Haftará Vaigash

Iejezkel 37  15 -28

Existe una interesante conexión entre los acontecimientos de la Parashá y la Haftara de esta semana. La Tora nos relata acerca de las trágicas consecuencias  para la familia de Iaakov provocadas por el odio de los hermanos hacia Iosef.  Asi también el profeta Ezequiel nos habla de la dolorosa división del pueblo de Israel, la pelea en el plano nacional y sus dramáticas consecuencias, la división de los Reinos de Juda e Israel.

Ambos textos son un llamado hacia la reflexión y el trabajo en el día a día para eliminar el odio y la enemistad , que nos llevan indefectiblemente hacia una dolorosa destrucción en todos los ámbitos de nuestra vida, personal, familiar y nacional.

En las palabras de D’s a Ezequiel:


Acércalos entre sí para que se conviertan en un solo palo, unidos en su mano

En su libro Iejezkel llama a la unión del pueblo de Israel, profetiza sobre la destrucción de Jerusalén y su posterior reconstrucción.

Que en estos tiempos difíciles para nuestra querida Medinat Israel, podamos ser receptores del legado de unión y reconstrucción nacional del profeta.

Shabat Shalom
Debi Fridman

Parasha Vaigash

Esta semana por fin llega la reconciliación tan esperada, llega el momento en el cual Iosef decide dejar de ocultar su identidad para así volver a juntarse con sus hermanos ya siendo uno más entre ellos y no desde el lugar de autoridad. Una vez que Iosef realiza dicha confesión, les dice a sus hermanos que no se angustien por haberlo vendido y que de alguna manera todo lo que pasó, tenía que ocurrir ya que era un propósito Divino. Luego de estos sucesos, leemos del texto:

“Besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos; sólo entonces sus hermanos pudieron hablar con él.”(Bereshit 45:15).

Aquí Iosef rompe el molde y demostró su completo amor y cariño por sus hermanos, decide tomar la iniciativa para definitivamente poder reparar la relación con sus hermanos que hace varios años estaba rota.

Nuestros Sabios nos enseñan:

“El texto no dice que los hermanos hayan llorado y, solamente después que ellos ven las lágrimas que derrama Iosef hablan con él, pues antes estaban confundidos y avergonzados ante él”. (Rashi)

Después de que los hermanos observaron a Iosef llorar por ellos, pudieron responderle y le dijeron lo que tenían en mente. Después de todo, todo lo que Iosef les había dicho hasta ese momento podría haber sido diseñado sólo para aliviar el sentimiento de vergüenza de los hermanos por su conducta. Fue solo después de que él los besó y lloró durante los años que habían estado separados que los hermanos reconocieron el verdadero buen carácter de José y que él era un verdadero hermano que pudieron hablarle con naturalidad. (Or Hajaim)

La historia de Iosef y sus hermanos refleja la vida misma; ¿ Cuántas veces en nuestros días pasamos por conflictos similares? ¿Cuántas veces tuvimos el coraje de Iosef para enfrentar a nuestros seres queridos y ser uno mismo el primero que tome la iniciativa para recomponer alguna situación? ¿Cuántas veces tuvimos la humildad de reconocer nuestras faltas y abrazar a esa/s persona/s cuando sentíamos la necesidad de hacerlo?

Que podamos sacarnos todos los sentimientos negativos que podamos llegar a tener con la gente que nos rodea, que podamos buscar y encontrar soluciones a los conflictos que la vida nos presenta con la esperanza de tener paz en nuestros días.

¡Shabat Shalom!
Sem. Martín Smith

Parasha Miketz

Estamos viviendo la hermosa fiesta de las luces, conocida también como la fiesta del milagro. ¿Cuál fue el milagro verdadero?

Algunos dicen que el milagro fue que el aceite que encontraron luego de la destrucción del Templo, duro 8 días, otros que en realidad el milagro fue haber encontrado el aceite, y otros que el milagro fue que alguien, sabiendo que la destrucción terminaría, esconde un aceite apto para la Menora esperando que otro alguien lo encontrase.

Una mano para otra mano, sin ningún tipo de esperanza divina.

En Jánuca somos llamados a encender nuestra Janukia en la ventana que da a la calle, y el motivo de esto es que aquellos que estén del otro lado del vidrio, aquellos que no tengan a donde ir, se encuentren con nuestras luces y en ellas la esperanza de poder encontrar un norte.

