Parasha Iom Kipur

Iom Kipur
Teshuva, Tfila, Tzedaka

Cada año, durante este tiempo extraordinario, cuando definitivamente el devenir de lo cotidiano se toma una pausa, me asalta, atravesada por las valiosas herramientas que me regaló la Teshuva, la profunda necesidad de redefinir-me ¿qué es Iom Kipur?

Este año, en el que el profundo dolor por el “7 de octubre” y la lucha por nuestra supervivencia me lacera e interroga a diario, me cuesta poner en palabras los pensamientos y emociones que me permitan elaborar y ensayar el valor del Perdón y del arrepentimiento sincero. La liturgia de Izcor va a doler más, ya duele más, duele más de 1200 veces más. Y, en medio del dolor…. incertidumbre y esperanza por el regreso a casa de las 101 almas que esperan por volver de la oscuridad a sus amores.

No Se del Perdón de lo imperdonable. Si Se del valor de La Vida y que Eretz Israel es nuestra Tierra Prometida. Es presente, futuro y destino. Es la plataforma física para la realización de los ideales ético-espirituales que nos regaló la Torá, sin lugar a dudas, un recurso extraordinario vigente, siempre vigente, aplicable a esta realidad posmoderna, de la post verdad, de la post moral que nos desafía a diario e intenta poner en jaque nuestra supervivencia.

Siempre habrá cosas que no podamos perdonar del todo y personas que no merezcan que se les devuelva nuestra confianza. Pero siempre podremos ensayar el perdón hacia nosotros en el intento de rectificarnos. En los tiempos del Mishkan y del Templo, Iom a Kipurim era el día en que el hombre más sagrado de Israel, el Sumo Sacerdote, hacía expiación, primero por sus faltas personales, luego por las de su “Casa”, luego por todo Israel. Desde el día en que se destruyó el Templo, no hemos tenido un Sumo Sacerdote ni los rituales que él realizaba, pero aún tenemos este día y la invalorable posibilidad de declarar “nuestros errores” en Comunidad, en el marco de nuestras Keilots ¡juntos! Si un Sumo Sacerdote o demás miembros de nuestra congregación pueden hacerlo, nosotros también podemos.

Creo que el efecto de Yom Kipur, que se extiende a las tlfilot del resto del año a través del Tajanún (oraciones de súplica), Vidui (confesión) y Slijot (oraciones de perdón), genera ese espacio en nuestra interioridad para que podamos sin avergoncemos decir: “Me equivoqué, cometí errores y como consecuencia lastimé”. Eso es lo que hacemos con las faltas que enumeramos en este día en dos listas alfabéticas, una que comienza con Ashamnu, Bagadnu y la otra que comienza con Al Jet Shejatanu. Un soporte casi perfecto que nos aliviana el camino para poder hacerlo.

La humildad de admitir errores no está muy extendida en estos días. En muchos casos lo supuestamente conveniente y políticamente correcto le gana a la Ética y, la vorágine de los acontecimientos, que deviene en la imposibilidad de parar y pensar en nosotros como un otro, por momentos nos deja perplejos.

Como Yeudim tenemos la capacidad ancestral, casi infinita de reevaluar, resignificar los hechos y reivindicarnos entre nosotros. Como dijeron Nuestros Sabios en el contexto de las leyes pureza: “Nadie puede ver sus propias imperfecciones, sus propias impurezas”. Vivimos en un tiempo marcado por las polarizaciones, los desencuentros y la falta de empatía, en el que por momentos esta infravalorado el individuo que tiene el coraje de decir, como lo hizo el Sumo Sacerdote, o el Rey David después de que el profeta Natán lo confrontara con su culpa en relación con Urías y Batsheva, Jattati: “He pecado”.

Nuestra Tradición nos ayuda a admitir nuestros errores de diferentes maneras. La primera es el conocimiento de que Di-s perdona. Él no nos pide que nunca pequemos, sabía de antemano que al regalarnos el don del libre albedrio, a veces, nos sabríamos como lidiar con él (¿Se acuerdan de Adán y Eva?). Lo que nos pide es el reconocimiento de nuestros errores, que aprendamos de ellos, los confesemos y nos propongamos no volver a cometerlos.

