Parasha Beshalaj

Cuando el Pueblo de Israel emprendió su viaje por el desierto, Dios les enviaba cada día la comida: el maná descendía del cielo. Según lo describe la Torá: “Yo haré llover pan del cielo para ustedes, y el pueblo saldrá y recogerá cada día lo necesario para ese día, para que Yo lo ponga a prueba si sigue Mi ley o no” (Éxodo 16:4). Este pasaje nos lleva a reflexionar: ¿en qué consiste exactamente la prueba que representa el maná?

Rambán explica que depender del maná implicaba una experiencia difícil, ya que no tenían posibilidad de preparar lo propio. Aunque el maná era lo necesario y suficiente, la ansiedad por almacenarlo y no poder hacerlo, generaba incertidumbre y estrés emocional. Esta opinión refuerza la fe que debían tener en que mañana Dios proveería.

Por otro lado, Jizkuni aporta otra mirada. Él señala que el maná, al no requerir preparación alguna, los obligaba a tener tiempo libre y decidir qué hacer con el mismo.

¿Cómo utilizarían ese tiempo libre? ¿Lo emplearían de manera significativa para fortalecer su fe en los milagros que estaban viviendo o lo desperdiciarían en mezquindades?

A menudo pensamos que las pruebas en la vida están asociadas con dificultades, pero Jizkuni nos invita a considerar otro tipo de prueba: la que llega en momentos de comodidad y éxito. Cuando todo va bien, ¿recordamos de dónde provienen las bendiciones? ¿Aprovechamos los momentos de tranquilidad para profundizar nuestro compromiso espiritual y valorar lo que tenemos ayudando a quienes no poseen?

Cuando alcanzamos la abundancia, solemos olvidar quién es la fuente de nuestras bendiciones. Desde esa mirada, el maná ofrecía una vida más sencilla, poniendo a prueba la gratitud y la responsabilidad de quienes la recibían.

En nuestros días, es bueno mirar alrededor y tomar conciencia de cuáles son nuestras preocupaciones. Este Shabat te invito a utilizar sabiamente el tiempo, quizás, nos estamos haciendo problema por superficialidades y no somos capaces de agradecer lo bueno que tenemos en la vida.

Shabat Shalom
Rab. Sarina Vitas

Haftará Beshalaj

Débora, profetisa y jueza, tenía su oficina bajo una palmera en las montañas. Nada de escritorios de madera maciza ni lugares ceremoniosos. Su despacho era el aire libre, un lugar que parecía gritar: “Acá se resuelve lo importante sin vueltas.” Y hasta ahí iba el pueblo de Israel, buscando respuestas, como quien va a hablar con esa amiga sabia que siempre tiene algo justo para decir. Pero Débora no era solo la que escuchaba y aconsejaba; también era estratega y, sobre todo, una constructora de esperanza.

Un día llama a Barak, el general del ejército, y le da un mensaje que no deja margen para negociar: “Dios dice que juntes 10.000 hombres y subas al monte Tabor a enfrentarte con Sísara, el comandante enemigo”. Barak, que no era ningún improvisado pero tampoco el más valiente del barrio, responde: “Voy, pero solo si venís conmigo”. Y Débora, con esa serenidad que tienen los que saben cómo termina la película, le dice: “Está bien, voy. Pero que sepas que la gloria no va a ser tuya; el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer” (Jueces 4:9). Y listo, se lo despachó con estilo.

La batalla ocurre, y todo sale según lo previsto. Sísara pierde su ejército, sus carros y, de paso, su ego. Pero no cae en el campo de batalla, sino en una tienda. Yael, una mujer sin armas ni armadura, se encarga del resto. Lo recibe con hospitalidad, le da leche como si fuera su abuela, y cuando él se relaja, toma una estaca y termina lo que Barak no pudo (Jueces 4:17-21). Si esto fuera un partido de fútbol, Yael sería esa jugadora que aparece en el minuto 90 y mete el gol del campeonato.

Lo más interesante, sin embargo, no es la batalla en sí, sino lo que pasa después. Débora y Barak cantan. Pero no es solo un canto de agradecimiento a Dios, como el de Miriam cuando cruzaron el Mar Rojo. Es un canto que mezcla lo divino con lo humano. Celebran el milagro, claro, pero también el coraje de los que pusieron el cuerpo. En su canción, Débora dedica versos especiales a Yael, describiéndola como “bendita entre las mujeres” (Jueces 5:24-27). Porque la grandeza, a veces, está donde nadie la espera.

Y acá es donde esta historia deja de ser un relato de otro tiempo y se convierte en un espejo para nosotros. ¿Cuántas veces, como Barak, necesitamos alguien que nos dé el empujón para arrancar? ¿Cuántas veces, como Débora, somos nosotros los que tenemos que ser esa voz que guía? ¿Y cuántas veces, como Yael, tenemos que hacer algo grande con lo poco que tenemos?

Después de cada batalla, hay que cantar. No importa si saliste victorioso, si perdiste o si apenas lograste mantenerte de pie. Cantar es lo que transforma el esfuerzo en algo que podés llevarte, que te deja seguir adelante. Porque esas canciones cuentan la verdad: que nunca peleamos solos, que siempre hay algo de divino en lo humano y que hasta las luchas más grandes pueden convertirse en esperanza.

