Haftarat Vaera

Hablando a tu corazón

“Hablando a tu corazón” es una canción del disco Tango, el primer álbum del dúo Charly García-Pedro Aznar, quienes ya habían tocado juntos en Serú Girán de 1978 a 1982.

Como Charly y Pedro, Moshe y Aaron se juntaron para hablar con el Faraón. El texto nos cuenta el intento del dúo por convencer al Faraón para que libere de la esclavitud a los israelitas. El Faraón presenta su negativa y empiezan a caer las plagas en Mitzraim (Egipto).

Hacia el final, después de que los egipcios sufren, dice (Shemot 9:12): “Y D´s endureció el corazón del Faraón, y no los escuchó”. Las plagas continúan y se intensifican, son cada vez peores. En este caso, el concepto de libre albedrío se vería cuestionado: ¿el Faraón eligió rechazar la petición de Moshe de liberar al pueblo o D´s lo obligó a hacerlo? ¿Habría respondido igual si D´s no hubiera intervenido? ¿Y cómo es posible que D´s siguiera castigando al Faraón, dado que D´s mismo provocó que el Faraón se negara a liberar a los israelitas de la esclavitud?

Varias fuentes tratan este conflicto, entre ellas Shemot Raba, que observa un detalle: en (Shemot 9:12) es la primera vez que la Torá nos dice que D´s endureció el corazón del Faraón, pero vemos evidencias de que el Faraón impactó su propio corazón cinco veces antes en esta parashá. Luego, dos veces (Shemot 7:13 y Shemot 22), en respuesta a los desafíos y peticiones de Moshe, la Torá nos dice que su corazón “se endureció”. Y tres veces después de eso (Shemot 8:11, Shemot 15 y Shemot 28), se nos dice que el Faraón “entristeció su corazón”.

Cinco veces el Faraón se apartó del pedido, reclamo y llamado de Moshe y del sufrimiento de aquel pueblo que azotaba. Cinco veces hizo que su propio corazón fuera cada vez menos flexible y sensible. Por ello, el Rab Shimon ben Lakish afirma en Shemot Raba, (una colección de Midrashim compilada en el siglo X-XI aproximadamente): “Como D´s le envió [la oportunidad de arrepentirse y hacer lo correcto] cinco veces y él no hizo caso, D´s dijo entonces: ‘Has endurecido tu cerviz y endurecido tu corazón en tu propio….’. Así fue que el corazón del Faraón no recibió las palabras de Dios'”.

En otras palabras, el Faraón selló su destino y su relación con lo divino. Con el peor castigo que podríamos tener: un corazón duro y sordo. Sin la capacidad de arrepentimiento.

Moshe Jaim Luzzatto (Rab y filósofo italiano del siglo XVIII) dijo: “Nuestras acciones externas afectan a nuestros sentimientos internos. Tenemos más control sobre nuestras acciones que sobre nuestras emociones, y si utilizamos lo que está en nuestro poder, acabaremos adquiriendo lo que no está tanto en nuestro poder”.

Podríamos decir que esto es cierto en ambos sentidos: cuando elegimos alejarnos del sufrimiento, cuando nos alejamos del dolor ajeno, afectamos a nuestra vida interior; nuestro corazón se endurece y nos alejamos de lo divino y de nuestra parte más sagrada, la humana. Es cierto que, a veces, da miedo mirar a ese dolor a los ojos y enfrentarse a los sentimientos de responsabilidad que puede nacer en nosotros. Pero ese alejamiento tiene un costo.

Aún así, Luzzatto da a entender, que las situaciones siempre pueden ser temporales. Incluso cuando nos alejamos de los demás y nos cerramos hacia nosotros mismos, hacia nuestro propio interés, y ya no podemos escuchar aquella pequeña voz que nos susurra por un cambio de dirección. Incluso entonces, las puertas hacia lo divino -y hacia nosotros mismos- están siempre abiertas. Como nos enseña el Talmud (Brajot 32b) en nombre de Rabí Eleazar, “Desde el día en que el Templo fue destruido, las puertas de la oración han estado cerradas… Pero aunque las puertas de la oración estén cerradas, las puertas del llanto no lo están”.

