Haftarat Pekudei

Reyes 7:51 – 8:21

Esta semana terminamos de leer el libro de Éxodo, el segundo libro de la Torá. En la Haftará leemos sobre el final de la construcción del Gran templo de Jerusalem. Shlomó termina la construcción del templo y lleva allí el Arca junto a los ancianos y los Sacerdotes.

La Haftará nos cuenta que el Rey Shlomó juntó a todos los ancianos, los jefes de las tribus y a los Cohanim, y juntos trasladaron el arca, y los Cohanim la colocaron dentro del templo en el KodeshHaKodashim.

Cuando terminaron Shlomó comenzó su discurso inaugurando la casa para que Di-s resida en ella. Pero en seguida se dirigió al pueblo y recordó la historia que trajo hasta la construcción del templo. Volvió a hablar de su padre que quería construir el templo, pero fue Di-s el que le dijo que no sería él, sino su hijo el que lo construiría. El Rey David igualmente juntó los materiales, que fueron usados por su hijo. La construcción del templo no fue una tarea fácil. Cada uno tuvo su lugar, y es notoria la importancia que le da el Rey Shlomó a las contribuciones de su padre.

No solo la casa de Di-s sino toda construcción comunitaria no se hace de a uno, se hace entre todos y cada uno además de contribuir con su trabajo trae toda su historia que lo hizo llegar a ese lugar.

Di-s nos dio dos santuarios para mantenernos unidos como comunidad. Nos dio un santuario en un lugar físico, primero en un tabernáculo portátil y después en el Templo de Jerusalén. Pero también nos dio un santuario en el tiempo haciéndonos respetar el Shabat. Después de la destrucción del templo y durante 2000 años, todos los judíos en diferentes partes del mundo, nos reuníamos en Shabat, no físicamente sino en el tiempo y cuidamos el Shabat por generaciones. No está claro si los judíos cuidamos al Shabat o el Shabat cuido a los judíos, pero este santuario temporal nos mantuvo unidos como pueblo a pesar de todo lo que pasó en la historia.

Nos toca leer esta Haftará en una situación especial, después de haber pasado casi dos años sin reunirnos en Nuestro Lugar. Pero estuvimos juntos en Nuestro Tiempo sagrado, reuniéndonos virtualmente, estudiando y rezando todos al mismo tiempo a pesar de estar en lugares diferentes.

Así como en la Haftará, ahora llegó el momento de volver a reunirnos a estudiar y rezar en nuestro lugar. Para construir una casa, una comunidad o un país, nos necesitamos todos. Tenemos que reconocer que llegamos hasta acá porque nos trajo una historia. Somos un eslabón de una cadena y como lo hizo el Rey Shlomó es importante agradecer a los que estuvieron antes que nosotros y a los que están construyendo al lado nuestro.

Shabat Shalom
Fabian David Holcman

Parashat Pekudei

Parshat Pekudei da fin al segundo libro de la Torá, Shemot. Es la conclusión de una parte de la historia del pueblo judío en el desierto, el cierre de un proceso de liberación que comenzó en Egipto con la esclavitud y que culmina con la construcción de un lugar de culto propio, dando espacio a la liberación colectiva.

El Mishkan es el lugar donde la conexión directa con lo Divino se hace realidad, un templo móvil que albergaba la presencia de Dios a través de las personas que lo componían.

La Tora nos cuenta qué “la nube de Dios estaba sobre el Mishkan (Tabernáculo) de día y fuego había de noche en él” (Shemot 40:38)

La nube, dada su naturaleza, esconde y oculta las cosas, mientras que el fuego por el contrario, tiende a iluminarlas para que puedan ser vistas con claridad.

Hay veces que la vida misma nos nubla la vista, la mente, nuestras ideas. Hay días que  sentimos qué llegan nubes que nos provocan ceguera y no permiten ver aquel tesoro oculto que se esconde la vida cada día.

Para otros, la vida es iluminada por el fuego, que viene a poner luz en aquellos lugares en donde aún reina el caos, viene a dar respuestas ante los misterios y vaivenes de nuestra vida.

Cada uno de nosotros es considerado como un santuario. Cuando sentimos que la luz nos ilumina como el fuego, y estamos convencidos que el camino que tomamos es el correcto, entonces la fortuna brilla sobre nosotros. Cuando solo vemos la nube sobre nuestras cabezas, la cual oscurece la vida, sentimos que el camino es incierto , y por ende la vida se nos hace cuesta arriba.

