Las primeras líneas de la parasha “Jukat” nos hablan sobre un ritual con una vaca roja (“Para Aduma”). El texto nos acerca la búsqueda de una vaca perfecta, completamente roja (en realidad, se trata de un pelaje amarronado), sobre la que no haya ningún desperfecto (por más mínimo que sea) para entregar en ofrenda a Dios.
Muchos han sido los comentaristas que, a lo largo de las generaciones, han intentado descifrar el mensaje oculto tras el ritual de la vaca roja. ¿Por qué nos piden buscar una vaca tan perfecta que difícilmente logremos encontrar?
Me gusta pensar que tal vez este pedido es un posible aprendizaje: tal vez lo perfecto no habita en la tierra sino que es jurisdicción del cielo. Este mundo es para aquellos/as que lidiamos con nuestros defectos y nuestras imperfecciones. Sabernos incompletos es sabernos humanos, saber que tenemos la capacidad de enmendar, aprender, crecer, corregir, cambiar, etc. Es saber que no lo tenemos todo, sino que algo nos falta, que no venimos completos porque quien lo tiene todo, no tiene nada por sumar ni por tomar, porque no le falta nada en esta vida.
La vaca roja, creo, es la posibilidad en potencia de pensar que lo perfecto no existe o no le pertenece al mundo terrenal. Pero sí podemos pensarnos como buscadores de la mejor versión de nosotros/as mismos y la de este mundo, con miras a que lo imperfecto sea lo más ideal posible. Como alguna vez escuche: “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Shabat Shalom
Wally Liebhaber