Parasha Ki Tisa

Moisés está en lo alto del Sinaí, hablando con Dios, tallando en piedra lo que sería algo así como la Constitución Espiritual del Pueblo de Israel. Abajo, la gente empieza a ponerse nerviosa. Moisés tardaba en bajar, y la incertidumbre pesa. ¿Se habrá ido? ¿Nos dejó tirados? Y cuando la ansiedad pega fuerte, se toman las peores decisiones.

“Che, Aarón, armate un dios de oro, así tenemos algo en qué creer.”

Y Aarón, que en teoría tenía que calmar las aguas, no solo no se opone, sino que colabora con el delirio. Derriten oro, moldean un becerro y se mandan una fiesta. Lo absurdo es que hasta le dan crédito por la liberación de Egipto: “Este es nuestro dios, el que nos sacó de la esclavitud”. Como si de golpe se hubieran olvidado de todo.

Arriba, en la montaña, Dios ve el descontrol y explota: “Se corrompieron, hicieron un ídolo, los voy a borrar del mapa.”

Y ahí aparece Moisés, con la cabeza fría y una lección sobre liderazgo. Porque liderar no es solo mandar, es saber qué decir en el momento justo. Y Moisés le responde a Dios con un argumento que mezcla lógica y emoción:
“Si los destruís ahora, los egipcios van a decir que los sacaste solo para matarlos en el desierto. Además, ¿qué pasa con la promesa que le hiciste a Abraham, Isaac y Jacob?”

Y en un giro inesperado, Dios escucha. Baja un cambio. No destruye al pueblo.

Pero cuando Moisés baja y ve el desastre… se le va toda la paciencia. Rompe las tablas contra el suelo, quema el becerro, lo tritura, lo mezcla con agua y se lo hace tomar al pueblo. Es un gesto brutal, pero dice mucho: “¿Querían un dios de oro? Bueno, ahora lo digieren.”

Después viene la parte difícil. Reconstruir. Restaurar la confianza. Dios ya le avisó a Moisés que no va a acompañarlos en el viaje porque “son un pueblo de dura cerviz”, o sea, tercos como una mula. Pero Moisés no se rinde. Se planta en la Tienda del Encuentro, insiste, negocia, lidera el caos hasta que logra un nuevo pacto. Vuelve a subir, esta vez tallando él mismo las tablas, y cuando baja, su rostro brilla. No porque ahora sea un superhéroe, sino porque la experiencia lo transformó.

Y ahí está la clave.

Liderar no es solo mandar, es sostenerse en el desorden, no perderse en la ansiedad del momento. El pueblo, como nosotros, quería certezas. Moisés entendió que el camino es más largo, que la paciencia y la claridad pesan más que el impulso del miedo.

¿Cuántas veces en la vida nos pasa lo mismo?
Nos cuesta la espera, necesitamos seguridad YA y, en ese apuro, terminamos haciendo cualquier cosa, adorando cualquier becerro que nos saque del desconcierto.

¿Y cuántas veces nos pasa como a Moisés?
Nos contenemos, negociamos, buscamos calma… hasta que en el momento menos pensado, perdemos la paciencia y rompemos todo.

Pero el mensaje más fuerte de esta parashá es el final. Moisés baja distinto. Porque liderar, ya sea un equipo, una familia o simplemente nuestra propia vida, es aprender a sostener la incertidumbre, a no actuar por miedo y a no abandonar cuando todo parece perdido. Es aceptar que los cambios llevan tiempo, pero cuando llegan, te transforman.

La pregunta no es solo qué hacemos cuando nos agarra la ansiedad, sino cómo elegimos salir de ella. ¿Construimos con paciencia o corremos a fabricar el próximo becerro de oro?

Wally Liebhaber

Haftará Tetzavé

HAFTARA TetZAVé  תצוה
EzeQuieEl (IejeZQuel) 43: 10-27
Shabat ZAJOR

Dedico este momento de Torah con todo mi corazón y admiración a Mi Amado Pueblo Judío… que en su maravillosa y rica heterogeneidad no deja de dar muestras de fortaleza y valentía, de convicción y determinación …. AM ISRAEL JAI.

Conocer la haftarah nos va a ayudar entender el porqué de la lectura de esta Haftarot.
Parasha TetZAVé : Y ORDENARáS.
“… y Tú ordenarás (mandarás) a los Hijos de Israel que …” (shemot 27:20)
“ORDENARAS” … Puede ser de ORDEN (imperativamente hablando), o de orden (de distribución, es disposición que armoniza)… puede ser de indicación (mandato), pero podría también ser de organización y de estructuración.
Podría ser… porque después de todo TZAV, está mostrando un sistema, un método…

El Profeta Ezequiel (protagonista de nuestra Haftarah), luego de haber anunciado la destrucción de Ierushalaim, aparece enunciando situaciones constructivas: Israel será restaurado. Y el Profeta expone la naturaleza de esta renovación.
La haftara de Tetzaveh describe el Templo que se construirá en el futuro. Hay un plan, indicaciones, detalles y definiciones para La ley de la Casa.. Las medidas del altar, les será dado a conocer la forma (que será cuadrado), diseño, salidas, entradas,  ordenanzas y leyes de la Casa para que los pongan en práctica. Incluso indica que las gradas mirarán al oriente.

