Parasha Toldot

“Ve Ele Toldot Itzjak Ben Abraham. Abraham…”
“Estas son las historias de Itzjak, hijo de Abraham. Abraham…”
Bereshit 25;19

La Parashá de esta semana comienza con la anterior frase, presentando a Itzjak, pero hablando de Abraham.

¿Quién era Itzjak? El hijo de… ¿De quién va a hablar la Parashá?
De sus hijos Iaacov e Esav. ¿Cómo puede ser?

¿Mi ze Itzjak? ¿Quién es Itzjak?

Lo se, Hijo de Abraham y Padre de Iaacov y Esav. Pero me falta algo. Falta que aparezca una historia que lo engrandezca, que el diluvio este a punto de llegar y el tenga en sus manos la llave del Arca, me falta un algo, un poder sobrenatural, un talento, un don.

Parece que no, pero Itzjak tiene mucho de lo anterior, simplemente por el hecho de ser hijo, para luego ser padre. Repasemos su historia; Itzjak nace bajo el nombre del mismísimo milagro, sale del vientre de su madre quien sufría por su esterilidad. Crece con su hermano Ishmael, quien en el mejor momento de la hermandad, en el momento donde empiezan a jugar el uno con el otro, es echado, arrojado al desierto para ser dueño de su propio destino.

Itzjak transformado en hijo único, ya sin nadie con quien jugar, es despertado por su ídolo, por su superhéroe, por su padre quien lo invita a caminar hacia aquel lugar donde iba nada mas y nada menos que a ser sacrificado en nombre de lo divino.

Llega el momento de enterrar a su padre, y sin embargo él está ahí. Perdona para sanar y se reune con quien había sido su hermano, Ishmael, para hacer la Kvurá. El difícil trabajo de ser hijo de quien no había sabido mantener una familia unida.

Esav y Iaacov, la famosa historia donde con el paso del tiempo establecimos que uno era el malvado y el otro víctima de la crueldad de su madre. Iaacov se hace pasar por Esav frente a su padre, y su padre le dice “A Kol Kol Iaacov, Ve Iadaim Iedei Esav” “La voz es la de Iaacov, pero las manos son las de Esav” Itzjak lo sabia todo, pero sin embargo el trabajo enorme y difícil de ser padre y decidir. Itzjak bendice a Iaacov, y su familia queda separada y atravesada por el odio y el rencor.

¿Quién es Itzjak? ¿Cuál era su grandeza?

Ser humano.

La Tora no pone en Itzjak lo sobrenatural, pone todo lo humano y real. Llena su historia del desafío de ser “Hijo de” tener que cargar con una historia impropia, hacerla suya y transformarla para ser “Padre de” y dejarle un nombre y una historia a sus hijos, con sus aciertos y desaciertos. Con sus fortalezas y debilidades.

Itzjak tenia el don de ser persona, y su vida se basa en el simple hecho de ser.

Podamos todos al volver a escuchar esta historia, descubrir nuestro desafío, nuestra herencia y que hacemos con ella, para construir un futuro mejor.

¡Shabat Shalom Amijai!
Sem. Brian Bruh

Haftará Jaie Sara

“Un eslabón en la cadena infinita de principios y finales”. Por Seba Cabrera Koch.
Haftará Jaiei Sará: Comentario a Melajim I (Reyes I ) 1:1-31

Alguna vez alguien me confió que para contar la historia de nuestros hijos debemos comenzar contando la historia de nuestros padres, porque somos el reflejo del futuro que soñaron quienes nos antecedieron, somos la página por escribir en el Libro de la Vida.

La haftará, es decir la porción del sefer Melajim (libro de Reyes) que nos convoca esta semana comienza: “El rey David era anciano, entrado en años…” (Reyes 1:1).

En correlación, la parashá, es decir la porción del sefer Bereshit (Génesis), se conecta con la haftará por el versículo “y Abraham era anciano, entrado en días…” (Génesis 24:1).

Meir Loeb Ben Jehiel Michel Weisser (1809-1879), más conocido por las iniciales hebreas de su nombre, Malbim, explica que el denominador común de estos versículos va más allá de trazar un paralelo entre la vejez de David y la de Abraham. Invita a dimensionar las historias en su totalidad: en ambos casos, se trata de un Rey y de un Patriarca, enfrentándose a la finitud de la vida y al desafío de la transición y la continuidad.