En el paso del tiempo entendimos, que no hay posibilidad de esperar a que algo suceda, sino rezar con los pies y ser nosotros hacedores de grandes milagros.

Venimos estudiando la historia de Iosef, aquel gran Rey de los Sueños, quien tuvo la suerte o mala suerte de que todo, absolutamente todo le saliera mal.

Me explico:
– Nace siendo hijo preferido, sus hermanos lo odian.
– Crece solo y al querer juntarse con los hermanos, es tirado a un pozo y vendido a Egipto como esclavo.
– Crece en egipto hasta transformarse en alto jerarca del país entero y vuelve a ser arrojado a otro pozo con forma de carcel, donde pasa tiempo allí, volviendo a ser nadie, querido por nadie.
Pero Iosef, tiene algo que lo hace único. Iosef es un soñador.
Él nunca deja de soñar para volver una nueva vez a lograr sus sueños.

Todos en algún momento somos Iosef, sentimos que vamos de pozo en pozo, que todo sale mal, pero nunca debemos dejar de soñar para llegar alto.
Todos somos una vela de Jánuca en la ventana de nuestro hogar. Tenemos la oportunidad de ser luz y milagro para los nuestros, y los que están afuera.

Sepamos todos, que los milagros no caen del cielo. Los verdaderos milagros, salen de tus manos y tus pies.

¡Shabat Shalom Amijai!
¡Jag Sameaj!
Sem. Brian Bruh

Haftará Miketz

“Zejariá, Januca y el último acto de rebeldía”. Por Seba Cabrera Koch.
Haftará Miketz / Januca: Comentario a Zacarías 2:14 al 4:7

Esta semana nuestras lecturas nos encuentran con Zejariá, quien profetiza durante el período del retorno a Sión, cuando el pueblo judío regresó a Eretz Israel de su exilio en Babilonia.

Zejariá, al igual que todo el Pueblo de Israel, debía sobreponerse a los desafíos de su tiempo. La pérdida del Templo y el trágico costo humano que devino por la destrucción de Ierushalaim, agravaron el sufrimiento por el exilio, creando un estado existencial diferente, desconocido y más amenazante: no solo fue la falta de esperanza, sino la parálisis espiritual y nacional que tal sentimiento puede llegar a generar.

De esta manera se comprende mejor la gravedad de la misión del Profeta: levantar el ánimo del pueblo para que se arrepienta y vuelva a D-s, fortaleciéndolos, evitando que caigan en las profundidades de la desesperación.

Así, las visiones de Zejariá acercan dos puntos muy separados: las palabras del Profeta acortan la distancia entre la realidad que es y el ideal que debiera ser, para acercarnos un mensaje que sale a nuestro encuentro en momentos en que urge la necesidad de consuelo y fortaleza.

“Entonces el ángel que hablaba conmigo volvió, y me despertó como a un hombre que es despertado de su sueño”. (Zacarías 4:1)

Don Isaac Abarbanel (1437-1508) explica que el ángel le mostró una visión, y cuando quiso continuar, vió que el profeta seguía concentrado en la contemplación anterior, por lo que debió despabilarlo, para que preste atención hacia la nueva visión.

Meir Loeb Ben Jehiel Michel Weisser (1809-1879), más conocido por las iniciales hebreas de su nombre, Malbim, refuerza esta idea: sostiene que Zejariá no había captado plenamente, que no se despertó del todo, por eso el ángel lo interpela para que deje atrás lo anterior para poder pasar a lo siguiente. Como suele pasarnos a menudo: estamos tan concentrado tratando de explicar lo que pasó que no advertimos aquello que está sucediendo frente a nuestros ojos.

“Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He aquí, que he visto un candelabro todo de oro con la vasija en la parte superior, y sus siete lámparas encima…” (Zacarías 4:2)

En palabras del Radak, Rab. David Kimchi (1160 – 1235), esta visión hace alusión a que, aunque el Pueblo de Israel deba transitar por la oscuridad, en el futuro, su redención será como la luz de una menorá que ilumina todo ante ella.

Estos dos versículos son un llamador que exigen nuestra atención, que nos pide que hagamos foco ante la coyuntura que nos anestesia y nos deja insensibles. Como si al despabilarnos, la línea borrosa entre la realidad y el ensueño se desdibujara, ayudándonos a dar vuelta la página con la certeza de que algo mejor nos espera si aprendemos a iluminar nuestra vida, un día a la vez, al igual que la Janukia.