Y la historia, como la vida, no termina ahí. Porque el canto no se acaba; sigue sonando en quienes lo escuchan, como un eco que nos recuerda que siempre podemos avanzar, siempre podemos transformar. Y eso, aunque no lo veamos, es lo que nos mantiene vivos.

Shabat Shalom
Wally Liebhaber

Haftará Bo

La Haftará de esta semana, que la encontramos en el libro de nuestro profeta Irmiahu (46:13-28), se sitúa en un contexto crítico, en el cual Egipto se enfrenta a la amenaza de su caída a manos de Babilonia y nuestro pueblo alejado de sí. Recordemos que el mensaje central de Irmiahu fue el llamado al arrepentimiento y a la fidelidad a HaShem, advirtiendo que si el pueblo no cambiaba sus caminos y dejaba de adorar ídolos, enfrentaría la destrucción y el exilio. Sin embargo, en medio de esta oscuridad y frente a un panorama sombrío, hay un pasuk que nos introduce una promesa de salvación y esperanza para Israel: “No temas mi servidor Iaacov, no tengas miedo Israel. Mira que a ti y a tus descendientes los rescataré de esa lejana tierra a la que fueron desterrados. Iaacov volverá a estar en paz y armonía, sin que nadie lo inquiete. Yo estoy contigo, te castigaré como mereces, pero no acabaré contigo” (Irmiahu 46:27-28).

Este contraste entre juicio y redención no solo refleja las circunstancias de la época, sino que trae un mensaje que nos resuena hasta el día de hoy: incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y la renovación. Esta promesa de protección se convierte en una luz de esperanza en medio de un mensaje que de otra manera podría parecer desolador. La caída de Egipto, que representa la caída de una gran potencia mundial, nos muestra la fragilidad de las naciones y nos recuerda que, a pesar de las adversidades, hay una fuerza superior que vela por el destino del pueblo de Israel.

Un valor fundamental que rescato de la Haftará es la resiliencia. Esa capacidad de enfrentarse a la adversidad, de aprender de ella y, a pesar del sufrimiento, seguir buscando un futuro mejor. Y nuestro pueblo existe gracias a nuestra resiliencia. No es una cuestión simplemente de resistencia física ante las adversidades, sino una manifestación de un espíritu colectivo que se niega a rendirse, y que sigue luchando por la paz, la justicia y la identidad. Y por lo tanto, la lectura de esta Haftará nos es un recordatorio poderoso de que la esperanza y la resiliencia son fuerzas vitales en nuestras vidas. Esta lectura nos invita a cultivar la resiliencia en nuestras propias vidas, a no rendirnos ante los desafíos, sino a buscar siempre una oportunidad para renovarnos y crecer. Nuestro pueblo fue siempre llamado a encontrar la esperanza en medio de la opresión. Nosotros también podemos aprender a fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza en lo que está por venir.

¡Shabat Shalom Umevoraj!
Am Israel Jai
Tomi Izbicki

Parasha Vaerá

EZEQUIEL 28:25-29:21

“Nunca desaparecerá Israel del mundo como ocurrió con Tiro…”

Repasemos algunos datos de nuestro profeta de quién nos hemos ocupado hace sólo unas se-manas atrás.

Ezequiel fue un profeta hijo de sacerdote y probablemente sacerdote él también. Vivió en los días del exilio, se supone que residía en Babel. Tuvo la terrible experiencia de vivir la destrucción de Ierushalaim, a él pertenecen las profecías de la “carroza celestial”, Majaseh Mercaváh, como la de Hajatsamot Haieveshot, la de los huesos secos, que nos habla de la resurrección y el renacimiento del pueblo de Israel.

Nuestro profeta se enfoca en el deseo de D’s expresado a través de él de que todas las tribus de Israel se encuentren bajo el mandato de un solo rey y que éste provenga de la dinastía del rey David.
Ezequiel sueña con Israel consagrado a los ojos de las naciones, sueña con el regreso a la Tierra Prometida, siempre una diáspora y siempre un retorno.
En aquel entonces, tal como vemos hoy, existían muchas naciones que desdeñaban a Israel.
Los tiempos parecen mezclarse en esta Haftará, como seguramente lo están.
Conocemos la historia pero tal como se dice muchas veces ya no sabemos qué es presente y qué pasado porque todo resulta ser actual.
Este 22 de enero, como siempre, rememoraremos la liberación del funesto campo de Ausch-witz…y lo haremos desde todos los confines de la tierra y sobre todo en Israel…a la vez que se-guimos luchando contra el antisemitismo, cuyos ataques han recrudecido.
Es un presente permanente.
En estos momentos, una vez más, hay atentados antisemitas en varias partes del mundo, el anti-semitismo, siempre presente recrudeció una vez más, en un momento donde se esperaría que todo el mundo quiera paz, libertad para los rehenes, justicia…
Pero junto con el profeta decimos:

“ Jamás desaparecerá Israel del mundo como ocurrió con Tiro.”