Según el Malbim, la impresión que nos deja la parashá Jaiei Sará y su correspondiente haftará, es que el foco de las historias no se detienen en los logros y desafíos superados por Abraham y por David en el pasado, sino que más bien dirigen su mirada a sus hijos, depositarios de la esperanza por el nuevo tiempo por venir.

Porque, en la voz del Eclesiastés, “una generación se va, y otra generación la sucede… El sol sale y el sol se pone, y se desliza de regreso hacia donde sale”. (1:4-5).

No son solo David y Salomón, Abraham e Itzjak. Aprendemos que Sará también constituye el puente y la conexión entre la generación que pasa y la generación que surge.

Esta semana, las lecturas que nos convocan testimonian que la vida es una cadena infinita de principios y finales, donde cada eslabón es a su vez el fin del anterior y el comienzo del siguiente.

Podremos imaginar no solo a Sará, a David, y a Abraham, sino a cada iehudi desde Sinaí hasta el fin de los días, comprendiendo que su herencia serán los valores y experiencias que atravesaron su existencia, y que cada generación enriquecerá con su creatividad y energía, muchas veces tomando decisiones importantes en tiempos difíciles.

Algún día, alguien podrá leer en un renglón: “Vivió para ser un digno eslabón en la cadena de transmisión de Su Pueblo”.

Si no existe honor más grande que portar una biografía tan concisa, el epígrafe citará al Pirke Avot recordándonos: “no estás obligado a completar el trabajo, pero tampoco eres libre de abandonarlo”.

Las famosas palabras Rabí Tarfón deben animarnos y sostenernos en estos tiempos. Las luchas y los esfuerzos por la justicia, por la igualdad y la libertad nunca terminan, y ninguna generación realmente completa ese trabajo.

Sin embargo, se trata de seguir adelante aun con esa contradicción en la cabeza mientras trabajamos, desde el lugar que nos toca, por un futuro mejor.

Como escribió Hannah Arendt: “El pasado no lleva hacia atrás sino que impulsa hacia delante y, en contra de lo que se podría esperar, es el futuro el que nos conduce hacia el pasado”.

Besorot tovot, que podamos escuchar buenas noticias, que no nos falte el optimismo y la esperanza de un mundo mejor, o al menos, la esperanza de ver algo de luz en tanta oscuridad.

Quiera D-s que las palabras de brajá fluyan como un arroyo, y tomen vida propia.

Shabat Shalom umeboraj.
Seba Cabrera Koch

Fuentes:

  • Coffman, A. Tora con comentario de Rashi, tomo 1 Bereshit. 2001. Editorial Jerusalén. Pág. 297
  • Haftarah Jaiei Sará Reyes I 1:1 – 31. Consultado desde Sefaria.org
  • Jewish Virtual Library. Malbim. 1998-2023 © American-Israeli Cooperative Enterprise
  • Muhafra, I. Pirkei Avot: Comentarios, reflexiones y maasiot. 2014. Or Lajaim. Pág. 160
  • Oppenheimer, D. El legado. Comentario a Jaiei Sará. © Grupo Tora Argentina 2000-23.
  • Parashat Jaiei Sará. Genesis 23:1 – 25:18 Consultado desde Sefaria.org
  • Lichtenstein, M.The difference between individual style and common values. 2016 ©Torat Har Etzion

Parasha Jaie Sara

La Parashá de esta semana comienza diciendo: “Y fue la vida de Sara, de cien años y veinte años y siete años, los años de la vida de Sara” (Bereshit 23, 1).

Sin embargo, “Shnei Jaiei Sara” (traducido como “Los años de la vida de Sara”), puede leerse como ‘Las dos vidas de Sara’.

¿Por qué pensar que Sara tuvo dos vidas?

Porque si bien nuestra vida es una, existen ciertos giros en nuestra existencia que hacen cambiar radicalmente nuestra percepción del mundo. (Ej: el nacimiento de un hijo, la llegada del amor, un problema financiero, o una pérdida muy querida).

Todxs tenemos algo que, en algún momento, nos hizo crecer y madurar, aun cuando haya sido a la fuerza de algún golpe o dolor en esta vida.

Muchas vidas conviven en una vida, y suele ser la manera en cómo afrontamos estos cambios la que marcará el rumbo de un nuevo capítulo.

La palabra inicial de esta Parashá sea un buen indicio para saber cuáles fueron las dos vidas de Sará: “VaIihú”.

