Haftara Haazinu

La Haftará de Haazinu nos trae una reflexión que va más allá de lo divino en un sentido tradicional y nos conecta con experiencias profundamente humanas. David, tras ser salvado de sus enemigos, nos deja una canción que es tanto una expresión de gratitud como una confesión de vulnerabilidad. No es solo un canto de agradecimiento, sino un reconocimiento de esa fuerza invisible que nos sostiene cuando más lo necesitamos.

David describe a esa fuerza como “mi roca, mi refugio, mi fortaleza” (2 Samuel 22:2), imágenes que nos hablan de la búsqueda de algo firme cuando todo parece tambalear. En nuestra vida cotidiana, esa “roca” puede ser la fe, las convicciones, la familia o la comunidad que nos rodea. En los momentos difíciles, buscamos un lugar, un abrazo, o incluso una palabra que nos devuelva a la tierra, que nos haga sentir que no estamos solos.

Cuando David dice: “Las olas de la Muerte me rodearon; los torrentes de la destrucción me aterrorizaron” (22:5-6), se hace eco de algo que todos, en algún momento, hemos sentido: ese miedo que nos paraliza, la angustia de enfrentarnos a desafíos que parecen insuperables. Pero lo interesante de este pasaje no es tanto la dificultad en sí, sino el poder de reconocer que, incluso en esos momentos, hay algo que nos puede sostener, ya sea la solidaridad de otros, el cariño de un ser querido o simplemente la fuerza que encontramos dentro de nosotros mismos.

Creo que esta Haftará nos recuerda que no se trata solo de esperar que algo externo nos salve, sino de construir juntos un espacio donde cada uno pueda encontrar ese apoyo cuando lo necesite. El judaísmo siempre ha puesto el foco en la comunidad, en la capacidad de estar presentes unos para otros. Esa idea de que “nadie se salva solo” es central en nuestra cultura. Así como David siente que fue rescatado de las aguas profundas, nosotros también podemos ser el sostén para alguien más, ser ese espacio seguro para quien está atravesando su propio mar de problemas.

El Sheol (el inframundo) no es solo un lugar físico o metafísico, sino una metáfora de las tinieblas emocionales y los desafíos internos. El hecho de que la palabra Sheol suene como el nombre de Shaul (Saúl) sugiere que muchas veces nuestras pruebas más difíciles vienen de lo que nos es cercano, de quienes están en nuestro entorno o de las situaciones que vivimos todos los días. Es un recordatorio de que el crecimiento personal y espiritual nace en esas confrontaciones, en los desafíos que parecen más difíciles, pero que también nos enseñan a salir más fuertes.

Cuando David dice: “Extendió Su mano desde lo alto y me tomó, me sacó de las aguas profundas” (22:17), no lo veo solo como una intervención externa, sino como una fuerza que todos tenemos dentro para ayudarnos a salir de esos momentos oscuros. Es la empatía, la solidaridad, la compañía en los momentos difíciles lo que nos permite superar las tormentas de la vida. Y, en ese sentido, todos podemos ser esa mano para alguien más, todos podemos tender un puente entre las dificultades y la esperanza.

Este mensaje tiene un eco muy fuerte en la tradición judía: no estamos solos, ni debemos estarlo. En cada acto de bondad, en cada gesto de empatía, estamos siendo ese refugio que otros necesitan. Como decía Emmanuel Levinas, “el rostro del otro es la revelación de lo divino”. Al sostenernos mutuamente, al estar presentes para quienes nos necesitan, es como realmente conectamos con esa chispa de espiritualidad que David describe tan bellamente en su canción.

Entonces, así como David encontró en su entorno y en su espiritualidad la fuerza para salir adelante, nosotros también podemos encontrar ese mismo apoyo en nuestras comunidades, en los vínculos que cultivamos. Al final del día, esta Haftará no es solo una alabanza a lo divino en abstracto, sino un llamado a la acción: ser esa “roca” para los demás, construir un espacio de confianza y solidaridad, y recordarnos que juntos somos más fuertes, que cada uno de nosotros tiene el poder de cambiar la vida de quienes nos rodean.