No hay mayor causa de llanto que no poder llorar (Séneca). Podemos hacer la obra del bien en el mundo, nos cambiará. Y cuando, finalmente, estemos preparados para dejar que nuestros corazones se abran, las puertas estarán allí, preparadas para recibirnos.

A ver si hablando a tu corazón, esta semana, ablando tu corazón.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftarat Shemot

Isaías Ieshaiau [28:13]

La Haftará de hoy corresponde a una de las profecías de Ieshaiau.

Según dicen los Sabios del Talmud, el Profeta era sobrino del Rey de Iehudah y había nacido aproximadamente en el -760 abarcando hasta el -701 AC. Su vínculo con los círculos más elevados de la época, lo llevaron a observar todo tipo de lujos, ostentación del reinado y de los entornos más adinerados.

No obstante su posición social, estuvo en contra de suntuosidad de la élite siendo muy crítico de esta. Si bien no fue comprendido por sus pensamientos, llego a profetizar la caída del reino a causa de los graves excesos de las tribus. En la Harftará Ieshaiau (28:1) se transcribe “… ¡Ay! de la corona de la soberbia, de los embriagados de Efraím, y brote marchito es la belleza de la gloria, está sobre la cúspide del valle de las grosuras, batidos por el vino …”, según el Talmud esto aparece, en el momento en que todas las Tribus de Efraím vivían en la lujuria y se sentían atraídas buscando placeres mundanos, embriagándose con el vino y de esta manera terminan perdiéndose las diez Tribus de Israel según (Shabat 147b). [Cuando hace referencia al fruto joven de su flor, serán higos inferiores (לֵ בֹ נ) .(Tzitz Frutos, Nobej Malos Umetake Toket también aparece en la tefila de Iom Kippur “…es: como el heno que fenece, como la flor que se marchita…”) Son los higos estropeados, quemados por efecto del sol], según los sabios. Talmud Brajot 40B.

Podemos comparar entonces esta profecía con a la actualidad. En este mundo globalizado y marketinero, tenemos una visión que debemos poseerlo todo ya y ahora, sin importar las consecuencias que esto nos traiga. Desperdiciamos nuestras energías en cosas irrelevantes, por querer pertenecer al resto del conjunto de la sociedad.

¿Pero qué significa pertenecer? y ¿a dónde nos lleva? ¿podremos lograrlo sin cuidar lo que tenemos? y si descuidamos el ecosistema, el planeta, ¿al final a donde iremos? ¿encontraremos una salida?

Sin darnos cuenta estamos de esta forma también, perdiendo nuestro el rumbo.

Hoy los profetas que deben pronunciarse a estas incógnitas, somos definitivamente nosotros.

Es nuestra voz interior la que nos alerta, la que nos hace el llamado de atención.

La única salida que nos queda, si es que queremos que nuestra descendencia viva en un lugar mejor, donde impere el bien común, es parar, frenar, reconectarse interiormente, pensando que la solución no está en tener o alcanzar la última tecnología sino en volver a la fuente a lo esencial. Bajar un cambio. Respirar, relajarnos.

El aviso de peligro lo tuvimos hace muy poco tiempo, en el 2020 en donde el Planeta nos dio el primer llamado de alerta. Cuando el Mundo se paró, producto de la pandemia. La capa de ozono llegó a ser más pequeña; el cielo era claro sin contaminación; en las lagunas, ríos, mares e inclusive en los océanos volvieron a inundarse de peces; los animales caminaban sin miedo; las aves volvieron a su hábitat natural. Al final los únicos encerrados fuimos nosotros, los seres humanos.

El miedo nos invadió.

Entonces el mundo comenzó a sanar, tan solo por un tiempo y nos dijo, gracias.

La naturaleza volvió a florecer. En ese momento se decía que habíamos aprendido la lección, que saldríamos mejores, que cuidaríamos el Planeta. Pero el hombre no aprende, repite sus errores una y otra vez.

Ahora luego de dos años de apurarnos, de querer recuperar tiempo perdido, lo estamos volviendo a perder. El planeta está nuevamente en crisis por nuestra absoluta culpa. Nos está alertando otra vez y no estamos prestando atención. El calentamiento global, está provocando desastres meteorológicos. Los intensos fríos polares, las sequías indiscriminadas, los incendios están haciendo estragos nuevamente. Y el ser humano ¿qué hace al respecto? Poco o casi nada.