El autor del libro “Mishná Belulá” explica que la palabra ‘VaIhiú’ (‘Y fueron’) tiene un valor numérico igual a treinta y siete (6, 10, 5, 10, 6).

Sará vivió ciento veintisiete años. Si a eso le restamos treinta y siete, tendremos noventa años. A los noventa años Sará dio a luz a su único hijo, nuestro patriarca Itzjak.

Una vida o dos vidas, según cómo se vea. Porque también podemos decir si bien podríamos decir que fue una vida de ciento veintisiete años, o que fue una de noventa y otra de treinta y siete.

Historia:

Cuenta la historia que un hombre caminaba por un bosque y se topó con un cementerio. Había lápidas viejas y caídas, a duras penas se dejaban leer las inscripciones en la piedra.

Sin embargo, el hombre alcanzó a leer los nombres y la edad de los fallecidos, y notó con sorpresa que la edad de aquellos que yacían allí no pasaba de los once años y lo más extraño era que el tiempo vivido estaba escrito en años, meses, semanas, días y horas.

El hombre se sintió conmovido, pensando que se encontraba ante un cementerio de niños. Fue por eso que se acercó al pueblo vecino a preguntar qué extraño mal golpeo a esa población que había arrasado con tantas jóvenes vidas.

“No son niños”, le respondió el anciano del lugar. ‘Y aquí no hay ningún mal que nos acose”.

Ocurre que desde hace generaciones conservamos una bella costumbre. Cada niño, al cumplir los quince años, recibe una pequeña libreta. Igual a ésta que llevo colgada en mi cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella:

-A la izquierda qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el goce.

Por ejemplo: te enamoraste..¿Cuánto tiempo duró esa pasión? ¿Cuánto tiempo se permitieron conocer? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media?

¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con esa persona que venía desde algún lugar lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Días? ¿Semanas? ¿Horas?

Así… vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos…cada instante de dicha. Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el total de tiempo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ese es para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

Que el ejemplo de Sara nos valga para inspirarnos en su fuerza frente a la adversidad y su pasión para afrontar los cambios a los que nos traiga e imponga la vida.

Shabat Shalom!
Wally Liebhaber

Parasha Vaierá

Bereshit (Génesis 18:1 – 22:24)

La porción cuarta, de Bereshit (Génesis) que nos toca leer esta semana,  es la Parashá Vayeirá, “Y Él apareció”. Nos relata varios sucesos en la vida de Abraham y su entorno.

Tres días después de que Abraham se circuncidara, a sus 93 años, HaShem se revela, enviando tres ángeles. A pesar de su dolor, la hospitalidad que tenía por cualquier peregrino, surgió como siempre. Uno de los tres visitantes le predicen que él y su esposa Sara, tendrán un hijo dentro de un año; y además ellos tenían una misión, la de destruir Sodoma y Gomorra, pueblos cuyos habitantes no merecían el perdón divino. Abraham implora por el perdón de los justos de dichos lugares.

Dos de los ángeles, llegan a Sodoma y son recibidos por Lot, quien fue el único que brindó hospitalidad ante los viajeros. Por eso fue salvado junto a su familia, con la condición de no mirar para atrás. La mujer de Lot, se da vuelta en el camino y ve la destrucción convirtiéndose en una columna de sal.

Mientras que Lot y sus hijas se esconden en una cueva, estas lo embriagan creyendo eran los únicos en el mundo. Ambas quedan embarazadas.

Abraham, se mudan a Gerar y presenta a Sara ante el Rey Abimelec, como su hermana. Éste en un sueño es advertido por D’s, que Sara es la esposa de Abraham. A los cien años tiene junto a Sara de noventa años, a su hijo Itzjak, quien fue circuncidado a los 8 días. Agar y su hijo Ismael, son expulsados y en pleno desierto se quedan sin agua, D’s se revela a Agar, indicando un pozo con agua, evitando que su hijo muera.

Abraham, firma en Beersheba con Abimelec un pacto de no agresión mutua. Por esa razón HaShem pone a prueba la fidelidad de Abraham, ordenándo que sacrifique a su hijo. En el momento que Abraham se disponía a degollar a Yitzchak, un ángel lo detiene y encuentra un carnero atrapado contra la maleza.

Varias enseñanzas nos deja esta parashá, que las podemos ver normalmente entre nosotros.

Ser hospitalarios, sin importar la apariencia que tenga el que nos visita. Asistir al enfermo, para darle compañía y confort. Pedir e implorar, por los que necesitan refugio. Respetar al otro.

