El nuevo universo
En lo personal éste es uno de los textos más emocionantes y con los cuales más me identifico de la Torá. Puedo percibir ese llamado y esa búsqueda interior como un crecimiento espiritual y el desarrollo de la fe.
Abraham es la figura central por excelencia, el elegido con todas sus virtudes; quien acepta el reto de la responsabilidad y se convertirá en modelo de comportamiento, pero para ello deberá transitar un largo camino de equivocaciones, desilusiones, traspiés. Sólo asumiendo cada uno de ellos y aprendiendo de ellos, logrará ser quien fue.
El Talmud dice que así como hay diez generaciones de Adam a Noaj, y diez de Noaj a Abraham, así también Abraham deberá pasar por diez pruebas.
Las primeras de estas pruebas figuran aquí y nos dan a entender que se requiere de un proceso transformador en la vida para llegar a ser un individuo íntegro. No se nace perfecto. Uno puede y debe ir perfeccionándose.
Quiero remarcar dos puntos poco claros del texto para que comprendamos el proceso de evolución de Abraham:
1) Al finalizar la parashá anterior, se nos dice que Teraj, el padre de Abram, salió de Ur Casdim con su familia camino a la tierra de Canaán. A medio camino se quedan en Jarán donde Teraj fallece. En ese momento viene el gran llamado del “Lej Lejá”: “Ve para ti, de tu país, de tu pueblo y de la casa de tu padre”.
Primer punto a notar: ¡El orden de las salidas es justamente al revés! Dejas la casa, después la ciudad y por último el país. Evidentemente hay otra intención; “la salida” es un proceso interior. El orden se da en el grado de dificultad, de lo más fácil a lo más complejo.
Abandonar las cosas que nos moldearon, la educación que recibimos, los mandatos; es parte de la revolución espiritual. Es todo un desafío. Siendo parte del propio crecimiento con nuestras elecciones.
2) El segundo punto es que familiarmente ya habían salido del “país”. Sin embargo, el texto dice claramente “deja tu país… para ir a la tierra que yo te mostraré”. Aquí se muestra que la decisión de Abram debía ser propia y no impulsada familiarmente.
En cada paso de este relato, vemos cómo Abram va desarrollando un sentido de responsabilidad por aquello que vendrá; quienes finalmente seremos nosotros. Después de un mundo destruido por el diluvio, de una sociedad que debe aprender a convivir con las diferencias y el pluralismo; aparece un personaje que unirá todos esos aprendizajes para Reconocer, Recrear y Creer en la unicidad de un Dios Creador.
Será por eso que el comentarista Benno Jacob, nos enseña que en el llamado del Lej Lejá: Dios usa la expresión barej, bendecir, en cinco ocasiones: (1) y te bendeciré; (2) tú serás una bendición; (3) y bendecirás; (4) a los que te bendigan; (5) serán bendecidos.
Estas bendiciones tienen su paralelo en las cinco veces que se menciona la luz (“or”) en el primer día de la creación. Así, se nos muestra que con Abraham aparece la creación de un segundo mundo. Y se trata de un mundo de bendición, de luz; un mundo con valores hacen trascender un mensaje. Un hombre que dedica su vida a la entrega de su legado a su descendencia y a toda la humanidad; nosotros somos los receptores y los privilegiados; sepamos aprovecharlo.
Shabat Shalom uMeboraj!
Rab. Sarina Vitas