HISTORIA SOBRE LA VIDA DE MI MADRE SARA MUSZKATBLAT
Sobreviviente de la Shoá Narrada por su hija Ana Rosa Zylbeberg – Basado en el Testimonio para Fundación Spielberg
Mi madre Sara, nació el 21 de junio de 1924. Tuvo una infancia muy feliz. Siempre recordaba su hogar, su familia, sus compañeros de la escuela y sus maestros. Le gustaba mucho el canto lírico, era la primera voz solista de su clase. Vivian en Varsovia, Polonia.
Sus padres Bernard y Rosa, sus tres hermanos el mayor Natán y dos más pequeños Hershel y Motel. Además, en su casa vivían el abuelo materno y una de sus dos tías maternas, Bronia, soltera, una eminencia – profesora universitaria de idiomas francés, ruso, polaco, hebreo, idish.
Mi abuelo Bernard tuvo un hermano que falleció joven en la cárcel por problemas políticos.
Mi abuela Rosa Novodvorska tuvo dos hermanas que fueron muy importantes en la vida de mi mamá. Bronia que vivía en su casa y Helena que vivía en Szydlowiec.
Mi madre pasaba las vacaciones con su tía Helena en Szydlowiec hasta que por razones de salud sus tíos se mudaron a Otwock. Era un hermoso chalet que luego lo ocupo la comandancia Nazi.
En el verano de 1940 estando en Otwock, sus tíosfueron desalojados y trasladados a un pequeño departamento cercano al Hotel Europa que había sido transformado en hospital Nazi. Cayeron las primeras bombas, todo era gris, polvo denso e irrespirable. Reinaba una gran confusión había saqueos, robos e incertidumbre. En diciembre de 1940 los tíos deciden volver a Szydlowiec y mi mamá a Varsovia.
En Varsovia la situación era peor, la casa se encontraba dentro del muro del gueto, se había puesto muy difícil, traían a los judíos de los alrededores con lo puesto y los tiraban adentro, había gente viviendo en los sótanos de las casas fuertemente bombardeadas humeantes y destruidas. Comenzaron las enfermedades y el hambre.
Corría el año 1941 mi mamá fue a visitar a su amiga Ester, caminando por la calle Bolinska (dentro del gueto), escuchó llorar a unos niños pequeños y vio que estaban tirados sobre su mamá muerta.
A las personas que fallecían las apilaban en las calles uno encima de otro.
Cuando llegó a la casa de su amiga ella estaba en compañía de una muchacha, que dijo “ves a ella la puedo sacar porque tiene rasgos más parecidos a mí.”
Mis abuelos ante esta noticia contactaron con ella y coordinaron la salida de mi mamá del Gueto. Fue la única que pudo hacerlo el resto de su familia falleció allí o fue deportada.
Mi mamá, que pudo escapar nunca recordó el nombre de esta heroína que no siendo judía sacaba en complicidad con su hermano jovencitas del Gueto.
Mi mamá escapó a Szydlowiec a la casa de su tía Helena y allí continua su historia que también fue muy dura, con vivencias extremadamente escabrosas, con trabajo esclavo en los campos de Skarzysko Kamienna, sola, desnutrida, padeciendo enfermedad y constante peligro con apenas 15 años de edad.
Cómo recuerda Ana Rosa Zylberberg la Conmemoración del Levantamiento del Gueto de Varsovia
Desde muy pequeña me enseñaron que el 19 de abril de 1943 era un día que no debía olvidar, que siempre debía valorar el coraje de los que se levantaron, lucharon y perecieron en el Gueto de Varsovia.
Mi papa Fajwel Zylberberg también sobreviviente escapó de Varsovia antes de que se cerrara el Gueto y también sus padres y hermanos murieron allí o fueron deportados. Nunca supo su destino final.
¡Por todos ellos mi vela en el recuerdo! ¡Nunca olvidar! ¡Valorar cada instante de la vida! ¡Rezar un kadish!
“Itgadal veitkadash shemé raba/Por vuestras almas estoy orando/por vosotros/los que no tenéis sepultura/ digo el Kadish./Con ceniza cubro todos los días/ mi cabeza/ porque es para siempre/ mi duelo/ por vuestros cuerpos incinerados/ y por siempre acecha el espanto/ en mi corazón./ Millones de vidas/pretéritas y apagadas/pero en el recuerdo siguen despiertas/las caras desgarradas por el pánico/me persiguen en sueños/risas burlonas de esos jueces/ensordecen mis oídos/envueltos/ por los vapores azules del gas/apretados unos contra los otros pobrecitos/hasta sentir cumplidos sus destinos./Un último grito de muerte ahogado/ y ya todo pasó./ Itgadal veitkadash shemé raba/ digo el Kadish para vosotros/cuyos restos mortales no reposan en ninguna parte.”
Este poema fue escrito por Erika Blumgrund, sobreviviente de Terezín.
Y cantar con todas mis fuerzas el himno de los partisanos judíos.
¡NUNCA DIGAS QUE ESTA SENDA ES LA FINAL!
ACERO Y PLOMO CUBRE UN CIELO CELESTIAL
NUESTRA HORA. ANHELADA VA A LLEGAR
REDOBLARA NUESTRO MARCHAR
¡HENOS ACA!