Cuando leemos en detalle los versículos de la haftara, encontramos que la mayor parte de la descripción versa sobre el Altar más que sobre el Templo. Se ocupa minuciosamente y extensamente del MiZBeaj.
El Altar como un lugar para acercarse a “Hashem”, y que a lo largo de la Torá, hasta la construcción del Mishkán, lo encontramos para ofrecer sacrificios o para gritar en el nombre de D’s. Noaj trae un sacrificio cuando sale del arca, Abraham construye altares y los llama en el nombre de Dios, Moshe marca la victoria sobre Amalek construyendo un altar…
El Altar un espacio de encuentro, de acercamiento. 
Es la concentración de un nomento. El punto cero. De Reflexión & Balance.

Pero, de una cuidadosa lectura de los libros SHMUEL II y otros, se permite pensar que Hashem no requiere de Templos y que la construcción de un Templo fijo para el culto sacerdotal, se debió más bien al hecho de que David Ha Melej así lo quiso (cfr. 2 de Samuel 7, 1-17).
Siguiéndo por este camino podémos pensar… de qué ALTAR esta hablando? ¿a que se refiere? ¿será que habla de un espacio fisico? ¿será que se refiere a otro tipo de espacio?
Éxodo 25:8… 8  …“Entonces harán un santuario para mí, y yo habitaré entre ellos…”

Altar, מִזְבֵּחַ, Mizbeaj… siempre es parte del MIkdash

¿UN Altar podría ser algo diferente a un espacio tangible?
¿Un Altar podría ser un momento o una situación?
¿Será que habla de una circunstancia de coincidencia?
¿UN Altar podría no ser un espacio singular?
¿Podria ser un pensamiento o un vinculo?
Podría ser algo dedicado y consagrado.

Altar es espacio de conocer-nos.
Es entrar en el universo de nuestra propia conciencia, Es entrar y reconocer las capacidades que la definen. Es precisar esas facultades particulares que tenemos y encausarlas.

Altar es CADA VEZ, cada momento en el que asumimos la responsabilidad para transformarnos, para desarrollarnos y crecer.
El Altar es ese espacio donde me encontraré con esa claridad en la que reconozco que somos #UnoEnREd, que somos espejo, que somos sombra, imagen, y semejanza.

Y para entrar a ese Altar, debemos atravesar esa cortina de la que habla la Parashá, esa cortina turquesa gruesa y pesada.
Todo dependerá de lo que percibamos, dependerá del punto de vista. Dependerá de ver la cortina como un obstáculo, pesado y opaco o de atrevernos a correrla. Cuando parado frente  ese cortinado no vemos un impedimento sino una oportunidad para tomar un respiro y cruzar, saltar, trepar, o conquistar.
Ese día estaremos listos.

Cuando estemos listos para entender que agacharse no es caída. Sabremos que es el impulso que te eleva.
Sabremos que es realmente una oportunidad.
Cuando nos corremos del centro, cuando vemos el tejido de la red … en ese momento, El Altar se Activa.

Esta  es La esencia de la energía que se revela esta semana, es Moshé diciendo “sácame de tu libro”, que la historia se cuente pero yo no quiero aparecer. Es la decisión de removerse así mismo, para fundirse en el ORDEN de la organización. Es actuar a discreción. Es confirmar y sostener el concepto que “ somos nosotros lo importante de lo sucedido, si con eso se articulo el engranaje”.
Porque cuando comprendo que lo que hay detrás de la cortina también soy yo, los velos caen.
Siempre estoy allí, adelante o detrás… solo cambia donde tengo la mirada.

Hashem no necesita Templo, ni Altar…
La ORDEN es que te ORDENES.
Que busques y encuentres el METODO.
Todo está disponible, y en abundancia.
Aprende a usar la secuencia, conocer el SISTEMA.
Altar es una construcción.
Altar es ese momento en el que te das cuenta que el mal del otro no es allá, sino acá.

Gracias por acompañarme en este espacio.
SHABAT SHALOM UMEBORAJ
AM ISRAEL JAI
Silvia Dvoskin

Parasha Tetzavé

“Héroes anónimos”. por Seba Cabrera Koch.
Comentario a Parashá Tetzavé – Éxodo 27:20-30:10

Ana Laura Merello nunca fue a la escuela. Fue analfabeta hasta pasados los 15 años, pero llegó a ser una persona culta que respetaba la capacidad, el talento y el esfuerzo. A fuerza de voluntad, fue autodidacta y llegó a tener una importante biblioteca: compraba libros y los leía con gran avidez, como queriendo recuperar el tiempo donde todo era carencia.

En 1972, Tita Merello, ya siendo una figura reconocida, publicaría un libro de memorias y reflexiones sobre su vida. Cuenta que creció sin padre, que no tuvo amigas en la infancia. Hablaría de las “mujeres de la noche” que la ayudaron a sobrevivir, del hambre infinito, y de la pobreza interminable.

Sus memorias dejan una anécdota de esos años, que recordaria muy bien a lo largo de su vida: “salía del conventillo y con quince años recién estrenados iba a “laburar al cabarute” de la calle Esmeralda; caminaba por Corrientes con pasos largos, de piernas flacas, y un día, mientras doblaba por Lavalle, un señor alto, de barba larga y vestido con sobretodo oscuro, cuando me vio dijo: “Flaquita, qué cara de hambre tenés”.

Con su sinceridad de siempre, años más tarde admitiría: “Por un mendrugo de pan hubiera dado cualquier cosa. Sólo los que padecieron hambre podrán comprenderme”.

