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Parashat Ki Tavó

La Parashá de esta semana, “Ki Tavo”, incluye la descripción de un, hermoso, ritual que el pueblo debía de realizar una vez establecido en Eretz Israel. ¿Cómo era? Básicamente, Moisés les ordena que coloquen los primeros frutos de su cosecha en una canasta y los presenten a los Cohanim (sacerdotes) en el Templo. Mientras lo hacen, deben recitar una frase o fórmula que recuerda que fueron un pueblo esclavizado en Egipto, liberado por Ds, y que se les dio la tierra cuyos primeros frutos ahora pueden disfrutar. También deben reservar una décima parte de su coFsecha para los Levim (levitas), el extranjero, el huérfano y la viuda, y deben cumplir todos los mandamientos que se les han dado (siempre tan sencillo el judaísmo).

Los/as invito que nos centremos en la primera línea de la fórmula que recitaba el pueblo al presentar sus primicias (frutos). Esta frase, que más tarde pasó a formar parte de la Hagadá de Pesaj, comenzaba diciendo “Arami Oved Avi…”, que solemos traducir como “Mi padre era un arameo errante”. Y continúa diciendo: “Descendió a Egipto y se quedó allí… los egipcios nos trataron con dureza… Clamamos a D´s… D´s escuchó nuestra súplica… D´s nos liberó de Egipto… y nos dio esta tierra”.

Varios comentaristas nos acercan algunas inquietudes: ¿quién era exactamente este arameo? ¿Era Abraham, cuya madre había nacido y crecido en Aram-naharaim? ¿O era Iaacob, cuya madre también era de allí? Otros dicen, basándose en el hecho de que la palabra “Oved” también puede significar “Oprimir”, que el versículo se refiere a Labán, el padre de Rajel y Lea, que “oprimió a mi padre” (Labán se la hizo pagar a Iaacob a trabajando para él un total de 14 años para casarse con sus hijas). Como el versículo continúa diciendo que esta persona descendió a Egipto, podría referirse tanto a Abraham como a Iaacob, ya que ambos bajaron a Egipto en distintos momentos.

Sea quien sea esta persona al que se refiera este versículo, pareciera que hay un fin claro en este acto: Memoria. Maimónides en su obra filosófica “Guía de los perplejos”, afirma que una de las razones por las que se exigía este ritual era para que “personas que amasan fortunas y viven en la comodidad… suelen ser víctimas de excesos egocéntricos y de la arrogancia. Tienden a abandonar las consideraciones éticas a causa de la creciente preocupación por sí mismos”. Tal vez, podemos pensar, que acercar primicias y recitar este mantra histórico era la manera en las que nos invitan a nunca alejarnos de nuestra humildad.

Evitar la tentación y el camino de convertirnos, potencialmente, en personas arrogantes y autocomplacientes, olvidando nuestro origen e historia. Recordar que una vez fuimos pobres, errantes y oprimidos. La figura del “arameo” puede referirse tanto a nuestros opresores como a nosotros mismos, porque también puede pasar que a veces seamos nosotros los que nos oprimimos. Nos olvidamos de nuestras historias por buscar constantemente más “frutos”, más ganancias y prosperidad.

Este alegre ritual de celebración debería recordarnos y reconocer lo que hemos logrado. Que venimos de orígenes humildes; que no debemos centrarnos tanto en lograr y tener porque podemos llegar a perder algo de nuestro sentido de gratitud y humildad y, con ellas, nuestra capacidad de disfrutar de aquello que tenemos.
Tal vez por eso mismo este versículo sigue siendo parte de nuestro Seder de Pesaj. Recordar que gracias a la libertad y la gratitud podemos disfrutar aquello que tenemos.

¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

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