Nuestra parashá nos deja un poderoso mensaje, para poder abrir nuevos libros en nuestra vida, poder dejar atrás aquel pasado que nos nubla los días, debemos encontrar dentro de nosotros, en nuestro mishkan qué llamamos nuestra alma, el fuego que nos haga volver a levantarnos con fuerza todos los días, y de esa manera llenar de luz nuestros caminos, y especialmente el de quienes nos acompañan en cada paso que damos.

Shabat Shalom
Sem. Mati Bomse

Haftarat Vayekhel

La Haftará de Parshat Vayekhel le corresponde al libro Melajim Alef (I Reyes). Habla de los detalles de la construcción del Templo que construyó el Rey Salomón, concretamente de los grandes pilares de cobre que había a la entrada del Heijal. También leemos sobre el Iam, un estanque de agua para que los Kohanim se sumergieran, que también estaba hecho de cobre.

El Rey Salomón le encargó a Hiram fabricar una gran variedad de utensilios para el Templo, incluyendo sartenes, cuencos y palas, todos de cobre. Salomón hizo guardar todos los utensilios sin pesarlos porque eran muy numerosos.

Esta haftará no se suele leer sola porque, desde hace muchos años, Vayekhel se lee conjuntamente con la Parashá “Pekudei”.

Hay una pregunta que llama mi atención ¿cómo construimos algo de valor y significado cultural que en algún momento perdure en el tiempo? Creo que en la Haftará nos pueden acercar una idea que, tal vez, no se trata de la ingeniería de sus materiales y su funcionamiento, sino de la civilización que lo rodeaba, una sociedad que construía para su presente y su futuro. Preguntándose: ¿Qué queremos que nuestra descendencia reciba?

La construcción de estos espacios suponía un desafío no sólo técnico sino espiritual también.

Esperamos que la inspiración divina de nuestros ancestros ilumine todo aquello que construimos hoy y deseamos ver mañana.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Parashat Vayekhel

Hace algunos renglones nos encontrábamos frente a una de las construcciones mas conocidas de la Tora, el Becerro de oro, símbolo y creación de todo lo que no debía ser.

Ejemplo terrenal de todo lo que alguna vez Moshé le pidió a su pueblo que no hiciera.

La construcción que tiene como una de sus consecuencias la destrucción de las primeras tablas de la ley, pero a su vez fue la principal atracción para enfrentamientos, discusiones y conflictos.

Luego de aquella construcción volvemos a la programación habitual del final del libro de Shemot con la construcción del Mikdash. Pero aquí la belleza de nuestra Tora;

Entre construcción y construcción, Moshé le recuerda al pueblo que ningún fuego debía ser encendido en Shabat. Y me pregunto ¿Qué tiene que ver el Shabat y el fuego entre la construcción de lo que no y la construcción de lo que si?

Absolutamente todo.

No hay ninguna manera de seguir construyendo sin frenar para levantar la cabeza y observar lo construido. No hay mejor Shabat que el que sirve para poder frenar la semana y observar no solo donde estamos parados sino con quien estamos parados.

¿Y el fuego?

El fuego es el todo. Es el reflejo de lo mas profundo de nuestro alma, cambiante, colorido, en movimiento constante.

En las construcciones erradas o no acertadas, el fuego es la calentura, la ira, el enojo, el odio y la envidia. En las construcciones acertadas el fuego es la sonrisa, el abrazo y las ganas de bailar.

¿Qué es lo que no debemos encender en Shabat?

El enojo, la envidia, los celos, el fuego que te hace dejar de ser vos, para descansar entre construcción y construcción y de esa forma encontrarnos a nosotros mismos, para construir en cuerpo, alma y espíritu en el camino y la forma correcta.

Shabat Shalom
Sem. Brian Bruh

Haftarat Ki Tisa

Las Haftarot, son elegidas por nuestros sabios por el sentido del relato, y está siempre relacionado o vinculado con la Parasha de esa semana.
Esta semana la energía presente es Ki Tisa, y los temas de esta porción son entre otros; el censo y el medio shekel (instrucciones de como hacerlo), instrucciones de como fabricar el aceite, los utensilios y la tienda de la uncion, la Ketoret (incienso),
BeTZALÉL y AhoLIÁB como encargados de la obra.
El shabat, el becerro de oro, la entrega de las Tablas (que se rompen), Los trece atributos de Hashem…
HASHEM REITERA GUARDAR SU PROMESA Y SU PACTO.