El señor la llevó a un restaurant cercano, y de inmediato el mozo le acercó una panera y un plato de sopa, tal como se estilaba en aquella época. Ella esperaba que el caballero que la había invitado se sentase, pero el mozo le contó que ya había pagado la cuenta y que ella podía comer a su antojo todo lo que quisiera.

Tita nunca olvidó la generosidad de ese desconocido que le había sacado el hambre a cambio de nada. Nunca supo su nombre y ni volvió a verlo. “Jamás me olvidaré de ese hombre, de su compasión. Me alivió el hambre. Era judío, por eso siento respeto por los judíos. Cuando fue el atentado a la AMIA, en 1994, fui al lugar donde se produjo el horror. Tomé una piedra y la guardé. Era un símbolo, el testimonio a ese judío que me dio pan”.

Eduardo Dosisto, su entrañable amigo y fiel colaborador, dijo que “tal vez a raíz de esa historia, Tita admiraba tanto a los judíos y por eso colaboró mucho cuando fue el atentado de la AMIA”.

—-

Tetzavé, la porción de la Torá de esta semana, tiene una particularidad: es la única sección desde el inicio del libro de Shemot (Éxodo) y hasta el final del libro de Devarim (Deuteronomio) en la cual Moshé no es mencionado. No aparece su nombre. Cede el protagonismo, ayuda a que los demás se ganen su lugar, construye… anónimamente.

Por eso, la lectura que nos convoca esta semana nos desafía a distinguir una nueva realidad con los ojos del corazón: cuando ayudamos a otros, cuando demostramos que nos importa, encendemos alli una luz desde donde brilla con fuerza la dignidad y la esperanza.

La historia de Tita Merello sea quizás solo una historia mínima, donde un hombre anónimo y un pequeño acto de bondad, pudieron cambiar el mundo de alguien para mejor.

Se cuenta que el Rab. Menajem Mendel Morgensztern de Kotzk y sus seguidores erraban de ciudad en ciudad sin encontrar un lugar que considerasen adecuado para establecerse. Pero en Kotzk fueron recibidos con piedrazos. “Este es un excelente augurio” dijo el Rebe, “acá, al menos, la gente no es indiferente”.

Historias como estas laten en cada barrio, en cada pueblo y cada ciudad, con almas anónimas y desinteresadas que siembran, que hacen la diferencia y dejan huella con una emoción positiva y una sonrisa.

No son necesariamente tzadikim. Son personas comunes como Ud. y yo, desconocidos. Son los héroes que cada día en silencio luchan contra la indiferencia.

A ellos, que aún en estos momentos tan desafiantes, con sus acciones sostienen el mundo.

Shabat Shalom umeboraj!
Seba Cabrera Koch

Fuentes:

  • Cabrera Koch, S. Tetzavé y los 36 tzadikim ocultos que sostienen el mundo. (2023). RadioJai.
  • Liska, M. Se dice de “ella”. Sentidos de género en los discursos biográficos sobre Tita Merello. (2021). Revista Argentina de Musicología. Vol. 22 Núm. 1.
  • López Rosetti, D.  “Eduardo Dosisto: Memorias de un boticario”. (2022). Historia Clínica II. Planeta.  Pág. 253.
  • Toker, E. Iluminaciones del Rabi de Kotzk. Fundacion Internacional Raoul Wallenberg. Edicion digital.

Haftará Trumá

REYES I 5:26-6:13

” Y residiré entre los hijos de Israel y no habré de abandonar a Mi pueblo Israel”

Con estas palabras da fin la haftará que nos ocupa.
Nos surge la pregunta: ¿Qué debemos hacer para que D’s resida entre nosotros?

Nos encontramos históricamente en el año 833 a.e.c, 480 años después de la salida de Egipto.
Pero a pesar de los años transcurridos históricamente, la pregunta, la situación habita en y entre nosotros tanto o más que en aquel entonces.
Se empezaba a construir el primer templo, ese que David había soñado y prometido y que no pudo ser, su tiempo estuvo ocupado en contiendas, luchas, A’d le recuerda la sangre derramada, tanto que la tierra pareciera no poder ser pasible de recibir en su seno una construcción donde habite D’s.
Así que fue su hijo, el sabio Shlomó el que levantó una casa en nombre de D’s.
Lo pudo hacer porque su sabiduría lo llevaba a encontrar paz con todos los pueblos que lo circundaban, en especial con el rey de Tiro, Jiram, con quien había concertado un pacto de amistad.
Se nos relata que este rey disfrutaba enormemente de estar con Shlomó por su sabiduría, amabilidad, y debido a esto fue este rey quien le dio los materiales necesarios, en especial los célebres cedros del Líbano, cuyas maderas se convirtieron en los pilares que sostuvieron el santuario.
Se logró por la sabiduría, la amistad, la paz, no por el miedo.
Jiram amaba la sabiduría que D’s puso en Shlomó.

Nos deja esta Haftará una gran enseñanza, sólo es posible construir ahí donde se establecen lazos cordiales entre los miembros de una comunidad, de un pueblo, de un país, donde hay respeto y admiración por lo que el otro tiene o logra, nunca por envidia y codicia, sentimientos que siempre dan origen a peleas estériles.

Nos encontramos en un momento donde esta Haftará tan acorde a la parashá, marca una transición temática en el relato bíblico, que pasa de ser una narrativa a tornarse en una descripción técnica y detallada, en especial, de la construcción del mishkán.