Y, como señale oportunamente, contamos con la impronta de Yom Kipur que se extiende a lo largo del resto del año que nos ayuda a crear esa” cultura de honestidad” en la que no nos avergonzamos de reconocer los errores cometidos. Y, a pesar que técnicamente, Iom Kipur se centra en las faltas entre nosotros y Di-s, una simple lectura de las confesiones en Ashamnu y Al Jet nos muestra que, en realidad, la mayoría de las equivocaciones que confesamos se refieren a nuestro trato con otras personas.

Ejercitar el perdón en el marco de nuestras relaciones, es como abrir una ventana hacia la luz y la frescura, nos da la oportunidad de liberarnos del peso de los errores del pasado y lanzarnos al futuro con los brazos abiertos, sentando las bases sobre las que podremos crear y recrear vínculos significativos, respetuosos, empezando por el que tenemos con nosotros mismos.

Igual que el espíritu perdurable de la teshuvá, creo que el perdón a uno mismo es un proceso continuo, un viaje perpetuo de autodescubrimiento y renovación. Seguramente habrá días en los que la vieja culpa y el arrepentimiento regresen sigilosamente. Pero se trata de aprender a seguir adelante, de recordarnos que somos valiosos, que podemos ser mejores … que fuimos creados a imagen y semejanza de Di-s y… seguir avanzando.

El primer judío que admitió un error fue Juda, quien había acusado erróneamente a Tamar de mala conducta sexual y luego, al darse cuenta de que se había equivocado, dijo: “Ella es más justa que yo” (Bereshit 38:26). Seguramente no es una mera coincidencia que el nombre Juda provenga de la misma raíz que Vidui, “Confesión”. En otras palabras, el hecho mismo de que nos llamemos judíos, Yehudim, significa que somos el pueblo que tiene el coraje de admitir sus errores.

Cuando en esta Neila, las puertas del cielo estén comenzado a cerrarse, ojalá hayamos podido capturar dentro de cada uno de nosotros el espíritu inalterable de Iom Kippur, de este Shabat Shabatton, Teshuva, Tfila, Tzedaka…

Y, así podamos todos juntos, avanzar un escalón más en la construcción de nuestra mejor, más refinada versión, que sin dudas es el pasaporte para la construcción de una sociedad más integrada, honesta, anclada en nuestros eternos pilares de Jesed y Guevurá… De Misericordia y Justicia. Siempre buscando y trabajando por la Paz con nosotros y los otros…

Gmar Jatima Tova Am Israel Jai
Sandra Leb Epstein

Parasha Haazinu

Palabras de Vida y Esperanza

En esta parashá, llegamos a las últimas palabras de Moshé, el gran líder de Israel, quien, al final de su vida, contempla todo lo que lo rodea. Su mirada se dirige a los cielos, la tierra, las naciones del mundo, su amado pueblo Israel, y por supuesto, a Dios. Pero Moshé no se conforma con sólo exaltar al Creador. Él busca algo más profundo: transmitir la esencia de toda una vida de aprendizaje, experiencia y amor por su pueblo.

Consciente de su inminente partida, Moshé desea darles a los hijos de Israel un regalo único: una brújula espiritual que los guíe en los desafíos de la vida. En sus últimas enseñanzas, aspira brindarles un grado de certeza y consuelo en sus vidas frágiles. Les deja un mensaje de esperanza: aunque él no logrará entrar en la Tierra Prometida, ellos sí podrán alcanzar una relación íntima y profunda con Dios si evitan caer en los mismos errores que él cometió.

¿Qué queda para nosotros, las generaciones que seguimos? No hemos sido exentos a los tropiezos. Una y otra vez repetimos los errores del pasado. Nos aferramos a viejos logros, nos sobrecargamos de preocupaciones y nos alejamos del presente. Sentimos el deseo de algo más, de una vida con propósito. Y éstos días nos impulsan a esa búsqueda y reflexión.

Moshé nos ofrece una última lección llena de esperanza. Su cántico nos invita a conectar con la vida en su plenitud. Así como la tierra, los árboles y el pasto anhelan la lluvia, también nuestras neshamot buscan saciarse de significado. Nos da la oportunidad de recapacitar sobre nuestras acciones, reconocer nuestras fallas y mirar con amor a las generaciones que vendrán después de nosotros.