Evidentemente el desafío es encontrar el refuerzo del mensaje de la parashá en la Hartará. EL punto siempre es ver y descubrir qué tiene la Haftarah para decirnos, que también está dicho en la parashá. En ese camino es que primero presentamos los temas de la Parashá y buscamos en qué puntos se encuentran.

Los personajes centrales de esta historia de la Hartara son Eliahu Anavi (profeta Elias), el Rey Ajhav אחאב -.( Rey de Israel, entre los años 874 y 853 a. C )y su leal asistente Obadia.
El pueblo de Israel esta pasando por situación de extrema hambruna, mientras El Rey Ajhav se ha casado con la hija de un canaaneo. Hashem se presenta ante Eliahu diciéndole que se presente ante Ajhav a decirle que Hashem enviará lluvias para acabar con la sequía. Pero… hay un detalle que resolver alli.
Eliahu se acerca a Ajhav hablándole del abandono por su parte de los preceptos de Hashem y por haber rendido culto a los baalim.
El profeta Eliahu lanza entonces, un desafío para provocar al pueblo de Israel a asumir su responsabilidad al permitir esa actitud de sus gobernantes (porque cada pueblo tiene los gobernantes que merece, dice ElZohar). Convoca a todo Israel en el Monte Carmel, a los profetas de Baal y otros profetas y les habla diciéndoles:
¿Hasta cuándo seguirán vacilando entre estas ideologías? ¡Decídanse!
entonces preparó un altar, colocando 12 piedras…. ( D O C E )

Esta, en mi opinión, es uno de los muchos puntos de contacto.
En el principio de la Parashá hay un censo. “cuando alces la cabeza de los hijos de Israel”, (Ki tisa et-rosh beney-Yisra’el shmot 30:12) un censo a través de la entrega de un medio shekel.
Debian entregar UN MEDIO SHEKEL por cada hombre mayor de 20 años que hubiera en la casa. La moneda se entregaba en la puerta, y nadie corroboraba que esa cantidad de hombres hubiera en la casa.
Porque en realidad NO IMPORTABA.

La idea era básicamente que cada persona pudiera evaluar y decidir en su fuero intimo y en su ser, si estaba disponible a ser parte del TOTAL.
Lo importante no era saber cuantos somos, sino como somos, en calidad de qué llegamos, en carácter de qué estamos presentes.
Como dijo Elihau / Moshé… estamos DECIDIDOS(?)… de ser asi, todo lo demás llega.

Hay una frase que dice : “vos tejé, que la lana va a llegar”. Y es asi como funciona.
Si estas dispuesto, si estas decidido, SI TENES VOLUNTAD, los RECURSOS SIEMPRE APARECEN.
Y eso es el censo.
¿Estas ahí?
¿Se puede contar con vos?
(la palabra “contar” ספר) – en hebreo, también se usa cuando queremos “relatar” algo, y el punto es, ¿sos parte del relato?)
Y si estas allí, si te decidiste, entonces trae tu parte, que será completada y completará la parte que traerá el otro.
Porque siempre nuestra parte es la mitad de algo, es la mitad de otra cosa, porque aquí somos parte de un conjunto. Porque aquí aportamos la mitad, una parte que a su vez será completada por otro.

Ki Tisa, nos invita a “levantar la cabeza”, (“cuando alces la cabeza de los hijos de Israel”, Ki tisa et-rosh beney-Yisra’el shmot 30:12) a funcionar como pueblo, A que cada una de la partes conforme un TODO.

No son los grandes milagros (que aún hoy, suceden cada minuto de nuestra vida) los que van a cambiar nuestra día a día.
Levantemos nuestra cabeza hoy para ser contados.
Recordemos que cada mañana que nos levantamos no es por el mérito de lo que hemos hecho ayer, sino sólo por lo que haremos HOY…

¿Estás?

Shabat Shalom Umeboraj
Silvia Dvoskin

Parashat Ki Tisa

Shemot 30:11-34:35

Gracias a d’s no somos perfectos

Esta Parashá nos cuenta acerca del triste episodio del becerro de oro, del gran enojo de Moshé y como resultado la ruptura de las primeras Tablas de la Ley.

