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Parasha Vaieshev

Esta semana leemos parashá Vaieshev, esta es la historia de un hombre llamado Iosef, amado por su padre y odiado por sus diez hermanos. Iosef era de lo más simpático pero, al parecer, no era muy consciente de lo que generaba cuando compartía sus sueños con el resto de su familia. Sus relatos eran más o menos así: “tuve un sueño donde todos ustedes se van a arrodillar frente a mí”. Nada en contra de los sueños (porque, como dice Kevin Johansen, “Qué lindo que es soñar”). Pero Iosef, al parecer, no tenía ese tacto para contar un sueño sin que los hermanos se lo quieran comer en un pan. A tal punto que, una vez, planean matarlo. Rubén, el hermano mayor, plantea que le parece algo exagerado matar a un hermano, por lo que deciden realizarle un castigo menor: tirarlo a un pozo, y luego venderlo.

Iosef llega a Egipto, trabaja para Potifar y tiene tan buena suerte que su mujer lo quiere seducir. Iosef se niega, pero la mujer lo denuncia y lo condenan a prisión. En la cárcel, conoce a dos personas: al escanciador y al panadero (ninguna relación con el de Boca). Ambas personas tienen un sueño que los perturbaba y Iosef, de manera muy amable, los atiende interpretando cada sueño. Al Panadero le dice: “En tres días, el rey te va a llamar y te va a matar” . Pero al escanciador le dice “En tres días, el rey te buscará y volverás a tu trabajo”.

De manera muy interesante, el texto nos regala esta perla que Iosef le dice al escanciador: “Mencióname ante Parho y sácame de esta casa” (Bereshit 40:14).

Iosef pide una mención, tal vez sea el primer pedido de mención pre era de redes sociales, donde todos/as piden una mención. Pero, pensando un poco más profundo, yo entiendo que el pedido es un mecanismo para mirar atrás en la historia de cada uno de nosotros, en modo de agradecimiento.

Lo que el escanciador no debe de olvidar es que, gracias a quien está donde está, como el recibió esa ayuda, que la pueda devolver. A veces, no somos muy conscientes de todos los procesos que conllevan algunas situaciones. Como alguien bien me supo contar, cuando compramos una botella de vino y le agradecemos al vendedor/a que nos atendió, en verdad esa persona le debe de agradecer o mencionar al que produce el vino, el que produce el vino, a aquel que lo embotelló, luego al que preparó y lo estacionó, ellos/as a los que recogieron el fruto, los otros a los que lo plantaron y así sucesivamente.

En la mención tenemos un desafío con la memoria, de no olvidar gracias a quienes estamos donde estamos.

Shabat Shalom
Wally Liebhaber

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