Volvamos a la pregunta del comienzo y veamos que la Haftará nos da una respuesta, desde las palabras de D’s.
“Y fue la palabra de A’d a Shlomó: Esta casa que tú construyes, si anduvieres en mis leyes y mis Mandamientos cumplieres…y resideré entre los Hijos de Israel y no habré de abandonar a Mi pueblo Israel.”

Sólo encontrando dentro de nosotros paz lograremos ser constructores.
Paz que se obtiene estando “bien” con nosotros mismos, cumpliendo las leyes y preceptos que nos llevan a respetar a nuestros semejantes.
Recién acabamos de recibir la Ley, ahora vamos a comenzar a construir a modo de ofrenda, contribución, Trumá.

Que hagamos nuestras las enseñanzas que nos entregaron y las convirtamos en ofrendas de solidaridad y buena convivencia para poder construir comunidad y abrazar a nuestro semejantes.

Shabat Shalom uMeboraj
Am Israel Jai
Norma Dembo

Parasha Trumá

Esta Parashá llamada Terumá “Ofrenda”, el Kadósh Barjú, lo instruye a Moshé diciendo 25:2 “…Habla con los hijos de Israel para que tomen para Mí, ofrenda…” enumerando una lista minuciosa para realizar el Tabernáculo. 25:8″…Harán para Mí un santuario y residiré en ellos…”.
Las instruciones son precisas y hasta el minimo detalle está registrado.

El tipo de materiales, la ubicación que deberán tener cada una de las piezas, las medidas exactas, etc.

Es un verdadero manual de instrucciones que describe el contenido y como será la nueva morada de D’s.

El Arca del Pacto, realizada de madera de acacia, recubierta por dentro y por fuera de oro, tendrá en sus cuatro puntas argollas que permitirán pasar las barras de madera a los costados para poder ser transportadas, las cuales  nunca podrán retirarse. La tapa del arca, tendrá dos Querubines alados enfrentados que serán cincelados en oro.

La Mesa para el Pan de doble faz, será de acacia, cubierta de oro. Tendrán argollas a los costados para poder ser transportadas por barras. Los utensillos cucharas, tubos y soportes donde se colocarán los panes, serán de oro y siempre estarán sobre la mesa.

Se hará un candelabro “Menoráh”, de oro con detalles de flores y esferas, todocincelado de 7 brazos.

El Tabernaculo “Mishkán”, tendrá cortinas de lino retorcido, lana púrpura y carmesi, con figuras de querubines. Se detalla la cantidad de cortinas, sus uniones, sus ojales, nada queda librado al azar.

Enumera las cortinas de Pelo de cabra, para que sean el techo del Tabernáculo. Su longitud, su ancho.

Las tablas del Tabernáculo serán de madera de acacia. Cada una de ellas estaba sostenida por bases de plata como los pasadores. El velo y cortina de la entrada era  de lana celeste, púrpura, carmesi y lino tejido con querubines colocados en las cuatro columnas de oro sobre base de plata.

El altar para las ofrendas, sería de madera de acacia recubierto de cobre; tendrá sus vasijas, barriles, tazones, tenedores y braceros todos de cobre. Las barras serán de acacia y recubiertas de cobre.

El Mishkan tendrá un patio en el lado sur. Sus columnas serán de cobre. Los gancho de dichas columnas serán plata. Termina diciendo que el Tabernaculo tendrá un Velo para Portón de lana celeste, púrpura, carmesi, y lino retorcido. Todas sus columnas tendrán al rededor juntas,  ganchos de plata y bases de cobre. Toda estaca será dentro del patio y el tabernáculo de cobre.

¿Pero quienes debían contribuir con los materiales? Todo Judío que quiera participar de corazón. Los recaudadores debían ser judíos por nacimiento. No obstante se recibían donaciones para la construccion del Mishkán. Se solicitaba recaudar oro, plata, cobre, lana teñida de azul cielo, seda carmesi, rojo púrpura, fino lino blanco, pelo de cabra, piel de carneroteñida de rojo, piel multicolor de Tajash, madera de acacia, aceite para encendido especias para incienso, piedras para Shaham y para el engarse de Efod y el Peto.

¿Todas estas mencionesqué querían significar? ¿Y por qué tanto detalle?

El Miskan, simboliza la casa donde albergaría desde ese momento El Kadósh Barjú y como al igual que un padre que compra una casa para estar próximo a sus hijos, esta debe ser cómoda y confortablepara convivir cerca de ellos, pero sin interferir en su vida diaria.

Si pensamos en retrospectiva, después de salir de Egipto, el pueblo necesitaba no sólo del líder que los liberó sino también en volver a creer en D’s, que a pesar de los milagros logrados, todavía no había captado la atención de algunos escépticos.

Por eso las instrucciones precisas para hacer el Mishkán.

Todos en la vida necesitamos manuales de instrucciones. Mal que nos pese sin ellas podemos cometer errores del que luego nos podemos arrepentir.

Instruir, educar es prevenir desastres futuros.

El ser humano, tiene la posibilidad de poseer libre albedrio, de saber que es el bien y que es el mal.
Desgraciadamente no todos son educados de manera correcta. Algunos creen,-la gran mayoría-que al formar su hogar, es transformarlo en un lugar seguro, donde la tranquilidad, la alegría, la felicidad reinesiempre en paz.