Y qué razón tiene!!
Egipto nunca más fue el imperio que alguna vez fue, con su magnificencia y sus adelantos.
Ezequiel preconiza su destrucción en la profecía.
Y efectivamente, históricamente Nabucodonosor primero destruyó Tiro y luego Egipto.

Por qué un imperio que parece llamado a ser eterno termina en las ruinas y nunca más levanta su cabeza para poder convertirse, transformarse desde esas mismas ruinas?
Y en consonancia con la Parashá, donde leemos los portentos que D’s realizó a través de las pla-gas rumbo hacia nuestra redención, observamos que la soberbia infinita del faraón en los tiempos de Moshé, los condujo a su ruina.
Soberbia implica no comprender, no vislumbrar que por encima de cada uno y de todos juntos hay una Ley, la que nos fue dada, hay un Creador.
El faraón estaba convencido de que él era un dios.
Por este motivo es que Ezequiel lo nombra como Hatamim Hagadol, un monstruo grande, metafó-ricamente hablando.

Como nuestro profeta se encontraba lejano del lugar de los hechos, D’s le pide que se dirija con su mente hacia allí para vislumbrar el futuro.

Existen muchos Mitzraim, muchas angosturas para nuestro pueblo y para cada uno de nosotros.
Pareciera que la clave para lograr la libertad y llegar a nuestra tierra es no caer en la admiración de grandes monstruos que finalmente nos toman de esclavos.
Saber que existe algo superior a nosotros mismos, ya que nunca es un recurso genuino confiar en el apoyo de grandes faraones que sólo pueden mirar su propio ombligo.
Los judíos sabemos que seguimos siendo porque no olvidamos, no olvidamos a Ierushalaim y no olvidamos toda nuestra historia, como decimos…nos convertimos en esclavos de nuestra memo-ria…
Y no queda otra, recordamos para que no se repita y es ese un gran trabajo.

Ezequiel considera que Ciro, el rey de Persia, a quien nosotros conocemos como Coresh es un instrumento de D’s ya que es él quien dictamina a favor nuestro para que volvamos y construya-mos el segundo templo.

Y volveremos a empezar y a pelear por lo nuestro incansablemente.
Teniendo en cuenta que por alto que lleguemos con nuestras construcciones debemos luchar con-tra la soberbia de creernos dioses del universo.

Que podamos en este Shabat Vaerá luchar contra nuestro propios egos, que no nos convirtamos en uno más de los varios faraones que hay en el mundo y que se creen superiores a todo y honremos la memoria de nuestra historia y de todos los nuestros.

Shabat Shalom uMeboraj!
Am Israel Jai!
Norma Dembo

Haftará Vaerá

Shemot Éxodo 6:2 – 9:35
Haftará Ezequiel 28:25 – 29:21

La porción de esta semana es la segunda del Libro de Shemot (Éxodo) Parashá Va’era (“Y apareció”), la Haftará que corresponde, es del libro del Profeta Ezequiel (Yechezkel); quien nació en Jerusalén, pero fue forzado a vivir en el exilio siendo testigo de la destrucción del Primer Templo.

Poniendo en contexto, los Imperios de esa época Babilonia y Egipto eran los más poderosos.

Los capítulos que leemos hoy, en el Libro del Profeta son el 28 y 29 quemencionan dos profecías.

La primera, está relacionada con la caída del Faraón, (unos 900 años después de la salida de Egipto).

En ella, se hace una referencia indirecta a lo sucedidoen épocas de la esclavitud, por la arrogancia del soberano, creyendo que él era el amo y señor del Río Nilo. Por esa razón, se predice el fin de Egipto. Que durante cuarenta años su suelo será desvastado y que no habrá quien lo habite. Pasado ese tiempo, sus habitantes volverán, aunque nunca más podrán ser el Imperio que fue, debido al sufrimiento que causaron al pueblo durante su época de esclavitud.

La segunda profecía, fue escrita con posterioridad, a diferencia de la primera, trae una recompensa indirecta, a pesar de las acciones del Rey Nabucodonosor.

Si bien,el Monarcaenvió al exilio al pueblo judío a Babilonia y también produjo la destrucción del PrimerTemplo, el Kadosh Barjú (D’s) le revela al profeta que el Rey debe ser redimido, por pelear contra la ciudad de Tzor y de torturar a todo el pueblo.

De esta forma al conquistar y acaparar esas riquezas, le hace la guerra a Egipto, destruyéndolo y subyugando a todo aquel que se interponga en su camino.

Se puede inferir entonces, que la primera profecía esta relacionada directamente con la actitud que tiene el Faraón ante Moshé. Quien ante su súplica, quiere que libere a su pueblo. El Faraón,ante cada demanda, endurece su corazón, resultando la vida de los esclavos más dura yalargandosu liberación. Con la soberbia del gobernante egipcio todos sufrieron. Por eso la paradoja es, la predicción la destrucción de Egipto, años después.

En cambio en la segunda profecía, no refleja el sentido de castigo, más bien es consecuencia de actos que aunque no son loables es si mismos, el fin justifica la solución al conflicto.