Porque Januca tiene mucho que decir sobre nuestra singularidad. Las luminarias de Januca sólo puede encenderse al oscurecer, porque, como enseña la Guemará, nadie enciende velas de día. Esta es quizás una afirmación redundante, pero no: el encendido no es para iluminar físicamente un lugar u obtener un provecho de esa luz, sino que está allí para hacer una declaración.

Y este llamamiento es nuestro manifiesto: hablamos de la importancia de elegir la identidad judía, viendo en la lucha de los Macabeos, la rededicación del Templo y su purificación nuestro mayor logro para las generaciones posteriores.

A Zejariá, al igual que a los Profetas Irmiahu (Jeremías 1:11) y Amos (Amos 7:8), un ángel les pregunta “¿qué ven?”, en una pregunta retórica que no busca indagar sobre el objeto en sí, sino en su significado, cuestionándonos: “¿entiendes lo que estás viendo? ¿entiendes lo que está pasando?”

Aunque todo a nuestro alrededor parece indicar que vivimos tiempos distópicos, hay quienes aún creemos que otro mundo es posible. Por eso, en cada rincón del mundo nos uniremos a los cientos de miles de familias y comunidades que desde más de dos mil años reivindican el último acto de rebeldía frente a un mundo fracturado: encender luminarias en Januca.

Reivindicamos el valor de la esencia, idealizando la fantasía en el encuentro fugaz frente a las luces y al calor de nuestros seres queridos, rodeados de espiritualidad, en la añoranza de pensamientos y acciones que confluyeron para que estemos allí, en ese momento.

Los acontecimientos del 7/10 siguen impactando en cada uno de nosotros, pero elegimos ponernos de pie diciendo: “Estamos orgullosos de ser judíos”, aun en el dolor nos enlazamos a la vida… un árbol aunque esté herido se mantiene de pie, vivo, si sus raíces permanecen fuertes.

Porque al igual que Zejariá y la generación del retorno a Sión, asumimos nuestra reconstrucción volviendo a sembrar sobre la base de nuestro legado: nuestras fuentes, tradiciones y un sistema de valores único.

Porque mientras arde la luz, subrayamos la verdadera belleza del mundo y la existencia misma, reafirmando que la vida es extraordinaria y mucho más hermosa de lo que creemos.

Shabat Shalom umeboraj veJag Urim Sameaj !
Seba Cabrera Koch

Fuentes:

-Haftara para Januka. Zacarias 2:14-4:7. Consultado desde Sefaria.org
-Jewish Virtual Library. David Kimchi ©1998-2023 American-Israeli Cooperative Enterprise
-Krumbein, E. Chanuka: Insularity or Influence? The Meaning of Chanuka ©2014 Torat Har Etzion
-Levy, Y. Haftará para el primer Shabat de Januká ©2024 Judaísmo Hoy
-Lichtenstein, M. Haftara of Shabbat Chanuka ©2016 Torat Har Etzion
-Rosenthal, H. Seligsohn, M. Jewish Encyclopedia: Malbim ©2002-2021 JewishEncyclopedia.com
-Waingortin, N. Lecturas de la Torá para Januka ©2001–2024 SRL Marshall T. Meyer
-Zejariá Capitulo 4. Explicación y comentario. Equipo del sitio haTanaj ©2024 haTanakh

Especial agradecimiento a Rabino Dr. Salomón Nussbaum por su inestimable colaboración.

Haftará Vaieshev

La Haftará de Vayeshev nos pega directo en el orgullo: ¿cuánto nos importa realmente la justicia social? Amós, el profeta que nunca tuvo pelos en la lengua, pone el dedo en la llaga: denuncia cómo los ricos de su tiempo no solo se olvidaron de los pobres, sino que los pisoteaban. “Han vendido por plata al justo y por un par de sandalias al necesitado. Pisotean en el polvo de la tierra la cabeza de los pobres” (Amós 2:6-7). Este tipo no tenía miedo de decir las cosas como son. ¿Y qué mejor conexión que con la parashá de esta semana, Vaieshev, donde los hermanos de Iosef lo venden por veinte piezas de plata? Parece que la indiferencia tiene raíces largas.