Salvar la vida por sobre todas las cosas.
Lástima, que no todos están atentos a estas enseñanzas.
Estamos viviendo un momento bisagra entre el bien y el mal.

La hospitalidad que albergaba la sociedad, una parte de ella, se quebró. Muchas veces rechazados por creer distinto.

La Cruz Roja no asistió y no asiste a los secuestrados. No controló y no controla.

Los hinchas Israelíes, que pedían ayuda por las calles de Ámsterdam, les eran cerradas las puertas, salvo honradas excepciones. Ante la fría mirada de observadores, que como la mujer de Lot se quedaron como estatuas sin actuar.

Sin respetar a nadie por el solo hecho de ser judío, el odio busca la muerte. Ahora algunos líderes buscan remediar el error.

Advirtiéndonos de cuál es un lugar seguro donde poder descansar, siempre y cuando no alardear de símbolos judíos.

Ya pasó la hora de escondernos en sótanos. De ser sumisos, de convertirnos y doblegarnos por la fuerza.

Las Cruzadas, la Inquisición, las Quemas en la Hoguera del medioevo, los Progroms de los Zares, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, los países del Este sucumbieron. Todo terminó.

Es momento de erguir la cabeza, de luchar por nuestros ideales de libertad y justicia.

Desde donde te encuentres, no permitas que te silencien. Somos descendientes de Abraham, para pactar la paz, tenemos que recuperar a nuestros hermanos, asegurando que esta vez sea sincera, sin odio y sin revanchismo.

Shabat Shalom
Susy Lapilover
BRING THEM HOME NOW
AM ISRAEL JAI

Janukiá – Candelabro de Jánuca

Januca es la fiesta de las luces, del milagro y de la inauguración. Todo sucede, todo nos sucede.

El encendido de las velas de Januca nos permite ver alrededor y en nuestro interior, reencontrarnos con la pasión y la fuerza que sentimos cuando estamos acompañados, luminosos y brillando bajo un mismo objetivo. Como el espíritu macabeo.

Januca nos brinda la oportunidad de reinaugurarnos, dándonos la plena libertad de sentir y vivir nuestra experiencia judía.

Encendé estas luminarias este Januca, acompañanos a que seamos más e iluminemos el mundo con nuestro mensaje de paz.

Preparándonos para Janucá

Cada noche, después del anochecer (excepto el viernes a la tarde, que lo hacemos antes de encender las velas de Shabat), encendemos la janukiá. Colocamos la janukiá cerca de una ventana.

Preparamos tantas velas como días han transcurrido. El primer día colocamos una vela en el extremo derecho, el segundo día ponemos dos velas: una donde estuvo el día anterior, y la nueva a su izquierda, y así sucesivamente, hasta completar las ocho velas de la última noche


Al encender las velas de Janucá

Encendemos el Shamash (vela servidora que no se cuenta en el orden de la descripción anterior), con la cual recitamos las brajot correspondientes:

ברוך אתה יי, אלוהינו מלך העולם, אשר קידשנו במצוותיו, וציוונו להדליק נר של חנוכה
ברוך אתה יי, אלוהינו מלך העולם, שעשה נסים לאבותינו, בימים ההם בזמן הזה

Baruj atá Adonai Eloheinu Melej haolam
asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Janucá.
Baruj atá Adonai Eloheinu Melej haolam,
sheasá nisim laavoteinu, baiamim haem, bazman hazé.

Bendito seas Adonai, Poder dentro del Universo, alcanzamos lo sagrado dentro nuestro al scuchar Tu voz y encender las velas de Janucá.
Bendito seas, Adonail, Poder dentro del Universo, por hacer milagros cn nuestros padres, en tiempos pasados, en esta fecha.


Se recita sólo la primera noche

ברוך אתה יי, אלוהינו מלך העולם, שהחיינו, וקיימנו, והגענו לזמן הזה

Baruj atá Adonai Eloheinu Melej haolam sheejeianu ve kimanu ve higuianu la zman hazé.

Bendito seas, Adonai. Poder dentro del Universo,
pro concedernos la vida, sostenernos y hacernos presenciar este momento.

Al terminar de decir las brajot, comenzamos a encender las velas, utilizando el Shamash. Siempre encendiendo primero la vela que marca el nuevo día (la última que colocamos, que está a nuestra izquierda). Es decir que la quinta noche, encendemos primero la quinta vela, luego la cuarta y así sucesivamente hasta completar las cinco. Sin embargo, el Shamash no lo apagamos, sino que lo colocamos en el brazo diferente de la janukiá.