Una vez más, la Torá se convierte en fuente de vida. En ella encontramos no sólo las lecciones del pasado, sino también las herramientas para transformarnos en seres merecedores de una vida llena de brajot. Nos invita a dejar de lado nuestras sed y vacío, y a caminar hacia una tierra que mana leche y miel, una tierra que espera a ser habitada con justicia, bondad y amor.

Es tiempo de llegar a la Tierra Prometida, al año que con el cual nos comprometamos…

Es tiempo de que Todos lleguen a casa.

¡Shabat Shalom!
¡Gmar Jatima Tova!
Rab Sarina Vitas

Haftara Haazinu

La Haftará de Haazinu nos trae una reflexión que va más allá de lo divino en un sentido tradicional y nos conecta con experiencias profundamente humanas. David, tras ser salvado de sus enemigos, nos deja una canción que es tanto una expresión de gratitud como una confesión de vulnerabilidad. No es solo un canto de agradecimiento, sino un reconocimiento de esa fuerza invisible que nos sostiene cuando más lo necesitamos.

David describe a esa fuerza como “mi roca, mi refugio, mi fortaleza” (2 Samuel 22:2), imágenes que nos hablan de la búsqueda de algo firme cuando todo parece tambalear. En nuestra vida cotidiana, esa “roca” puede ser la fe, las convicciones, la familia o la comunidad que nos rodea. En los momentos difíciles, buscamos un lugar, un abrazo, o incluso una palabra que nos devuelva a la tierra, que nos haga sentir que no estamos solos.

Cuando David dice: “Las olas de la Muerte me rodearon; los torrentes de la destrucción me aterrorizaron” (22:5-6), se hace eco de algo que todos, en algún momento, hemos sentido: ese miedo que nos paraliza, la angustia de enfrentarnos a desafíos que parecen insuperables. Pero lo interesante de este pasaje no es tanto la dificultad en sí, sino el poder de reconocer que, incluso en esos momentos, hay algo que nos puede sostener, ya sea la solidaridad de otros, el cariño de un ser querido o simplemente la fuerza que encontramos dentro de nosotros mismos.

Creo que esta Haftará nos recuerda que no se trata solo de esperar que algo externo nos salve, sino de construir juntos un espacio donde cada uno pueda encontrar ese apoyo cuando lo necesite. El judaísmo siempre ha puesto el foco en la comunidad, en la capacidad de estar presentes unos para otros. Esa idea de que “nadie se salva solo” es central en nuestra cultura. Así como David siente que fue rescatado de las aguas profundas, nosotros también podemos ser el sostén para alguien más, ser ese espacio seguro para quien está atravesando su propio mar de problemas.

El Sheol (el inframundo) no es solo un lugar físico o metafísico, sino una metáfora de las tinieblas emocionales y los desafíos internos. El hecho de que la palabra Sheol suene como el nombre de Shaul (Saúl) sugiere que muchas veces nuestras pruebas más difíciles vienen de lo que nos es cercano, de quienes están en nuestro entorno o de las situaciones que vivimos todos los días. Es un recordatorio de que el crecimiento personal y espiritual nace en esas confrontaciones, en los desafíos que parecen más difíciles, pero que también nos enseñan a salir más fuertes.

Cuando David dice: “Extendió Su mano desde lo alto y me tomó, me sacó de las aguas profundas” (22:17), no lo veo solo como una intervención externa, sino como una fuerza que todos tenemos dentro para ayudarnos a salir de esos momentos oscuros. Es la empatía, la solidaridad, la compañía en los momentos difíciles lo que nos permite superar las tormentas de la vida. Y, en ese sentido, todos podemos ser esa mano para alguien más, todos podemos tender un puente entre las dificultades y la esperanza.

Este mensaje tiene un eco muy fuerte en la tradición judía: no estamos solos, ni debemos estarlo. En cada acto de bondad, en cada gesto de empatía, estamos siendo ese refugio que otros necesitan. Como decía Emmanuel Levinas, “el rostro del otro es la revelación de lo divino”. Al sostenernos mutuamente, al estar presentes para quienes nos necesitan, es como realmente conectamos con esa chispa de espiritualidad que David describe tan bellamente en su canción.