Amós también se burla de la hipocresía: ¿cómo puede alguien llamarse piadoso mientras usa ropa tomada a los pobres y brinda con vino comprado con multas injustas? “Se acuestan junto a cada altar sobre ropa tomada como prenda, y en la casa de su Dios beben vino comprado con multas” (Amós 2:8). Es como decir que en lugar de hacer un acto de justicia, te mandás un buen brindis para festejar tu supuesta espiritualidad. Divinamente irónico, ¿no?

El profeta no se queda solo con la denuncia. Usa preguntas retóricas para recordarnos algo básico: todo tiene consecuencias. “¿Ruge el león en la selva sin tener presa? ¿Da un cachorro de león su rugido desde su guarida sin haber cazado algo?” (Amós 3:4). Traducido a lo argento: si la embarraste, bancate lo que viene.

Y acá viene el gancho que nos hace mirar para adentro. Los hermanos de Iosef lo vendieron y crearon un lío que los persiguió por generaciones. ¿Cuántas veces, en nombre de nuestras prioridades o ambiciones, relegamos lo que es justo? Amós nos recuerda que la fe no es una excusa para esquivar responsabilidades sociales. Si tus valores no te llevan a respetar al otro, entonces, ¿de qué valores estamos hablando?

El desafío es doble: no solo cuestionar al sistema, sino también nuestras propias acciones. ¿Somos fieles a lo que predicamos o nos hacemos los distraídos? Y ojo, esto no es solo para culparnos y listo: es una invitación a ser mejores, a construir relaciones más justas y a dejar de vender “sandalias” cuando lo que está en juego es algo mucho más grande.

Así que, mientras reflexionamos sobre Iosef y sus hermanos, y sobre lo que Amós nos está diciendo, los invito a que hagamos el ejercicio de mirarnos un poco en el espejo. Porque si la Torá y sus profetas algo tienen claro es esto: no hay espiritualidad auténtica sin justicia social. ¿Probamos? ¡Espero que sí!

¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Parasha Vaieshev

Por la avenida de los sueños encontró la oportunidad del cambio

Los sueños de Josefformanparte de los hitos que van hilvanando el relato de los capítulos finales del Sefer Bereshit. Siguiendo los pasos de su padre, Yacob,ilustre soñador de la escalera que une el cielo y la tierra, ahora Yosef, su hijo” más’’ amado, será uno de los protagonistasdelos eventos queafectarán el futuro de esta familia, que los conducirá a la antesala de nuestro exilio en Mitzarim. Ya lo sabíamos; Di-s se lo había dicho a Abraham. El descenso era inevitable. La vida, es una escalera …

 

Yosef, el hijo de Rajel, la esposa más amada de Jacob …soñaba, les relataba a sus hermanosaquellas “profecías de grandeza” y, ellos se preguntaban,“¿Acaso te erigirás como nuestro rey y gobernante?”Esta potencial idea, ziman(señal) deLiderazgo, fue el desencadenante del plan para deshacerse de él que lo condujocon algunas escalas a Egipto como esclavo y,enterró a su familia en una telaraña de culpa, ansiedad y dolor.

 

¿Es posible que el trato cruel de los hermanos, enceguecidos por los celos   –quienes primero arrojan a Yosef a un pozo, abandonándolo a su suerte y luego lo venden a una caravana de esclavostuviera el propósito de poner a prueba la energía y veracidad de sus sueños? ¿Podrían acaso alterar el curso de la Historia o es que los sueños vaticinaban una situación inevitable? Como ya sabemos todo fue parte de un Master Plan de aprendizaje y resiliencia que conduciría a Jacob y su familia a Egipto, al exilio, como una condición indispensable para la construcción de un Puebloy la realización de una Nación. 

 

Pasaron varios años y enormes desafíos para todos.En el final de esta sección sus hermanos llegarán a Egipto para buscar comida, están con רעב, con “raav” (hambre). Sin reconocerlo, Yosef(ahora, Tzofnat Paneaj) sí lo haráy urdirá un plan muy complicado que los pondráprácticamente en la misma situación límite que el mismo padeció. Yosef se vio empujado a pozos literales y figurativos a lo largo de su vida.Podría simplemente haber servido a sus amos y adaptarse al cautiverio como si fuera su destino, sin ninguna posibilidad de redención. Pero la Torá repite la frase: “El Señor estaba con Josef, y él era un hombre próspero”. Josef atravesóuna profunda transformación. Ya no era un adolescente arrogante.Atravesó la calumnia, la oscuridad, la traición y la desconfianza. Hizo su parte y, se aferró a la esperanza.

