Melajim 3:15 – 4:1
Antes de comenzar con el comentario de nuestra Haftara de Miketz, quiero aprovechar para dar las gracias al Rab Avruj que hace seis años me convocó para sumarme al equipo de comentaristas y me dio el honor de poder compartir con todos ustedes mis pareceres y mis análisis. No quiero olvidarme de agradecer también a la querida
Norma Dembo, que tuvo que padecer mis errores de principiante. Este es el final de un hermoso ciclo.
Yendo directamente a nuestra Haftarah, me toca nuevamente abordar el tema de los sueños, pero esta vez el soñador es el Rey Shlomo. La sección que leemos esta semana comienza diciendo:
“.. וַיִּקַ֥ץ שְׁלֹמֹ֖ה וְהִנֵּ֣ה חֲל֑וֹם“ “Shlomo despertó, y resulta que fue un sueño”.
En un sueño, uno mismo puede ser el protagonista, de los sucesos que aconteces, o podría ser un mero espectador de tales sucesos. Verse protagonista es una imagen onírica que denota superación, sencillamente porque un protagonista tiende a proyectarse hacia un futuro activo, el espectador en cambio se entrega al devenir de los acontecimientos. Claramente el Rey Sholomo fue un protagonista comprometido con los sucesos. Tan compenetrado estaba que solo percibió que se trataba de un sueño recién cuando despertó.
Y luego se encuentra en vivo con la famosa historia de las dos madres que pelean por la tenencia de un hijo que ambas denuncian que les pertenecía. Aquí nomas el rey tiene la oportunidad de aplicar la sabiduría que le había sido otorgada como el protagonista de su propio sueño.
En su sueño el Rey no pidió nada para sí, sino tan solo sabiduría para gobernar al pueblo con justicia y equidad.
Seguramente si hubiera pensado en si mismo la situación hubiera sido diferente. Los sueños permiten conectarlo a uno mismo con su mundo interior, con la esencia donde las almas se aúnan, pues las diferencias entre los unos y los otros son a nivel externo, pero a nivel de la esencia se revela como la unión primordial, ya que la esencia no se presta a ningún tipo de división.
A través de su sueño el contacto con su esencia, le permite comprender que pensar solo en uno mismo no es la expresión del ser esencial, sino del superficial donde se establecen las diferencias entre unos y otros.
Para ilustrar un poco este concepto les voy a traer una pequeña historia.
Una vez, un maestro pidió a sus discípulos que explicasen la diferencia entre el Infierno y el Eden; cada uno trató de responder exponiendo sus teorías, las cuales el maestro rechazó, una por una. Hasta que el les confeso que la diferencia consistía en la “Actitud”.
Y les dijo: En el infierno los comensales tienen la mesa servida con los más exquisitos manjares, y para servirse de ellos cuentan con tenedores sumamente largos, por lo que es imposible llevárselos a su propia boca. En el Eden la mesa esta puesta de idéntica forma, pero la “Actitud” es completamente diferente. Cada comensal toma el tenedor y lo lleva a la boca de otro compañero, de esta manera todos puedes disfrutar del banquete. Debemos dejar de pensar continuamente en nosotros mismos.
Es por eso mis queridos amigos que el Rey Shlomo cuando pidió sabiduría estaba pensando en su pueblo no en él.
Vinimos a este mundo para Letaken Olam (corregir el mundo) no el propio, sino el nuestro, dónde nuestros compañeros deben estar considerados en nuestra conducta diaria. Seamos protagonistas de nuestros propios sueños y proyectemos nuestra vida hacia un futuro activo.
Shabat Shalom humeboraj.
Ari A. Alster.