Parashat Tzav

Fuegos eternos

Parashat Tzav tiene a lo largo de sus palabras una dedicación especial a la importancia del fuego. “Y el fuego sobre el altar arderá en él, no habrá de apagarse, y quemará sobre él el sacerdote leños, mañana tras mañana… un fuego perpetuo habrá de arder sobre el altar, no habrá de apagarse” (Vaikrá 6:5-6).

El Mishkán, templo móvil en el desierto, nos invitaba a descubrir distintos fuego que debían ser parte del ritual y que no podían apagarse.

Uno de ellos, era el Ner Tamid, la lámpara perpetua ubicaba en el interior del Santuario.

Ese Ner Tamid era una de las siete luminarias que conformaban la Menorá. Hoy podemos ver en las sinagogas de todo el mundo, como sobre el Arón HaKodesh, hay una luz que siempre está encendida… esa luz recuerda el Ner Tamid del Mishkán.

Otro de los fuegos es el Esh Tamid, el fuego perpetuo que ardía sobre el altar, ubicado en el exterior del Mishkán. Este fuego servía como base para el fuego que quemaba los sacrificios. Debía arder siempre, por lo que los cohanim tenían la tarea de avivarlo y mantenerlos encendido con nueva madera cada día.

Dos fuegos, uno dentro y otro fuera. Uno que simboliza la Torá, como luz de vida, con sus enseñanzas iluminando el camino de nuestras vidas. Este fuego corre el riesgo de apagarse y al hacerlo, debía ser encendido con el fuego del exterior; aquel que nos vincula a las ofrendas, al esfuerzo, al trabajo cotidiano.

Fíjense la esencia del simbolismo: La luz de la Torá y su fuego solos no pueden sostenerse; necesitan de la acción de los hombres y mujeres, de nosotros, para ser alimentados día a día.

Y de eso se trata el mensaje de nuestra tradición, nada puede trascender si no hay vivencia, experiencia y dedicación. No se puede enseñar de un Seder de Pesaj; si no nos sentamos en una mesa leemos juntos, cantamos juntos y degustamos la matzá. No podemos enseñar sobre el concepto de Tefilá, si no participamos de una experiencia espiritual. Podemos sentirnos plenamente convencidos de nuestro “fuego identitario”; pero nos exige avivarlo cotidianamente en el exterior para fortalecerlo internamente.

Para que brille, ilumine, de calor.

Fuegos internos y fuegos externos, fuegos eternos que ardía en el Mishkán. Fuegos internos y fuegos externos de los cuales debemos ocuparnos. ¿Cómo? Cuestionando, estudiando, vivenciando, perteneciendo … dando sentido a cada ritual y encontrando el mensaje que nos transforme. Nada mejor que buscar en nuestras luces el mejor camino para transitar la vida. Nuestro pueblo por generaciones entendió que la Torá alberga toda esa sabiduría. Actuemos en consecuencia con nuestras decisiones y acciones alineadas a ella, para alimentar el fuego exterior y poder sentir internamente; que ambos fuegos son eternos y no se apagan.

Shabat Shalom
Rab Sarina Vitas

Haftarat Vaikra

Ishaiahu 43:21-44:23

En forma personal la lectura de esta Haftará me lleva a una reflexión muy necesaria en los tiempos que estamos viviendo.

La Haftará inicia con un exhorto a Israel (Isaías 43:23) diciendo: “No Me invocaste, te cansaste de Mí, no Me ofreciste tus ofrendas Olá, ni Me honraste con tus ofrendas Shelamim…”.

Es importante saber que la palabra con la que se hace referencia a estos sacrificios u ofrendas en el original hebreo es Korbán, que significa “acercar”, “aproximar”, porque en los tiempos en que estos se realizaban, el korbán tenía ese propósito de cimentar el acercamiento entre la persona y D´os. El korbán no era, ni es un remedio para el pecado o para obtener perdón. Siempre ha sido a través del proceso de Teshuvá que se retorna al camino del Eterno, así el korbán se convierte entonces en una vía simbólica para asumir la responsabilidad. En los sacrificios de animales se acostumbraba poner las manos sobre el animal simbolizando la trasmisión de las transgresiones y ofrendado como sustituto del hombre.