Todo está relacionado en la parashá a la futura entrega de la Torá.
El pueblo no estaba preparado para recibirla, tampoco lo estaban los demás gentiles a darse cuenta de una única deidad. Llevóaños de maduración para poder recibirla de forma coherente. De entender la voluntad de un ser superior costó.

La motivación expresada en las acciones de Nabucodonosor, quienno lo hizo por mandato divino, las realizó por su ambición, sin embargo su acto fue solidario con la voluntad de D’s, por eso lo recompensa en la profecía.

Esto nos marca una enseñaza; en la difícil situación que atraviesa Israel desde el 7/10, vemos como en distintos puntos del planeta la soberbia, la agresión, las acusaciones mitómanas y sesgadas han sucumbido a la barbarie, al terrorismo.

El letargo políticamente incorrecto, cree que la verdad, la justicia y la defensa de los derechos humanos no le corresponde a Israel.
No debenactuar los Representantes de Organismos Internacionales, ONG, las Universidades, los líderes y personas públicas, irresponsablemente sin empatía creyendo que son los amos del universo,

Por suerte todavia existen algunos líderes políticos mundiales, que alzan sus voces en defensa de la única democracia de medio Oriente. A ellos y a cada uno de los que defienden la libertad de los secuestrados va nuestro agradecimiento.

Si todos los pueblos nos uniéramos como dice el profeta en una sola voz, aún en las diferencias pero tolerando al otro llegaríamos a una paz duradera por siempre.

Shabat Shalom
Susy Lapilover
AM ISRAEL JAI

Liri Albag, 19
Eliya Cohen, 27
Ofer Kalderon, 54
Tamir Adar, 38
Nimrod Cohen, 20
Segev Kalfon, 27
Muhammad Al-Atarash, 39
Amiram Cooper, 85
Ofra Keidar, 70
Hisham Al-Sayed, 36
Ariel Cunio, 27
Bar Abraham Kupershtein, 23
Hamzah AlZayadni, 23
David Cunio, 34
Eitan Levi, 53
Yosel AlZayadni, 53
Evyatar David, 24
Shay Levinson, 19
Edan Alexander, 21
Itzhak Elgarat, 69
Naama Levy, 20
Matan Angrest, 22
Ronen Engel, 54
Or Levy, 34
Karina Ariev, 20
Daniella Gilboa, 20
Oded Lifshitz. 84
Aviv Atzili, 49
Guy Gilboa-Dalal, 23
Shlomo Mantzur, 86
Sahar Baruch, 24
Meny Godard, 73
Eliyahu Margalit, 75
Uriel Baruch, 35
Hadar Goldin, 23
Avera Mengisto, 38
Ohad Ben Ami, 56
Romi Gonen, 24
Omri Miran, 47
Agam Berger, 20
Ran Gvili, 24
Joshua Loitu Mollel, 21
Gali Berman, 27
Gad Haggai, 72
Eitan Abraham Mor. 24
Ziv Berman, 27
Judi Weinstein Haggai, 70
Gadi Moshe Mozes, 80
Ariel Bibas, 5
Tal Haimi, 41
Omer Neutra, 21
Kfir Bibas, 1.5
Inbar Hayman, 27
Tamir Nimrodi, 20
Shiri Bibas, 33
Maxim Herkin, 36
Yosef-Chaim Ohana, 24
Yarden Bibas, 35
Eitan Horn, 38
Alon Ohel, 23
Elkana Bohbot, 35
lair Horn, 46
Avinatan Or, 31
Rom Braslavski, 21
Tsachi Idan, 50
Dror Or, 48
Itay Chen, 19
Guy Illouz, 26
Daniel Oz, 19
Sagui Dekel Chen, 36
Bipin Joshi, 24
Daniel Peretz. 22
Oron Shauel, 20
Eli Sharabi, 52
Lior Rudaeff, 61
Yonatan Samerano, 21
Tal Shoham, 39

En el corazón de la palabra NESHAMA esta incluida la palabra SHEM (es el singular de SHEMOT), porque es en el ALMA donde esta definido el nombre.

Es en el ALMA donde esta sintetizada la energía de construcción de cada creatura. 

Conociendo EL NOMBRE, accederás al ALMA,

Parasha Shemot, Sefer Shemot

Los estamos Esperando.

Claro, hay que conocer EL NOMBRE. 🙂

Hay que conocer a HASHEM

PORQUE SOMOS UNA SOLA ALMA

Am Israel Jai
#Bringthemhome

SHABAT SHALOM UMEBORAJ

Silvia Dvoskin

Haftará Shemot

IESHAHIAHU 27:6; 28:13; 29:22-23

Las Haftarot, son extractos de Profesías escritas por los mismos profetas, y se encuentran en el Tanaj. El texto elegido esta relacionado con la Parasha de la semana.

Y por su supuesto, relacionado con la ENERGIA de la semana. Y con eso me refiero claramente a la fuerza que hay disponible. Me refiero a la VOLUNTAD que hay disponible para llevar adelante algún acción.