En cambio, otros piensan que sus casas,
son simples moradas para vivir en el horror, que lleva a tuneles oscuros, donde el mal es moneda corriente.Las instrucciones que tiene  el terror,son de disfrutar del sufrimiento ajeno, instruyendo a su nueva generación del odio antisemita.
Los más perjudicados del 7/10,  fueron justamente los defensores de la paz, que moraban a metros de sus vecinos pensando que nunca pasaría nada. Pero pasó.

El mensaje de un Mishkán de paz, no sirvió para nada. Ahora es tarde para volver el tiempo atrás. Lo único que podemos pedir es que continúen devolviendo ya a todos nuestros hermanos que nos están esperando. No hay más tiempo. Ya tendremosel momento, para reponernos y actuar en consecuencia. Pensemos que No Olvidamos Ni Perdonamos, sólo esperaremos el instante oportuno. Por ahora sólo pidamos que regresen.

Shabat Shalom.
Susy Lapilover

AM ISRAEL JAI
BRING THEM HOME NOW

Parasha Mishpatim

PARASHA MiSHPaTiM
SHeMoT 21:1 – 24:18 (EXoDo 21:1 – 24:18 )

viernes 21 de febrero 2025 | 21 SHeVat 5785
19:22 encendido de velas en B.A.
Shabat MEVARJIM

Este libro responde al Propósito de la Creación.
Quisiera, en esta oportunidad, comenzar este texto agradeciéndoles a cada uno de ustedes que se acerca a este espacio de lectura. Con el ánimo de aprender algo nuevo, con la intención de sacar un poco mas de lustre a este MaRaViLLoSo y UNICO LIBRO… #ELLIBRO, o simplemente para tener otra mirada; siempre es valioso que estén allí, porque con ustedes de ese lado este momento potencia su sentido.
Con esa premisa básica, que es la de crecer y construir, es que en esta oportunidad los desafío.

Parasha MiSHPaTiM, sabemos en lineas generales, que esta porción detalla cincuenta y tres leyes referidas al vínculo con el otro. Leyes de ESCLAVOS HEBREOS, de como tratarlos, del tiempo de trabajo y del tiempo de liberación, de las condiciones de Vida y de trabajo. Y la posesión o no de los mismos.
Dedica también el detalle sobre los trabajadores NO HEBREOS.
Leyes del Que Daña A Su Compañero Corporalmente Y en Forma Directa.
Leyes para las Acciones y Daños Sobre Propiedades, Animales, Pozos O Fuego.
Leyes sobre Robo.
Leyes sobre Encargos que son cuatro: cuidador gratuito, cuidador de paga, el que lo lleva prestado y el que lo lleva rentado.
Leyes sobre Seducción y citar o no “Influencias” en propio y único beneficio.
La Opresión, el Abuso, la Presión y la angustia que se ejerce o “imprime” sobre otro ser.

Ahora veamos, ¿por qué traducimos “MiSHPaTiM” como LEYES? ¿Qué es exactamente una LEY?
¿Quién define las leyes? ¿para que sirven?

La palabra “MISHPAT” significa oración, frase, sentencia. Es enunciar una norma.
Ahora una LEY es una regla que define una entidad que creará un nuevo modelo.
Es condición para ser “un creador”, puntualizar nuevas leyes que definan su creación, de lo contrario, no será una creación y será una copia.
En Devarim 4:1 (Parasha Vaetjanan) aclara este concepto …. “Y ahora Israel, escucha estas “leyes” y los preceptos que os enseño, para que podáis vivir, por ellos y entréis y poseáis la tierra que os da el Eterno, D´s de vuestros padres”
En este versículo encontramos el detalle de cuál es el sentido y la importancia que tiene definir las leyes. Explica aquí, el propósito y finalidad de conocer la leyes. Conocerlas para poder tomar acción sobre las cosas. Tomar cartas en el asunto.
No se puede participar y mucho menos ganar un juego si no se conocen las reglas del mismo.

Las leyes no son justas, ni injustas, ni arbitrarias, ni razonables, ni correctas.
No se evalúan en términos subjetivos.
Las Leyes son simplemente enunciados de ORDEN y NO DE MORAL. Están a nuestra disposición a lo largo de todo este libro, para que sepamos como conseguir, conquistar y construir “nuestra tierra”.
No hay un juicio de valor. NI opinión.
No es bueno ni es malo.
La Leyes son enunciados de funcionamiento.
Es la consecuencia que se dispara de tal o cual acción.
Conocer la ley implica estar al tanto de la consecuencia y evaluar si estoy o no en condiciones de hacerme responsable de ello (de la consecuencia que eso provoque).
Y QUÉ es NUESTRA TIERRA? De qué habla cuando dice “nuestra tierra”?
Se refiere a nuestros deseos, nuestras ambiciones, nuestros proyectos. Al motor de nuestra vida.
Nuestra tierra es esa materia prima, que trabajada, se convertirá en nuestro paraíso.

Entonces, conocer estas LEYES aclara la ideología del plan.
Es conocer el esquema, la traza que nos ordenará paso a paso para edificar y cimentar todo aquello por lo que estemos dispuestos a trabajar. Poder habitar la tierra de Israel, es conquistar y habitar ese proyecto deseado que le dará sentido a nuestra vida.

