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Haftara Shlaj Leja

Personas singulares, actos de bondad extraordinarios 

Iehoshua 2:1-24

Hay personas extraordinarias, cuyo paso por el mundo deja una huella imborrable en miles de personas gracias a su sensibilidad y la sabiduría de sus palabras.

El Rabino Dr. Abraham Twerski ZL (1930-2021) fue uno de ellas.

Descendiente de una dinastía jasídica, después de su ordenación rabínica su vocación por ayudar a las personas lo movilizó a formarse como médico, forjando con los años una trayectoria profesional monumental en el campo de psiquiatría y la salud mental: fundó centros de rehabilitación y reinserción social para alcohólicos, ludópatas, drogadictos y ex convictos; y llegó a dirigir el departamento de Psiquiatría en el hospital St. Francis, en EEUU. por más de 20 años.

Era un escritor prolífico: en sus 90 libros desarrolló temas de su especialidad profesional, pero alcanzo reconocimiento con sus escritos sobre espiritualidad judía enfocada en el desarrollo personal, autoestima y el aprender a perdonarse.

Ya en los últimos años, su pensamiento se replicó en revistas y medios digitales, editándose videos con extractos de sus conferencias subtitulados a varios idiomas, contabilizando reproducciones en todo el mundo.

Con su capacidad de transmitir conceptos profundos de forma clara y sencilla, sus reflexiones aportaban una perspectiva original, porque comunicaba con la mirada y el corazón.

En los primeros versículos de la Parashá y la Haftará que nos convoca esta semana, hallamos
rápidamente la conexión entre ambas: Iehoshua, líder del pueblo de Israel después de la muerte de Moshé Rabenu, envía espías a la tierra de Israel, así como Moshé lo hizo en su momento.

Rab Twerski aporta un enfoque muy interesante sobre este tema: ¿por qué casi todos los espías que envió Moshé en la Parashá regresaron con un informe negativo, mientras que los que envía Iehoshua en la Haftará regresaron positivos y entusiasmados?

La diferencia, explica el Jajam, residía en la actitud con que asumieron la misión.

Los espías de Moshé se dejaron llevar por la incertidumbre, estaban llenos de preguntas: ¿Entrar o no entrar a la tierra? ¿Podremos hacerlo? ¿Tendremos éxito? ¿Quienes viven allí? ¿Cómo son? ¿Y qué alimentos hallaremos?

Los de Iehoshua, por el contrario, no tenían dudas. Esa era la voluntad de D-s: sabían que asi seria. La única cuestión era cómo harían ellos para entrar a la tierra.

“Cuando una persona emprende una tarea con la mente en positivo”, dice Rab Twerski, “su enfoque se centrará en alcanzar su objetivo, porque la posibilidad de no alcanzar su objetivo ni siquiera se le pasa por la cabeza”.

El optimista tiene una perspectiva positiva y esperanzada de lo que vendrá. Esa confianza es la fortaleza interior con la que supera las dificultades, por eso donde todos ven obstáculos, ellos ven oportunidades para crecer.

Los hombres Iehoshua tenían el coraje y la visión para la tarea encomendada, pero había algo más.

El Malbim (Rab Meir Levush Ben Iejiel Mijal, 1809-1879) advierte que esta vez los hombres fueron enviados “en secreto” y sólo Iehoshua sabía sobre la misión, a diferencia de como había ocurrido con los espías de Moshé, que fueron designados nombrándose su linaje y enviados a la vista de todo el pueblo.

Esta idea sugiere un punto interesante: en el texto la identidad de los hombres de Iehoshua no solo es una incógnita, sino que el Malbim conjetura el éxito de la tarea se debió a la discreción con la que fue ejecutada.

Pero Rajav, la mujer que los hospedó, sabía quiénes eran, y puso en riesgo su propia vida para esconderlos del rey de Ierijó. Por eso, antes de que los hombres se vayan de la ciudad, les pidió que cuando invadan la ciudad mantengan con vida a toda su familia: “…hice con ustedes benevolencia, también ustedes harán benevolencia con la casa de mi padre…” (Iehoshua 2:12).

Aquí aparece uno de los principios fundamentales de la tradición Judía: Jesed, los actos de bondad.

Jesed fue lo que hizo Rajav abriéndoles la puerta a los hombres de Iehoshua, y es ella quien más adelante les pedirá que hagan Jesed con su familia, salvándolos de morir en la conquista de Ierijo, lo que fue respetado y cumplido por Iehoshua.

¿Te imaginas un mundo donde Jesed sea la norma?

Nuestros Sabios enseñan que la cualidad de Jesed está en la esencia de cada alma judía, y cada vez que hacemos un acto de bondad, estamos conectándonos con nuestra esencia.

Jesed significa no esperar las oportunidades para hacer actos de bondad, sino generar las oportunidades, porque no podemos dimensionar de qué manera nuestras acciones impactan.

Cualquier persona en el mundo puede hacer jesed y no existe condición que la limite. Como Rajav, se hace abriendo la puerta al mundo, muchas veces con la determinación de asumir riesgos poniendo todo en juego; pero también se hace empatizando, dando nuestro tiempo, con dinero, con un abrazo, poniendo el oído, o simplemente estando presentes y en silencio cuando no hay palabras…

Las personas que nos ayudan a potenciar y dejar florecer esa esencia, transforman todo a su paso en un circulo virtuoso inconmensurable.

Estas personas singulares se vuelven extraordinarias realizando pequeños actos de bondad, jesed, y se entretejen en nuestras vidas en un complejo entramado, floreciendo en nuestras historias.

Shabat Shalom, amigos.
Sebastián Cabrera Koch

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