Parasha Shemot, en la haftarah el Profeta IESHAHIAHU  nombra y alude lo sucedido con Yaakov en Egipto.

Parasha Shemot, abre el segundo libro de la Torá que TAMBIEN se llama Sefer Shemot. 

La parasha y el libro, ambos, se llaman SHEMOT. 

Duplica punto palabra.

Shemot, que significa Nombres. 

Shemot no significa Exodo, significa Nombres. 

Shemot detalla el proceso que desencadenará el éxodo de Egipto, pero el libro y la Parasha se llaman NOMBRES.

Nombres, nombres… es un nombre simplemente un sustantivo? 

Un Nombre en hebreo, que es es mucho mas que un idioma, es esa palabra que sintetiza y define la facultad de lo nombrado. 

Sintetiza su capacidad, su misión.

Nombre es la oportunidad de convocar “con intención” el poder de aquello que nombramos. 

Es la oportunidad de despertar LA facultad para la que fue creado.

Nombre es la voz que suena cuando uno convoca la esencia de eso que llama. 

Y sabemos el poder que tiene la voz.

Sabemos de “y dijo Ds haya Luz y hubo Luz”…

Convocar nombres es convocar poderes.

Nombrar es Crear.

La Fuerza de esta semana, trae LA VOLUNTAD DE NOMBRAR, de LLAMAR, DE TRAER, DE CONVOCAR.

Saber el nombre, conocer el nombre, permite acercarlo, unirlo,  juntarlo. 

llama a la Unidad.

Eso sucederá en Sefer ShEmot.

Y asi sucederá Esta semana.

“…12 Y acontecerá en aquel día, que el Señor recogerá desde la inundación del río hasta la corriente de Egipto, y vosotros seréis recogidos uno por uno, oh hijos de Israel…”

“…13 …Y acontecerá en aquel día, que se tocará un gran shofar, y vendrán los perdidos en la tierra de Asiria y los desterrados en la tierra de Egipto, y adoraran al eterno en el Monte Santo de Jerusalén…”

-asi enuncio el profeta esta semana, 

ESTA SEMANA.

ESTA SEMANA.

Pasaron 73 semanas desde aquel dia.

73 semanas.

Esta semana se logra el acuerdo para recuperar a nuestros hermanos secuestrados.

33 secuestrados vivos y muertos a cambio de 3000 presos criminales, juzgados y condenados.

Y por eso, porque esta semana es SHEMOT, NOMBRAREMOS a cada uno de nuestros hermanos secuestrados. Porque lo estamos esperando.

Liri Albag, 19
Eliya Cohen, 27
Ofer Kalderon, 54
Tamir Adar, 38
Nimrod Cohen, 20
Segev Kalfon, 27
Muhammad Al-Atarash, 39
Amiram Cooper, 85
Ofra Keidar, 70
Hisham Al-Sayed, 36
Ariel Cunio, 27
Bar Abraham Kupershtein, 23
Hamzah AlZayadni, 23
David Cunio, 34
Eitan Levi, 53
Yosel AlZayadni, 53
Evyatar David, 24
Shay Levinson, 19
Edan Alexander, 21
Itzhak Elgarat, 69
Naama Levy, 20
Matan Angrest, 22
Ronen Engel, 54
Or Levy, 34
Karina Ariev, 20
Daniella Gilboa, 20
Oded Lifshitz. 84
Aviv Atzili, 49
Guy Gilboa-Dalal, 23
Shlomo Mantzur, 86
Sahar Baruch, 24
Meny Godard, 73
Eliyahu Margalit, 75
Uriel Baruch, 35
Hadar Goldin, 23
Avera Mengisto, 38
Ohad Ben Ami, 56
Romi Gonen, 24
Omri Miran, 47
Agam Berger, 20
Ran Gvili, 24
Joshua Loitu Mollel, 21
Gali Berman, 27
Gad Haggai, 72
Eitan Abraham Mor. 24
Ziv Berman, 27
Judi Weinstein Haggai, 70
Gadi Moshe Mozes, 80
Ariel Bibas, 5
Tal Haimi, 41
Omer Neutra, 21
Kfir Bibas, 1.5
Inbar Hayman, 27
Tamir Nimrodi, 20
Shiri Bibas, 33
Maxim Herkin, 36
Yosef-Chaim Ohana, 24
Yarden Bibas, 35
Eitan Horn, 38
Alon Ohel, 23
Elkana Bohbot, 35
lair Horn, 46
Avinatan Or, 31
Rom Braslavski, 21
Tsachi Idan, 50
Dror Or, 48
Itay Chen, 19
Guy Illouz, 26
Daniel Oz, 19
Sagui Dekel Chen, 36
Bipin Joshi, 24
Daniel Peretz. 22
Oron Shauel, 20
Eli Sharabi, 52
Lior Rudaeff, 61
Yonatan Samerano, 21
Tal Shoham, 39

En el corazón de la palabra NESHAMA esta incluida la palabra SHEM (es el singular de SHEMOT), porque es en el ALMA donde esta definido el nombre.

Es en el ALMA donde esta sintetizada la energía de construcción de cada creatura. 

