La haftará de esta semana es la segunda de la serie de tres haftarot que se leen entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av, todas las cuales describen la opresión y destrucción de Israel. Aunque no está conectada temáticamente con la parashá, la haftará evoca el sentido de luto que caracteriza este período en el calendario judío.
El profeta Jeremías reprende al pueblo por abandonar a D´s. Lamenta que el pueblo no haya recordado que D´s los sacó de la tierra de Egipto, los guio a través de los peligros del desierto y les dio una tierra llena de frutos abundantes. Señala que hay una responsabilidad general de la población, de los sacerdotes, los eruditos de la Tora, gobernantes y profetas… todos han errado.
Continuando con el tema del agua, Jeremías le dice al pueblo que la destrucción es inevitable, y que no deben molestarse en buscar ayuda en otra parte: “¿De qué sirve ir a Egipto a beber las aguas del Nilo? ¿Y de qué sirve ir a Asiria a beber las aguas del Éufrates? (2:18) Ninguna de estas naciones podrá ayudar a Israel porque están tan profundamente manchadas por el pecado.
El texto puede sonar duro y con un tono juzgador. El rol de los profetas, recordemos, era advertir para que algo pueda revertirse. De hecho, lo mejor que podría pasar es que una profecía no se cumpla y se evite a tiempo.
Ahora si volvemos al relato me parece que hay una idea que podemos rescatar: no busquemos por fuera lo que está adentro. El pueblo de Israel fallo y Jeremías les dice: “Ninguna de estas naciones podrá ayudar a Israel porque están tan profundamente manchadas por el pecado”. Yo pienso que el planteo que se intenta transmitir es: cuando tengas que resolver tus errores, empeza por vos. Comenza sanando lo de adentro, lo cercano, lo conocido. Tal vez no hace falta irse lejos para buscar soluciones de algo que siempre estuvo cerca.
Una vez leí que a veces la solución no es irse sino cambiar la forma de quedarse.
Shabat Shalom!
Wally Liebhaber