La Tierra está colapsando. No permitamos que esto siga ocurriendo. Es ahora, o nunca. No tenemos más tiempo.

Si tomamos todo lo que nos da la naturaleza, si podamos los árboles, sus bosques, indiscriminadamente nos quedaremos “Sin el pulmón del Planeta”. No solo nos faltara el oxígeno sino también la tierra no podrá absorber la lluvia y ríos de fango arrasaran con todo a su paso.

Llegará un momento que no tendremos nada. Todo lo conocido podría perderse.

La Tierra será un lugar inhóspito, reseco, sin futuro. Entonces seremos como las tribus de Efraím que tomaron el vino y desaparecieron. No nos permitamos desaparecer. Luchemos, contra este flagelo.

Pongámonos de pie ahora, seamos un pequeño grano de arena dentro del Universo. Todos juntos podremos lograrlo si nos lo proponemos. Juntos somos invencibles.

Comencemos entonces en este Shabat, en el instante que encendamos las velas que su luz ilumine nuestro rumbo y nos concienticemos a cuidar nuestro planeta siempre en paz y por un mundo mejor. Shabat Shalom.

Susy Lapilover
Sábado 14 de Enero, 2023.- 21 Tevet, 5783

Parashat Shemot

Comienzo del Sefer Hakadosh, Bereshit, el libro del Génesis y aparece un Dios que crea un mundo divino, donde las criaturas viven juntas en armonía, Adán y Eva viven en Jardín del Edén y todo es blanco y perfecto y lo imagino a ellos caminando como novios de un lado al otro de la mano, suena Michael Buble por todos lados, un mundo completamente perfecto y de repente la serpiente, la fruta prohibida, la vergüenza ante la desnudez.

De pronto quedamos fuera del paraíso y pasamos toda nuestra vida trabajando para conseguir llegar a algo parecido a lo que creemos que será nuestro Gan Eden.

Sin embargo nuestra tradición mística, nos enseña una creación del mundo completamente diferente, una creación que entiende la imposibilidad de la perfección absoluta.

En el principio la presencia de Dios llena y completa el universo porque Dios estaba en todos lados. No habia un solo lugar ni rincon donde quepa otra cosa que no sea Dios por lo que el mismisimo Dios debe contraerse como una respiración profunda para hacer espacio y poder crear el mundo. Tzimtzum. y en ese nuevo espacio Dios crea oscuridad para luego verter una corriente de luz en distintos recipientes que a la vez no tienen la fuerza suficiente para contenerla y se hacen astillas de luz sagrada por todos lados.

Y he aquí la creación de los seres humanos que tienen como norte encontrar aunque sea una partecita de esa luz y de esa forma entre todos volver a sanar al mundo.

Nuestra tarea no es ir en búsqueda de un gan eden perfecto sino de encontrar pequeñas luces en las imperfecciones del mundo.

Mirar hacia nuestro alrededor para encontrar lo sagrado en lo roto e imperfecto.

Usaín Bolt, el hombre mas rápido del mundo, quien ganó premios como nadie en su disciplina luego de varios estudios científicos se demostró que su cuerpo esta completamente desequilibrado por una escoliosis generando una diferencia de largo entre sus piernas. Su cuerpo imperfecto es la razón de su talento sobrehumano.

Newton, Mozart y Beethoven: Trastorno Bipolar
Van Gogh: Psicosis.
Darwin: Pánico.
Stephen Hawking: Hablando con asistencia computarizada y revela los secretos mas grandes del mundo.

Pero en todos ellos su genialidad no viene a pesar de su discapacidad, enfermedad o trastorno sino exactamente de esos pedazos rotos donde se refugia esa astilla de luz sagrada.

Cada uno de nosotros es un recipiente sin terminar, con debilidades, detalles, imperfecciones pero, ¿qué pasa si cada una de esas grietas que llevamos en el cuerpo son simplemente los espacios que tenemos para almacenar esa luz?

Es una visión teológica creer que Dios no comete errores.

A veces al estar quebrados, al ser destrozados repentinamente por una perdida de un ser querido, por un diagnostico, la perdida de un trabajo, un desamor, por perder lo que alguna vez tuvimos nos hace sentir arruinados, cansados, tristes, enojados, abandonados y quizas solo se necesita un acto de profunda fuerza desde el cuerpo, el alma y el espíritu para levantarse y decidir llenar esa grieta con luz de aprendizaje para a partir de esa perdida, poder crecer.

