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Parasha Shemini

Vaikrá 9:1-11:47

Nuestra Parasha para esta semana tiene muchísimos temas y muy interesantes, y cada uno de ellos muy importantes, y en esta oportunidad, me voy a referir al evento sucedido con Nadav y Avihu, los hijos de Aharón Hakohen.

Comienza diciendo, el primer versículo del capítulo 10,: “Tomaron los hijos de Aharón, Nadav y Avihu sus Incensarios; pusieron en estos, fuego y colocaron incienso sobre este, acercando ante D´os un fuego extraño, que El no había ordenado. (2) Y salió un fuego de ante D´os, consumiéndolos y murieron delante de Hashem”.

La primera pregunta que surge de manera espontánea es, ¿Acaso hicieron algo tan malo para terminar sus vidas de esta manera?
Y nos explican nuestros sabios, que ellos sentían una pasión y un anhelo tan profundo por acercarse a la Divinidad que sus neshamot no pudieron permanecer dentro de sus cuerpos, entonces el fuego, que siempre está en una actitud ascendente se los llevo. La pasión desmedida los llevo a hacer algo, que como dice el pasuk “Asher lo Tziva otam”(Que no se les había ordenado). Y entonces ¿qué es lo que sí, estaba ordenado?, deberíamos volver a leer la parashá anterior, Tzav, donde está claramente detallado.

¿Para qué, la Torah nos cuenta esta historia? Encontré un pequeños Maize (historia) jasídico que nos va a ser de mucha ayuda.

El hijo del Maguid de Mezritch Rav Abrahham, era conocido como Rab Abraham el Malaj(Angel). Era tan santo y puro como un ángel, dedicando todo su tiempo al estudio de la Torah y la plegaria. Comía, bebía y dormía con mucha moderación ya que lo consideraba una pérdida de tiempo.

Una vez, luego de estudiar un concepto muy profundo de filosofía Jasídica junto a su compañero de estudios, el Rab Shniur Zalman – el Baal Hatania- quedo estupefacto al ver a este último comer una rosca con manteca después de haber terminado con el tema que los ocupaba. Al notar la perplejidad de Rab Abraham frente a la indulgencia en una comida de lujo luego de acabar de terminar de estudiar conceptos tan elevados, Rab Shniur Zalman, le explico a su jabruta (compañero de estudio) que durante el estudio había sentido su alma tan apegada a lo que estaban aprendiendo que casi quería abandonar el cuerpo. Por lo tanto, decidió comer la rosca para reconectar su neshama con su cuerpo y recordarle que su propósito es permanecer aquí abajo en este mundo.

No vinimos a este mundo para ser ángeles, el mismo Rab Shniur Zalman va a dedicar el capítulo 35 del Tania para desarrollar este tema con mayor amplitud. Pero en pocas palabras nos dice: La intención en el estudio de la Torah y la plegaria es un paso necesario para llevarnos a la acción, ya que como decimos siempre “Haikar hu hamaaze”(lo importante es la acción) No podemos aferrarnos apasionadamente,” Solo” a rezar y a estudiar. La Tefilah y el estudio son el vehículo para direccionarnos a la acción correcta, recién cuando terminemos de realizar el acto, habremos de cerrado el circulo. Claro que no se termina ahí ya que nuestros maestros nos dicen siempre, que una buena acción nos lleva a otra buena acción y así sucesivamente.

Como muchas veces decimos, venir al templo rezar y estudiar esta buenísimo. Pero ¿qué hacemos cuando cruzamos el umbral de la sinagoga y salimos a la calle con toda la espiritualidad que acumulamos dentro? Los monjes tibetanos se colocan una toga naranja suben al monte, se alejan de todo y meditan allá arriba. La verdad debe ser un ejercicio interesante, pero no tiene nada que ver con la vida real. ¿Qué le reclamaba el pueblo a Moshe cuando subia al monte? Lo querían abajo con ellos, liderándolos para la acción.

Es por eso mis queridos amigos, que la parashá de esta semana nos invita a la acción en este mundo material, usemos el GPS de la Torah para llevar a buen puerto nuestras acciones. No es casualidad que la Torah, después de relatarnos lo acontecido con los hijos de Aharon, nos va a detallar cuales son los animales que podemos usar para nuestra dieta diaria. La comida no es santa, nosotros le damos santidad al momento de la comida. Simplemente haciendo una bendición antes y otra después de cada comida, hace que convirtamos un acto instintivo en un acto sagrado.

Hagamos, como nos enseña el gran rabino de Liadi, busquemos un compañero para estudiar Torah, que es muy bueno y hace muy bien, pero no nos olvidemos que todo lo que aprendemos, es para cerrarlo con una buena acción. Podemos venir a la Kehila a estudiar, hay muy buenos cursos y la misma comunidad también nos genera espacios de Acción Social para poder canalizar todo lo que nos llevamos aprendido.

Nadav y Avihu no hicieron nada malo, pero el exceso de pasión los dejo a mitad del camino.

Shabat Shalom Humeboraj.
Ari A. Alster

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