Haftarat Bejukotai Irmiahu 16:19 – 17:14
Con la Haftará de esta semana estamos cerrando, el libro de Vaykra. La haftará comienza con una breve sección en la que nuestro profeta habla de cómo D´os siempre está presente para él. Aquellos que se vuelvan a los ídolos, finalmente aprenderán el poder del Señor.
Entonces Jeremías acusa al pueblo de Israel por sus pecados y les advierte que serán punibles, con la pérdida de su tierra heredada. Pasa de una discusión sobre la tierra, a una metáfora que involucra árboles. “Un hombre que confía solo en otros hombres, está maldito, como un arbusto en el desierto, sin ver cuándo llega el bien y viviendo aislado. El hombre que vive confiado en D´os es bendito, como un árbol plantado junto a las aguas, cuyas raíces llegan a un río, sus hojas siempre verdes, sus ramas que dan fruto sin fin.(7:5-8). También nos anticipa en el versículo anterior “Serás forzado a dejar tu heredad que te he dado y te hare trabajar para tus enemigos, en una tierra que no conoces..” (7:4). Está claro que nuestro profeta, estaba viendo, que la situación reinante desembocaba en un final, no deseado al menos por él. Es evidente, que no se había equivocado, dos años antes de su fallecimiento pudo presenciar la destrucción del primer Bei tHamikdash de manos de los babilonios, a las órdenes de Nabucodonosor.
Jeremías también recuerda al pueblo que el corazón humano es engañoso, pero D’os conoce sus caminos y castigará a los que se enriquecen injustamente. La haftará concluye con una breve oración de curación; una versión adaptada de esta oración, ahora se incorpora a la Amidá del día de la semana. La oración de sanación de Jeremías en realidad continúa como una oración más larga por la destrucción de sus enemigos, pero se truncó para que la haftará terminara con una nota positiva.
Parashat Bejukotai termina el libro de Levítico con una serie de bendiciones y maldiciones. Las bendiciones se otorgarán a aquellos que sean obedientes a Dios y Sus mandamientos. Las maldiciones caerán sobre aquellos que son desobedientes. Aunque la haftará toca muchos temas, la imagen central es la del hombre maldito que se vuelve como un arbusto seco y el hombre bendito que se vuelve como un árbol frondoso.
Vemos a lo largo de toda la Torá, que hay sensación constante de temor a que el pueblo abandone su fe en D´os y busque otras figuras en su lugar. En nuestros días esas figuras o ídolos se transforman, en la búsqueda de fama, honores, dinero, reconocimiento, y así podríamos seguir alargando la lista de cuestiones a las que le dedicamos nuestra atención desmesurada.
Cuando la fe en D´os es firme y segura, podemos percibir su presencia de modo permanente. Obviamente sin que esto se parezca a la revelación de Sinai, ni nos va a convertir en profetas. Solo poner la atención en todas esas cosas que asumimos por naturales y automáticas, que son obra divina. Reconocer y agradecer cada mañana cuando nos despertamos recitando el Modeani.
Cuentan que unos jasidim le preguntaron a la Rebetzn Jaia Mushka cual era la plegaria favorita del Marash, sin basilar contesto “Modeani”.
La contra cara de esto, se observa cuando fijamos nuestra atención solo a nuestras conquistas materiales y para satisfacer nuestros deseos. En este punto nos convertimos nosotros en los responsables principales de todos nuestros logros, como si los resultados solo vinieses de nuestro esfuerzo, casi como endiosándonos a nosotros mismos. Y la conclusión sería, yo tengo todo esto, porque YO lo conseguí fruto de mi sacrificio y soy el principal artíficede mis logros.
Es por eso mis queridos que el profeta Jeremías nos invita a reflexionar para no apartarnos del camino de la Torah, que obviamente es la palabra divina. Y de esta manera estamos listos y seguros para poder pasar a la instancia siguiente que es salir al Midvar (desierto) que es nuestro próximo libro (que estaremos comenzando la semana siguiente), este Midvar que representa la vida misma, con momentos de alegría, con momentos de dificultades, con inseguridades y dudas. Pero si nos empoderamos en los consejos de nuestra Toire, todo pasara y finalmente podremos llegar a la tierra prometida, donde fluye leche y miel.
Shabat shalom humeboraj.
Ari A. Alster