El día de hoy ya no se realizan estos sacrificios y espero que nuestra evolución y racionalidad no permita que se vuelvan a realizar, ya no hay un animal en quien poner las manos para traspasar nuestras falta de responsabilidad, ni un sacerdote que haga el sacrificio por nosotros, debemos preguntarnos ¿Sobre la cabeza de quién pondremos nuestras culpas o responsabilidades? ¿Quién hará el sacrificio por nosotros?

Los tiempos que estamos viviendo deben llevarnos como individuos, a tomar la responsabilidad de nuestros actos, dejar de querer responsabilizar a otros de lo que nos sucede, en lo individual y como sociedad.

Si el propósito del korbán es acercarnos al Creador, tenemos la Tefiláh, la Teshuvá y la Tzedaká, que hoy día cumplen esa función.

¿D´os no necesita las ofrendas o sacrificios?, claro que no, esto lo necesitamos nosotros; no son para negociar el perdón de Dios, pues en esta Haftará también aprendemos que El Creador dice. “Yo. Yo borro tus transgresiones por mi propia causa”, “No recordaré tus pecados” y esto no es porque lo merezcamos.

En esta Haftará nos recuerda que fuimos formados desde el vientre materno, que siempre nos ayuda, que no debemos temer, que verterá su espíritu, su bendición.

Aquí es donde el querido Rabi Sacks Z”L nos construye un puente tal como escribe en, para mí, su obra culmine, La Gran Alianza, “ D´os es la voz distante que oímos y que buscamos amplificar en nuestro sistema de sentidos, cada uno especifico de su cultura, una civilización, una creencia. D´os es el “Único” entre la multitud, la llamada que nos embarca en un viaje más allá de yo y sus luchas, que nos permite entrar en la otredad y creer a través de ella, convertirnos en un vehículo de bendición para el mundo, agradecer el milagro de la existencia y la luz que brilla cuando dos vidas se encuentran en la afirmación, el perdón y el amor”.

Es por eso mis queridos amigos, que el profeta Ishaiahu nos esta invitando a que abandonemos nuestra idolatría yoista que nos aleja de cualquier tipo de dialogo. Y hagamos el “Sacrificio” a través de la Tefilah, la Teshuvá y la Tzedaka en buscar a ese Único D´os que todavía cree en nosotros y sin esperar nada a cambio, tal como nos enseña el Rab Moshe Cordovero en su Tomer Dvorah.

Shabat Shalom Humeboraj
Ari A. Alster

Parashat Vaikra

Abrimos las páginas de un nuevo libro para enfrentarnos a nuevas historias y personajes, que nos van a desafiar a comprender rituales antiguos como lo son los sacrificios. Como siempre, el objetivo será poder hacer el trabajo de traer aquellas historias a nuestros días.

Nuestra parashá comienza de esta manera:

וַיִּקְרָא אֶל־מֹשֶׁה וַיְדַבֵּר יְהוָה אֵלָיו מֵאֹהֶל מוֹעֵד לֵאמֹר
“D´s llamó a Moisés y le habló desde el tabernáculo de reunión, diciendo”

Si estuviéramos frente al libro de la Torá veríamos qué la letra “alef” (א) de Vaikrá, es más chiquita que las demás. El midrash nos explica que Moshe al ser llamado para entrar al templo sagrado le preguntó a D´s: ¿Porque soy el único que está siendo convocado?. Como si quisiera decir que también otros tenían el derecho a ser llamados a la misma tarea que él.

Esto nos habla acerca de la enorme humildad que tenia el, una de las cualidades que hizo que se ganara un lugar en los ojos de D´s.

Los sabios nos enseñaron que “si alguien vive persiguiendo sus honores, los honores se le escapan, pero si no los busca llegarán de manera natural a su vida”.