En definitiva, ser esa fortaleza para los demás es lo que nos hace comunidad, y esa conexión, más que cualquier otra cosa, es lo que nos sostiene en los momentos de mayor vulnerabilidad.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftara Nitzavim Vaielej

Semillas de la Redención
Comentario a Ieshaiahu (Isaías) 61:10 – 63:9

Esta semana, en la antesala de los Iamim Noraim, nos convoca la última de las siete haftarot extraídas del libro del profeta Isaias. Rabí Mordejai Iafe, gran Rabino de Praga hacia el siglo XVI, explicó en “Levush”, su obra magna, que estas siete profecias fueron seleccionadas para consolar al pueblo de Israel por la destrucción del Templo de Ierushalaim.

Isaías comienza recordando al Pueblo que: “…así como la tierra saca su fruto, y como el jardín hace florecer sus plantas, así también D-s hará florecer justicia y gloria, delante de todas las naciones.” (61:11)

A lo largo de generaciones, estas hermosas palabras fueron interpretadas como un anticipo esperanzador de la anhelada redención: así como una semilla depositada en la tierra, germina y surgen brotes que finalmente dan gran cantidad de frutos, así también ocurrirá con el pueblo de Israel.

Aunque esta Haftará no contiene una conexión explícita con la Parashá, nos prepara para los Iamim Noraim con un sentimiento oportuno e inspirador. La parashá de esta semana comienza con las palabras: Atem nitzavim haiom – “Están de pie hoy”. Estas palabras, particularmente en esta época del año, nos predisponen de una manera muy especial: Nitzavim. Estamos de pie.

Más adelante en el texto, el mandato de Moshé a Ieoshúa nos interpela: “jazak veematz”, sé fuerte y valiente. En este último Shabat del año 5784, esas palabras son para nosotros también: ¡Sé fuerte y valiente!, porque se necesita coraje para enfrentar nuestros miedos y debilidades, porque la fuerza y ​​el coraje muchas veces afloran de nuestros errores y fracasos.

Tal vez este sea también un modelo para nosotros mientras nos preparamos para las Altas Fiestas. Nuestra tradición nos indica que durante el mes que precede a Rosh Hashaná, es cuando nos tomamos el tiempo para hacer nuestra “contabilidad del alma”.

El Balance del alma, otra hermosa traducción de Jeshvon haNefesh, es un Tiempo de búsqueda del equilibrio, un período destinado a la reflexión que nos ayude a alcanzar el arrepentimiento y reparación, tanto en lo individual como en lo comunitario.

El primer paso es levantarse. Nitzavim. Estar de pie, firmes, para evitar vernos arrastrados por aquello que no podemos cambiar. De pie, como aquel que elige empoderarse, al reconocer el trabajo duro que nos ha llevado hasta el lugar donde estamos en este momento. De pie, para tener una visión con perspectiva y ver más allá…

Porque, como enseñó Viktor Frankl: “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.

 Jazak veematz, con entereza para secar las lágrimas, dar vuelta la página, ponernos de pie y avanzar, reconociéndonos todavía en proceso de transformación, todavía en movimiento, todavía en el camino.

Formamos parte de un Pueblo cuya historia recorre milenios de un lado al otro del mundo, y sigue manteniendo su identidad y sus valores hasta hoy.

Somos el Pueblo que vé germinar las semillas de la redención cuando reconoce en la diversidad su mayor fortaleza; cuando la adversidad nos enseña que somos mas fuertes cuando nos conjugamos en singular: somos el Pueblo que llora y celebra la vida como una gran Familia.

Somos conscientes de los desafios que aun quedan por delante, pero al igual que los israelitas a punto de ingresar a la Tierra Prometida, también debemos ponernos de Pie, firmes y orgullosos de quiénes somos y en quiénes nos hemos convertido.

Shabat Shalom amigos!
Leshaná tová umetuká

 A casi 1 año del 7 de octubre, una vez más, a este dolor infinito lo transformaremos en fortaleza. 

Seba Cabrera Koch

Fuentes:

  • Biblioteca. Sabios de Israel: Rabí Mordejai Iafe (Lebush). Consultado desde Chabad. org
  • Haftará Nitzavim – Vaielej. Isaías 61:10 – 63:9. Consultado desde Sefaria. org
  • Isaias Cap. 61 al 63. Versión en español. Consultado desde hatanakh. com
  • Levi, Yehuda. Haftara Parashat Nitzavim. Consultado desde Judaísmo hoy. com
  • Nowominski, Judy. Equilibrio Espiritual y Arrepentimiento. Consulado desde Exploring Judaism. org
  • Olshein, C. Lea. Standing at Attention. Comentario a Parashá Nitzavim. Consultado desde My Jewish Learning. com
  • Parashat Nitzavim – Vaielej. Deuteronomio 29:9 – 31:30. Consultado desde Sefaria. org

Parasha Nitzavim Vaielej

Esta semana leemos la PARASHÁH NITZAVIM Y PARASHÁH VAIELEJ, la octava y novena del quinto y ultimo libro de la Torah, DvARIM.