Luego, cantamos Maoz Tzur y Hanerot Halalu

Canciones de Janucá

HANEROT HALALU

Hanerot halalu anu madlikim al hanisim, veal haniflaot, veal hateshuot, veal hamiljamot, sheasita laavoteinu baiamim hahem bazeman haze, al iedei kohaneja hakdoshim. Vejol shemonat iemei Januca, hanerot halalu kodesh hem. Veein lanu reshut lehishtamesh bahem, ela lirotam bilevad Kedei lehodot ulehalel leshimja hagadol al niseja, veal nifleoteja, veal ieshuateja.

Encendemos estas luces en agradecimiento por la maravillosa liberación que concediste a nuestros padres en tiempos pasados en esta fecha, por intermedio de Tus Cohanim. Por eso, estas luminarias son sagradas para nosotros durante estos ocho días de Janucá. Pero no nos es permitido utilizar su luz, si no solamente verlas y así reconocer y difundir el maravilloso milagro de nuestra liberación.

MAOZ TZUR

Maoz Tzur ieshuati, leja nae leshabeaj. Tikon bet tefilati, vesham toda nezabeaj. Leet tajín matbeaj, mitzar hamnabeaj. Az egmor beshir mizmor, janucat hamizbeaj.
Ievanim nikvetzu alai, azai bimei jashmanim. Ufaretzu jomot migdalai, vetimeu kol hashemanim. Uminotar kankanim, naasa nes leshoshanin. Benei bina iemei shmona, kabeu shir urnanim.

Mi fortaleza, Roca de mi salvación, a Tu nombre elevamos melodías

Nehirot Shel Shabat – Velas de Shabat

Las Nehirot nos traen la luz del comienzo de la historia. Encender en el hogar las velas de Shabat nos invita a encender nuestra alma, nuestra creatividad, la luz de la creación. Pedimos por que estas luces nos traigan la armonía del tiempo de la redención. Un tiempo lleno de paz en nuestras mesas.

Brajot de las Nehirot de Shabat

Baruj ata Adonai, Eloheinu melej haolam,
asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu,
lehadlik ner shel Shabat.

Bendito seas, Adonai, Dios nuestro, Poder dentro del Universo, alcanzamos lo sagrado dentro nuestro al escuchar Tu voz, y encender las luces del Shabat.

Hazkarat Neshamot – Vela del Recuerdo

Queremos acompañarte en el recuerdo de tus seres queridos al encender una luminaria en su memoria. Tanto en las festividades, en las fechas importantes y en los aniversario, encender esta vela nos invita a recordar a quienes tenemos siempre presentes.

Hazkarat Neshamot: SERVICIO DE RECORDACIÓN

הַזְכָּרַת נְשָׁמוֹת
שִׁוִּיתִי יְהוָה לְנֶגְדִּי תָמִיד
כִּי מִימִינִי בַּל־אֶמּוֹט
לָכֵן שָׂמַח לִבִּי וַיָּגֶל כְּבוֹדִי
אַף־בְּשָׂרִי יִשְׁכֹּן לָבֶטַח
כִּי לֹא־תַעֲזֹב נַפְשִׁי לִשְׁאוֹל
לֹא־תִתֵּן חֲסִידְךָ לִרְאוֹת שָׁחַת
תּוֹדִיעֵנִי אֹרַח חַיִּים
שֹׂבַע שְׂמָחוֹת אֶת־פָּנֶיךָ נְעִמוֹת בִּימִינְךָ נֶצַח

Tehilim
Salmo 16:8 -11

Shiviti Adonai lenegdi tamid,
Ki mimini bal emot.
Lajen samaj livi vaiaguel kevodi,
Af besari ishkon labetaj.
Ki lo taazov nafshi lisheol,
Lo titen jasideja lirot shajat.
Todieni oraj jaim, Sobea smajot et paneja, Neimot bimineja netzaj.

Reflexión al encender una luz

En este sagrado momento juntamos nuestras manos y corazones en amor y en recuerdo. Lloramos porque se rompió un eslabón en la cadena del amor que nos unía, pero como el amor es superior a la muerte, Te agradecemos por las bendiciones de la vida junto al ser que hemos amado, por los momentos pasados y vividos en intensidad, por la fe que nos sostuvo en la hora del dolor, y por la esperanza de este ser, que no tenemos físicamente, pero que permanece en nuestros corazones como presencia viviente.

