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Haftarat Tetzavé

Ezequiel 43:10
43:27

En consonancia con la parashá, esta Haftará nos habla de cómo construir la Casa, de cómo deben ser sus formas y medidas y cómo todo debe estar dispuesto.

Entendemos que esta Casa-Mishkan es nuestro propio interior, que D’s a través del profeta nos está hablando a nosotros mismos, nos invita a conocernos, a saber cómo disponer dentro nuestro las actitudes y sentimientos hacia el prójimo, qué puertas dejamos abiertas, cuales cerramos, qué salidas existen.

Estas entradas tienen que ver con lo que oímos, con lo que vemos y con lo que interpretamos de nuestro acontecer cotidiano, de nuestra vida.

A qué damos fe, qué diseño elegimos para nuestro vivir, nuestra conducta, ideas, acciones hacia dentro y fuera de nosotros mismos.

Cómo tratamos nuestro cuerpo, qué comemos, qué decimos, qué hacemos con lo que escuchamos.

Nuestro profeta nos habla de que por encima de toda esta construcción hay algo superior a nosotros mismos, algo especial. Nos habla de la montaña, nos hace pensar en el Sinaí, donde hace dos parashiot nos encontrábamos emocionados recibiendo los Aseret Hadivrot, prometiendo que “haremos y escucharemos”.

Primero hay que construir el altar, y esto nos lleva a Iaacov, cuando agotado decidió descansar para soñar con los ángeles que subían y bajaban, para despertar y construir, poner una piedra sobre otra en nombre de D’s, quizás las mismas donde había descansado y desde donde provenía su sueño, sueño que miraba hacia el futuro y que solo un poco más adelante lo
convertiría en Israel.

Todos construimos de distinta manera, pero el eje debe tener principios y valores fundamentales para soportar la construcción. Debe mirar a altos principios que puedan volcarse en nuestro hacer de cada día, en la relación de uno con otro y sobre todo en la transmisión de lo que nos constituye, nuestro ser judío.

Nuestro profeta nos habla de una nueva Jerusalem que los sabios interpretan como una visión profética de la construcción de un segundo y tercer templo, porque las otras construcciones se destruyeron. No pudieron mantenerse en pie porque estaban forjadas por la idolatría, porque el pueblo amaba al sol y la luna.

Tomamos esto metafóricamente, casi como la expresión de la falta de coherencia y cohesión con nosotros mismos, donde cada idea nos lleva hacia diferentes destinos y no se reconocen una con la otra, donde no intentamos siquiera ser Ejad, uno, coherente, encontrando una misma melodía, una misma forma de actuar.

“Enséñales”, le dice D’s a Ezequiel, cómo es la construcción, cómo el ritual, quienes lo llevan a cabo…

Enséñales, que tengan un conocimiento interno, profundo, que no se queden en la superficie de lo que ven los ojos.

Que podamos en este Shabat Tetzavé construirnos a nosotros mismos, conocer cómo hacerlo de la mejor manera, con la fórmula que hace milenios nuestro pueblo ha aprendido y perfeccionado.

Y sobre todo que podamos transmitirle a nuestro hijos las bases fundamentales de esta arquitectura, para que ellos mismos puedan construirse y a la vez re construirnos.

Shabat Shalom
¡Jag Purim Sameaj!
Norma Dembo

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Iamim Noraim
2022-5783

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