Nos encontramos con el mayor de los pecados y el mayor de los perdones.

Vemos que lo que ocurrió no habla muy bien de nuestro pueblo, es como decir que cada uno es judío como le parece con o sin Torá.

Siempre hay en oferta un becerro de oro.

Pero D’s nos eligió no justamente por ser un pueblo perfecto, sino a pesar de nuestras imperfecciones. Somos seres humanos y tenemos nuestros defectos pero si algo caracteriza a nuestro pueblo es la idea de superación, de ser mejores cada día.

Nuestras ansias de superación son evidentes.

Así, Moshé volvió a subir el primero de Elul al Sinaí y bajó el 10 de Tishrei, el día de Iom HaKipurim. El día del Perdón de D’s, el día de una nueva oportunidad de ser dignos, de superarnos.

En el Arca quedaron las tablas anteriores rotas, hechas pedazos junto a las nuevas recién entregadas. Las Tablas del Perdón.

Nos podemos equivocar y con sinceridad y humildad aceptar nuestros errores. Saber pedir perdón y rectificar.

Las primeras Tablas están rotas pero junto a ellas hay una nueva oportunidad.

Nuestro pueblo a pesar de sus desaveniencias estuvo unido para hacer el becerro, sólo unos pocos se hicieron a un lado.

Al Beit HaKneset entramos todos, nadie nos pregunta cuántas mitzvot cumplimos.

Todos somos necesarios.

Shabat Shalom Umeboraj!
Norma Dembo

Haftarat Tetzave

La haftara de esta semana nos cuenta la visión del profeta Iejezkel , acerca de la construcción de un nuevo templo en Ierushalaim que sería construido una vez los judios vuelvan del exilio Babilónico, luego de la destrucción del Templo del Rey Shlomo.

El midrash nos cuenta que cuando Dios ordenó a Iejezkel que describiera las dimensiones del Templo al pueblo judío, el profeta preguntó:

“Maestro del Universo, ¿Por qué me decís que vaya a decirle a Israel sobre la forma del nuevo Templo; ahora que están en el exilio  en la tierra de nuestros enemigos? ¿Hay algo que puedan hacer? Déjalos estar, hasta que regresen del exilio. Entonces iré a informarles”

A lo que Dios respondió:

“¿Debería ignorarse la construcción de mi Casa porque Mis hijos están en el exilio?

El estudio del diseño del Templo Sagrado tal como se detalla en la Tora se puede equiparar a su construcción real. Ve y diles que estudien la forma del Templo Sagrado. Como recompensa por su estudio y su ocupación en él, lo consideraré como si realmente hubieran construido el Templo Sagrado”

A veces necesitamos ver y hacer tangible algunas cosas, para convencernos de que vale la pena el esfuerzo que vamos a invertir en nuestros proyectos y metas.

La Haftara nos enseña que la recompensa llega tarde o temprano, si es que nos podemos animarnos a estudiar “los planos” “los mapas” de nuestra vida, incluso antes de ver cualquier resultado de éxito, o incluso en los momentos más difíciles de nuestras vida.

Que esta semana nos encuentre en la búsqueda de nuestros mejores futuros, pudiendo pensar cada paso que damos con la convicción de que al final del camino nos encontraremos en el lugar que queríamos estar.

Sem. Mati Bomse

Parashat Tetzave

Esta semana en nuestra obra favorita “Torá”, a nuestro protagonista le dicen: “Te molesto un segundito por acá, te me corres del plano”. Sí, amigos y amigas, por primera vez (y última) nuestro amigo Moshe o Moisés no aparece mencionado en la parashá. No olvidemos que desde Shemot hasta Devarim tiene el protagónico.

El guión es muy interesante porque la comunicación está dirigida a Moshe pero no lo menciona. Una de las primeras líneas de “Tetzave” (nuestra parashá de la semana) le pide a Moshé diseñar prendas de honor para su hermano Aarón, el Sumo Sacerdote (Cohen HaGadol). Estas prendas debían ser diseñadas por los mejores y más finos artesanos, con la mejor lana teñida de rojo, púrpura y azul de la época, y adornada con oro y gemas (“maase joshev”, un vestido artesanal tal como lo describe la Torá). No sólo le instruyen a Moshe vestir a su hermano con estas prendas, sino que también se le ordena que haga lo mismo con sus cuatro sobrinos, los hijos de Aarón: deben vestir con ropa sacerdotal. Tengamos en cuenta que los propios hijos de Moshe no han sido designados para el liderazgo (ni lo serán).