Conociendo EL NOMBRE, accederás al ALMA,

Parasha Shemot, Sefer Shemot

Los estamos Esperando.

Claro, hay que conocer EL NOMBRE. 🙂

Hay que conocer a HASHEM

PORQUE SOMOS UNA SOLA ALMA

Am Israel Jai
#Bringthemhome

SHABAT SHALOM UMEBORAJ

Silvia Dvoskin

Parasha Shemot

La zarza ardiente. Parte cinematográfica si las hay en nuestra Sagrada Torá.

Si leemos el contexto en que sucede (capítulos 2 y 3), veremos que unos versículos antes Dios escucha el lamento y el sufrimiento del pueblo, y toma cartas en el asunto. Llama a un pastor de ovejas, Moshé, para que venga a hacerse cargo de Su rebaño.

Antes de llamarlo y ofrecerle el “puesto”, hace algo para atraer la atención de Moshé (Shemot 3:2): “Se le apareció el Enviado de Ado-nai a él (Moshé), en el corazón de un fuego, en medio de la zarza. Vio él y he aquí que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía”.

¿Qué es una zarza? Un pequeño arbusto, que en hebreo se dice סנה “Sené” y de allí derivará el nombre Sinaí, que es el nombre por el cual será más conocido este lugar donde Dios se le presenta a Moshé.

Un árbol del cual sale fuego pero no se incendia. Rashbam (Siglo 12) nos enseña que incluso en el lugar de donde salía la llama de la zarza no había nada de “brasa”.

Dios le habla a Moshé desde el interior de la zarza y no en otra clase de árbol, y resuena el versículo de Tehilim 91:15: “Yo estoy con él (Israel) en el sufrimiento (tzará). A su vez, la zarza es un arbusto espinoso y bajo. Rashí (Siglo 11) explica aquí que Dios escogió revelarse a Moshé en este arbusto y no en un árbol grande e imponente porque Israel estaba sumido en el exilio y el sufrimiento. Ello implicaba que la soberanía de Dios no era manifiesta al mundo, y en cierto sentido, Dios compartía su (nuestra) pena, la zarza aludía a este concepto (La Torá con Rashí – en español. Aryeh Coffman).

Este corazón de fuego de la zarza simboliza la misma Torá, que ha sido escrita a modo de un “fuego blanco sobre otro fuego negro”.

Claramente pasó mucho más que eso en este episodio bíblico, donde va a acontecer un debate de una semana entre Dios y Moshé, quien por su característica humildad, quizás por miedo, por sentirse falto de capacidades, no quiere aceptar el puesto de líder de Israel. Y sí, Moshé siempre plantea preguntas y dudas, pero es el que habla con Dios cara a cara, el que lleva al pueblo 40 años por la travesía en el desierto, el que se enfrenta a miles de desafíos. Una fe con dudas, en un momento de muchos tzures, sufrimientos injustos y persecuciones. Y ahí asume Moshé ese desafío, de liderar al pueblo judío. Se hace cargo.



Esta época del mundo llama la atención.
Vivimos desde el 7 de octubre de 2023 una pesadilla, donde no solamente tenemos miles de muertos para llorar, 100 secuestrados para traer de regreso a casa, sino que además resurge un odio a los judíos tan recalcitrante que nos sentimos muy solos a veces.

Pero en la misma época, vivimos la solidaridad de nuestro pueblo, donde nos apoyamos, nos cuidamos, donde vemos también quienes son nuestros verdaderos amigos (si quieren leerlo en clave política, ok, pero también lo vivenciamos como individuos). Y encontramos apoyo en gente que realmente entiende el valor de la vida.

Y ahí es donde se engancha el relato milenario de la Torá con nuestra realidad, porque la Torá nos habla a nosotros. Hay un momento de aflicción, donde el pueblo la pasa mal, muy mal. Y entonces viene una señal que roza lo sobrenatural, pero con mucho simbolismo. Un pequeño árbol llama la atención de un pastor desterrado y perseguido, y el símbolo es el fuego. Un fuego que existe plenamente, pero que no arruina al árbol sobre el cual está.

Desde el 7/10/23 vemos como resurgimos también nosotros, con dificultades, quizás con temores, pero poniendo por delante una valentía que se ve expresada en ejemplos de vida, desde los soldados del TzaHaL hasta el activista comunitario de una provincia argentina, que salen a demostrar que su identidad judía está cada vez más fuerte y se siente más orgulloso de ser judío.

Como todos los textos que cité antes, de siglos lejanos, también les traigo otro texto de hace más de 70 años, donde el Rab Dessler hablando del “matir asurim”, el que libera a los cautivos (lo decimos todos los días como parte de nuestros rezos) dice: “Casi todo el mundo está cautivo en manos de las fuerzas del mal (sitra ajera)… Incluso grandes y buenos, casi sin excepción. E incluso así, la fe, la Torá y las prácticas judías no se terminan (Dios no permita). He aquí que nosotros vemos guevurot, fuerza y heroísmo, que no se pueden ni presuponer ni estimar anticipadamente de ninguna manera, realmente “ve-ha-sené einenu ucal” la zarza no se consume”.