Un interesante Midrash nos explica que en el nombre de Josef se puede observar el potencial de su crecimiento, de su cambio. Su nombre proviene de “Lehosif” (agregar), que significa que D’s agrega para Yakov un “ben ajer” (otro hijo) de Rajel, su amada mujer.  Los sabios nos explican que Yosef tenía la capacidad de hacer de ese “Ajer” (del otro), un hombre renovado. Salir del Ego y, Ser y Hacer Leshem Shamain.

 Salir del centro de sus tribulaciones y poner a D-os en su camino no fue tarea fácil, pero fue posible. La Transformación de Josef no fue solamente la consecuencia de las vicisitudes de su vida, él “agregó” con kavana (intención) mucho de sí para que el cambio se produzca. Se construyo con ese “Ajer” una nueva identidad y, de alguna manera rompió, también, el último eslabón de la cadena de irresponsabilidad y violencia que se venía repitiendo entre hermanos desde Caín y Abel.

El Sefer Bereshit es el paradigma del intento de construcción de La Familia. La condición sin ecuanón para que esto suceda es sin lugar a dudas, el respeto por el otro, anclados en el Ajer que habita dentro de cada uno de nosotros y nos posibilita la oportunidad de la transformación. Padres, Hijos, Hermanos, todos transitando por una avenida de doble vía. Dejar de lado el ego en pos de la construcción y desarrollo de un proyecto superador como La Familia, es el puntapié inicial para la construcción de una Comunidad, un Pueblo, una Nación del que no podemos ser presindentes, solo participes necesarios a lo largo de toda nuestra Vida.

Shabat Shalom Umevoraj
Am Israel Jai
Sandra Epstein

Haftará Vaishlaj

Parashá Vayishlaj
Haftará: (Abdías 1:1-21)
Reflexión de la Haftará Vayishlaj

Continuando con la lectura de la Torá, en el libro de Bereshit, Génesis, esta semana leemos la séptima Parashá llamada Vayishlaj, que significa “Y Él envió”, en referencia al envío de regalos de Jacob a Esaú antes de su encuentro.

La Haftará, que leemos, es la única de todo el Tanáj (Bíblia), mas corta y que contiene un solo capítulo.
Ella nos menciona la profecía del Profeta Abdías, que fuera contemporáneo y discípulo del Profeta Elías.

Abdias era Edomita, quien más tarde se convierte al judaísmo por ser un hombre temeroso de D’s.
Vivió durante el Reinado del Rey Acab y su malvada Reina Jezabel, convirtiéndose en el Mayordomo real. El Rey era descendiente de Esaú y veneraba la idolatría, a tal punto que su esposa, mandó a cazar a todos los profetas de su reino.

Se consagra de este modo la profecía de Abdías, cuando por su propia voluntad, a su costa y riesgo pasa a esconder en dos cuevas a cien de los profetas que estaban siendo buscados por la reina para ser matados.
Si bien Abdias, había nacido en Edom (otro de los nombres de Esaú), su profecía nos menciona las desgracias que caerán a los países que estén en contra de D’s.

Vivía en un lugar, donde lo pagano, era importante, él no sigue las enseñanzas del rey Acab, ni de su reina, por eso profetiza la caída de Esaú, quien habiendo vivido entre Jacob y Rebeca, personas justas y temerosos de la voluntad divina, no aprendió nada de ellos.

Edom significa “rojo”, -que es otro de los nombres de Esaú-, es llamado así, por vender su progenitura a cambio de un guiso rojo o sopa de lentejas, tras la muerte de su abuelo Abraham.
La visión profética, establece lo que sucederá al pueblo de Israel en el futuro, con la salida de su tierra y la destrucción por parte de pueblos que por odio y venganza, no hicieron nada por su defensa pese a ser primos de un mismo tronco.

Se menciona que los descendientes de Esaú son los Romanos.
Luego de que estos, nos llevaron a un exilio forzoso, que lleva aproximadamente unos 2000 años, los pueblos Edomitas y en especial en Europa, han querido de diferentes formas silenciarnos, pero por suerte no han podido.
Versículo 2 nos dice que Edom”…He aquí que yo te he hecho pequeño entre las naciones; eres muy despreciado…”
Según el texto veremos caer por más alto que estén a nuestro enemigo desde sus ambiciones de poder. En el versículo 4: “… Si te elevas como águila, y entre las estrellas pones tu nido, de allí te derribaré, dice Jehová…”
Permitiendo recién ahí, que nuestro pueblo retorne a su tierra que nos corresponde por derecho.

