Isaias 54:11 – 55: 5
Después del 9 de Av, empezamos a leer los textos de consuelo. Isaias profetizo sobre la destrucción de Jerusalem que era inminente, pero también sobre su reconstrucción que demoró 2000 años en los que vivimos en el exilio.
El foco de esta Haftará está en el consuelo de saber que, después de la destrucción, va a venir la reconstrucción, y es nuestra tarea llevarla a cabo.
“Pobre Afligida, atormentada y desconsolada Jerusalén, Yo hare tu piso de gemas y tus cimientos de zafiros, hare tus ventanales de rubies, tus portales de piedras brillantes y todo tu territorio de piedras preciosas”
Leemos estos estos textos cuando estamos entrando en el mes de Elul, cuando hacemos un “Jeshbon a Nefesh” (balance del alma) y evaluamos el año que paso y nos invitan a pensar que podemos hacer diferente en el nuevo año.
La Parashá y la Haftará nos dicen que nos van a pasar cosas pero está en nosotros decidir como afrontarlas.
La Parashá nos relata un ritual que tendrían que hacer cuando ingresen a la tierra que era separarse en 2 grupos, un grupo subido al monte Grizim y otro grupo al monte Eibal. Alli deberían proclamar bendiciones y las maldiciones. Las bendiciones los que estaban en el monte Grizim y las Maldiciones los que estaban en el monte Eibal.
Estos dos montes existen hoy en Israel y están enfrentados uno al lado del otro, los dos reciben las mismas lluvias y el mismo sol, pero tienen una particularidad: El monte Grizim esta verde, lleno de vida y de vegetación, mientras que el monte Eibal está seco. No se si Di-s eligió estos montes por estas características o los montes quedaron asi después de recibir tantas maldiciones y bendiciones sobre ellos durante tantos años.
Imaginando el ritual pude visualizar a la mitad del pueblo recitando las bendiciones, pero mirando el monte seco que tenían enfrente y la otra mitad recitando las maldiciones, pero disfrutando la vista de un monte verde y lleno de vida. A cada tribu le correspondía un lugar específico y no podían elegir en que monte pararse. La vida tiene de las dos cosas y a veces no entendemos bien cual es cual.
Para mi esta es una Parashá especial ya que fue la que leyó mi hijo en su Bar Mitzva y toda la familia tuvo que aprenderla. No solo a leerla sino que la estudiamos, le buscamos significados y escribimos sobre ella. Los montes Grizim y Eibal entraron a nuestro corazón y se metieron en nuestras vidas de diferentes maneras. Desde ese momento nos pasaron muchas cosas y aprendimos que a pesar de que son dos montes diferentes, los dos nos hablan de lo mismo; el pueblo no se separó en dos, sino que todo junto escuchó las maldiciones y las bendiciones. Los dos montes representan la vida, en algunos momentos nos tocan bendiciones y en otros no, y no siempre podemos elegir a que monte subir.
Nuestra vida transcurre en el medio del valle, a veces toca subir al monte Grizim y otras al monte Eibal. Es lindo cuando nos toca estar en el monte Grizim. Pero cuando nos toca estar en el monte Eibal, es nuestra decisión donde poner nuestro foco y nuestra atención. Parados en la misma situación podemos mirar para abajo y ser “el que le toco el monte Eibal” o podemos decidir levantar la cabeza y ser “el que mira el monte Grizim”. Estemos donde estemos, es nuestra decisión a que monte mirar.
Shabat Shalom
Fabian David Holcman