He aquí MI propuesta, y he aquí #ElDesafío.
¿Podríamos leer el texto, como si #LaTorah fuera un manual de instrucciones?
¿Podríamos leer el texto SIN SIGNOS DE ADMIRACIÓN (que de hecho no los tiene) y leer los enunciados u oraciones como un comentario y no como una orden? o mejor dicho como una oración de ORDEN en el sentido de generar un equilibrio, en lugar de ejercer un poder.
¿Podríamos leer estos textos sin juzgar, ni opinar, y simplemente pensar como combinar dichas leyes para hacer un acto creativo?

Parasha MiSHPaTiM, detalla LEYES referidas al vínculo con el otro.
No nos IMPONE, no nos obliga, no nos fuerza.
Nos comenta como responde el diseño.
Nos ilustra como funciona este juego de la vida.
Nos comunica como es el mecanismo que se desata cada vez que cada uno de nosotros oprime un disparador.
No es una advertencia. Ni siquiera un aviso.
Es una descripción. Es una alarma.
No hay valores morales. No hay valores éticos. No hay valores emocionales.
No hay opinión.
Hay diseño y definición.
Hay un modelo detallado que funciona de manera ejemplificadora.
No tiene emocionalidad, ni empatía.
No juzga ni condena. No castiga ni premia.
Simplemente reacciona.
Te invito entonces que conectes con LA LEY no como un agente de control, sino como una herramienta de creación.

Te invito que conectes con LA LEY no como un poder de dominio, sino como un camino de construcción.
LA LEY no esta para juzgarte, ni para condenarte.
No está para que le temas, ni para que la padezcas.
Está para que la CONOZCAS, y para que la USES en TU desarrollo.

Querido lector, si llegaste hasta acá, entonces el tema te interesó.
No seas extranjero en tu propia tierra.
Conocé las LEYES y entonces, NUNCA SERAS ESCLAVO.

hoy mas que nunca,
#A M I S R A E L J A I.

Shabat Shalom Umehoraj
Silvia Dvoskin

Haftará Mishpatim

Dios y un hombre van bajando a pie por un camino. El hombre pregunta a Dios: “¿Dios, Cómo es el mundo?” Dios responde: “Te voy a contar, pero tengo seca la garganta. Necesito un vaso de agua fría. Si vas y me traes uno, te digo cómo es el mundo”.

El hombre se dirige a la casa más cercana para pedir el vaso de agua fría.

Golpea la puerta, y abre una bella y joven mujer. Él pide el vaso de agua fría.

Ella responde: “Te voy a dar agua con todo gusto, pero es mediodía, la hora de la comida. ¿Por qué no entras primero y te sentás a comer?

Pasaron treinta años. Cinco hijos. Una familia hermosa, una casa hermosa y una tarde, estando en su casa, cuando llega viento fuertísimo sacude la casa y El hombre grita: “Auxilio, Dios mío”. Y entonces dicen que una voz sale dentro del viento y dice: “¿Dónde está mi vaso de agua fría?” Al hombre se le abren los ojos, mira la casa y dice… Eso vine a buscar…

A quien no le ha pasado de haberse parado de su silla, de la cama, del sillón caminar hasta la cocina, abrir la heladera y con una mano en la puerta y la otra en la cintura decir “Que quería?” No tenés ni idea que haces ahí, y si alguien te ve en ese momento no hay vuelta atrás.

Hace unos años científicos empiezan a hablar del Síndrome de las ventanas abiertas, que dice que las personas que acostumbran a tener en la computadora muchas ventanas abiertas son altamente menos efectivas, ya que el tener Demasiadas Ventanas y cosas abiertas hace que uno saltee las tareas y no pueda concentrarse en ninguna de principio a fin.

Lo mismo sucede con nuestra mente. A veces tenemos tantas cosas, temas, preocupaciones o quizás charlas con nosotros mismos que nuestra mente no permite que estemos donde está nuestro cuerpo.

No es un tema de memoria, es una cuestión de atención.

Podes estar acá sentado esta noche o en tu casa compartiendo este shabat desde el lugar del mundo que sea y no tener ni idea de lo que hablamos.

Podés estar tomando un último café con alguien sin saber que es el último y no estar ahí. Desperdiciando el momento del ahora.

Estar hablando en casa y de repente me doy cuenta que digo tímidamente “Si” y del otro lado aparece un “Si que?” Chau. Nada más para agregar.

En la Parasha de esta semana, Mishpatim, aparece una frase fenomenal en el texto que dice: “Entonces le dijo Adonai a Moisés: Sube a Mi, al monte, y estate allí, y te daré las tablas de piedra…” (Éxodo 24:12)

Sube al monte y estate allí. Si, obvio…

No es obvio, y menos si ese Moshe sos vos hoy.

Subir físicamente y estar ahí mental y espiritualmente. Cuerpo y alma en un mismo lugar.

Moises recién salido de Egipto, venia con la cabeza en lo que estaba sucediendo, en la salida de todo ese pueblo, en la búsqueda de comida, agua y en lo que seria el momento mas importante de la historia y de su vida, la entrega de la Tora.

Y entonces Dios le pide que suba pero que suba de verdad, que para vivir ese momento tenia que ser el momento. Poner la agenda en pausa y entonces vivir su hoy.

¿Dónde estás? ¿Dónde está tu mente? ¿Dónde estuviste esta semana que se fue?

Cuales son los momentos donde estás completamente y al 100% para el que tenés enfrente?

No es siempre, está bien poder viajar con la mente, hace 500 días que el cuerpo está acá y la mente va y viene a Israel en cada noticia, video o transmisión en vivo en cada regreso de nuestros secuestrados.