Y de alguna manera venimos hablando de las dualidades, de los opuestos, de los enfrentados, de las elecciones.

DISPERSIÓN y TIERRA DE ISRAEL.
LA TORÁ NO ESTÁ EN EL CIELO, NI DEL OTRO LADO DEL MAR.
MOSHÉ ORDENA ESCOGER LA VIDA, Y NO LA MUERTE,
LA BENDICIÓN Y NO LA MALDICIÓN,
EL BIEN Y NO EL MAL

Explica Rav Saadiá Gaón, que las secciones NITZAVIM y VAIELEJ son, en realidad, dos partes de una misma Parashá. (algunos años se leen juntas, y algunos años por separado.)

Leyendo en detalle, se aprecia que, de alguna manera tienen contenidos opuestos?

El contenido conceptual de cada cosa, es expresado por su nombre en hebreo.

El nombre de la primera parasha de esta semana es NITZAVIM , cuya traducción es “parados con firmeza”. Este nombre denota el concepto de estabilidad, lo contrario al cambio. El nombre de la segunda parashá es VAIELEJ, cuya traducción es “y fue”. Este nombre implica movimiento, avance y cambio.

NITZAVIM y VAIELEJ, que indican y proponen contenidos opuestos (estabilidad y cambio), son partes de una misma sección de la Torá

Aquí verificamos la practicidad de la Torá: Porque este mandato que te prescribo hoy no está más allá de ti, ni está lejos. No está en el cielo… No está del otro lado del mar… Por el contrario, es muy cercano a ti, en tu boca, en tu corazón, para que lo lleves a la práctica”.

Ya casi cerrando El LIBRO, y hablando como se manejan las cosas en nuestro mundo, explica que las mitzvot no pertenecen al cielo, no pertenecen a Ds.

Las mitzvot se practican en la vida cotidiana.

El SER JUDIO se practica en la oficina, en el super, cuando haces un reclamo en la compañía de cable, cuando te cobran de mas. Cuando vas al Templo, o haces Yoga, meditación , o tomas clases de Torah, Cuando rezas, te pones la Tfilin o usas Kipá… te comportas como un muy buen judío… pero LAS MITZVOT se ejercitan con tu clientes, con tu empleados, con los desconocidos, con los que piensan distinto, con los opuestos.

Cultivar.
Entrenar.
Profesar.

Las parashiot del mes de Elul (preparándonos para R.H.) se escribieron en un tono de contradicciones, de opuestos, porque refieren a este mundo de la accion, dual, al pensamiento dividido, partido, dudoso (bueno | malo, lindo | feo, y otros)

Cuando por fin, aprehendamos que somos una sola red, que todos estamos conectados, que Ds es Uno.

Cuando lleguemos a esa TIERRA PROMETiDA, Nos (NITZAVIM) pararemos firmes, plantados, seguros, RESPONSABLES & COMPROMETIDOS y conociendo nuestro plan, entonces (VAIELEJ) caminaremos listos para ganarnos y conquistar eso que tanto hemos anhelado, que nuestra Vida sea un Santuario, Plena y Generosa.

SHANA TOVA UGMAR JATIMA TOVA!
SHABAT SHALOM UMEBORAJ.
Silvia Dvoskin

Haftara Ki Tavo

IESHAIAHU 60:1-22

Esta haftará es la sexta de la siete de nejamá ( consuelo), todas ellas pertenecientes a este profeta.

Vamos así haciendo nuestro camino hacia Iamim Noraim.
Unida a la Parashá nos habla de nuestro camino en el desierto, de esos cuarenta años producto de la actitud de los merraglim, de los que fueron a explorar la Tierra Prometida y sólo dos fueron capaces de ver lo que D’s nos había prometido, una tierra que mana leche y miel por la que, como todo lo que consideramos valioso, hay luchar para conseguirlo.

El profeta nos habla de salir de las oscuridades, de buscar la luz, el regocijo y el bien.
Entendemos que nos habla de los vaivenes del mundo, de poder cambiar nuestra forma de pensar.