Hoy hay miles de motivos para ser pesimistas, mucha maldad y mentira. Mucho comprador o vendedor de mentiras llenas de odio. Pero nosotros vamos a seguir adelante, optimistas, agradecidos de ser quienes somos.

Con un fuego sagrado que tenemos en el pecho, y que nos lleva a seguir adelante. Que es hermoso, que no se termina y lejos de consumirnos, nos llena de energía y fuerzas para lo que viene.

El desafío es saber ver las señales, que quizás no sean tan llamativas, ni mucho menos Dios se nos presente y nos llame por nombre como lo hace con Moshé, pero claramente este es un momento de acción, de dar el paso al frente, de seguir adelante con más fuerza, de evitar peleas internas inútiles que den de comer a nuestros enemigos, de juntarnos, de seguir adelante con cada sueño, cada idea, cada proyecto.



Hoy leo distinto aquél momento de la zarza ardiente. Veo que hace poco más de un año teníamos una idea, un sueño, que era armar un lugar de estudio y vivencia de Torá para nuestros jóvenes. Las conversaciones comenzaron allá por noviembre del ‘23, y hoy es una realidad. Eso me llama a decirles, vamos para adelante, aunque tengamos alguna duda como Moshé, no dejemos de hacer nuestra parte de la labor.

Te estamos esperando.

¡Shabat Shalom!

Rab Meir Szames
La Ieshive en IG @la_ieshive

Parasha Vaieji

Vaiejí es la última parshá del libro de Bereshit. Iaakov, Israel, el tercero de los patriarcas, está a punto de morir en su vejez, y así como un libro se termina para nosotros, en esta historia él también está escribiendo las últimas páginas de su vida, no sin antes dejar marcada en nuestro pueblo una historia en el vínculo con sus hijos y la trascendencia del pueblo de Israel.

En el comienzo de la historia, en Bereshit 47:28-29, nos dice la Torá:

“28 Y vivió Iaakov en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Iaakov, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. 29 Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a Iosef su hijo…”

El Midrash en Bereshit Rabá nos dice que Vaiejí es una parshá stumá (cerrada). Nuestros sabios reflexionan sobre el tiempo complejo que aquella generación estaba a punto de vivir:

“Iaakov vivió en la tierra de Egipto”. ¿Por qué esta porción es más cerrada que cualquiera de las otras de la Torá?

Por lo general, entre las parshiot de la Torá hay un espacio en blanco, una cierta cantidad de letras o renglones que las separan unas de otras. En este caso, como nos señala el Midrash, hay solo un espacio de una letra entre la parshá anterior, Vaigash, y Vaiejí.

El sentido de la falta de separación, del poco espacio que se deja entre una y otra parte, es porque una vez que Israel murió, comenzó la esclavitud en Egipto. Pero también hay quienes interpretan que está Stumá porque el Kadosh Baruj Hu lo protegió de todos los problemas del mundo, a el y a su descendencia.

Es muy difícil encontrarse en el texto con esta tensión entre la opresión y la esperanza, y no pensar en aquellos hermanos y hermanas que, desde hace 462 días, viven atrapados en un espacio estrecho, bajo túneles, encerrados en la oscuridad. Como esclavos, son usados para hacer propaganda o como moneda de intercambio; presos del terror y sostenidos por la esperanza de que llegará el tiempo de volver a ver la luz y ser libres.

Somos el pueblo que tiene esperanza. No vamos a abandonarlos. Pedimos cada día que pronto puedan regresar a sus hogares, a sus familias y a su pueblo.

Te invito, antes de comenzar este Shabat, a recitar esta brajá junto a los tuyos. Pidamos, desde lo profundo del corazón, por aquellos que necesitan salir del sufrimiento, de la estrechez que están atravesando, hacia un tiempo de libertad.

אַחֵינוּ כָּל בֵּית יִשְׂרָאֵל, הַנְּתוּנִים בַּצָּרָה וּבַשִּׁבְיָה, הָעוֹמְדִים בֵּין בַּיָּם וּבֵין בַּיַּבָּשָׁה, הַמָּקוֹם יְרַחֵם עֲלֵיהֶם וְיוֹצִיאֵם מִצָּרָה לִרְוָחָה, וּמֵאֲפֵלָה לְאוֹרָה, וּמִשִּׁעְבּוּד לִגְאֻלָּה, הָשְׁתָּא בַּעֲגָלָא וּבִזְמַן קָרִיב, וְנֹאמַר אָמֵן.”

Ajeinu kol beit Israel, ha netunim ba tzara uva shevia, ha omdim bein ba iam ubein ba iabasha, ha Makom ierajem aleihem veiotziem mi tzara lirvaja, ume afera le ora, umi shiabud li geula, hashta baagala uvizman kariv, ve nomar Amen.

Hermanos nuestros, todo el pueblo de Israel, que están atravesando angustia y estan en cautiverio, que se encuentran entre el mar y la tierra firme, que El Hakadosh Baruj Hu tenga compasión de ellos y los saque de la angustia al alivio, de la oscuridad a la luz, y de la esclavitud a la redención, pronto, rápidamente y en nuestros días Amén.