Pero la Tora entera frena y te pide que te fijes para quien podes por un rato juntar tu mente, tu alma y tu cuerpo. Para quién vas a dejar el teléfono lejos, porque no hay nada mas importante que tener esa mirada o esa charla.

Cuenta el texto que Moshe subió al monte, y estuvo allí, Panim el Panim. Cara a cara en la cima del monte y ahí y solo ahí, pudo recibir la Tora Kdusha.

¿A donde vas a ir a encontrar tu Tora?

Vayas a donde vayas, elegí estar ahi, pero estar ahi de verdad. Porque vos y el otro, física o espiritualmente, se merecen estar ahi.

Shabat Shalom Amijai
Sem. Brian Bruh

Haftará Itro

Dicen que hay momentos en la vida en los que el llamado es tan fuerte que no se puede ignorar. No es un llamado de teléfono, ni un mensaje de WhatsApp que podés patear para después. Es algo que te sacude, que te paraliza un segundo y te cambia para siempre. Así fue la revelación en el Monte Sinaí en Parashat Itro, y así fue la visión del profeta Isaías en la Haftará de esta semana.

Los israelitas estaban ahí, de pie, viendo el trueno y el fuego, escuchando la voz de Dios en una experiencia que los dejó temblando. No fue una enseñanza en un pizarrón, no fue un mensaje suave y racional. Fue algo que les explotó en el pecho. Algo que los desbordó tanto que no pudieron más que retroceder, conmocionados, sintiendo que ese momento era demasiado grande para ellos: “Todo el pueblo veía los truenos, los relámpagos, el sonido del shofar y el monte humeante; y al verlo, temblaron y se mantuvieron a distancia” (Éxodo 20:15).

Y algo muy similar le pasó a Isaías en su primera visión profética. Se encuentra con Dios rodeado de Serafines, criaturas aladas que gritan: “Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3). El suelo tiembla, el lugar se llena de humo, y Isaías, como cualquier persona normal, siente que no está a la altura: “¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros” (Isaías 6:5).

¿No nos pasa lo mismo cuando nos enfrentamos a algo más grande que nosotros? Esa sensación de no estar preparados, de no ser suficientes. Nos paraliza la idea de que quizás no somos lo suficientemente buenos, lo suficientemente sabios, lo suficientemente justos. Nos pasa en lo personal, en lo profesional, en lo espiritual. Ante lo inmenso, nos achicamos.

Pero lo interesante es lo que pasa después. Un Serafín toca los labios de Isaías con una brasa ardiente y le dice que su culpa ha sido purgada (Isaías 6:7). Dios le hace una pregunta simple pero demoledora: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” (Isaías 6:8). Y, en ese instante, Isaías responde con una de las frases más poderosas de la Biblia: “Hineni. Aquí estoy. Envíame.”

No dice “Déjame pensarlo”, “No sé si estoy listo”, “¿Podemos probar con otra persona?”. No. Se para y dice: Voy.

Y es acá donde todo se vuelve real para nosotros. Porque la historia de Isaías no es solo sobre un tipo que vivió hace miles de años y tuvo una visión mística. Es nuestra historia. Todos, en algún momento, vamos a escuchar un llamado. Puede ser algo enorme y trascendental, o algo pequeño pero determinante. Lo importante no es la magnitud del llamado, sino la respuesta.

¿Cuántas veces escuchamos esa voz interna que nos empuja a hacer algo y la callamos? Ese deseo de empezar un proyecto, de reparar una relación, de hacer un cambio. Nos convencemos de que no es el momento, de que no estamos listos, de que alguien más lo hará mejor. Pero la pregunta sigue ahí, en el aire: “¿A quién enviaré?”

El destino de Isaías no era fácil. Su misión no era traer buenas noticias, sino advertir sobre la destrucción inminente. A veces, la verdad no es cómoda, pero hay que decirla igual. Y a pesar de la dificultad, él dijo: Voy igual. Ahora, si esto fuera una película de Hollywood, la historia terminaría con una gran victoria. Pero no. Isaías es advertido de que su mensaje no será bien recibido. Que la gente no va a escuchar. Que va a hablarle a un pueblo con los oídos tapados y el corazón endurecido (Isaías 6:10). Y sin embargo, sigue adelante.

Pero incluso en la destrucción, la Haftará deja una chispa de esperanza. Se nos dice que como el árbol que es talado pero deja su tronco vivo, siempre habrá una semilla sagrada, un remanente que volverá a crecer: “Como la encina y el roble, que al ser cortados dejan un tronco, así será la simiente sagrada que quedará en pie” (Isaías 6:13).

No importa cuán grande sea la crisis, siempre hay algo que queda en pie, siempre hay algo desde donde volver a empezar. La pregunta es si cuando llegue el momento, cuando el llamado aparezca en nuestra vida—de la forma que sea—vamos a hacer lo mismo que Isaías. Cuando llegue la oportunidad de actuar, de hablar, de cambiar algo importante, ¿vamos a retroceder como los israelitas en el Monte Sinaí? ¿O vamos a dar un paso al frente y decir, con convicción y valentía: “Hineni. Aquí estoy. Envíame.”

