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Parasha Behaloteja

“Historias mínimas”, por Seba Cabrera Koch
Bamidbar – Números 8:1-12:16

“Lo breve, si bueno, dos veces bueno”, afirma el saber popular. En los tiempos que corren, donde las redes sociales y la sobre estimulación de información compiten por ganar segundos de atención, el poder de síntesis es un requisito y la extensión de caracteres, un lujo; el lector-consumidor insiste: “…que sea cortito, por favor, mejor”.

Beezrat Hashem, con la ayuda de D-s, llegará Shabat, donde trataremos de vivenciar la santidad del tiempo, dejando de vivir bajo el mandato del “hacer” y del “producir”. Como enseña Abraham Joshua Heschel, aspiramos a construir un palacio en el tiempo, porque Shabat no es solo pausa, es espiritualidad encendida y desafío, contenido y profundidad.

En este comentario que nos convoca, quiero compartir historias mínimas, narraciones que a pesar de su brevedad (o gracias a ella), han generado numerosas interpretaciones y análisis que se desprendieron desde su estrecha longitud.

Así, el cuento más corto del mundo escrito en español, es “El dinosaurio” de Augusto Monterroso. Tiene solo siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. En inglés, el microrrelato de seis palabras atribuido a Ernest Hemingway, “For sale: baby shoes, never worn”, (“Vendo zapatos de bebé, sin usar”), es una muestra más de su maestría narrativa.

Cada historia, aunque brevísima, deja mucho a la imaginación: en cada caso el estilo austero sugiere más de lo que se dice explícitamente. Pueden conmover desde lo tácito, nos interpelan por lo que se omite; por ejemplo, en la tragedia que se insinúa detrás de esos zapatos nunca usados (¿Quién los vende y por qué los vende? ¿Qué pasó con el bebé? ¿una pérdida?), queda resonando de forma profunda en la mente.

La falta de respuestas es precisamente lo que provoca una emoción intensa, invitándonos a completar la historia con nuestra propia sensibilidad.

En la parashá que nos reúne, encontramos una oración cruda, una exigencia desesperada en solo cinco palabras: “El na refá na la” ¡D-s, te ruego, cúrala ahora! (Números 12:13).

Es la súplica de Moshé por su hermana enferma. El, que estuvo frente a D-s durante cuarenta días y cuarenta noches; aquí desnuda su corazón en un ruego potente.

Dicen que es la plegaria más corta y poderosa de la Biblia, como si cada palabra fuera el grito ahogado de un suplicante: “¡Dios! ¡Por favor! ¡Cúrala! ¡Ahora!”.

En su simplicidad, esta plegaria nos hace reconocer nuestra limitación humana, al redescubrirnos ante la inconmensurable dimensión de lo Divino.

Hoy, “El na refa na la” es la síntesis de todas nuestras historias mínimas: porque cuando la vida nos golpea, el tiempo y el espacio se alteran, y solo nos queda el abrazo de la plegaria, el llanto sincero y los anhelos de esperanza.

Puede que nuestras oraciones contemporáneas se hayan vuelto más largas y específicas; puede que nuestra comprensión moderna de los textos y nuestras fuentes se haya complejizado; pero las palabras con el corazón abierto de Moshé perduran y resuenan.

El sentimiento de Moshé nos interpela, porque como Pueblo sufrimos juntos, lloramos juntos y celebramos juntos. Cuando rezamos por la recuperación de un enfermo, lo hacemos “entre todos los enfermos de Israel”, formando una red de contención espiritual y emocional indescriptible, que nos moviliza íntimamente al recordar –y recordarnos– que el Otro sí nos importa.

Pedir Refuá Shlemá por alguien que está sufriendo, nos une a vos, a mí y a muchísimas personas más, en una conversación necesaria: solo D-s sabe que unas pocas palabras bastan.

Por eso, te invito a que cuando tengas la oportunidad, o mejor aún, a que generes la oportunidad, para que juntos elevemos nuestra plegaria por todas las personas que están pasando un momento difícil con su salud.

Baruj ata Ad´ shomea tfila. Amén.

Shabat Shalom umeboraj !
Seba Cabrera Koch

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2022-5783

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