Haftara Vaishlaj

Haftará Vaishlaj Abdías 1. 1.21
Profecía contra Edom 1:1 1.21

El profeta Abdías, fue un fiel converso al Judaísmo y descendiente de Edom. En su libro de solo veintiún versículos anuncia el Juicio divino de Hashem a Edom.

Edom = Rojo (alusivo a Esav), fue un reino originado a partir de la genealogía de Esav, el hermano de Iaacov. Edom con el paso del tiempo fue una nación vecina a Israel, al otro lado del Mar muerto asentada en las tierras de montañas rojizas que fueron heredad de Esav. Entre ambos hermanos Jacob y Esav, hubo tiempos de extrema tensión muy bien descriptas en la Torá.

Mucho tiempo después del conflicto inicial, se gestó nuevamente un encuentro de los hermanos.

Iaacov se preparó, estratégica y espiritualmente para evitar en dicho acercamiento lo peor en medio del conflicto.

El Patriarca lucho toda la noche superando sus temores e integrando a su conciencia la humildad y empatía necesarias para finalmente enfrentarse a su hermano.

A decir verdad, Iaacov atraviesa su propia noche interior para iluminar su nuevo amanecer y llamarse Israel.

El encuentro de los hermanos fue parcialmente reparador, el vínculo sano superficialmente y cada uno siguió su camino.

Con el paso del tiempo sus descendientes, Edom (Esav) e Israel (Iaacov), fueron atizando el fuego de los conflictos no resueltos de aquellos hermanos, generando rivalidades entre dos pueblos que en verdad, eran familia.

Durante el reinado de Nabucodonosor, Ierushalaim es conquistada por Babilonia. Tristemente el Reino de Edom se aprovecha de la vulnerabilidad de Israel capturando, asesinando y destruyendo ciudades, sumándose así a los atacantes.

Profecía contra Edom Abdías proclama en nombre de Hashem ¨Levantémonos contra él (Edom)para la guerra´´ Abdías 1.1 ´´Mira(Edom) te he hecho pequeño entre las naciones, eres muy despreciado¨ Abdías 1.2 ´´La perfidia de tu corazón te ha seducido. Oh tú que haces de la rajadura de la roca tu morada en lo alto¨ ¨¿Quien te hará bajar a tierra?¨ Abdías 1.3 ´´Aunque te eleves como el águila y entre las estrellas establezcas tu nido de allí te hare bajar´´ Abdías 1.4

Desolación de la tierra de Edom El profeta anuncia a Edom, que será derribado de las alturas, ´´Debido a tu violencia hacia tu hermano Iaacov (Israel), te cubrirá la vergüenza y serás destruido para siempre´´ Abdías 10.1

¨No debiste haber mirado en el día de (la desgracia) tu hermano, en el día de la expulsión (de su tierra), ni regocijarte de los hijos de Iehudá en el día de su destrucción, ni hablar arrogantemente en el día de la angustia¨ Abdías 1.12 ´´No debiste haber entrado por la puerta de Mi pueblo en el día de su calamidad´´Abdías 13.1

En el versículo 1.15 la profecía se amplifica y Abdías anuncia que está próximo el día que Hashem extenderá su juicio a todas las naciones profetizando que caerán hacia la ruina, igual que Edom, por su arrogancia, egoísmo y autoexaltación causando dolor y daño a Israel. ´´Tal como hiciste así se te hará. Serás castigada por tus malas acciones´´ Abdías 1.15

Redención de Israel Sin embargo en medio de tanta destrucción Abdías siembra una semilla de esperanza.

´´Pero en el Monte de Tzión, habrá un remanente(de israelitas ) que quedará consagrado(nunca más subyugado por ideas de las naciones), y la Casa de Iaacov poseerá su herencia´´ Abdías 1.17

´´La casa de Iaacov será un fuego y la casa de Iosef una llama. Y la casa de Esav paja que la encenderán y la consumirán. Y no habrá sobreviviente de la casa de Esav, pues Hashem lo ha dicho ´´ Abdias 1.18

Conectando la Perasha Vaishalaj con su Haftará Abdías, podríamos identificar en el interior de nuestras mentes los arquetipos de Iaacov y de Esav luchando entre sí, cual dos pueblos, buscando gobernar nuestros pensamientos y nuestras acciones. Algunas veces Esav/Edom (orgullo, egoísmo) y otras Iaacov/Israel (humildad, empatía).

Me pregunto ¿Somos capaces de luchar con nuestras contradicciones? ¿Seremos merecedores de transformarnos en Israel?

¿Sabremos pensar con altruismo y empatía ante los conflictos y sembrar semillas de paz en lugar de activar los gérmenes del resentimiento, egoísmo y soberbia?

Quiera Hashem que el estudio de Tora, nos guíe a cada uno a poner luz en nuestras oscuridades, para lograr transformarnos en es ´´remanente, (Israel ) que quedará consagrado´´ Abdías 11.17 tal como anunció el profeta.

Shabat Shalom Humeboraj
Daliah Ruth

Parasha Vaishlaj

En esta parashá Iaakov se reencuentra con su hermano Esáv. Iaakov teme, y quizás, tiene razones para temer; dice el versículo

Ahora pues, líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esav, porque le temo; no sea que venga y me hiera, y hiera a una madre con hijos (Genesis 32;12)

Iaakov se prepara para el encuentro analizando diferentes estrategias, Iaakov lucha, pero no de forma física, sino mental; siente miedo, intenta adivinar las intenciones de Esáv, quizás su hermano, aun lleno de ira quiera dañarlo a el y su familia.

Sin embargo el versículo que relata el encuentro dice:

Y corrió Esav hacia él, y lo abrazó; y echóse sobre su cuello, y lo besó; y lloraron. (Génesis, 33;4)

El versículo expresa en cada palabra la emoción de un encuentro fraternal, la unidad y la paz. Cuánta intimidad hay entre ellos a pesar del miedo y el pasado complejo, aún así todavía existe la oportunidad para el perdón, la paciencia y el amor.

Cuantas veces pensamos en el encuentro con un otro con miedo?, eligiendo de que manera interpretar a aquellos que nos rodean , y cuánto de ese pensamiento no tiene relación con el otro, sino que esta íntimamente relacionado con nosotros mismos , con la manera en que elegimos interpretar la realidad que nos rodea.

Es Esaú quien nos da una perspectiva diferente sobre el encuentro con su hermano. Es Esaú quien nos enseña que es posible encontrarnos con el otro verdaderamente.

Que podamos este shabat reflexionar acerca de cómo nos predisponemos en nuestras vidas al encuentro con un otro , dejar de lado el juicio y las exigencias, enfocándonos en conectar y establecer un diálogo que permita un encuentro más enriquecedor con aquellos que nos rodean.

Shabat Shalom!
Debi Fridman

Haftara Vayetse

La Haftará de esta semana nos invita a mirar a través de los ojos del profeta Oseas, conectada con la Parashá Vayetze —“y se fue”—. Allí se recuerda el exilio de Yaakov, su lucha con los ángeles y su fuerza para levantarse aun en medio de la adversidad.

Aunque Oseas vivió muchos siglos después, su profecía —en el siglo VIII a.e.c., en los últimos años del Reino del Norte, cuando el Imperio Asirio avanzaba y la sociedad parecía haber perdido su eje moral— ilumina la historia de Yaakov de un modo actual y desafiante.

Era una época de idolatría, de prosperidad superficial y de un profundo deterioro ético que generaba desigualdad y confusión.

Desde ese contexto, Oseas trae la figura de Yaakov como ejemplo vivo, un hombre que lucha, que es engañado por Labán, que llega con las manos vacías pero que, con esfuerzo y bendición, construye una familia que será el origen de las tribus de Israel.

Yaakov no se quiebra; se transforma. Y esa transformación es la que Oseas espera también de su pueblo, perdido en la idolatría y en la falsa creencia de que lo económico es fuente de poder.

Podríamos decir que el “…rugido del león…” que menciona la Haftará es, en realidad, el sonido interior del shofar: ese llamado que nos despierta, que nos recuerda quiénes somos.

La metáfora de “…las aves que regresan a su nido…” es también un recordatorio de que el pueblo de Israel siempre vuelve a su origen, siempre vuelve a casa.

Hoy, en un mundo acelerado, lleno de tecnología, pantallas e inmediatez, corremos el riesgo de perder nuestro eje igual que en tiempos de Oseas. Las apariencias y el brillo superficial no nos van a rescatar de la oscuridad.

Hemos atravesado momentos trágicos como pueblo y, aun así, seguimos aquí.

Debemos valorar lo que tenemos, un Estado que necesita de todos; un pueblo que, cuando se une, es indestructible. Desde los distintos confines de la tierra, no nos iremos, estamos más unidos que nunca.

Por eso, en este Shabat, encendamos la luz de la esperanza. Que nuestra bendita Eretz Israel logre, con la ayuda del cielo y con el esfuerzo de cada uno, alcanzar unidad y sobre todo, paz.

Shabat Shalom
Am Israel Jai
Susy Lapilover

Parasha Vayetse

“Lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia…En aquel día hizo Dios un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; la tierra de los ceneos, los kenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos” (Gen 15:5,18-21).

La promesa era inmensa. El futuro sólo eran bendiciones. Las estrellas del cielo hablarían por los siglos de su legado. Los últimos renglones del capítulo 15, le aseguraban que la Tierra toda sería para su descendencia.

Abram tenía como destino, ser y tener un imperio.

Sin embargo, el siguiente capítulo comienza enrostrando la realidad más dramática: ”Y Sarai, esposa de Abram, no podía tener hijos” (Gen 16:1).

La distancia entre la promesa y la realidad se hace insoportable. La diferencia entre el ideal y las circunstancias que a veces, golpea tantas veces, tan fuerte en el pecho.

Mientras Abram se concentraba por escuchar la voz de Dios, su esposa Sarai rezaba cada noche por escuchar el llanto de un bebe. Él le hablaba acerca de la promesa: “Como las estrellas que hay en el cielo, tus hijos, tu descendencia cubrirá la tierra”. Pero ella lo miraba con ojos vidriosos y le respondía: “Con un solo hijo va a ser suficiente para que sea un milagro. Una señal de que en verdad fuimos elegidos”.

Esa distancia, entre lo que esperamos y lo que logramos, entre lo ideal y lo real, es un motivo recurrente a lo largo de la Torá. Y a lo largo de la vida. Dios crea el Universo, los cielos y la tierra y al siguiente renglón todo es caos, oscuridad y un abismo que lo cubre todo. La belleza eterna del Jardín del Edén, dura apenas un suspiro. Moisés sube al monte a encontrarse con Dios y en el momento exacto de la Revelación, aparece el becerro de oro.

La tradición nos llama a repetir el Shemá Israel, la frase más importante del pueblo judío, en cada anochecer y cada mañana al despertar. Por las noches, al terminar su recitación, el texto que le sigue comienza diciendo: “Emet ve Emuná”, “Verdad y fe”. Es porque en las noches, al detenernos a observar la belleza de un cielo iluminado, volvemos a sentir en nosotros la promesa al patriarca Abram.

Vemos la Luna en la ventana y nos llenamos de fe. Fe en todos nuestros mañanas. Pero por las mañanas, el texto que sigue al Shemá Israel comienza diciendo: “Emet ve-Iatziv”, “Verdad y verdad”.

Quizá sea porque cuando sale el sol y vemos al mundo, la fe se apaga, y debemos aprender a enfrentamos con ese mundo, tal cual es en verdad.

Sin embargo debemos saber, que los grandes ideales exigen grandes transformaciones. Grandes convicciones. Que las promesas de noches estrelladas, pueden maridar con una vida dedicada a la transformación. A la confianza en la renovación. Es por eso que Abram y Sarai deberán atravesar un cambio esencial en su identidad, en su carácter, en sus formas, en su vínculo, en su ser más íntimo, para poder traer esa promesa de cielo a su tierra.

“Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Gen 17:5). Para cambiar las circunstancias, el que debe cambiar es Abram. Cambiar las letras de su nombre es aprender a volver a leerse uno mismo. A veces gastamos una vida queriendo cambiar lo que nos rodea, y olvidamos que quienes debíamos empezar por cambiar éramos nosotros. Es entonces que el mundo entero se hace estrellas de cielo.

Unos renglones más adelante nos dice el texto: “Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, porque Sara es su nombre” (Gen 17:15). Es interesante, porque ella no cambia su nombre. Ella siempre se había llamado Sara. El problema era que él sólo miraba el cielo, pero no veía el cielo en los ojos de ella. Ella no podría volver a ser Sara, mientras él no cambiara su propio ser. En el momento en que Abram logra ser Abraham, Sara puede volver finalmente a ser quien era. No es que ella no podía tener hijos, sino que no podía ser completamente ella misma. Eso le impedía trascender. Abram miraba las estrellas. Pero recién cuando se trasforma en Abraham, Sara logra volver a ser, para ella y para él, su propia estrella.

Y entonces, sólo unos renglones después, Sara queda embarazada. La
promesa del ayer, finalmente se hace realidad. El sueño del futuro, exigía un cambio sincero, genuino, en el presente. A veces los renglones se hacen años de angustia. No hace falta esperar a que pasen los capítulos de la vida.

Todo nacimiento, comienza cambiando las letras de cómo re-definimos quienes somos. Y de cómo volvemos a nuestro origen.

Ese niño se llamará Itzjak, que significa: “el que trae sonrisas”.

Hay veces que no hace falta llegar al cielo para alcanzar la felicidad.

Podemos encontrar las estrellas más hermosas, en los ojos de aquellos que aprendemos a amar mejor.

Sem. Brian Bruh

Haftara Toldot

HAFTARA ToLDoT – תולדות
Malaquías 1:1 – 2:7 / מַלְאָכִי

ROSH JODESH KISLEV

En esta semana dedico este espacio de lectura y reflexión a Grace Cobe Z’L, quien también supo colaborar estos renglones. Todos los que hemos compartido actividades con ella la extrañaremos mucho.

PARASHÁH TOLDOT – תולדות del libro Bereshit

Algunos de los temas tratados en esta Parashah: la esterilidad de RIVKA que ya lleva veinte años de matrimonio y no pueda concebir, por lo que AMBOS (ITZJaK&RiVKa) unen sus rezos en pedido de gestar un hijo.

RIVKA queda embarazada de mellizos y detalla los particulares movimientos de los fetos en su vientre, sugiriendonos sutilmente el camino que seguirá cada uno de los hermanos.

Encontramos también el tema de la BEJOŔA (primogenitura), que corresponde al hijo mayor Esav, por haber salido primero, y pasa a manos de Yaakov, en una particular negociación.

Los pozos de agua entre ITZJaK y los filisteos, que conectaran después con el BeiT HaMIKDaSH de JERUSALÉM,

ITZJaK y su enriquecimiento que despierta odio ante sus vecinos, al punto de pedirle se retire del país…

También habla de las bendiciones que entrega ITZJaK a sus hijos.

La parasha termina cuando YAAKOV escapa de su hermano ESAV ordenado por su padre YTZJAK, y lo manda a las tierras de su tío Laban en busca de una esposa.

Refiriéndonos a la Haftaráh que corresponde a parasha TOLDOT, es Malaquías מַלְאָכִי, que fue el último de todos los profetas del pueblo de Israel y vivió al comienzo de la época del Segundo Templo de Jerusalem (s. IV a.e.c. aprox.)

En esta profecía reprimenda a los hijos de Israel por despreciar los sacrificios, realizándolos con ofrendas imperfectas, robadas, heridas, enfermas…

Recurre a la historia de la rivalidad entre los hermanos ESAV & YAAKOV. Destaca la elección de YAAKOV por seguir el camino único, por comprometer su vida a la sabiduría y al entrenamiento, frente a la materialidad de ESAV.

ESAV & YAAKOV son hermanos. Y también son un símbolo.

Funcionan como una unidad. Ambos hijos mellizos de ITZJAK & RIVKA fueron concebidos en simultáneo.

Son las dos caras de una misma moneda.

Porque así funciona esta realidad. Todas las cosas físicas tienen, al menos dos lados.

ESAV & YAAKOV.

Todas las cosas materiales por mas diminutas que sean tendrán siempre dos lados como mínimo.

ESAV & YAAKOV.

Esta dupla sintetiza los dos componentes de todo lo que existe. Una parte la materia propiamente dicha y la otra su energía, su potencia.

No existe una sin la otra.

No podrían existir separadamente. Siempre que hay un lado, hay otro.

Materia (ESAV) solo? Espiritualidad (YAAKOV) solo? es eso posible? puede sobrevivir algo asi?

La manera de no caer en destrucción y derrota es completando la dos partes de la unidad… es sumarle a ESAV lo que es YAAKOV, y a YAAKOV lo que es ESAV… es construir con la dos partes.

Unidad.

Es amalgamar con un único objetivo, vincular y conectar para dar paso a una tercera opción creadora.

La unidad radica en no sentirse HECHO (ESAV) desde el principio, sino ir completándose momento a momento.

Solos, cada uno por su lado, cada uno HECHO PARA SI (ESAV | hecho) … terminara tarde o temprano es un estado de destrucción y ruinas.

O una espiritualidad sin una practica concreta traería una desconexión… una falta de registro del otro.

Construyamos en Equipo, entre Hermanos… a veces somos ESAV y a veces somos YAAKOV… y no podría ser de otra manera.

Porque así fuimos creados.

Somos TODOS UNO.
Somos TODOS las diferentes partes de UNO.
Somos UNO, cuando estamos juntos.
Somos UNO ROTO, cuando estamos separados.

SOMOS TODOS UNO.
ESA es LA BEJORA, ESA ES LA BRAJA.
SHABAT SHALOM UMEBORAJ
Silvia Dvoskin

Parasha Toldot

La sexta parashá del libro de Bereshit (25:19–26:5) es Toldot, que significa “generaciones”.

Itzjak, a los 40 años, se casa con Rivka y durante veinte años no logran tener hijos. El patriarca, ruega por su esposa y es entonces cuando ella concibe mellizos.

Nada será igual a partir de ese momento. Desde el vientre, Rivka percibe la lucha entre ellos, una tensión que anticipa la complejidad de sus futuros.

El parto también es inusual, uno nace tomado del talón del otro.

Las diferencias entre los hermanos son abismales, no solo en lo físico sino también en lo espiritual.

Esaú es fuerte, velludo, cazador; Yaakov, en cambio, es tranquilo, estudioso y reflexivo. Estas diferencias se hacen evidentes cuando Esaú vende su primogenitura por un guiso de lentejas.

Itzjak, anciano y con la vista debilitada, decide bendecir a su hijo mayor. Rivka, recordando la profecía que recibió, viste a Yaakov con las ropas de Esaú y cubre sus brazos con pieles para que su padre lo reconozca como el destinatario de la bendición. Esto genera un conflicto profundo entre hermanos y obliga a Yaakov a abandonar el hogar.

Aquí surge una pregunta necesaria: ¿vale más el engaño que la verdad? ¿Determina la ropa quiénes somos o cuánto valemos?

En realidad, cada persona es única e irrepetible.

Incluso los mellizos comparten ADN, pero no así su destino.

La verdad —por dura que sea— debe asumirse con integridad; no tiene sentido disfrazarse para cumplir expectativas ajenas.

Toldot nos enseña que las apariencias engañan, que no todo se ve con los ojos, que la intuición y la percepción interior muchas veces revelan más que la mirada superficial.