Se trata de dar sin esperar nada a cambio, entregar algo nuestro, para algo más grande que nosotros mismos. La humildad al fin y al cabo, es el reflejo de la naturaleza de nuestros corazones, y la riqueza de nuestros sentimientos.

Hace 544 años nació Nicolás Copérnico, un hombre que nos enseñó que la tierra gira alrededor del sol, y no de nosotros mismos.

El mishkan, ese templo sagrado del desierto nos vino a enseñar la misma idea: No es el templo el que está alrededor de la gente, es la gente quien debe estar alrededor del Mishkan y de D´s.

Qué esta semana sea de nuevos comienzos para todos nosotros, un tiempo donde podamos sentirnos llamados a hacer lo que queremos hacer, sin olvidarnos de lo que debemos realizar.

Poder accionar con humildad en cada paso que demos, nos va a llevar por un camino lleno de bendiciones, y cosas hermosas.

Sea cual sea el camino que decidamos tomar, hagámoslo pensando en los que tenemos alrededor, mirando lo que otros necesitan de nosotros.

De esta manera estaremos abriendo un nuevo capítulo en nuestras vidas, uno que seguramente marcará un antes y un después, así como lo hizo el libro de Vaikrá.

Shabat Shalom.
Sem. Mati Bomse

Parashat Vaiakhel-Pekudei

La sabiduría del corazón de las mujeres

Este shabat, dos parashiot se unen para poder completar el ciclo de lectura anual correctamente.

El Mishkan se sigue construyendo, ahora es el turno de los utensilios y todos los elementos que habitan en el interior del tabernáculo.

Minuciosamente se detalla cómo debía realizarse cada uno de ellos, con que materiales y a cargo de quien.

Nada está librado al azar, razón por la cual los simbolismos que encierran cada uno de ellos es de una riqueza espiritual enorme que trasciende la materialidad de los mismos.

Sería difícil en este texto abordarlos a todos, por eso elegí para compartir con ustedes un pasaje cortito, que pasa casi desapercibido, pero sigue siendo una constante en la construcción de nuestras comunidades y templos hasta el día de hoy. Y además porque hace unos días conmemoramos el día internacional de la mujer, en recuerdo a mujeres trabajadoras que en silencio llevaban a cabo su tarea y la tragedia las hizo visibles.

Comenzaban a elaborar las vestiduras del Kohen (sacerdote), y dice el versículo: Vinieron los hombres junto con las mujeres…(35:22) el texto es claro, y nos dice acerca de quienes se acercaron para realizar la tarea, pero si vamos al idioma original la preposición que se traduce como junto en realidad es sobre. “Vaiabou a Anashim al a Nashim”, y “vinieron los hombres Sobre las mujeres…”

Dice el RAMBAN (Rabi Moshe ben Najman) acerca de este versículo, que pareciera mal redactado, (y todos sabemos que nada está mal escrito en la Tora), y explica, que las mujeres ya estaban allí cuando los hombres llegaron, ellas se encontraban trabajando cuando ellos se les unieron. Si bien en la mayoría de las comunidades son los hombres quienes ocupan los cargos directivos que las llevan adelante (hay excepciones), también por lo general, son las mujeres las primeras que llegan como voluntarias, a organizar, adornar, embellecer, repartir la tzedaka, cocinar, llevar a cabo las tareas que requieren un hilado fino, minucioso, como nuestras queridas ALMAS de Amijai.

Continua el texto diciendo: “Toda mujer sabia de corazón hiló con sus manos…” (35:25) “y todas las mujeres cuyo corazón las inspiró con sabiduría hilaron el vellocino de cabra…” (35:26) En la literalidad del texto se relaciona esa sabiduría con la habilidad de las mujeres para el hilado. Pero si nos introducimos en sus palabras y nos detenemos en Jojmat lev, sabiduría del corazón, podemos entender que esa sabiduría atribuida a las mujeres es mucha más que la capacidad de hilar. La sabiduría, en nuestros textos, muchas veces se la relaciona con Irat Hashem, ese temor reverencial a Hashem que despierta nuestra EMUNA. Esta palabra tan conocida y hasta “gastada” de tanto uso, encierra en sus letras otra palabra que describe la labor de estas mujeres. Ellas eran artesanas (en hebreo) Omenet, que, con su sabiduría, proveniente del corazón, iban tejiendo lo importante: La Emuna. La confianza y la sabiduría no son atributos que nos llegan así nomás. Requieren de una labor artesanal, minuciosa, que combina colores y texturas, pero principalmente requieren mucha paciencia y dedicación constante. Tal vez por eso el texto, realza esta tarea como femenina.

