Bereishit 1:1- 6:8
Es para mí un honor el poder comentar esta parashá, tan importante, y al mismo tiempo es un hermoso desafío, de poder generar algo nuevo, sobre una de las parashiot con más comentarios y midrashim de toda la Torah. Vamos a intentarlo.
וייצר ה’ אלוהים את אדם עפר מין האדמה ויפחואפיו נשמת חיים ויהי אדם לנפש חיה”
(Y D’s elohim formó al hombre del polvo de la tierra y le insufló en sus fosas nasales el alma de la vida; y el hombre se transformó en un ser vivo) Genesis 2:7
Es muy interesante observar cuando D´s crea a las plantas, a los peces, a las aves o a los animales los crea con vitalidad propia, en cambio cuando crea al hombre lo hace desde el polvo y la vida se la insufla en una segunda instancia. Por lo que en un primer momento el hombre era un cuerpo inerte. Eso sí, esa alma de vida que recibimos viene de lo más elevado de toda la creación. Y como si no fuese suficiente después, nos dice que debemos dominar sobre el resto de las criaturas.
Veamos el por qué y el para que de este fenómeno difícil de entender.
Para poder darnos cuenta de que es lo que la Torah nos está mostrando, nos vamos a apoyar en las explicaciones de los maestros jasídicos. Dividamos a la creación en cuatro reinos Domem, tzomeha, jai ve medaber (Inerte, vegetal, animal y ser parlante)
Veamos que la denominación de Domem para los Inertes, que también podemos traducirlo como sin palabras y la del hombre en el otro extremo, como un ser parlante, o sea es todo palabras. El Domem no cuenta ninguna historia y nosotros vivimos toda nuestra vida, contando historias. Somos los responsables contar el guion de la vida al resto de la humanidad.
Los vegetales y los animales que tienen vida y energía desde su misma esencia poseen vitalidad por instinto. Su ciclo de vida ya viene encriptado en su propia naturaleza y no tiene posibilidad de modificarlo y mucho menos de transformarlo.
Ahora bien, veamos un poco más profundo como es esto del hombre que fue creado con un cuerpo de lo más bajo( y pensar que hay personas que gastan un montón de recursos para modificarlo y supuestamente mejorarlo) y una neshama que es una extensión de la esencia misma de D´s. Tenemos lo más bajo y lo más elevado en un mismo ser, somos como un puente que va de un extremo a otro y eso es lo que le da sentido, si no llegara al otro extremo no cumpliría con la función de puente.
Tenemos la hermosa responsabilidad de conectar a los cuatro reinos con la mismísima divinidad. Cuando estamos por comer una lechuga y decimos Bore pri haadama estamos incorporando santidad a un elemento vegetal, que si no fuera por nuestra acción no podría ni por asomo lograr ese nivel de elevación. Algo similar podría ocurrir cuando con el cuero de una vaca lo convertimos en un tefilín o en un pergamino para escribir un sefer Torah o un klaf para una mezuza. Esto son solo un para de ejemplos, pero en realidad podríamos poder racionalizar cada acto que realizamos y debiéramos pensar de que manera estamos mejorando el mundo.
Nuestra función es asegurarnos de manera consciente, que el mundo este un poco mejor de lo que lo encontramos cuando llegamos a él. La trascendencia no es más ni menos que haber dejado nuestra huella mientras fuimos parte de esta vida terrenal.
Sería fantástico que en lugar que gastar tanto tiempo y recursos materiales dirigidos a un cuerpo domem, podamos cultivar a nuestra elevada neshama y concientizarnos para ver como podemos cumplir con el cometido para el cual fuimos colocados en este mundo, como no convertimos en esos socios de lo divino para crear un mundo que tenga más sentido y no tanto egoísmo. Con cuerpos que sean los contenedores de esas almas que bajaron para convertir a este mundo en la confirmación del proyecto que nuestra bendita Torah nos muestra.
Es por eso mis queridos amigo que los invito que intentemos todos los días que nos quedan en este mundo, a realizar acciones que estén direccionadas a elevar al domem, al Tzomeha y al Jai y van a ver como de esa manera el Medaver termina elevándose por efecto directo de las acciones. Seamos ese puente que puede conectar los mas bajo con lo más divino.
Shabat shalom humeboraj
Ari A. Alster