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Parashat Tzav

Dicen que hay dos  etapas cuando encaramos proyectos.

La primera cuando trazamos el nuevo camino.  Entonces comenzaremos cosas que nunca hicimos y todo será distinto.  Y como lo novedoso casi siempre es estimulante y  atractivo despertará interés y ganas en nosotros y en nuestro entorno.

Esto no suele pasar en la segunda etapa. Cuando ya estamos en zona de confort, nos empezamos a acostumbrar y a vivir rutinas. Se hace muy presente la sensación de “siempre lo mismo” y si está todo muy organizado,  más,  porque el nivel de dificultad se achica.

Sin embargo creo que el nivel de dificultad pasa a ser otro, el desafío de cómo administrar la rutina, la vida gris.

Dicen que obtener lo que queremos es posible pero más difícil o un reto mayor, es sostenerlo, es la constancia.

Esta es una de las lecturas que podemos realizar de la parashá de esta semana.

La Torá sabe de nuestra predisposición y voluntad en un principio, o para momentos únicos,  como en el momento de la revelación en Sinaí o el establecimiento del santuario en el desierto.

Sin embargo para el servicio en el mishkan, para el cumplimiento constante de la Torá, Dios no se conforma con nuestra buena predisposición y nos obliga a realizarlo con responsabilidad.

Así es como no fue una opción, sino obligatorio, dar majatzit hashekel (medio shekel) todos los años,  hoy sería el equivalente a nuestro aporte anual a la comunidad.

Los sacerdotes reciben en nuestra parashá la orden. De ocuparse de estas tres cosas:

Realizar los sacrificios para Adonai quemándolos todos por completo sin recibir nada. Limpiar los restos del altar y mantener el fuego constante en forma  rutinaria.

Si bien cuando se estableció el mishkan está escrito, que las personas debían donar de corazón. En la parashá de esta semana se pone en primer lugar la orden: “ordena” “tzav”.

“Habló Adonai a Moisés: Da esta orden a Aarón y a sus hijos: Esta es la ley del holocausto. Este es el holocausto que estará sobre el fuego encendido, sobre el altar, toda la noche hasta la mañana, y que el fuego del altar mantendrá encendido”. Levítico 6:1-2

No hay voluntariado, hay obligación, y Rashi en base al midrash explica que “tzav” implica prisa, aceleración. ¿Y porque justamente el sacrificio que se realizaba  en el altar todos los días debía ser con rapidez? 

Porque no solemos dar tanta importancia a lo obvio y a veces descuidamos la rutina porque ya no se presenta tan estimulante. Además, en el caso del sacrificio que se quemaba por completo, los sacerdotes no gozaban de ningún beneficio material, ya que éste se consumía por completo.

Claramente hay responsabilidades que debemos asumir aun sin beneficiarnos e inclusive si no son tan alentadoras por ser parte de la rutina diaria.

La Torá nos muestra que el servicio a Dios y el trabajo comunitario tiene una gran cuota de constancia, responsabilidad y trabajo desinteresado.

¡Shabat Shalom uMevoraj!
Rabina Judy Nowominski

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