Pero como todos los midrashim son valiosos y nos traen luz sobre diferentes aspectos, voy a retomar la explicación de Rashi sobre este pasaje: Vaiabou a Anashim al a Nashim, él dice que donde dice AL se refiere a IM, que significa con o junto.

Que todo este juego de palabras e interpretaciones nos sirva para comprender que necesitamos del trabajo de todos, reconociendo nuestras capacidades, diferencias y similitudes. Tanto hombres como mujeres tenemos algo valioso que aportar en la construcción de la vida.

Ojalá que hombres y mujeres, comprendamos este mensaje y JUNTOS.

Graciela Cobe

Haftarat Vaiakhel-Pekudei

Hace algunos años atrás, en una experiencia en la que participé, me preguntaron si yo era consciente de cómo llegan las cosas a mis manos. Desde la prenda de vestir que utilizo todos los días, hasta lo que consumo a diario para alimentarme.

En aquellos días, fue una pregunta que me quedó al pasar, pero que últimamente me es más recurrente en mi vida, consumos y hábitos.
Esta semana, leyendo la Haftarat Vayekhel-Pekudei, nos relatan sobre la construcción del primer Beit Hamikdash, el Gran Templo de Jerusalem, a cargo del Rey Salomón, hijo del Ray David.

Hay cuatro comentaristas: Rashi, Radak, Ralbag y Abarbanel, que acercan una idea de por qué el Rey David no construyó el gran templo de Jerusalem y por qué el Rey Salomón, durante su construcción, no quería utilizar la fortuna que heredó de su padre para el armado de esta casa sagrada.
Según estos sabios, David había sido un hombre de guerra, esos materiales, metales y joyas podrían haber sido obtenidas como botín de guerra, es decir que, tal vez, costaron vidas.
Pero acá traigo ese planteo que me hicieron hace años atrás, conceptualmente. ¿Podemos construir una casa de paz y espiritualidad a costas de algo obtenido al precio de la guerra y sangre?

Si este escenario lo traslados al presente, lo que construimos, lo que consumimos, lo que recibimos y lo que damos, ¿somos conscientes del origen? ¿Debemos saberlo? ¿Hace falta? ¿Qué pasa si algo tiene un buen fin pero no es bueno su origen? ¿Debemos de aceptarlo?
Aclaro que no tengo las respuestas, pero eso no me detiene a seguir buscándolas a través de las preguntas y la reflexión.

Creo que hoy estamos transitando un período de consciencia y compromiso humano-social, donde traemos a flote preguntas que, tal vez, pueden incomodar pero, creo, que son los cimientos necesarios para una nueva generación y la sociedad que algún día soñamos ver.

¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftarat Ki Tisa

Este Shabat tiene un nombre especial, se denomina Shabat Pará y es el tercero de los cuatro shabatot especiales antes de pesaj.

La Haftara en alusión a este Shabat nos trae la historia del profeta Iejezkel quien menciona las “aguas purificadoras” que Di-s rociará sobre nosotros con la llegada de la redención. Lo qué conecta el tema de la lectura adicional de la Torá de esta semana: las cualidades
purificadoras de la “Vaca Roja”.

Nos cuenta la tradición qué D’s trajo de regreso al pueblo a su tierra y los purifico con las aguas de la vaca roja. La gente se avergonzó de sus acciones, y después de haber pasado por el proceso de purificación y arrepentimiento, Di-s reconstruyó el país y le otorgó prosperidad y generosidad.

