Como ya mencionamos en otras oportunidades las haftarot para una misma parashá no siempre coinciden totalmente. Esencialmente las diferencias se observan entre las comunidades de origen “ashkenazi” y “sefaradí”.
El texto de la haftará correspondiente a la Parashá de ésta semana “Parashá KI TISA” , perteneciente al segundo libro de la Torá Shemot – traducido incorrectamente Exodo – se encuentra en el libro Melajim I – Reyes I – capítulo 18. La diferencia mencionada en el párrafo anterior se da en que los ashkenazim comienzan la lectura de la haftará en el versículo “1” y los sefaradim en el versículo “20”, ambos del mismo capítulo.
La temática de ésta haftará puede afirmarse que constituye un complemento de la parashá, sin que ello implique un agregado a ésta, hecho que en el estricto ordenamiento de la Torá, está expresamente prohibido agregar o quitar ni siquiera una letra. La Parashá Ki Tisá comienza en que el Eterno dice a Moshé – Moisés – efectúe un censo de los hijos de Israel con un determinado procedimiento y finalidad. Todo aquél que sea censado, varón de veinte años de edad para arriba, ofrecerá a D’OS medio shekel, un rescate por su alma y para que no sufra plagas, siendo para todos la misma Trumá – donación – en igualdad entre ricos y pobres. Se extiende en los detalles de los distintos elementos destinados al ritual, la construcción esencialmente del Mishkan – Tabernáculo – y las funciones específicas y procedimientos destinados a Aarón y sus hijos en su condición de sacerdotes. Los requisitos a guardarse en los procedimientos son estrictos para ellos los sacerdotes y el pueblo y, las sanciones ante determinados incumplimientos y las gravedades por posibles desvíos morales y actitudes asimilables a costumbres paganas de la época. A éste respecto se lee la exigencia del pueblo de Israel a Aaron a que les construya un dios que los presida en su marcha ante la presumida dilatación en el tiempo por parte de Moshé en la cima del monte Sinaí, quien forzado finaliza con la construcción del becerro de oro y, Moshé que en dos ocasiones y circunstancias diferentes desciende del monte Sinaí con distintas Tablas de la Ley, no disímiles en su espíritu pero distintas en su forma material y contenido.
La Haftará se refiere al desvío de las enseñanzas de la Torá y principalmente de quien debiera constituirse en ejemplo del pueblo dada su investidura, el Rey Ajhav, que reinó entre los años 874 y 853 aec.
El Todo Poderoso recurre a Elihau – profeta Elías – siglo VIII aec, encomendándole se presente ante el Rey Ajhav, debido a que transcurrió mucho tiempo de sequía y, en el tercer año, enviará lluvias sobre la tierra. La sequía produjo hambruna en Shomrón – Samaria – territorio que pertenecía al reino de Ajhav. Pero, la gravedad de la conducta de Ajhav mereció tal castigo él y el pueblo de Israel. Ajhav no sólo no cumplió con las prescripciones de la Torá, sino que incurrió en conductas asemejadas a las conductas paganas de la época, al extremo que se casó con Izevel – Jezabel – que adoraba los ídolos Baal y Asherá, además de haber extirpado a los profetas de Israel. Ajhav ante el agravamiento de la situación producida por la sequía llamó a Ovad’yahu que estaba a cargo de la casa y temeroso en gran manera de D’OS, a tal extremo que cuando Izevel extirpaba a los profetas Ovad’yahu tomó cien profetas, los escondió en dos cavernas con cincuenta de ellos en cada una y los alimentó con pan y agua. Ajhav le encomendó a Ovad’yhau que recorra fuentes de agua y arroyos por un camino y él por otro, con el fin de encontrar hierbas y salvara los caballos y mulas. Ovad’yahu iba solo cuando se cruzó con Elías a quien conocía. Elías le dijo que fuera y dijera a su señor que Elías estaba ahí, a lo cual Ovad’yahu se resistió por temor a ser muerto por Ajhav, a lo cual Elías le afirmó que se presentaría hoy mismo ante Ajhav. Al encontrarse Ajhav y Elías, aquél le dijo: “Eres tú perturbador de Israel ¿ ”, a lo cual Elías le respondió que convoque a los cuatrocientos cincuenta profetas de baal en el monte Carmelo, y a los cuatrocientos cincuenta profetas de asherá que comen en la mesa de Izevel.
A partir de aquí, el versículo 20, comienzan la lectura los sefaradim.
Ajhav envió a todos los hijos de Israel y convocó a los profetas en el monte Carmelo.
Elías se acercó e intentó una acción tendiente a demostrar la autenticidad de los profetas de Israel, diciéndole al pueblo que sólo él quedó como profeta de D’OS y los profetas de baal son cuatrocientos cincuenta. Que les den dos bueyes y que cada uno de ellos invocando a su dios intentará concretar un holocausto y quien logre su objetivo será el verdadero D’OS a quien adora. Los adoradores de baal danzaban, gritaban y se tajaban con sus espadas hasta que brotaran la sangre de ellos. Entonces Elias llamó al pueblo, construyó un altar con doce piedras de acuerdo a las doce tribus de los hijos de Yaakov y una zanja alrededor del altar y la llenó con cuatro cántaros de agua. Elías se acercó, invocando el nombre del Eterno, Dios de Abraham, Isaac e Israel (Yaakov), le pidió que lo escuche para que ese día se sepa que Tú eres D’OS de Israel y yo soy Tu siervo, y que éste pueblo sepa que Tú has hecho volver sus corazones. Cayó el fuego que consumió la ofrenda, el agua en la zanja, la leña y las piedras y el pueblo al ver todo lo acontecido se postró a tierra y exclamaron: “El Eterno es D’OS, El Eterno es D’OS”. (ADONAY HU HAELOHIM).
En la Parashá dice que los hijos de Israel respetarán el shabat durante todas sus generaciones y será señal eterna del Pacto. En la Haftará, D’OS cumple con Su Palabra y no olvida al pueblo de Israel.
El aporte del medio shekel es para todos el mismo, ricos y pobres y en forma anónima.
Al contar la cantidad de medios shekel se sabrá cuántos son los varones mayor de veinte años de buen corazón dispuestos a servir y honrar a D’OS y, ese importe será destinado para el mantenimiento del Mishkan y el culto, por parte de Aarón y sus hijos.
Ese donativo que anónimamente aporta cada uno con el medio shekel contiene el valor de exculpación por transgresiones cometidas y el voluntario arrepentimiento.
La concordancia temática entre Parashá y Haftará, y con la exclamación final “Adonay Hu Haelohim” es que en nuestro luaj – calendario hebreo – tenemos el día de Yom Kipur, en que finalizamos los rezos con esa exclamación.