Desde tiempos inmemoriales, las hueste de los distintos Edomitas han querido silenciarnos. Eliminarlos de la faz de la tierra, pero no han podido. Nos han dado más fuerza para defendernos. El versículo 10″… Por la violencia de tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás destruido para siempre…”
Y en el versículo 20 “… Y este ejército desterrado de los hijos de Israel que está con los cananeos hasta Sarepta, y el destierro de Jerusalén que está en Sefarad, heredará las ciudades del Neguev…”
Nos han unido y en el contexto global, a defender el bien sobre el mal. No nos podrán callar. Defender el territorio y rescatar a nuestros hermanos es nuestra primera prioridad.

Ejemplos claros tenemos estas semanas, los ejes del mal van siendo eliminados uno a uno. Los dictadores Edomitas huyen y mueren sin saber que hacer. La tarea va ha ser larga pero no imposible. Las fronteras de Israel estarán seguras. Apoyemos de corazón como uno solo de volver a lo normalidad.

En los diferentes lugares del mundo, en la diáspora nos hemos reunido para defender al estado de Israel de diferentes maneras, …Y los salvadores subirán al monte Sión para juzgar al monte de Esaú”….
Seguiremos luchando hasta que todos comprendan que la Paz será un hecho, cuando todos seamos respetados, esperando que suceda muy pronto.

Shabat Shalom.
Susy Lapilover

AM ISRAEL JAI
BRINGTHTHEM HOMENOW

Parasha Vaishlaj

Vaishalaj: la lucha por crece

Yaakov estaba en un momento crucial de su vida. Después de años trabajando para su suegro Labán, había logrado formar una familia y acumular riquezas, pero ahora debía regresar a su tierra. Este regreso no era sencillo, porque implicaba enfrentarse a un temor que lo había perseguido durante años: su hermano Esav. Desde aquel día en que Yaakov tomó la primogenitura y la bendición de su padre, Esav había jurado matarlo, y ese juramento seguía pesando en su mente.

Mientras se acercaba al encuentro, Yaakov no podía evitar sentirse invadido por la incertidumbre y el miedo. Rendirse no era una opción.

En su búsqueda de soluciones, entendió que debía prepararse en cuerpo y alma. Primero, pidió a Hashem protección y guía. Después, ideó un plan: dividió a su familia y sus bienes en grupos separados para protegerlos en caso de ataque. Finalmente, decidió enviar regalos a Esav con la esperanza de calmar su ira. Yaakov sabía que los desafíos más grandes no se enfrentan con una sola herramienta, sino combinando fe, estrategia y acción.

La noche antes de encontrarse con Esav, Yaakov se quedó solo. Es en la soledad más profunda donde podemos encontrarnos con nosotros mismos. Yaacov, aun con miedo se sumergió en esa soledad, fue por este gesto de valentía y Emuna apareció un hombre misterioso que comenzó a luchar con él. La lucha no fue solo física; representaba algo más profundo, una batalla interna. Durante horas, Yaakov peleó con todas sus fuerzas, negándose a rendirse incluso cuando el hombre lo hirió en la cadera. Finalmente, al amanecer, Yaakov prevaleció. El hombre, que en realidad era un ángel, lo bendijo y le dio un nuevo nombre: Israel, que significaba “el que lucha con D’os y con los hombres, y prevalece”.

Esa noche marcó un antes y un después en la vida de Yaakov. La lucha con el ángel no solo lo transformó físicamente, dejándole una marca que lo acompañaría siempre, sino que también lo transformó espiritualmente. Fue una batalla contra sus propios miedos y limitaciones, una confrontación con su yo más profundo. Yaakov no solo ganó un nuevo nombre, sino también una nueva identidad, más fuerte y alineada con su propósito.

Al día siguiente, llegó el momento de enfrentarse a Esav. Con valentía y humildad, Yaakov avanzó hacia él. Contra todo pronóstico, Esav no reaccionó con violencia; en cambio, lo abrazó. Aunque la reconciliación no fue completa y Yaakov siguió siendo cauteloso, este encuentro fue una victoria en sí mismo. No porque el conflicto con su hermano se resolviera del todo, sino porque Yaakov había enfrentado su pasado y superado el temor que lo paralizaba.