Repobló las ciudades, y las ruinas fueron edificadas. La tierra asolada fue trabajada.

Y dijeron: ‘Esta tierra que estaba asolada se transformó en el Jardín del Edén, y las ciudades que fueron destruidas y desoladas y derribadas fueron reestablecidas como ciudades fortificadas.

Esta declaración fue dicha por Iejezkel hace cientos de años, la promesa para aquella generación la podemos ver nosotros hoy plasmada en el estado de Israel vibrante y moderno qué tenemos.

Debemos ser conscientes de la posibilidad única de tener un estado judio a nuestros pies, al alcance de un vuelo de avión.

Lo qué no podemos permitir es qué la división interna nos consuma, qué la política nos lleve a todos los judios, vivamos o no en la tierra de Israel a dividirnos y pelear entre nosotros mismos. No podemos dejar que nuestras divisiones ideológicas nos lleven a romper las bases construidas hace menos de 80 años atrás con tanto esfuerzo.

Esto solo nos aleja de la esencia de nuestro pueblo, de sus ideales, su objetivo común y entonces perdemos el eje , nos impurificamos, perdemos todo.

Existe un enemigo común para todos nosotros y hoy lo vimos actuar en el centro de Tel Aviv, ese enemigo es el antisemitismo, el terrorismo, el odio, la violencia en manos de quienes nos quieren destruir.

Así como el pueblo judio en los tiempos de los profetas se unió para superar las batallas difíciles es tiempo de qué nosotros bajemos las barreras qué nos dividen y nos juntemos para un mismo objetivo, qué lleve a nuestro pueblo a un futuro de paz, prosperidad, hermandad y amistad entendimiento mutuo y amor al otro para no perder lo qué es nuestro

Jardín Del Edén en Medio Oriente.

Shabat shalom
Sem Mati Bomse

Parashat Ki Tisa

“En la Parashá de la semana, leemos sobre el becerro de oro, que arma el pueblo de Israel mientras Moshe está en la montaña recibiendo los Diez Mandamientos. El pueblo se impacienta, cree que Moisés los ha abandonado y crean un ídolo para adorar. Moisés se enoja y rompe las tablas cuando ve la traición del pueblo.

Hay muchas lecciones que podemos extraer de esta historia, una de las cuales es el poder de la tentación y la facilidad con la que podemos desviarnos de nuestros principios. Nuestros antepasados acababan de presenciar los poderosos milagros de Dios, pero rápidamente olvidaron Su bondad y volvieron a la adoración de ídolos.

Es un recordatorio para nosotros de que debemos estar alerta para proteger nuestra fe y no sucumbir a deseos materialistas o egoístas.

Otra lección es la importancia de asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Cuando Moisés confronta a Aarón sobre el becerro de oro, Aarón inicialmente niega su responsabilidad y culpa al pueblo. Sin embargo, finalmente reconoce su error y trata de enmendarlo.

Asumir la responsabilidad de nuestras acciones, en lugar de culpar a otros o poner excusas.

En conclusión, la parashá Ki Tisa nos enseña varias lecciones esenciales sobre la fe, la tentación y la responsabilidad. Depende de nosotros reflexionar sobre estas enseñanzas y aplicarlas a nuestras vidas para convertirnos en mejores personas.”

El comentario de esta semana fue realizado por Inteligencia Artificial, lo que pone en Jaque diversas cuestiones, y me hacen pensar en lo siguiente:

¿Cuan fácil es la tentación de delegar nuestras tareas y responsabilidades en salidas fáciles?
¿Cuan alerta estamos del cuidado de los nuestros? ¿Da lo mismo que estés al 100% o que un chat artificial responda por vos? ¿Estamos Asumiendo nuestras responsabilidades, a lo que nos comprometimos? ¿Estamos teniendo en cuenta los objetivos que nos propusimos al comienzo del año?

Depende de nosotros saber que no hay nadie como nosotros, que justo somos la persona indicada para llevar adelante todo objetivo que nos hayamos propuesto, haciendo parte a la tecnología que crece y acompaña, pero sabiendo que nunca, pero nunca, podemos dejar que un otro, sea humano o sistema, piense y sienta por nosotros.