Karov Adonai le nishvrei lev veet dajei ruaj yoshia.
“Dios está cerca de los que tienen el corazón roto”.
Salmo 34

Rab. Menajem Mendl De Kotzk dijo: “Ein davar shalem ioter maleb shabo”, no hay nada mas completo que un corazon roto.

Esta semana comenzamos el segundo libro de la Tora, cambiamos de libro de forma radical, pasamos del hermoso libro de bereshit donde todo es cuento y magia e historias, mensajes al libro del Exodo, al libro de trabajar para llegar al lugar que estas buscando. El libro de sanar para seguir, de remar para superar y de aprender para avanzar.

Podamos todos sentirnos con la capacidad de cambiar de etapa de forma radical. Hacer algo para que algo nuevo comience a suceder.

Empezar a sanar nuestras heridas, no tapándolas sino llenándolas de nueva luz.

Este año dejemos de buscar el Gan Eden perfecto, pero no perdamos un minuto de buscar luces en todos los rincones.

Ojala que en este nuevo año podamos completar lo que este roto, y romper todo aquello que esté completo.

Tengamos un gran gran año.

Shabat Shalom,
Sem. Brian Bruh

Parashat Vayeji

Sanando Heridas

Parashat Vayeji es el final de nuestro querido Iacob (Jacobo): está en su lecho de muerte y antes de partir bendice a sus hijos. Pero acá noté que hay una gran ausencia, la de su hija Dina, para la cual no hay mención ni bendición. Después de haber sido violada por Shejem (Bereshit 34), Dina no aparece más en la Torá y no sabemos qué fue de su vida o qué le sucedió.

Entonces me pregunté qué hubiera sucedido si Dina hubiera sido incluida en los últimos pensamientos y palabras de su padre.

Entonces, con su permiso, armé un diálogo tipo midráshico que no se encuentra en ninguna fuente judía canónica, es una creación ficcional, para darle la oportunidad a uno de nuestros antepasados de reparar la relación de Dina y Iacob:

– Diná: Papá, Iehuda me dijo que querías verme. Me dijo, también, que no te queda mucho tiempo y que necesitabas que viniera rápido.

– Iacob: Sí, Dina. Iehuda tiene razón. Mi final está proximo. ¿Por qué no viniste cuando llamé a tus hermanos?

– Diná: No me di cuenta de que querías que yo viniera con ellos. Sinceramente, no pensé que quisieras verme. La verdad, no fuimos muy cercanos durante tanto tiempo…

– Iacob: ¿A que te referís? Siempre fuiste parte de mi vida, nos vemos todos los días.

– Diná: Tal vez me notes pero no me ves hace años. En la historia de nuestra relación, Shejem es un punto crítico que lo cambió todo. Desde entonces, observé cómo tus ojos se deslizaban más allá de los míos, sin nunca acapararlos ni sujetarlos. Durante años ni siquiera pronunciaste mi nombre. Aunque tu silencio me resultó ensordecedor, yo escuché tu mensaje como si lo estuvieras gritando.

– Iacob: ¿Cómo? ¡Si hablamos seguido! ¡De hecho, la semana pasada le dije a tu mamá cuánto admiro tu fuerza! ¿No te contó?

– Diná: Me lo dijo, pero no le creí. Pa, todo lo que haces me dice que tu amor por mí está roto. ¿Por qué confiaría en las palabras de mi madre, si puedo basarme en mi propia experiencia? ¿Por qué no podés hablar conmigo directamente? Siento que permitiste que lo sucedido con Shejem nos separe

– Iacob: Dina, estaba desconsolado. Tengo el corazón partido. Pensé que te estaba dando el espacio que necesitabas para que tu corazón sanara. Pensé que otros podrían consolarte mejor que yo. ¿No sentís que mi amor por vos es constante?

– Dina: Pero Papá, no vi el amor. Solo vi y sentí la distancia. Escuché solo el silencio. ¿Cómo querrías que yo fuera a saberlo?

– Iacob: Dina, mi princesa, perdón. No supe qué decir así que no dije nada antes de arriesgarme a lastimarte más.