Básicamente, a Moshe lo invitan a que se despoje por un rato del protagónico, de su ego. Le piden que nombre y honre a su hermano y a los hijos de su hermano con prendas cuyo único fin son “honrar y enaltecer” (Shemot 28:2).

Creo que acá, una vez más, está la idea de que nuestra tradición nos enseña a poder salir de nosotros para construir algo para otro. La lección es que aquello que entregamos debe ser tan valioso como si fuera algo de uno mismo. Porque a veces, a la otra persona le establecemos prioridades y/o calidades; a veces no damos lo que uno mismo se daría a sí. Acá el pedido vino de D´s, pero si no hubiera sido así, ¿qué hubiera pasado? ¿Acaso D´s necesita prendas o túnicas importantes para sus servicios? ¿O es más un desafío para probar cuán dispuestos estamos a dar lo mejor, aunque no sea para uno o para el beneficio propio?

Nos enseñan nuestros sabios en Eruvin 13b: “Cualquiera que se humilla, el Santo, Bendito Sea, lo exalta, y cualquiera que se exalta a sí mismo, el Santo, Bendito sea, lo humilla. Cualquiera que busca la grandeza, la grandeza huye de él, y, a la inversa, Al que huye de la grandeza, la grandeza le busca.”

Alguna vez leí una frase que dice “donde no hay ego, no hay amenaza”. Comparto, en parte, la idea, pero también pienso que donde no reina el ego, donde no somos siempre lo principal, hay cambios, hay construcción, hay otredad y hay especialmente, humanidad. Hilel decía:  “Si yo no estoy para mí, ¿quién lo está? Y si sólo estoy para mí, ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo?”. Hilel, Pirkei Avot 1:14

¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftarat Truma

Melajim l 5:26- 6:13

Es muy sencillo encontrar la semejanza entre la sidrá y la haftará esta semana. El común denominador lo encontramos en la construcción del santuario.

La parashá comienza a relatar las primeras instrucciones del tabernáculo móvil que el pueblo deberá construir y luego, trasladar por el desierto hasta llegar a la tierra prometida.

Nuestra haftará nos cuenta como Melej Shelomo comienza la construcción del primer Beit Hamikdash y nos trae un detalle sobre toda la organización que el rey tenía montada para la edificación del gran templo.

Es muy interesante, esta metodología comparativa entre parashá y Haftará como las diferencias se complementan una con la otra, y nos ayudan a un mejor entendimiento del tema que vamos a analizar en esta oportunidad.

La parashá comienza enumerando primero todos los materiales que el pueblo debía reunir de las ofrendas para poder armar el Mishkan, inmediatamente nos revela el famoso versículo que encontramos grabado en muchos templos hoy en día (Shemot 25:8) “Vehazulimikdash, ve shajantimitojam” y recién después nos da un detalle de las tareas por realizar para el armado del Mishkan.

En cambio, nuestra Haftará nos propone un relato bastante diferente. ¨Primero nos enumera todos los equipos de personas y las distintas tareas que Shelomo tenía armado para la construcción del “Gran Templo” y recién al final, cuando está por terminar la haftará, el texto nos trae tres versículos maravillosos, muy parecido a Shemot pero muy distintos al mismo tiempo.

(Melajim l 6:11-13) “La palabra de D´s vino a Shelomo, diciendo: este Templo que estas construyendo, si sigues mis decretos, cumples mis estatutos y observas mis mandamientos para seguirlos, entonces mantendré mi palabra contigo, que pronuncie a David, tu padre: Habitaré en el seno de los hijos de Israel y no habré de abandonar a mi pueblo de Israel”(traducción de edición Rabi Sion Levy).

¿Comó es entonces? primero nos pide que hagamos un santuario, para morar entre nosotros y después nos dice que para que esto suceda, debemos cumplir mandamientos, decretos y estatutos. ¿Y con el templo, que pasó?

Cada año cuando llega esta parashá estudiamos, que los Jajamim nos explican, que cada uno de nosotros debemos hacernos nuestro santuario estudiando, aprendiendo y cumpliendo las mitzvot. Siguiendo con la idea que nos propone la parashá entonces, ¿Cada mañana cundo cumplo con la mitzva de Tefilim estoy completando el mikdash y provocando, que D´s pueda morar en mí?