Tenemos la posibilidad de poner nuestro medio shekel sobre la mesa, de ser parte en cuerpo y alma de nuestro alrededor, y estoy seguro que la tecnología y las nuevas herramientas, están a disposición para hacernos crecer y entonces, transformarnos en la mejor inteligencia natural para cada uno de los que cuentan con nosotros.

Shabat Shalom.
Sem. Brian Bruh

Parashat Tetzave

Me acuerdo que cuando tenía 15 años, una vez, me dijo una chica: “A mi me gustan con otra onda, más tipo rollingas”, a lo que yo le respondí : “Sigo a los Stones desde el ’94”. Hubo un silencio y cada uno se fue para otro lado.

Esta introducción anécdotica es para encarar nuestra parashá “Tetzave”.

Esta semana hay dos cosas atípicas:

1) Moshé no es mencionado en ningún momento, es como si el guión hubiera pegado un volantazo y pasaras de un protagónico a extra.
2) Aharon, el hermano más grande de Moshé, el que le pasaba los buzos que le quedaban chicos, tiene el protagónico. D´s le dice que tiene que empezar a usar ciertas vestimentas especiales (Shemot 28:4) porque de su decendencia serán los sacerdotes (Kohanim) y ellos van a empezar a cumplir con ciertos rituales.

Acá el tema, ¿somos lo que vestimos o nos convertimos en lo que llevamos puesto? Una prenda puede reforzar nuestra autoestima o bien avergonzarnos, pero ¿eso nos define?. De chico, a veces, me preguntaba por qué Batman, Superman y la Mujer Maravilla tenían que cambiarse la pilcha para salvar a la ciudad, ¿por qué no se podía hacer con camisa y pantalón? ¿Acaso no podemos ser rollinga y vestir de otra forma?¿Somos lo que la gente ve de nosotros? ¿Somos lo que el otro quiere ver? ¿Podemos buscar la identidad a través de la vestimenta? Tal vez podemos pensar que la imagen dice algo pero no define. Acaso si somos religiosos pero no vestimos como uno, ¿qué imagen transmitimos? ¿en qué nos convierten? ¿Somos menos religiosos? y ¿si vestimos como religiosos pero no actuamos como tal? ¿Para qué es la apariencia?

Lo que se ve no siempre es lo que parece.

¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftarat Tetzavé

Ezequiel 43:10
43:27

En consonancia con la parashá, esta Haftará nos habla de cómo construir la Casa, de cómo deben ser sus formas y medidas y cómo todo debe estar dispuesto.

Entendemos que esta Casa-Mishkan es nuestro propio interior, que D’s a través del profeta nos está hablando a nosotros mismos, nos invita a conocernos, a saber cómo disponer dentro nuestro las actitudes y sentimientos hacia el prójimo, qué puertas dejamos abiertas, cuales cerramos, qué salidas existen.

Estas entradas tienen que ver con lo que oímos, con lo que vemos y con lo que interpretamos de nuestro acontecer cotidiano, de nuestra vida.

A qué damos fe, qué diseño elegimos para nuestro vivir, nuestra conducta, ideas, acciones hacia dentro y fuera de nosotros mismos.

Cómo tratamos nuestro cuerpo, qué comemos, qué decimos, qué hacemos con lo que escuchamos.

Nuestro profeta nos habla de que por encima de toda esta construcción hay algo superior a nosotros mismos, algo especial. Nos habla de la montaña, nos hace pensar en el Sinaí, donde hace dos parashiot nos encontrábamos emocionados recibiendo los Aseret Hadivrot, prometiendo que “haremos y escucharemos”.

Primero hay que construir el altar, y esto nos lleva a Iaacov, cuando agotado decidió descansar para soñar con los ángeles que subían y bajaban, para despertar y construir, poner una piedra sobre otra en nombre de D’s, quizás las mismas donde había descansado y desde donde provenía su sueño, sueño que miraba hacia el futuro y que solo un poco más adelante lo
convertiría en Israel.