– Dina: No necesitabas decir lo correcto, solo necesitabas decir algo. Necesitaba saber que me amabas, que mi vida seguía siendo importante para vos y que mi lugar en esta familia no se rompía por lo que me sucedió.

– Iacob: Perdón, perdoname por favor. Cuando yo era un niño, usaba palabras para engañar y herir. Cuando me hice hombre, me dije a mí mismo que las palabras eran peligrosas y debían usarse cuidadosamente. Pensé que el silencio era más seguro. Ahora veo que en lugar de consolarte, mi silencio te trajo más dolor. Debería haber entendido, debería haberte preguntado qué necesitabas. Debería haberte escuchado. Debería haberlo hecho mejor, haber sido mejor. Quería protegerte pero permití que mi culpa apartara mi corazón de vos. Perdoname, Dina.

– Dina: Tranquilo, Pa. Recostaste. Descansa. Yo ya sobreviví. Hice lo mejor que pude con mi vida. Siempre desearé que hubieras estado a mi lado mientras hacía el trabajo de vivir y seguir adelante, pero me alegra mucho escucharte decir que tu ausencia no fue una señal de tu falta de amor.

– Iacob: Dina, sé que no merezco el honor, pero como tu padre, te pido: ¿puedo darte una bendición?

– Dina: Tu bendición es un regalo que siempre atesoraré.

– Iacob:
Dina, hija de Lea y Iacob,
Eres mi corazón y la fuerza de mi espíritu.
Eres la parte de mí que luchó con los ángeles.
Y que sobrevivió cuando lo asaltaron los desafíos.
Tú, a quien tu padre te ha negado durante tanto tiempo lo que te debe,
Ofrezco bondad y misericordia de un ser quebrantado.
Eres fuerza y amor.
Eres lo mejor de tus padres y mucho más de lo que nosotros podríamos ser.
Nuestra gente aprenderá de tu resistencia.
Te bendigo y le pido a D´s, que me ha acompañado, que camine contigo todos los días de tu vida.

– Dina: Gracias, Papá. Gracias.

– Iacob: Dina, me ves claramente. Sabés el hombre que he sido y el que desearía haber sido. Nunca he recibido una bendición de alguien que conociera desde lo profundo de mi corazón, alguien a quien no haya engañado (Bereshit 27:19-30). ¿Te podré pedir, hija mía, que me me regales tu bendición antes de partir? Vos que conoces mis luchas.

– Dina: Pero, ¿yo puedo hacer eso? Nunca me enseñaste las palabras o las fórmulas de una bendición.

– Iacob: Dina, tu bendición es un regalo que siempre me acompañará. Por favor.

– Dina:
Iacob, hijo de Rivka e Itzjak,
Eres mi padre y el guía de nuestro pueblo.
No viviste una vida perfecta, pero siempre trataste de caminar por una buena senda de la mano con D´s.
A veces, tropezaste con sus propias limitaciones y le fallaste a tu familia.
Pero cuando les cuento a mis hijos historias de la vida de su abuelo, estas fallas no te definirán.
Te prometo que les hablaré de un hombre que vivió una vida muy humana, que se cayó pero luchó para ponerse de pie una y otra vez.
Les hablaré de mi padre que me llamó a su lado, me pidió perdón y me ofreció una bendición llena de amor.
Iacob, hijo de Rivka e Itzjak, padre de nuestro pueblo, serás recordado.

Cuando Iacob murió (Bereshit 49:33) sus esposas, hijos y su hija se reunieron en su tienda, ofreciendo palabras y oraciones por el viaje de su alma. Allí estaban todos juntos, mientras que nuestro patriarca estaba rodeado por el futuro de nuestro pueblo y con su pasado, sus fallas, sus logros y su historia.

En este Shabat te invito a acercarte a la idea que: bendecir, también, es sanar.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftarat Vayeji

La parashá Vayejí, última del primer libro de la Torá Bereshit, Génesis, se refiere a los últimos días de vida del Patriarca Jacob,  su requerimiento  a su hijo Yosef de ser enterrado junto a sus padres, los patriarcas,  en Canaán y,  recomendaciones respecto a sus relaciones con sus hermanos, los herederos de Jacob.

