
REYES I 5:26-6:13
” Y residiré entre los hijos de Israel y no habré de abandonar a Mi pueblo Israel”
Con estas palabras da fin la haftará que nos ocupa.
Nos surge la pregunta: ¿Qué debemos hacer para que D’s resida entre nosotros?
Nos encontramos históricamente en el año 833 a.e.c, 480 años después de la salida de Egipto.
Pero a pesar de los años transcurridos históricamente, la pregunta, la situación habita en y entre nosotros tanto o más que en aquel entonces.
Se empezaba a construir el primer templo, ese que David había soñado y prometido y que no pudo ser, su tiempo estuvo ocupado en contiendas, luchas, A’d le recuerda la sangre derramada, tanto que la tierra pareciera no poder ser pasible de recibir en su seno una construcción donde habite D’s.
Así que fue su hijo, el sabio Shlomó el que levantó una casa en nombre de D’s.
Lo pudo hacer porque su sabiduría lo llevaba a encontrar paz con todos los pueblos que lo circundaban, en especial con el rey de Tiro, Jiram, con quien había concertado un pacto de amistad.
Se nos relata que este rey disfrutaba enormemente de estar con Shlomó por su sabiduría, amabilidad, y debido a esto fue este rey quien le dio los materiales necesarios, en especial los célebres cedros del Líbano, cuyas maderas se convirtieron en los pilares que sostuvieron el santuario.
Se logró por la sabiduría, la amistad, la paz, no por el miedo.
Jiram amaba la sabiduría que D’s puso en Shlomó.
Nos deja esta Haftará una gran enseñanza, sólo es posible construir ahí donde se establecen lazos cordiales entre los miembros de una comunidad, de un pueblo, de un país, donde hay respeto y admiración por lo que el otro tiene o logra, nunca por envidia y codicia, sentimientos que siempre dan origen a peleas estériles.
Nos encontramos en un momento donde esta Haftará tan acorde a la parashá, marca una transición temática en el relato bíblico, que pasa de ser una narrativa a tornarse en una descripción técnica y detallada, en especial, de la construcción del mishkán.
Volvamos a la pregunta del comienzo y veamos que la Haftará nos da una respuesta, desde las palabras de D’s.
“Y fue la palabra de A’d a Shlomó: Esta casa que tú construyes, si anduvieres en mis leyes y mis Mandamientos cumplieres…y resideré entre los Hijos de Israel y no habré de abandonar a Mi pueblo Israel.”
Sólo encontrando dentro de nosotros paz lograremos ser constructores.
Paz que se obtiene estando “bien” con nosotros mismos, cumpliendo las leyes y preceptos que nos llevan a respetar a nuestros semejantes.
Recién acabamos de recibir la Ley, ahora vamos a comenzar a construir a modo de ofrenda, contribución, Trumá.
Que hagamos nuestras las enseñanzas que nos entregaron y las convirtamos en ofrendas de solidaridad y buena convivencia para poder construir comunidad y abrazar a nuestro semejantes.
Shabat Shalom uMeboraj
Am Israel Jai
Norma Dembo