“El hombre de fé ve el mundo con asombro como un niño” Abraham Ioshúa Heschel.
Quien tiene fé entiende que a pesar del caos que ve alrededor existe un orden, confía en que cada ser humano tiene un destino, cada cual tiene un desafío y un por qué en este mundo.
Aquel que se sigue asombrando a pesar del paso del tiempo es quien tiene la capacidad de mirar la vida, la historia, y encontrarle un sentido.
Es aquel que encuentra a Dios donde otros no lo ven.
En esta Parashá el hombre de fé es Iosef, alguien que a pesar de todo lo difícil que tuvo que atravesar en su vida, renace, y se re piensa como ser humano, con ideas claras y firmes entendiendo que la vida sin fe es una vida vacía sin sentido.
“Por favor, acérquense a mí”, les dijo Iosef a sus hermanos. Cuando se acercaron, él dijo: “¡Yo soy Iosef su hermano! Ustedes me vendieron a Egipto.
Ahora, no se preocupen ni se sientan culpables por haberme vendido. ¡Dios me ha enviado delante de ustedes para salvar vidas!”
Fueron posiblemente muchos años para Iosef de procesar el dolor del rechazo familiar, de creer que su mismo padre lo entregó a sus hermanos, de tratar de no vivir enojado todos los días por lo que le hicieron, de no llevar una vida basada en el rencor y el odio.
Es desde este lugar que él reconstruye su relación con la vida misma, donde se sigue asombrando por su alrededor y donde él ayuda a otros también a asombrarse. Especialmente confiando que todo “malo” que le sucedió, tiene una respuesta en su vida y un para qué.
Que este anteúltimo Shabat de Bereshit nos encuentre atravesados por la fe, podamos trabajar la idea de que todo puede ser diferente si lo miramos con otros ojos. Donde hasta el peor de los dolores se puede convertir en un llanto que abrace el alma y nos haga entregarnos a una vida plagada de energía.
Shabat Shalom
Sem. Mati Bomse