Reparar sería la palabra justa, reparar el pecado del becerro de oro, que expiamos cada Iom Kipur.
Hacer teshuvá, poder volver dentro de nosotros, hacer introspección y encontrar la manera de ir hacia la luminosidad de Israel, en forma concreta o metafóricamente, así se encuentra la Tierra dulce y abundante.

Somos seres que podemos modificar la historia a nuestro paso, somos capaces de realizar profundos cambios. Para eso tenemos que proponérnoslo y trabajar en ello.

Pobres las naciones que no tienen arreglo! Nos dice el profeta, de aquellas que no se unen para cambiar la historia.

“Un arameo errante era mi padre”, leemos en la parashá y la haftará nos muestra el camino y nos da la esperanza de poder lograr cambios positivos.

Por toda nuestra historia, por no poder haber visto la Tierra Prometida como un lugar con leche y miel es que la mitzvá de los bikurim debemos llevar a cabo.

Es tiempo de reflexión, de mirar dentro nuestro y hacer nuestra ofrenda.
De abrir nuestras manos y dar, reparar.

Shabat Shalom Umeboraj!
Am Israel Jai
Norma Dembo

Parasha Ki Tavo

Al Eterno elegiste hoy para ser para vos, Dios… Y el Eterno te eligió para ser para Él su pueblo como un tesoro qué posee. (Devarim 26:17-18)

En nuestra Parashá, el pueblo de Israel se encuentra en la tierra de Moab preparado para la conquista de la tierra de Israel. Es ahí mismo frente al río Jordán, que el pueblo vuelve a hacer un pacto con Dios, similar al que sucedió en el desierto del Sinaí con la generación anterior, cuando recibieron la Torá en manos de Moshe.

¿Pero por qué volver a hacer un segundo pacto?

En el desierto a pesar del contexto adverso, todo era más “sencillo”, más cómodo. La conducción del pueblo un milagrosa y sobrenatural. Se alimentaban con alimentos que caían del cielo (el man y las codornices), y tomaban agua de un pozo que los acompañó siempre. La defensa frente a los peligros cómo los animales salvajes y los enemigos, estaban en manos de las columnas de fuego y de nube que los custodiaban.

(Rafi Albaz, Iunei Shabat, 1990)

Ahora a punto de ingresar a la tierra prometida, vemos al pueblo de Israel necesitando la ayuda de una conducción natural y terrenal.

El segundo pacto es necesario para entender que ahora son ellos los qué tendrán qué trabajar para comer y deberán luchar con su espada para defenderse.

Nosotros podemos vernos como aquel pueblo, a punto de ingresar en un espacio sagrado cómo Rosh Hashana y Iom Kipur. Frente a nosotros está el enorme desafío de cerrar una etapa, un ciclo, y entonces comenzar un nuevo año renovados.

Para poder llegar preparados a nuestros Iamim Noraim, en donde lo que venimos a buscar es la conducción de lo espiritual, a Dios en nuestras vidas. No nos podemos olvidar de aquella conducción natural y terrenal antes de encontrarnos con lo divino.

Qué este tiempo de Teshuva, de introspección personal, nos llene de coraje para poder perdonar y buscar el perdón de aquellos qué lastimamos, retornar a aquellos que tengamos lejos, enmendar nuestros errores, agradecer a aquellos que nos sostienen, valorar a quienes nos hacen ser quienes somos y por sobre todas las cosas trabajar como un solo pueblo, sabiéndonos bendecidos por el solo hecho de tenernos cerca y ser parte de una misma historia.

¡Shabat Shalom!
¡Shana tova!
Sem Mati Bomse

Haftara Ki Tetze

Haftará Isaías 54:1-10

La Haftará que leemos esta semana corresponde a la Parashá Ki Teitzei, del Libro Debarim -Deuteronomio-, que siempre cae durante el mes de Elul.

Esta Haftará Ki Teitzei, es la quinta de las serie de siete de “Lamentaciones”, que figuran en el libro del Profeta Isaías; que se lee cinco semanas después del 9 de Av. Las dos restantes, se leerán hasta Rosh Hashaná.

Es en el Libro de Lamentaciones, donde el Profeta Isaias, (Nebiím Ajaronim -Profetas Posteriores-), nacido en el siglo VIII (antes de la era común), expone sus profecías.