La Haftará  de la parashá Vayejí,  libro Melajim Alef – Reyes I- cap. 2 versículos 1-12, se refiere a los días próximos a la muerte del Rey David y sus recomendaciones testamentarias a su hijo Shlomó – Salomón – heredero del trono. Hasta aquí la correlación temática entre parashá y haftará. Pero el tratamiento temático difiere significativamente. Mientras en Bereshit  habla  Jacob, padre, patriarca,  a su hijo Yosef y a los demás hijos quienes serán  progenitores de las tribus de Israel, en la porción de la haftará habla David el Rey, a su hijo heredero del trono, Shlomó. El Rey David comienza expresándose con humildad, equiparándose a todo ser humano cuando se le aproxima su muerte. David,  monarca de carácter, guerrero, pero también poeta, creyente de la fé y de las mitzvot de la Torá de Moshé , formula enseñanzas a Shlomó: “vejazaktá vehaita leish” – sé fuerte y muéstrate un hombre-, observa criterios morales basados en prescripciones de la Torá para que puedas prosperar en todo lo que emprendas y en cualquier lugar donde vayas. Pero seguidamente David a mérito de experiencias vividas con uno de sus hijos hermano de Shlomó, Avshalom, quien levantóse contra su padre viéndose éste obligado a huir, resultando Avshalom finalmente muerto por Joab, comandante del ejército de David. No obstante, David  llora la muerte de su hijo Avshalom, hecho que le produce una discordia con Joab y oficiales de su ejército, pudiendo más su sentimiento paternal por sobre su calidad de monarca. Señala además a Shlomó lo que hizo Joab  que mató a dos capitanes, derramando sangre inocente en tiempo de paz. A raíz de esto David le manifiesta a Shlomó que obre pues conforme a su sabiduría, más no permita que Joab descienda en paz al sepulcro.

Continúa David hablando a Shlomó: he aquí que también tienes contigo a Shimey hijo de Guera, que me insultó malévolamente el día en que fui a Mahanaim pero, a posteriori bajó a recibirme en el Jordán y entonces le juré por el Eterno “no te daré muerte con la espada”. Pero, no por ello lo consideres inocente, ya que eres un hombre inteligente y sabrás lo que debes hacer con él; harás descender sus canas a la tumba con sangre.

Sé fuerte, mantén la continuidad del trono, administra justicia, mantén el respeto a la investidura real y demuestra benevolencia con aquellos que demuestren merecerla, como es el caso de los hijos de Barzilay – por cuanto estuvieron a mi lado cuando huí de Avshalom – permitiéndoles ser comensales de tu mesa.

En ambos casos, Parashá y Haftará, observamos que los testamentos no se limitan a una mera reducción de normas de moral,  política,  y  de justicia, sino que la supervivencia de la sociedad y la paz social, requieren de decisiones inteligentes y con coraje.   

La Haftará finaliza con la vida de David: “Vaishkav David im avotav”, Y David se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Y David reinó 40 años (7 sobre Jevrón y 33 sobre Yerushalaim). Y Shlomó se sentó en el trono de David su padre y su reino se estableció firmemente.

Mientras David tuvo que ser un comandante de ejércitos, consolidando la seguridad  del reino,  Shlomó su heredero pudo y fue un rey de Paz.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ.
Joshua Chameides

Haftarat Vaigash

¿La fiebre mundialista se puede comparar con los tiempos mesiánicos? Perdonen si estiro la analogía pero lo que hemos vivido en Argentina estos días se parece mucho a esa idea de unidad, que trasciende cualquier división. De eso habla la Haftará esta semana. Veamos: Comienza con D´s dando instrucciones al profeta Iejezkel para que tome dos trozos de madera y los inscriba con los nombres de los reinos judíos Iehuda y Iosef. D´s dijo: “Acércalos el uno al otro para que parezcan uno, y se unirán en tus manos”. El comentarista Radak interpreta esto en el sentido de que Iejezkel debe sostener las piezas una junto a la otra, y se unirán milagrosamente en una pieza sólida de madera. Explica que esto se refiere a la futura unificación milagrosa del reino judío. Las piezas individuales de madera representan los reinos separados de Israel.