Es aquí, donde la Haftará nos dice, ¡¡¡no seas ingenuo!!! Aún cuando te hayas puesto los Tefilim como se debe, para que la Divinidad se deposite en vos, tenes que sacarte los Tefilim, salir a la calle y ser un Mench. Y recién ahí es posible que esto suceda.

Es por eso mis queridos amigos, que en este Shabat Truma, nuestra Haftará nos invita a construir el Santuario como nos pide la parashá, que está muy bueno, pero nos advierte que con eso no es suficiente. Después que hayamos cumplido con cualquier ritual, debemos llevar la santidad que los rituales nos otorgan y replicarla en cada una de las actividades que desempeñemos durante nuestra jornada y recién ahí podremos conseguir que esa bella Divinidad conviva entre nosotros, en este mundo material.

No suelo hacer dedicatorias, pero en esta oportunidad quiero que este comentario sea para uno de mis maestros, tal como lo denomino yo “mi maestro de vuelo” Rabi Shelomo Barnatan.

Shabat Shalom Humeboraj.

Por un mes repleto de Alegría.
Ari A. Alster

Parashat Truma

¿Dónde habita D-s?

Luego de la majestuosa entrega de la Tora, del impacto de esta acción sobre todo el pueblo, comienza esta parashá con una orden concreta: construir el tabernáculo. Ese espacio sagrado donde va a ocurrir el encuentro cotidiano entre D-s e Israel.

Comienza a describirse en esta porción, minuciosamente cómo estará dispuesto, sus medidas, sus materiales, quienes serán sus encargados, cómo y con qué deberán vestirse quienes ingresen en él. Nada está  librado al azar. También queda claro que todo lo necesario para esa construcción deberá  provenir del mismo pueblo; de un gesto que tenga una Kavana, una intención profunda proveniente del corazón de la gente. Esta especificación inicial, nos muestra que nada sagrado puede construirse si no surge de un sentimiento verdadero, desinteresado y profundo que venga del corazón.

Y a partir de esta primera condición es que comenzará a planificarse y construirse una casa para D-s. Siempre me resulta extraño pensar que D-s necesita una casa. Un lugar donde morar. D-s habita en todo y en todos, entonces ¿por qué tanta dedicación en esta construcción?

Tal vez una de las respuestas a esta pregunta está dentro del mismo versículo de la orden:

Ve’asulimikdashveshajantibetojam“
Y me harán un santuario, y Yo habitaré en medio de ellos”(25.8)

Comienza con una acción. La Tora fue entregada pero la construcción de un espacio sagrado implica un trabajo humano, depende de una tarea minuciosa, consciente, con origen en el corazón.

Nuestros sabios van más profundo en este versículo. Enfatizan en la importancia de las acciones,  llaman “el gran trabajo” a la tarea necesaria para la construcción de algo valioso. Pero descubren que no se trata de un lugar físico, valiéndose del final del versículo. Si se estuviera refiriendo a un espacio delimitado diría que la Shejina, la divina presencia, descansaría Be tojo, en su interior.  En cambio, dice Betojam, entre ustedes.

D-s manifiesta su presencia en las acciones de los seres humanos que lo aman.

La presencia divina, no se limita a un espacio determinado, se irradia a través de nuestros actos, de la intención que le pongamos a nuestro trabajo interior y exterior.

¿Dónde vamos a sentir la presencia divina? Allí, donde nuestras acciones reflejen la misericordia y la justicia de D-s.

Es en nuestros actos cotidianos, de respeto, cuidado, mitzvot, solidaridad, valores donde creamos el espacio sagrado donde lo divino se manifiesta.

El Mishkan, era móvil en el desierto y así lo fue durante quinientos años hasta la construcción del primer templo. Otra muestra de que no es un lugar determinado el que otorga santidad, sino el vínculo, todo lo que cada uno haga, otorgue, para transformar ese lugar en santo, siguiendo ciertas reglas e involucrando al corazón en cada momento.

De nosotros depende transformar nuestros espacios en kedoshim, sagrados, a través de nuestras acciones y entonces generar esa estructura donde la presencia de D-s, la Shejina, se posa e irradia al mundo. 

¡Shabat Shalom!
Grace Cobe