Entonces, así como David encontró en su entorno y en su espiritualidad la fuerza para salir adelante, nosotros también podemos encontrar ese mismo apoyo en nuestras comunidades, en los vínculos que cultivamos. Al final del día, esta Haftará no es solo una alabanza a lo divino en abstracto, sino un llamado a la acción: ser esa “roca” para los demás, construir un espacio de confianza y solidaridad, y recordarnos que juntos somos más fuertes, que cada uno de nosotros tiene el poder de cambiar la vida de quienes nos rodean.

En definitiva, ser esa fortaleza para los demás es lo que nos hace comunidad, y esa conexión, más que cualquier otra cosa, es lo que nos sostiene en los momentos de mayor vulnerabilidad.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Haftara Nitzavim Vaielej

Semillas de la Redención
Comentario a Ieshaiahu (Isaías) 61:10 – 63:9

Esta semana, en la antesala de los Iamim Noraim, nos convoca la última de las siete haftarot extraídas del libro del profeta Isaias. Rabí Mordejai Iafe, gran Rabino de Praga hacia el siglo XVI, explicó en “Levush”, su obra magna, que estas siete profecias fueron seleccionadas para consolar al pueblo de Israel por la destrucción del Templo de Ierushalaim.

Isaías comienza recordando al Pueblo que: “…así como la tierra saca su fruto, y como el jardín hace florecer sus plantas, así también D-s hará florecer justicia y gloria, delante de todas las naciones.” (61:11)

A lo largo de generaciones, estas hermosas palabras fueron interpretadas como un anticipo esperanzador de la anhelada redención: así como una semilla depositada en la tierra, germina y surgen brotes que finalmente dan gran cantidad de frutos, así también ocurrirá con el pueblo de Israel.

Aunque esta Haftará no contiene una conexión explícita con la Parashá, nos prepara para los Iamim Noraim con un sentimiento oportuno e inspirador. La parashá de esta semana comienza con las palabras: Atem nitzavim haiom – “Están de pie hoy”. Estas palabras, particularmente en esta época del año, nos predisponen de una manera muy especial: Nitzavim. Estamos de pie.

Más adelante en el texto, el mandato de Moshé a Ieoshúa nos interpela: “jazak veematz”, sé fuerte y valiente. En este último Shabat del año 5784, esas palabras son para nosotros también: ¡Sé fuerte y valiente!, porque se necesita coraje para enfrentar nuestros miedos y debilidades, porque la fuerza y ​​el coraje muchas veces afloran de nuestros errores y fracasos.

Tal vez este sea también un modelo para nosotros mientras nos preparamos para las Altas Fiestas. Nuestra tradición nos indica que durante el mes que precede a Rosh Hashaná, es cuando nos tomamos el tiempo para hacer nuestra “contabilidad del alma”.

El Balance del alma, otra hermosa traducción de Jeshvon haNefesh, es un Tiempo de búsqueda del equilibrio, un período destinado a la reflexión que nos ayude a alcanzar el arrepentimiento y reparación, tanto en lo individual como en lo comunitario.

El primer paso es levantarse. Nitzavim. Estar de pie, firmes, para evitar vernos arrastrados por aquello que no podemos cambiar. De pie, como aquel que elige empoderarse, al reconocer el trabajo duro que nos ha llevado hasta el lugar donde estamos en este momento. De pie, para tener una visión con perspectiva y ver más allá…

Porque, como enseñó Viktor Frankl: “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.

 Jazak veematz, con entereza para secar las lágrimas, dar vuelta la página, ponernos de pie y avanzar, reconociéndonos todavía en proceso de transformación, todavía en movimiento, todavía en el camino.

Formamos parte de un Pueblo cuya historia recorre milenios de un lado al otro del mundo, y sigue manteniendo su identidad y sus valores hasta hoy.

Somos el Pueblo que vé germinar las semillas de la redención cuando reconoce en la diversidad su mayor fortaleza; cuando la adversidad nos enseña que somos mas fuertes cuando nos conjugamos en singular: somos el Pueblo que llora y celebra la vida como una gran Familia.

Somos conscientes de los desafios que aun quedan por delante, pero al igual que los israelitas a punto de ingresar a la Tierra Prometida, también debemos ponernos de Pie, firmes y orgullosos de quiénes somos y en quiénes nos hemos convertido.

Shabat Shalom amigos!
Leshaná tová umetuká

 A casi 1 año del 7 de octubre, una vez más, a este dolor infinito lo transformaremos en fortaleza. 