Y no se trata de ser profetas. Se trata de entender que cada día hay pequeñas oportunidades de responder a algo más grande. No siempre será un llamado divino con fuego y truenos. A veces es alguien que nos necesita y nos hacemos los distraídos. A veces es una injusticia que podríamos señalar, pero elegimos el silencio. A veces es la oportunidad de hacer algo diferente con nuestra vida, pero nos decimos que no es el momento. Y en cada uno de esos instantes, la misma pregunta sigue flotando en el aire: “¿A quién enviaré?”

Cada uno tiene su propio Monte Sinaí, su propia brasa ardiente, su propia elección de quedarse inmóvil o dar un paso adelante. Y cada vez que elegimos actuar, cada vez que decimos “acá estoy”, seguimos el legado de los que, antes que nosotros, no se quedaron en la comodidad de su mundo, sino que entendieron que cuando llega el llamado, hay que responder. Porque el mundo no se transforma solo con quienes escuchan. Se transforma con quienes, al escuchar, responden: Hineni. Aquí estoy. Envíame.

Wally Liebhaber

Parasha Itro

“La gran fuerza vital de nuestro Pueblo”. por Seba Cabrera Koch.
Comentario a Parashá Itró: Éxodo 18:1-20:23

El Pueblo de Israel, parado a los pies del Sinaí, estaba a punto de vivenciar el momento más sublime de la historia de la humanidad.

Según el Midrash, ningún pájaro cantó, ningún ave voló, ninguna bestia mugió, el mar dejó de rugir y todas las criaturas estuvieron en silencio. El mundo entero estuvo en calma y la Voz comenzó a decir: “Anojí Hashem Elokeja” “Yo soy el Señor tu D-s”.

Los Aseret haDivrot, las célebres “diez alocuciones”, fueron recibidas por una multitud en un momento extraordinario, único en su singularidad.

Ante este hecho, los Sabios se preguntaron: ¿Por qué sucedió justo en este momento histórico y no antes? Es decir, fue al tercer mes de la salida del pueblo de Israel de Egipto. ¿Pero por qué no sucedió en un principio con Adán, el primer hombre, cuando fue creado?, o ¿Por qué no con Noaj, en el pacto después del Diluvio?, o ¿Por qué no con Abraham, ni con ninguno de los otros patriarcas?

El judaísmo basa su fundamento en una experiencia colectiva, y no en un evento sobrenatural basado en el testimonio de un individuo o de un grupo de personas. En ese sentido, Isaac Abarbanel, el destacado exégeta medieval, expone que no hubiera sido aceptable que se entregue la Torá si no era a un pueblo entero. No a una persona o familia, sino a todo Am Segulá.

Quizás el versículo: “Segulá mi kol haamim…” (Ex. 19,4) traiga un poco de luz al asunto. Las traducciones más usuales dicen: “mí propiedad peculiar de entre todos los pueblos”, “mi especial tesoro entre todos los pueblos”, “serán para Mi un tesoro de entre todas las naciones”, o la versión más poética “de entre todos los pueblos, son los más preciados para D-s”.

El término Segulá, mal traducido como “elegido”, en la Torá se utiliza para denominar algo que es muy preciado, muy querido, muy cercano.

El concepto de Am Segulá, “pueblo elegido” resulta antipático y hasta polémico para muchos judíos (y no judíos). Sin embargo, este rechazo radica en una mala comprensión del término y en suponer que la elección concede privilegios en lugar de responsabilidades.

El Talmud, nos trae la historia de que las dos grandes escuelas rabínicas, Beit Hilel y Beit Shamai, estuvieron en desacuerdo durante tres años. Un día, una Voz vino del cielo y dijo que ambas casas eran la palabra del D-s viviente, es decir, en las grandes disputas, no hay una verdad única. Sin embargo, la halajá está de acuerdo con la opinión de Beit Hilel.

Sin embargo, el Talmud continúa preguntando, ¿por qué entonces la Casa de Hilel prevaleció en (la mayoría de) las disputas? “Porque eran amables y modestos, eran agradables y tolerantes, mostraban moderación cuando se los enfrentaba, estudiaron las opiniones de la Casa de Shamai así como las suyas propias y no solo eso, sino que citaron las opiniones de ellos antes que las suyas propias”.

Con esta historia, se infiere que ser “am segulá” implica comportarse de una forma elevada, inspirándonos a vivir con sentido, comprometidos con nuestros valores y viviendo en coherencia con estos. Así, ser “el pueblo preciado de D-s”, nos obliga a estar a la altura de este título.

Los eventos del Sinai, donde se “veían las voces, y las antorchas y la voz del Shofar y el monte humeante…” (Ex. 20,15), son una vez y para siempre, un mensaje universal que tenemos como misión compartir con el mundo. En ésto radica la gran fuerza vital de nuestro Pueblo.

Que este sea un llamado para actuar hoy, honrando cada día nuestro legado eterno.

¡Shabat Shalom umeboraj!
Seba Cabrera Koch

Bibliografía
-Coffman, A. Tora con comentario de Rashi, tomo 2 Shemot. 2001. Editorial Jerusalén.
-Heschel, A.J. El Shabat. Citado por Surazski, G. (2021). Fragmentos de cielo. Ediciones Seminario Rabinico. Pág. 211.
-Midrash Shemot Rabá 29:9. Consultado desde Sefaria.org
-Parashá Itro. 2025 © haTanaj
-Preguntas de Abarbanel, Éxodo 18. 2025 © haTanaj
-Sakkal, I. Am Segula. 2025 © haTanaj
-Talmud Bavli. Tratado Eruvin 13b). Consultado desde Sefaria.org