Irmiahu 46:13-28
Recordemos una vez más que nuestro profeta vivió en el año 650 aec.
Pertenecía a una familia de Cohanim que vivían al noreste de Ierushalaim.
Le tocó ver caer a Nínive, aniquilada por el imperio asirio en el 606 aec.
Fue llevado a Egipto y de ahí proviene su última profecía para el pueblo de Israel.
No se sabe si murió en Egipto o en Babilonia.
Se cree que es el autor de Sefer Melajim (El libro de los Reyes) y de Meguilat Ejah (El libro de Lamentaciones).
Esta Haftará está en total analogía con la Parashá a la que acompaña.
Nos encontramos con un rey cobarde, que se ha sentido poderoso pero rehuye ahora la batalla y no enfrenta a su enemigo en el plazo señalado.
Tal como el faraón no aceptó tampoco el plazo señalado.
En este caso las huestes babilónicas destruirán el país, de ahí iremos al exilio y D´s cumplirá su palabra.
El país será destruido por causa de la idolatría “que como víbora se expande”.
El faraón había ya padecido una gran derrota y finalmente termina destruido por el Rey de Babilonia tal como lo había vaticinado nuestro profeta.
Vemos que sea cual sea el faraón de turno y aunque amenace y quiera quitar libertades sigue siendo más fuerte el pueblo que se une para no dejarse arrastrar a la idolatría, o sea, a vender sus convicciones y creencias, su fe.
Sabemos que no es fácil que cada uno defienda sus ideas y aún así luchar todos juntos por un lugar mejor. Esta sería la fórmula de la justicia y podríamos contar como nos enseña nuestro profeta que de esa manera D’s no nos destruirá.
¡Shabat Shalom Umeboraj!
Norma Dembo