Me acuerdo que cuando tenía 15 años, una vez, me dijo una chica: “A mi me gustan con otra onda, más tipo rollingas”, a lo que yo le respondí : “Sigo a los Stones desde el ’94”. Hubo un silencio y cada uno se fue para otro lado.
Esta introducción anécdotica es para encarar nuestra parashá “Tetzave”.
Esta semana hay dos cosas atípicas:
1) Moshé no es mencionado en ningún momento, es como si el guión hubiera pegado un volantazo y pasaras de un protagónico a extra.
2) Aharon, el hermano más grande de Moshé, el que le pasaba los buzos que le quedaban chicos, tiene el protagónico. D´s le dice que tiene que empezar a usar ciertas vestimentas especiales (Shemot 28:4) porque de su decendencia serán los sacerdotes (Kohanim) y ellos van a empezar a cumplir con ciertos rituales.
Acá el tema, ¿somos lo que vestimos o nos convertimos en lo que llevamos puesto? Una prenda puede reforzar nuestra autoestima o bien avergonzarnos, pero ¿eso nos define?. De chico, a veces, me preguntaba por qué Batman, Superman y la Mujer Maravilla tenían que cambiarse la pilcha para salvar a la ciudad, ¿por qué no se podía hacer con camisa y pantalón? ¿Acaso no podemos ser rollinga y vestir de otra forma?¿Somos lo que la gente ve de nosotros? ¿Somos lo que el otro quiere ver? ¿Podemos buscar la identidad a través de la vestimenta? Tal vez podemos pensar que la imagen dice algo pero no define. Acaso si somos religiosos pero no vestimos como uno, ¿qué imagen transmitimos? ¿en qué nos convierten? ¿Somos menos religiosos? y ¿si vestimos como religiosos pero no actuamos como tal? ¿Para qué es la apariencia?
Lo que se ve no siempre es lo que parece.
¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber