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Haftará Miketz

“Zejariá, Januca y el último acto de rebeldía”. Por Seba Cabrera Koch.
Haftará Miketz / Januca: Comentario a Zacarías 2:14 al 4:7

Esta semana nuestras lecturas nos encuentran con Zejariá, quien profetiza durante el período del retorno a Sión, cuando el pueblo judío regresó a Eretz Israel de su exilio en Babilonia.

Zejariá, al igual que todo el Pueblo de Israel, debía sobreponerse a los desafíos de su tiempo. La pérdida del Templo y el trágico costo humano que devino por la destrucción de Ierushalaim, agravaron el sufrimiento por el exilio, creando un estado existencial diferente, desconocido y más amenazante: no solo fue la falta de esperanza, sino la parálisis espiritual y nacional que tal sentimiento puede llegar a generar.

De esta manera se comprende mejor la gravedad de la misión del Profeta: levantar el ánimo del pueblo para que se arrepienta y vuelva a D-s, fortaleciéndolos, evitando que caigan en las profundidades de la desesperación.

Así, las visiones de Zejariá acercan dos puntos muy separados: las palabras del Profeta acortan la distancia entre la realidad que es y el ideal que debiera ser, para acercarnos un mensaje que sale a nuestro encuentro en momentos en que urge la necesidad de consuelo y fortaleza.

“Entonces el ángel que hablaba conmigo volvió, y me despertó como a un hombre que es despertado de su sueño”. (Zacarías 4:1)

Don Isaac Abarbanel (1437-1508) explica que el ángel le mostró una visión, y cuando quiso continuar, vió que el profeta seguía concentrado en la contemplación anterior, por lo que debió despabilarlo, para que preste atención hacia la nueva visión.

Meir Loeb Ben Jehiel Michel Weisser (1809-1879), más conocido por las iniciales hebreas de su nombre, Malbim, refuerza esta idea: sostiene que Zejariá no había captado plenamente, que no se despertó del todo, por eso el ángel lo interpela para que deje atrás lo anterior para poder pasar a lo siguiente. Como suele pasarnos a menudo: estamos tan concentrado tratando de explicar lo que pasó que no advertimos aquello que está sucediendo frente a nuestros ojos.

“Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He aquí, que he visto un candelabro todo de oro con la vasija en la parte superior, y sus siete lámparas encima…” (Zacarías 4:2)

En palabras del Radak, Rab. David Kimchi (1160 – 1235), esta visión hace alusión a que, aunque el Pueblo de Israel deba transitar por la oscuridad, en el futuro, su redención será como la luz de una menorá que ilumina todo ante ella.

Estos dos versículos son un llamador que exigen nuestra atención, que nos pide que hagamos foco ante la coyuntura que nos anestesia y nos deja insensibles. Como si al despabilarnos, la línea borrosa entre la realidad y el ensueño se desdibujara, ayudándonos a dar vuelta la página con la certeza de que algo mejor nos espera si aprendemos a iluminar nuestra vida, un día a la vez, al igual que la Janukia.

Porque Januca tiene mucho que decir sobre nuestra singularidad. Las luminarias de Januca sólo puede encenderse al oscurecer, porque, como enseña la Guemará, nadie enciende velas de día. Esta es quizás una afirmación redundante, pero no: el encendido no es para iluminar físicamente un lugar u obtener un provecho de esa luz, sino que está allí para hacer una declaración.

Y este llamamiento es nuestro manifiesto: hablamos de la importancia de elegir la identidad judía, viendo en la lucha de los Macabeos, la rededicación del Templo y su purificación nuestro mayor logro para las generaciones posteriores.

A Zejariá, al igual que a los Profetas Irmiahu (Jeremías 1:11) y Amos (Amos 7:8), un ángel les pregunta “¿qué ven?”, en una pregunta retórica que no busca indagar sobre el objeto en sí, sino en su significado, cuestionándonos: “¿entiendes lo que estás viendo? ¿entiendes lo que está pasando?”

Aunque todo a nuestro alrededor parece indicar que vivimos tiempos distópicos, hay quienes aún creemos que otro mundo es posible. Por eso, en cada rincón del mundo nos uniremos a los cientos de miles de familias y comunidades que desde más de dos mil años reivindican el último acto de rebeldía frente a un mundo fracturado: encender luminarias en Januca.

Reivindicamos el valor de la esencia, idealizando la fantasía en el encuentro fugaz frente a las luces y al calor de nuestros seres queridos, rodeados de espiritualidad, en la añoranza de pensamientos y acciones que confluyeron para que estemos allí, en ese momento.

Los acontecimientos del 7/10 siguen impactando en cada uno de nosotros, pero elegimos ponernos de pie diciendo: “Estamos orgullosos de ser judíos”, aun en el dolor nos enlazamos a la vida… un árbol aunque esté herido se mantiene de pie, vivo, si sus raíces permanecen fuertes.

Porque al igual que Zejariá y la generación del retorno a Sión, asumimos nuestra reconstrucción volviendo a sembrar sobre la base de nuestro legado: nuestras fuentes, tradiciones y un sistema de valores único.

Porque mientras arde la luz, subrayamos la verdadera belleza del mundo y la existencia misma, reafirmando que la vida es extraordinaria y mucho más hermosa de lo que creemos.

Shabat Shalom umeboraj veJag Urim Sameaj !
Seba Cabrera Koch

Fuentes:

-Haftara para Januka. Zacarias 2:14-4:7. Consultado desde Sefaria.org
-Jewish Virtual Library. David Kimchi ©1998-2023 American-Israeli Cooperative Enterprise
-Krumbein, E. Chanuka: Insularity or Influence? The Meaning of Chanuka ©2014 Torat Har Etzion
-Levy, Y. Haftará para el primer Shabat de Januká ©2024 Judaísmo Hoy
-Lichtenstein, M. Haftara of Shabbat Chanuka ©2016 Torat Har Etzion
-Rosenthal, H. Seligsohn, M. Jewish Encyclopedia: Malbim ©2002-2021 JewishEncyclopedia.com
-Waingortin, N. Lecturas de la Torá para Januka ©2001–2024 SRL Marshall T. Meyer
-Zejariá Capitulo 4. Explicación y comentario. Equipo del sitio haTanaj ©2024 haTanakh

Especial agradecimiento a Rabino Dr. Salomón Nussbaum por su inestimable colaboración.

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