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Parasha Vaierá

Bereshit (Génesis 18:1 – 22:24)

La porción cuarta, de Bereshit (Génesis) que nos toca leer esta semana,  es la Parashá Vayeirá, “Y Él apareció”. Nos relata varios sucesos en la vida de Abraham y su entorno.

Tres días después de que Abraham se circuncidara, a sus 93 años, HaShem se revela, enviando tres ángeles. A pesar de su dolor, la hospitalidad que tenía por cualquier peregrino, surgió como siempre. Uno de los tres visitantes le predicen que él y su esposa Sara, tendrán un hijo dentro de un año; y además ellos tenían una misión, la de destruir Sodoma y Gomorra, pueblos cuyos habitantes no merecían el perdón divino. Abraham implora por el perdón de los justos de dichos lugares.

Dos de los ángeles, llegan a Sodoma y son recibidos por Lot, quien fue el único que brindó hospitalidad ante los viajeros. Por eso fue salvado junto a su familia, con la condición de no mirar para atrás. La mujer de Lot, se da vuelta en el camino y ve la destrucción convirtiéndose en una columna de sal.

Mientras que Lot y sus hijas se esconden en una cueva, estas lo embriagan creyendo eran los únicos en el mundo. Ambas quedan embarazadas.

Abraham, se mudan a Gerar y presenta a Sara ante el Rey Abimelec, como su hermana. Éste en un sueño es advertido por D’s, que Sara es la esposa de Abraham. A los cien años tiene junto a Sara de noventa años, a su hijo Itzjak, quien fue circuncidado a los 8 días. Agar y su hijo Ismael, son expulsados y en pleno desierto se quedan sin agua, D’s se revela a Agar, indicando un pozo con agua, evitando que su hijo muera.

Abraham, firma en Beersheba con Abimelec un pacto de no agresión mutua. Por esa razón HaShem pone a prueba la fidelidad de Abraham, ordenándo que sacrifique a su hijo. En el momento que Abraham se disponía a degollar a Yitzchak, un ángel lo detiene y encuentra un carnero atrapado contra la maleza.

Varias enseñanzas nos deja esta parashá, que las podemos ver normalmente entre nosotros.

Ser hospitalarios, sin importar la apariencia que tenga el que nos visita. Asistir al enfermo, para darle compañía y confort. Pedir e implorar, por los que necesitan refugio. Respetar al otro.

Salvar la vida por sobre todas las cosas.
Lástima, que no todos están atentos a estas enseñanzas.
Estamos viviendo un momento bisagra entre el bien y el mal.

La hospitalidad que albergaba la sociedad, una parte de ella, se quebró. Muchas veces rechazados por creer distinto.

La Cruz Roja no asistió y no asiste a los secuestrados. No controló y no controla.

Los hinchas Israelíes, que pedían ayuda por las calles de Ámsterdam, les eran cerradas las puertas, salvo honradas excepciones. Ante la fría mirada de observadores, que como la mujer de Lot se quedaron como estatuas sin actuar.

Sin respetar a nadie por el solo hecho de ser judío, el odio busca la muerte. Ahora algunos líderes buscan remediar el error.

Advirtiéndonos de cuál es un lugar seguro donde poder descansar, siempre y cuando no alardear de símbolos judíos.

Ya pasó la hora de escondernos en sótanos. De ser sumisos, de convertirnos y doblegarnos por la fuerza.

Las Cruzadas, la Inquisición, las Quemas en la Hoguera del medioevo, los Progroms de los Zares, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, los países del Este sucumbieron. Todo terminó.

Es momento de erguir la cabeza, de luchar por nuestros ideales de libertad y justicia.

Desde donde te encuentres, no permitas que te silencien. Somos descendientes de Abraham, para pactar la paz, tenemos que recuperar a nuestros hermanos, asegurando que esta vez sea sincera, sin odio y sin revanchismo.

Shabat Shalom
Susy Lapilover
BRING THEM HOME NOW
AM ISRAEL JAI

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