En la actualidad, en este tiempo de cese al fuego, la sociedad está más atenta que nunca. No se deja engañar fácilmente. Tiene memoria, dolor y claridad.

Los trajes elegantes de los funcionarios internacionales no cambiarán nuestra convicción ni nuestro derecho a la defensa y a la existencia. Defender a Eretz Israel está en nuestros genes. No abandonamos, ni bajamos los brazos. Somos descendientes de Abraham y esta generación —más que nunca— lucha por su continuidad y por su vida.

Que este Shabat sea un respiro luminoso, una luz de paz para todo Am Israel.

Shabat Shalom.
Am Israel Jai
Susy Lapilover

Haftara Jaiei Sara

La haftará de esta semana nos cuenta sobre el final de la vida del rey David. Es un momento de transición: un líder está por irse, y otro, su hijo Shlomó, está por comenzar.

Pero más allá de la historia política, hay algo muy humano: la preocupación de David por dejar todo en orden antes de partir. Querer que lo que uno construyó siga creciendo, que el esfuerzo de toda una vida no se pierda.

Todos, de alguna manera, vivimos algo parecido. En algún punto queremos dejar algo que trascienda: valores, recuerdos, amor, un ejemplo. No importa si somos reyes o personas comunes lo importante es lo que dejamos en los demás.

La haftará nos recuerda que el verdadero legado no está en el poder ni en las riquezas, sino en la forma en que logramos inspirar y cuidar a quienes siguen nuestro camino.

Shabat Shalom!
Sem. Martín Smith

Parasha Jaiei Sara

La parashá Jaiei Sará empieza diciendo: “Y fue la vida de Sará…”. Los sabios explican que este versículo también puede leerse como “Las dos vidas de Sará”.

¿Qué significa que una persona tenga dos vidas? La idea es que, a lo largo de la existencia, todos atravesamos momentos que nos cambian para siempre. Sará vivió muchos años esperando un hijo, con fe y esperanza, y luego vivió otros años llenos de alegría junto a Itzjak. Dos etapas muy distintas dentro de una misma vida. Esto también nos pasa a nosotros: un nacimiento, una pérdida, un nuevo amor, un desafío inesperado… son capítulos que nos transforman y nos hacen empezar casi de nuevo.

En esta parashá también vemos a Abraham enfrentando su propio momento de cambio.

Después de años de caminar hacia adelante siguiendo la voz de Dios, ahora mira hacia atrás y le pide a Eliezer que vaya a su tierra natal a buscar esposa para Itzjak. Abraham se define como “forastero y morador”: alguien que pertenece y no pertenece al mismo tiempo.

Así se sienten muchas personas cuando cambian de país o de etapa en la vida; llevan consigo un pedacito del lugar de origen, pero también aprenden a echar raíces en un nuevo suelo. La búsqueda de una esposa para Itzjak nos presenta a Rivká, una mujer cuya cualidad principal no fue la belleza ni el linaje, sino la bondad. Eliezer pidió una señal sencilla: que la mujer elegida ofrezca agua no sólo para él, sino también para sus camellos.

Rivká lo hizo sin pensarlo dos veces. Su sensibilidad y su generosidad, su “plus” humano, fueron las que la convirtieron en matriarca de nuestro pueblo.

Más adelante, la Torá nos cuenta que tres personas “corren”: Eliezer, Rivká y Labán. Todos se apuran, pero por motivos distintos. Eliezer corre para cumplir su misión. Rivká corre para hacer el bien. Y Labán corre porque ve oro y regalos. La enseñanza es clara: en la vida, no importa cuán rápido corramos, sino por qué lo hacemos.

Jaiei Sará nos deja un mensaje profundo y accesible: nuestras vidas tienen muchas etapas, y cada una nos invita a crecer. Podemos aprender de la fe de Sará, del equilibrio de Abraham entre pasado y futuro, de la bondad de Rivká y del compromiso de Eliezer. Que sus ejemplos nos inspiren a vivir con más sensibilidad, más paciencia y más fuerza para enfrentar los cambios que la vida nos presenta.

Yael Krochmal