algunas semanas, durante la clase de Tora del hermoso espacio de Shajarit en nuestra comunidad, el Rab Ale Avruj, nos trajo la idea de leer el texto en una profundidad tal, que nos conecte con una historia única que se va repitiendo una y otra vez a lo largo del texto, especialmente en Bereshit.

Esta única historia, comienza con la primera, con Adam, Java, el paraíso, el fruto y la expulsión.

Este enfoque, que fue tan interesante y revelador me llevo a descubrir en la parasha de esta semana ese mismo patrón.

Tanto a Adam como a Iosef, se les reveló un conocimiento. El primero al comer del árbol, el segundo a través de sus sueños. Si bien las circunstancias de acceso a ese saber son diferentes, la consecuencia fue la misma para ambos. La expulsión del paraíso a Adam, de su hogar a Iosef.

Entonces, otra vez la gran pregunta: ¿el conocimiento está prohibido? ¿Saber siempre implica una expulsión…?

No pretendo responder estas preguntas, pero tal vez, teniendo en cuenta la explicación de nuestros sabios, aproximarme a alguna reflexión.

Al comienzo de esta Parasha, de una manera abrupta aparece Iosef. El segundo pasuk comienza diciendo: “…estas son las generaciones de Iaacov…” Esperaríamos que después de esto comenzara nombrando a todos sus hijos siguiendo el orden cronológico, pero no, el texto introduce directamente a Iosef , y dice de él que tenía diecisiete años y que era un joven, NAAR (en hebreo).

Avanza el relato, Iosef sueña. Nosotros, que conocemos como sigue la historia, sabemos que esos sueños fueron premonitorios, o sea que Iosef recibió un conocimiento de futuro muy importante.

Entonces, si era su destino, ¿por qué desató tanto desastre? Tal vez, el remarcarnos que era un NAAR, (joven) nos de alguna una pista.

Iosef soñó y a través de estos sueños recibió un conocimiento que su juventud o inmadurez, no le permitieron procesar y rápidamente corrió a contarlo. No hubo ese importantísimo tiempo de maduración de la información que permita direccionarla, medir consecuencias, tener en cuenta el impacto que pueda generar en los otros y en uno mismo una verdad tan contundente. Dicen nuestros sabios, que el conocimiento simbolizado por el fruto emplazado en medio del paraíso sería para Adam solo que se apuro a tomarlo. Aún no estaba preparado para recibirlo y tal vez su juventud e inmadurez (recordemos que hacía pocas horas había sido creado) hicieron que se precipite a aprehenderlo desatando el desastre que ocurrió luego.

No hay nada malo en el conocimiento, estamos llamados a conocer, expandir nuestra conciencia, crecer, solo que tener el don del conocimiento implica también una responsabilidad. Cierta madurez que nos permita reflexionar, ese tiempo interno de digestión que sirva para comprender el valor de esa información y como ésta puede impactar en nosotros y en los que nos rodean. Estas historias nos muestran dos maneras de cómo puede ser utilizado el conocimiento, para el bien, ayudando aexpandir nuestra conciencia o para el mal, despertando emociones adversas que nos introduzcan en una rueda de malentendidos y sufrimiento. El problema no es el conocimiento en sí, sino lo que hacemos con él.

Según este enfoque Iosef Y Adam, no estaban preparados aún y por lo tanto no supieron qué hacer con la luz que recibieron. Adam tuvo miedo. Iosef se vistió de vanidad. Tuvieron que perder sus paraísos y comenzar el camino de recuperarlo. Lo que los diferencia, es que Iosef con mucho trabajo y dolor lo hizo, recuperó su paraíso, tal vez por eso nuestros sabios lo apodaron Iosef a Tzadik (Jose, el justo).

El verdadero conocimiento, muchas veces implica perder un paraíso, se cae un velo de cierta inocencia y nos empuja a salir de nuestras zonas de confort. Se nos pide asumir esa verdad con madurez y emprender el camino de retorno que nos permita ser merecedores de esa luz y así, a través nuestro, se produzca la redención tan anhelada.

Ojalá, que siempre podamos acceder a un conocimiento que nos impulse a crecer, que al recibirlo tengamos la madurez necesaria para reflexionar y comprender de qué manera esa luz puede ayudar a transformarnos y a transformar el mundo con responsabilidad y amor.

¡Shabat Shalom!
Grace Cobe

Parashat Vaishlaj

EL QUE LUCHA NUNCA PIERDE

Era Iaakov un hombre práctico. Y tomó medidas para el encuentro con su hermano Esav, para encontrar “gracia” ante sus ojos…para no ser atacado.
Nunca parecen ser fáciles las relaciones con nuestros familiares como nos recuerda Rambán y nos invita a tomar esta situación como ejemplo de algo a ser aplicado a generaciones futuras…las nuestras por ejemplo.
¿Cómo continuará la lucha con los Esav que Israel encuentre en su camino?

Como temió Iaakov por su familia la puso en resguardo todo lo que pudo, estratégicamente.
Y hecho esto se quedó solo aquella noche, y nos cuenta la Torá que un hombre luchó con él hasta despuntar el alba y al no poder ganarle éste torció la articulación del muslo de Iaakov en su lucha.
El ángel lo da por vencedor.
Luchó Iaakov por una bendición, seguramente aquella que alguna vez usurpó, y ahora la consiguió genuinamente, sin bajar los brazos, sin disfrazarse de otro, sin tener que escapar.
“No más Iaacov será llamado tu nombre, sino Israel…”
No más “retorcido”, ambiguo, sino recto.

¡¿Quién podría decirse a sí mismo que siempre es Israel o siempre es Iaacov?!
Nuestro Libro nos habla de nuestra vida, de cómo somos, y nos lo muestra a través de nuestros patriarcas.

Y se reencontraron en paz, pero Esav no quiso tomar lo que Iaacov le ofrecía, él dijo que también tenía mucho.
Más allá de pensar que verdaderamente los dos habían logrado su riqueza material hay una especie de desprecio en la conducta de Esav. Podemos leerla como un mensaje a Iaakov de que no necesita aplacar su ira porque ya dejó de lado su encono.
Pero también podemos escuchar “ De vos no quiero nada”
Hay un algo enojoso en eso de no aceptar un regalo, en un”no es necesario”, no necesito lo que me ofrecés.
Y se separaron los dos, sus posesiones eran muchas y necesitaba cada uno su espacio.
Inevitablemente nos trae el recuerdo de Abraham y Labán y las elecciones de cada uno en la vida.

Y ganó Iaakov la partida, porque luchó, esa fue su gran victoria, no bajó los brazos durante toda la pelea.
El ángel le dice “ Ki Sarita “, no porque venciste sino porque luchaste.
Y luchó más allá del miedo y la angustia que tuvo.
Tuvo miedo de morir pero también seguramente tuvo miedo de matar.

Que podamos en este Shabat Vaishlaj encontrarnos con nuestras ambigüedades y podamos luchar y entonces vencer.
Tendremos a D’s siempre a nuestro lado si no bajamos los brazos y luchamos cotidianamente por un mundo mejor para todos.
Recordemos que Israel es
“ …un hombre lapidado, incendiado
y ahogado en cámaras letales,
un hombre que se obstina en ser inmortal
y que ahora ha vuelto a su batalla,
a la violenta luz de la victoria,
hermoso como un león al mediodía”
Jorge Luis Borges

Shabat Shalom uMeboraj!
Norma Dembo