Shabat Shalom
Sem. Mati Bomse

Haftará Vaieji

“Testamentos éticos: lecciones de esperanza para el futuro”.
por Seba Cabrera Koch.

Comentario a Haftará Vaieji : 1 Reyes 2:1-12

Las lecturas de esta semana nos enfrentan con un momento difícil: el final de la vida.

Tanto en la parashá como en la haftará, encontramos al Patriarca Iaakov y a David haMelej en sus últimos momentos, lúcidos y comprometidos, transmitiendo las últimas palabras a sus hijos, buscando trascender lo efímero.

Nadie tiene tanta claridad como aquel que descubre el sentido de la vida mientras se enfrenta a su propia mortalidad.

Tal descubrimiento puede ser abrumador, pero sentir que sus propias vivencias tal vez ayuden a otros a responder las mismas preguntas, puede ser quizás su último acto de generosidad.

Reflexionar cada una de estas lecciones puede ser una experiencia vital y emocional. Durante siglos, la tradición judía ha puesto en palabras este sinfín de sensaciones, transmitiendo esta sabiduría en documentos conocidos como “testamentos éticos”. [1]

El término es de origen incierto, pero hay una interpretación convincente: así como un testamento legal indicaba qué hacer con los bienes y las posesiones, incluyendo instrucciones para el entierro, deudas y obligaciones que debían pagarse; un testamento ético esbozaba las lecciones aprendidas a lo largo de la vida de una persona, permitiendo compartir la riqueza de su sabiduría.

En algunas familias [2], los testamentos éticos pasan de generación en generación, entretejiendo historias verdaderas con sueños posibles. Los kilómetros de mil exilios y persecuciones. El hambre y su incertidumbre. Y como cada nuevo nacimiento trajo esperanzas.

A veces, se sentirá como un reclamo por tanto dolor, ocultando lágrimas por no haber hecho más, o secándolas para perdonar a otros.

Lecciones de vida. Pasado en sepia. Anhelos del futuro. Despedirse con una última ofrenda, un verdadero acto de amor.

En muchos sentidos, las lecturas de Vaieji son un ejercicio para comprender mejor a quienes amamos, y su deseo impostergable de transmitir un mensaje real, tangible y duradero.

Porque ayuda a entender mejor, para amar de otra manera, desde otro plano.

Hay una historia en el Midrash de un general romano que observa como un anciano planta una higuera.

Cuando le preguntó si esperaba vivir lo suficiente para comer sus frutos, el sabio respondió: “Nací en un mundo floreciente con placeres listos. Mis antepasados plantaron para mí, y ahora siembro para mis hijos y nietos…”

El acto de plantar, como el de criar hijos, es un acto de fé.

Como padres nos esforzamos para marcar un camino virtuoso para que nuestros hijos no cometan los mismos errores que nosotros, para que contribuyan a la sociedad, y hagan el bien.

La esperanza depositada en el futuro nos inspira a legar valores que consideramos fundamentales, revelando las decisiones valientes que tomamos y que fueron impulsadas por estos valores.

Porque buscar trascender es un evento fuera de lo común.

Es un acto de gratitud, porque detrás de cada historia, hay un reconocimiento de que vemos la mano de D-s en nuestras vidas.

Shabat Shalom umeboraj !
Seba Cabrera Koch



Notas

[1] Antiguamente, no eran más que instructivos que podían contener los últimos deseos de una persona. En ese sentido, en el Talmud se insinúan referencias a testamentos éticos verbales o instrucciones para el lecho de muerte por parte de sabios y eruditos. Por ejemplo, cuando Rabi Eliezer agonizaba, criticó a sus estudiantes por no aprovechar cada una de las oportunidades que tenían para aprender de él. Su objetivo era que aprendieran de sus enseñanzas en cada instante, incluso después de su muerte. (Sanedrín 68a)

[2] Los judíos comenzaron a escribir testamentos éticos para sus hijos hacia el siglo XI o XII. En ese entonces, se compartían en privado solo entre los miembros de una misma familia. Uno de los testamentos éticos más famosos de esta época fue el que escribió el erudito español Iehuda ibn Tibon a su hijo Samuel (Francia, siglo XII). En más de 50 páginas, tenía consejos sobre la importancia de los libros “haz de tus libros tus compañeros, deja que tus librerías y estantes sean tus jardines”, hasta una dura reprimenda a su hijo, del que pensaba que no estaba a la altura de sus expectativas. Hoy en día, los académicos consideran que la obra del hijo finalmente superó en calidad a la de su padre.

Bibliografía

-Coffman, A. Tora con comentario de Rashi, tomo 1 Bereshit. 2001. Editorial Jerusalén.
-García García, E. Somos nuestra memoria. 2018. Neurociencia & Psicologia. Salvat.
-Rubin, J. Testamentos éticos judíos: Tzava´ot © 2023 MJHS.
-Greenbaum, E. El anciano y la higuera. Revista Esencia. Volumen 40. Pag 51.
-Cabrera Koch, S. Una historia para contar, un legado para construir. 2023 © Radio Jai.