Más allá de contar con la bendición a la dinastía de David Hamelej (rey David) el reino de Israel, esto no impidió la fragmentación. Poco después del fallecimiento de Shlomo Hamelej (rey Salomón), el imperio sufrió una grave división. Yeravam ben Nvat, descendiente de la tribu de Iosef, lideró una poderosa rebelión contra la dinastía de Judea y se hizo con el control de la mayor parte de la nación judía. La división fue tan intensa que el bando secesionista de Iosef cortó los vínculos con sus hermanos, para no volver jamás a ellos. Sin embargo, el profeta Iejezkel profetizó que estos reinos acabarían reuniéndose y formando una unidad inseparable. La unificación será tan perfecta que no dejará rastro de ningún debate anterior. El sentido de parentesco de la nación será tan grande que se comparará a una pieza sólida de madera, vacía de toda facción y fragmentación.

Casi siempre que leí o escuche algo sobre los tiempos mesiánicos (sino mal entendí) lo que más se destaca es la unidad, la común unidad. Sepan perdonarme queridos lectores , pero, todavía mi cabeza y cuerpo no salen de esa sensación mundialista (es más fuerte que yo). Creo que lo que mis ojos presenciaron era 1/10 de esos tiempos (saquémosle a aquellas personas que en vez de construir terminan destruyendo), personas abrazándose a desconocidos, sin preguntarle a quien votas o qué crees, chicos y chicas corriendo felices, gente ayudando a que otra persona logre algo, otros que le devuelven un celular robado al dueño, encontrando un documento y gritando para que el propietario aparezca, personas que se acercaron a un geriátrico para hacer felices a los abuelos y abuelas cantándoles! Había unidad, había cohesión social, había colores y una idea que estaba por encima de todo.

Iejezkel continúa y afirma: “Y Yo los purificaré, y serán una nación para Mí, y Yo seré Di-s para ellos… Mi Presencia Divina reposará sobre ellos… para siempre”. (37:23,28) Estos versículos predicen la fase final de la unidad: la unificación del pueblo. En la era mesiánica se cumplirán todos los aspectos del acuerdo.

Yo no sé en qué cree cada uno/a y hoy no se trata de debatir eso pero hoy después de todo lo vivido las palabras del profeta Iejezkel se volvieron posibles, lo vi y viví. Si lo logramos una vez estoy seguro que lo vamos a poder repetir. Elijo creer.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Parashat Vaigash

“El hombre de fé ve el mundo con asombro como un niño” Abraham Ioshúa Heschel.

Quien tiene fé entiende que a pesar del caos que ve alrededor existe un orden, confía en que cada ser humano tiene un destino, cada cual tiene un desafío y un por qué en este mundo.

Aquel que se sigue asombrando a pesar del paso del tiempo es quien tiene la capacidad de mirar la vida, la historia, y encontrarle un sentido.

Es aquel que encuentra a Dios donde otros no lo ven.

En esta Parashá el hombre de fé es Iosef, alguien que a pesar de todo lo difícil que tuvo que atravesar en su vida, renace, y se re piensa como ser humano, con ideas claras y firmes entendiendo que la vida sin fe es una vida vacía sin sentido.

“Por favor, acérquense a mí”, les dijo Iosef a sus hermanos. Cuando se acercaron, él dijo: “¡Yo soy Iosef su hermano! Ustedes me vendieron a Egipto.

Ahora, no se preocupen ni se sientan culpables por haberme vendido. ¡Dios me ha enviado delante de ustedes para salvar vidas!”

Fueron posiblemente muchos años para Iosef de procesar el dolor del rechazo familiar, de creer que su mismo padre lo entregó a sus hermanos, de tratar de no vivir enojado todos los días por lo que le hicieron, de no llevar una vida basada en el rencor y el odio.

Es desde este lugar que él reconstruye su relación con la vida misma, donde se sigue asombrando por su alrededor y donde él ayuda a otros también a asombrarse. Especialmente confiando que todo “malo” que le sucedió, tiene una respuesta en su vida y un para qué.

Que este anteúltimo Shabat de Bereshit nos encuentre atravesados por la fe, podamos trabajar la idea de que todo puede ser diferente si lo miramos con otros ojos. Donde hasta el peor de los dolores se puede convertir en un llanto que abrace el alma y nos haga entregarnos a una vida plagada de energía.