En ellas, expresa su preocupación porque tanto el Rey, como el pueblo, pecaban alejandose de los mandamientos de la Torá. Su sincera preocupación, no solo era prevenir las desgracias si no cambiaban la conducta; también daba esperanza al pueblo, que en el futuro llegarían tiempos de paz.

En su primer pasuk -versículo- “54:1 … Canta, oh estéril, que no había dado a luz; entona un canto y grita de júbilo la que no tuvo parto; porque serán muchos los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice Adonai…” La alegoría, expresada acá por el profeta, hace referencia “a una mujer que no tuvo hijos”, comparándola a una Yerushalaim vacía, destruida, con todos sus hijos afuera, en el exilio.

Si bien el rosto Divino no puede verse, a pesar de la oscuridad, la esperanza aparece en su penúltimo versículo haciendo mención a Noah y el Diluvio “54:9 …Como las aguas de Noah esto es para Mí, así juré que no habrían de pasar más aguas…. sobre la tierra, así he jurado no endurecerse contigo ni reprenderte…”; el Profeta, hace referencia que luego del Diluvio, todo cambió para bien.

Podríamos decir entonces, que se refiere a la restauración de Yerushalaim y la reunificación de todos los que están en el exilio.

Teniendo en cuenta la situación en que se encuentra actualmente en Israel, vemos un país cruzado por una grieta política y todos gritando por la vuelta de los secuestrados.

El caos causado por las protestas reiteradas, hace reflexionar que al igual que la advertencia referida por el profeta, es aquí y ahora.

Cuando en su libro en el versículo 54:2 “…¡Ensancha el emplazamiento de tu tienda, las lonas de tus moradas despliega! No te absténgas. ¡Prolonga tus cuerdas, y tus estacas refuerzas!…” La tienda es sin duda Israel, que espera ansioso el retorno de sus hijos. Los brazos están desplegados; las cuerdas ya las hemos tendido. A pesar que tenemos estacas clavadas en el corazón y en el alma, no nos importa cuanta oscuridad estemos viendo en estos momentos, sabemos que siempre habrá una luz al final del túnel.

Que este Shabat todos puedan ser la luz, que nos enseñe, que incluso ante la adversidad, el regreso de los secuestrados y nuestros jaialim nos traerán la paz tan anhelada.

Shabat Shalom.
Susy Lapilover.

AM ISRAEL JAI
BRING THEM HOME NOW

Parasha Ki Tetze

“Un corazón para saber, ojos para ver y oídos para escuchar”

¿Cuántas cosas necesitas para ser vos?
De verdad te pregunto, ¿tanto necesitas?
Estamos tan acostumbrados a tanta cosa, tanta agenda, tantas idas y vueltas, y en fin, hasta quizás somos poco nosotros…

Creo que no nos damos cuenta, de lo mucho que tenemos, o quizás peor, nos acostumbramos a lo que tenemos y todo eso salio de nuestro radar. Quizás tenemos demasiada cosa frente a nuestras narices que no vemos.

Esta semana la parasha nos invita a agradecer, en la Tora, trayendo los primeros frutos del cultivo al templo. En el hoy, siendo conscientes de nuestro alrededor.

Muchas veces agradecemos cosas grandes, especiales, el tenernos, la llegada de un nuevo integrante a la familia, el haber vivido tanto con los que hoy ya no estan, una nueva posibilidad laboral, y tantas cosas que sentimos la necesidad de agradecer.

Agradecer bien, es especialmente agradecer lo chico, lo de siempre, lo común, que dejame decirte que no es ni chico, ni estará siempre, ni es común.

Me explico…

¿Alguna vez agradeciste tener una frazada para abrigarte en estos días tan fríos?

Una frazada, una de esas tantas que tenes ahí en el placard, para muchos no son ni chicas, ni estan siempre, ni son comunes. Esa frazada, es mucho mas de lo que vos pensas.

Vuelvo a mi pregunta inicial, ¿Cuántas cosas necesitas para ser vos?

Dice la parasha: “Un corazón para saber, ojos para ver y oídos para escuchar”.

Con el corazon, sepamos encontrar lo que nos hacer nosotros.
Con los ojos, podamos ver y mirar bien, encontrar y buscar mejor.
Con los oídos, sepamos que hasta en el mas profundo de los silencios, siempre hay algo que escuchar.

Shabat Shalom Amijai
Sem. Brian Bruh