Seba Cabrera Koch

Fuentes:

  • Biblioteca. Sabios de Israel: Rabí Mordejai Iafe (Lebush). Consultado desde Chabad. org
  • Haftará Nitzavim – Vaielej. Isaías 61:10 – 63:9. Consultado desde Sefaria. org
  • Isaias Cap. 61 al 63. Versión en español. Consultado desde hatanakh. com
  • Levi, Yehuda. Haftara Parashat Nitzavim. Consultado desde Judaísmo hoy. com
  • Nowominski, Judy. Equilibrio Espiritual y Arrepentimiento. Consulado desde Exploring Judaism. org
  • Olshein, C. Lea. Standing at Attention. Comentario a Parashá Nitzavim. Consultado desde My Jewish Learning. com
  • Parashat Nitzavim – Vaielej. Deuteronomio 29:9 – 31:30. Consultado desde Sefaria. org

Parasha Nitzavim Vaielej

Esta semana leemos la PARASHÁH NITZAVIM Y PARASHÁH VAIELEJ, la octava y novena del quinto y ultimo libro de la Torah, DvARIM.

Y de alguna manera venimos hablando de las dualidades, de los opuestos, de los enfrentados, de las elecciones.

DISPERSIÓN y TIERRA DE ISRAEL.
LA TORÁ NO ESTÁ EN EL CIELO, NI DEL OTRO LADO DEL MAR.
MOSHÉ ORDENA ESCOGER LA VIDA, Y NO LA MUERTE,
LA BENDICIÓN Y NO LA MALDICIÓN,
EL BIEN Y NO EL MAL

Explica Rav Saadiá Gaón, que las secciones NITZAVIM y VAIELEJ son, en realidad, dos partes de una misma Parashá. (algunos años se leen juntas, y algunos años por separado.)

Leyendo en detalle, se aprecia que, de alguna manera tienen contenidos opuestos?

El contenido conceptual de cada cosa, es expresado por su nombre en hebreo.

El nombre de la primera parasha de esta semana es NITZAVIM , cuya traducción es “parados con firmeza”. Este nombre denota el concepto de estabilidad, lo contrario al cambio. El nombre de la segunda parashá es VAIELEJ, cuya traducción es “y fue”. Este nombre implica movimiento, avance y cambio.

NITZAVIM y VAIELEJ, que indican y proponen contenidos opuestos (estabilidad y cambio), son partes de una misma sección de la Torá

Aquí verificamos la practicidad de la Torá: Porque este mandato que te prescribo hoy no está más allá de ti, ni está lejos. No está en el cielo… No está del otro lado del mar… Por el contrario, es muy cercano a ti, en tu boca, en tu corazón, para que lo lleves a la práctica”.

Ya casi cerrando El LIBRO, y hablando como se manejan las cosas en nuestro mundo, explica que las mitzvot no pertenecen al cielo, no pertenecen a Ds.

Las mitzvot se practican en la vida cotidiana.

El SER JUDIO se practica en la oficina, en el super, cuando haces un reclamo en la compañía de cable, cuando te cobran de mas. Cuando vas al Templo, o haces Yoga, meditación , o tomas clases de Torah, Cuando rezas, te pones la Tfilin o usas Kipá… te comportas como un muy buen judío… pero LAS MITZVOT se ejercitan con tu clientes, con tu empleados, con los desconocidos, con los que piensan distinto, con los opuestos.

Cultivar.
Entrenar.
Profesar.

Las parashiot del mes de Elul (preparándonos para R.H.) se escribieron en un tono de contradicciones, de opuestos, porque refieren a este mundo de la accion, dual, al pensamiento dividido, partido, dudoso (bueno | malo, lindo | feo, y otros)

Cuando por fin, aprehendamos que somos una sola red, que todos estamos conectados, que Ds es Uno.

Cuando lleguemos a esa TIERRA PROMETiDA, Nos (NITZAVIM) pararemos firmes, plantados, seguros, RESPONSABLES & COMPROMETIDOS y conociendo nuestro plan, entonces (VAIELEJ) caminaremos listos para ganarnos y conquistar eso que tanto hemos anhelado, que nuestra Vida sea un Santuario, Plena y Generosa.

SHANA TOVA UGMAR JATIMA TOVA!
SHABAT SHALOM UMEBORAJ.
Silvia Dvoskin