Todos construimos de distinta manera, pero el eje debe tener principios y valores fundamentales para soportar la construcción. Debe mirar a altos principios que puedan volcarse en nuestro hacer de cada día, en la relación de uno con otro y sobre todo en la transmisión de lo que nos constituye, nuestro ser judío.

Nuestro profeta nos habla de una nueva Jerusalem que los sabios interpretan como una visión profética de la construcción de un segundo y tercer templo, porque las otras construcciones se destruyeron. No pudieron mantenerse en pie porque estaban forjadas por la idolatría, porque el pueblo amaba al sol y la luna.

Tomamos esto metafóricamente, casi como la expresión de la falta de coherencia y cohesión con nosotros mismos, donde cada idea nos lleva hacia diferentes destinos y no se reconocen una con la otra, donde no intentamos siquiera ser Ejad, uno, coherente, encontrando una misma melodía, una misma forma de actuar.

“Enséñales”, le dice D’s a Ezequiel, cómo es la construcción, cómo el ritual, quienes lo llevan a cabo…

Enséñales, que tengan un conocimiento interno, profundo, que no se queden en la superficie de lo que ven los ojos.

Que podamos en este Shabat Tetzavé construirnos a nosotros mismos, conocer cómo hacerlo de la mejor manera, con la fórmula que hace milenios nuestro pueblo ha aprendido y perfeccionado.

Y sobre todo que podamos transmitirle a nuestro hijos las bases fundamentales de esta arquitectura, para que ellos mismos puedan construirse y a la vez re construirnos.

Shabat Shalom
¡Jag Purim Sameaj!
Norma Dembo

Parashat Trumá

Shemot 25-27:19

Convirtiendo lo profano en sagrado

Terminamos la parashá pasada, Mishpatim, con una expresión de sumisión de nuestro pueblo: Naasé VeNishmá, haremos y escucharemos.

¡Qué compromiso! Pareciera que tal es la actitud hacia D’s que, sin saber qué se nos pide estamos dispuestos a cumplirlo.

Y a poquito de andar se nos pide una ofrenda, una Trumá.

Si llevamos esto a la vida de todos los días deberíamos preguntarnos si estamos tan dispuestos a ofrendar, a poner de lo nuestro, de nuestra parte y a comprometernos.

¿Podremos construir un Mishkán, un refugio para que habite lo especial y divino?

¿Y seremos capaces de hacerlo mirando hacia el futuro?

Recordemos que en Bereshit 15:14 se nos dice que nuestra salida de Egipto sería BiRajash Gadol, con gran riqueza y fortuna.

De allí salió el oro para fabricar el Mishkán. De la lana de los rebaños salieron los tejidos, las cortinas.

Nos cuenta el Midrash que laacov Avinu cuando descendió a Egipto en busca de comida les dijo a sus hijos: “Ustedes serán redimidos de este lugar y D’s les pedirá construir un Mishkán, y de dónde saldrá la madera?

En esta especie de comprensión transgeneracional fueron plantados los cedros cuya madera construyó la mesa que también hoy es apoyo para para nuestros libros, para vestirla de fiesta cada Shabat, para cumplir con la mitzvá de hajnasat orjim, para compartir…

La actitud de laacov fue de constructor, miró para el futuro.

Hay quienes en la vida tienen vocación de herederos, otros tienen actitud de constructores, como laacov, como todos los pioneros que cuando llegaron convirtieron lo profano, las simples piedras, en algo sagrado como una escuela, un shil, nuestros lugares de encuentro.

Nos remite esto a Bereshit 28:18-22, las piedras que le sirvieron a laacov para apoyar su cabeza y soñar se convirtieron en sagradas porque con esas simples piedras él construyó un futuro.

Somos herederos de nuestra tradición, y nuestra tradición nos enseña a ser constructores y mirar hacia el futuro. Sigamos plantando árboles que así los desiertos se convierten en tierras prometidas.

¡Shabat Shalom Umeboraj!
Norma Dembo