La parasha continua con muchos desafíos para Yaakov. Poco después, enfrentó otras pruebas que pusieron a prueba su fortaleza: la tragedia de su hija Dina y la muerte de su amada esposa Rajel al dar a luz a su hijo Binyamin. Estos eventos fueron dolorosos, pero Yaakov nunca dejó de avanzar. Cada desafío lo moldeaba, lo fortalecía y lo acercaba más a su propósito como patriarca de una nación.

La historia de Yaakov es un espejo de la vida misma. Todos enfrentamos luchas internas y externas. A veces, estas batallas nos dejan heridas, pero también nos transforman. El crecimiento personal no es un camino fácil, pero es en los momentos más difíciles donde encontramos nuestra verdadera fuerza. Yaakov nos enseña que, aunque las pruebas nos parezcan insuperables, con perseverancia, fe y acción, podemos salir fortalecidos y más cerca de cumplir nuestro propósito.

Así, Yaakov siguió adelante, con una nueva identidad y con las marcas de su lucha, recordándonos que cada batalla librada con valentía nos acerca a lo que estamos destinados a ser.

Graciela Cobe

Haftará Vaietze

OSHÉA 12:13-14:10

Hoy como ayer

Nuestro profeta es el primero de los profetas llamados menores, pero a la vez el mayor de los tres profetas contemporáneos a él: Amós, Isaías y Mijá.

La tradición rabínica lo sitúa en la época del reinado de Joroboam II, entre los años 786-746 a.e.c.

Este período fue próspero, esplendoroso, pero la idolatría reinaba en él. Caracterizado por un momento de degradación moral y religiosa, llevaron a Oshéa a considerar los bienes materiales como la idolatría misma en esos momentos, quizás tomando como representación el becerro de oro.

La profecía de Oshéa es una de las más difíciles de interpretar de todo el Tanaj.

Se lo considera el profeta de la justicia y el amor, tomando tal como otros profetas lo hicieron, la idea del intenso amor entre D’s y el pueblo de Israel, como una especial pareja de esposos.

Nos habla del amor celestial encharcado por pasiones humanas.

En estas pasiones humanas se hacen presentes “otros dioses”, aquellos que aceptan compartir su trono con otras deidades, no así A’d, ya que Su amor es total y completo.

Uno de los conceptos más importantes que nos acerca este profeta es la gran importancia que le da a la Teshuvá, donde pone toda la esperanza en el regreso de cada tribu, en el regreso de cada uno a A’d y a la unión de Israel.

No estamos tan lejanos a aquellas épocas…

Cuántas veces encontramos al pueblo al que pertenecemos, del que formamos parte, divido en reinos, donde las diferentes ideas, la distinta forma de pensarnos y pensar en nuestras comunidades hace muchas veces que nos desconozcamos unos a otros.

Así es como estallan las guerras intestinas, nuestras “tribus” se dividen, se apartan unas de otras y hasta se desconocen creyendo que la verdad acerca de cómo amar a D’s y cumplir sus preceptos tiene una marca registrada y que si no se hace de esa manera no es aceptada y se arrogan el derecho de decir qué es válido y qué no.

Nosotros debemos ocuparnos de no discriminar.

Todo dependerá de la kavaná, la intención y cuánto pongamos de nosotros mismos en acercarnos al prójimo, a D’s, porque ese es el valor supremo.

Hace no tantas parashiot atrás leímos la historia de Caín y Abel, nos preguntamos una y otra vez qué fue lo que hizo que D’s aceptara la ofrenda de Abel y no la de Caín, y podríamos pensar que fue justamente la forma de hacerla llegar, esa kavaná que puso Abel, donde la Torá nos dice que Abel también puso su ofrenda: gam u… y también, y ese u en la lectura se eleva al cielo.

Que podamos elevarnos también en cada acto que hagamos, aún en el que nos parezca más insignificante y haciendo Teshuvá nos encontremos con lo mejor de nuestros orígenes y de nosotros mismos.

Quizás resulte ser una buena forma para dejar la idolatría de cada día de lado.

Shabat Shalom uMeboraj
Am Israel Jai!
Norma Dembo