Shabat Shalom
Sem. Mati Bomse

Haftarat Miketz

Reyes I, 3:15-4:1

Shlomó despertó…y he aquí que era un sueño…

A partir de aquí la Torá nos relata la conocida historia de las dos mujeres que habitan juntas y solas y dan a luz con pocas horas de diferencia.

Cada una duerme con su bebé recién nacido (cosa que hoy sabemos que nunca debe hacerse), y una lo aplasta y mata y cambia su hijo muerto por el hijo vivo de la otra.

En el medio de la terrible tragedia se desata una pelea, ¡de quién es el hijo muerto y de quién el vivo!

¿Qué sueño tan extraño!?

¿Sigue el sueño? O el narrador de la Haftará en realidad no nos lo dice.
No sabemos cuál es el sueño…sólo sabemos que podemos decir a manera de metáfora que Schlomó soñaba con ser un rey sabio y justo y lograr la unificación de su reino con Ierushalaim como capital.

Este sueño lo cumple.

La madre que prefiere que el hijo viva no le importa si la otra lo tiene, deja celos y envidias de lado y sólo reina su amor de madre, así sabe el rey dónde está la verdad.

También así Shlomó cumple con su deseo de unificación y logra que Israel siga vivo.

Por su buen juicio, nos dice el profeta, fue el rey Schlomó rey sobre todo Israel.

En la Parashá, a la cual está Haftará acompaña, Iosef resuelve los sueños del Faraón.

También de esta manera y a través de los acontecimientos logra unirse nuevamente con sus hermanos.

Por juzgar con equidad, por su sabiduría y su buen juicio, El rey Schlomó logró la unificación y opulencia de su estado y su figura trascendió las fronteras de su reino.

Janucá, que llega con sus luminarias nos anuncia también un reinado unificado, recuperado, que los macabeos supieron ganar y con valentía y grandeza espiritual.

Que las luces de Jánuca nos inspiren a tener algo de esa sabiduría, buen juicio y unificación que la lucha de cada día nos promete.

Shabat Shalom Umeboraj!
Jag Jánuca Sameaj!
Norma Dembo

Parashat Miketz

Estamos viviendo la hermosa fiesta de las luces, conocida también como la fiesta del milagro. ¿Cuál fue el milagro verdadero?

Algunos dicen que el milagro fue que el aceite que encontraron luego de la destrucción del Templo, duro 8 días, otros que en realidad el milagro fue haber encontrado el aceite, y otros que el milagro fue que alguien, sabiendo que la destrucción terminaría, esconde un aceite apto para la Menora esperando que otro alguien lo encontrase.

Una mano para otra mano, sin ningún tipo de esperanza divina.

En Jánuca somos llamados a encender nuestra Janukia en la ventana que da a la calle, y el motivo de esto es que aquellos que estén del otro lado del vidrio, aquellos que no tengan a donde ir, se encuentren con nuestras luces y en ellas la esperanza de poder encontrar un norte.

En el paso del tiempo entendimos, que no hay posibilidad de esperar a que algo suceda, sino rezar con los pies y ser nosotros hacedores de grandes milagros.

Venimos estudiando la historia de Iosef, aquel gran Rey de los Sueños, quien tuvo la suerte o mala suerte de que todo, absolutamente todo le saliera mal.

Me explico:
– Nace siendo hijo preferido, sus hermanos lo odian.
– Crece solo y al querer juntarse con los hermanos, es tirado a un pozo y vendido a Egipto como esclavo.
– Crece en Egipto hasta transformarse en alto jerarca del país entero y vuelve a ser arrojado a otro pozo con forma de cárcel, donde pasa tiempo allí, volviendo a ser nadie, querido por nadie.

Pero Iosef, tiene algo que lo hace único. Iosef es un soñador.

El nunca deja de soñar para volver una nueva vez a lograr sus sueños.

Todos en algún momento somos Iosef, sentimos que vamos de pozo en pozo, que todo sale mal, pero nunca debemos dejar de soñar para llegar alto.

Todos somos una vela de Jánuca en la ventana de nuestro hogar. Tenemos la oportunidad de ser luz y milagro para los nuestros, y los que están afuera.

Sepamos todos, que los milagros no caen del cielo. Los verdaderos milagros, salen de tus manos y tus pies.

Shabat Shalom Amijai!
Jag Sameaj
Sem. Brian Bruh