La Haftará de Vaietze destaca al Profeta Oseas, quien denuncia la infidelidad del pueblo hacia Di-s y revela el amor divino, comparable al perdón de un esposo hacia su esposa infiel o al amor de un padre hacia su hijo rebelde.
En la Parashá, observamos las dudas de Jacob y su falta de confianza, especialmente la falta de confianza en sí mismo.
En la Parashá anterior, leímos cómo Jacob “robó” la bendición de su hermano haciéndose pasar por él. Jacob era un hijo estudioso, pero sin iniciativa.
Recordemos que lo nombraron Jacob porque nació agarrado del talón de su hermano Esaú. Su madre, Rivka, lo alentó a animarse vistiéndolo con la ropa de su hermano, y hasta su padre, Itzjak, varias veces le pregunto, ¿Quién eres?, para incentivarlo a tener el coraje de ser él mismo. Cuando tuvo la oportunidad de hablar con su padre y pedirle una bendición, mintió diciendo que era Esaú porque aún estaba aferrado al talón de Esaú.
Por eso tuvo que irse, de ahí el nombre de la Parashá Vayetze (y se fue). Dejó su hogar, su vida, las tiendas donde estaba establecido, abandonó su comodidad. No solo escapaba de su hermano (en algún momento tenía que soltar su talón), sino que se fue buscándose a el mismo.
La Parashá narra que, en su viaje, Jacob durmió sobre piedras y tuvo el famoso sueño de la escalera que llegaba al cielo con ángeles subiendo y bajando.
Cuando Jacob se despierta, pronuncia una frase extraña: “Ciertamente, Di-s estaba en este lugar y yo no lo sabía”. En hebreo, “Yo no lo sabía” se dice “Lo Iadati” (el “ti” final significa yo), pero Jacob dice “Anoji Lo Iadati”, como si el “Yo” estuviera repetido. Nuestros sabios interpretan esta frase de manera diferente y explican que Jacob estaba diciendo: “Estaba Di-s en este lugar, pero YO no ME conocía”. Jacob se culpaba por no conocerse y por no confiar en su potencial Tengo la imagen de una escalera al cielo, con Di-s al lado de Jacob haciéndole promesas de éxito, tierra y descendencia, pero con un Jacob dormido, paralizado ante la oportunidad que estaba adelante suyo, sin atreverse ni siquiera a preguntar si puede subir a esa escalera. Este Jacob (el que nació agarrado al talón de su hermano) estaba lejos de convertirse en el Israel de la parashá que viene (el que se atrevió a luchar con personas y ángeles y triunfó).
Subirse a una escalera al cielo da miedo, miedo a lo nuevo, miedo a caerse, miedo a no poder.
Mas aun cuando lo que a veces tenemos adelante no es una escalera al cielo sino un pequeño escalón, un desafió o un cambio.
Todas las mañanas al levantarnos decimos el Mode Ani, agradecemos que nos despertamos y nos vuelve el alma al cuerpo y terminamos diciendo “Raba Emunateja” que significa literalmente “Es mucha tu confianza”. Tenemos que levantarnos sabiendo que si Di-s confía en nosotros. Como nosotros no vamos a confiar en nosotros mismos.
Las preguntas que nos plantea Oseas son:
¿Confías lo suficiente en Di-s como para creer en ti mismo?
¿Te atreves a renunciar a lo que crees que eres para descubrir lo que puedes llegar a ser?
La respuesta que ofrece la Parashá está en su título, Vayetze. Jacob tuvo que salir, soltarse de su hogar, de sus padres, liberar el talón de su hermano y así conocerse, confiar en su potencial, creer en las promesas de Di-s y transformarse en el padre del pueblo de Israel.
Shabat Shalom.
Fabian David Holcman