Al encender esta luz, símbolo de la eternidad del espíritu, que no desaparece, y se encuentra bajo las seguras alas de la Presencia Divina, sentimos que nuestras almas se iluminan para proclamar con fe:

Bendícenos, Adonai, a la luz de Tu rostro, en Tu luz encontremos la luz.

A la bendita memoria de (…..) encendemos esta luz.

נֵר יְהוָה נִשְׁמַת אָדָם

Ner Adonai, Nishmat Adam.

El espíritu del hombre es la Luz de Adonai.

בָּרוּךְ אַתָּה יְהוָה, נוֹטֵעַ בְּתוֹכֵנוּ חַיֵּי עוֹלָם

Baruj ata Adonai, notea betojeinu jaiei olam

Bendito seas, Adonai, que implantaste dentro nuestro la Vida Eterna.

Haftará Vaierá

La fuerza de la fe produce milagros

En la haftará de Parashat Vaiera (Reyes II Capitulo 4) encontramos dos historias de “milagros” realizadas por el profeta Elisha. La primera es el milagro del aceite, donde una viuda se acerca desesperada al profeta porque sus acreedores están a punto de llevarse a sus hijos como esclavos. Elisha le indica que recoja vasijas vacías de sus vecinos y que vierta el poco aceite que le queda. Para su sorpresa, el aceite no deja de fluir hasta llenar todas las vasijas, y con ello paga sus deudas.

La segunda historia nos relata, el encuentro de Elisha con una mujer de Shunem, quien, al hospedar generosamente al profeta, y él conociendo su dolor por no tener hijos, la bendice en su agradecimiento. Y ella es recompensada con un hijo. Años después, el niño se enferma gravemente y Elisha con su tefilá lo sana.

En ambas historias, la fuerza de la Emuna es inquebrantable. Ninguna de las mujeres manifiesta resentimiento y se desentiende de su alrededor, pese a sus pesares. Es indudable que ambas en su angustia, se aferraron al no perder las esperanzas, saber que sólo si se actúa pensando en un futuro prometedor, saldrán adelante. La apertura a lo inesperado se manifiesta cuando menos lo pensamos.

Un detalle que a menudo se pasa por alto es que la viuda debe pedir vasijas a sus vecinos. Y que la mujer Shunamita es recompensada por su Hajnasat Orjim, ser anfitriona, generosa. Estas situaciones nos recuerda el poder del minian, de la comunidad en cooperación constante y mutua. Quizás el mensaje pueda entenderse como que “los milagros” no son actos solitarios, sino que se construyen en comunidad, cuando nos tendemos la mano unos a otros.

Hoy en día, vivimos tiempos donde muchas personas se encuentran en situación de dificultad y desesperanza. Estas historias pueden ser las nuestras.. Los milagros que necesitamos no viene del cielo, sino de la solidaridad de quienes nos rodean. ¿Estamos dispuestos a ser “vasijas” abiertas, listas para recibir y también para dar? ¿Podemos ser esa mano amiga que permita que el “aceite” de la bondad fluya en momentos de necesidad?

Espero que este shabat aprendamos de estas mujeres a tener fe, a actuar con generosidad y a construir una comunidad donde los milagros sean posibles.

Rab. Sarina Vitas

Parasha Lej Leja

“BIRAH DOLEKET: UN VIAJE, DOS MUNDOS”. 

Parasha Lej Lejá: Comentario a Génesis 12:1

Esta semana, centramos nuestra atención en una de las porciones más famosas y más inspiradoras de la Torá. Esta es la historia de un viaje desde UrKasdim, cerca de lo que hoy es Irak, rumbo a la Tierra Prometida.

Abram era llamado el “ivri”, el hebreo, porque provenía “desde el otro lado” del río Éufrates. Hay una explicación más cercana a su misión: todo el mundo estaba del lado del politeísmo y la idolatría y Abram estaba, solo, en el otro lado, el de la creencia en un D-s único.

¿Qué fue lo que lo inspiró a salir y dejar lo conocido, para buscar una visión más profunda de las cosas?. Hay un indicio en las primeras palabras de D-s al patriarca: “Lejlejámeártzejaumimoládetejáumibeitavija el haaretzasherareka”. Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tus padres, hacia la tierra que yo te indicaré. Génesis 12:1

La historia del viaje físico de Abram para entrar en Canaán y su viaje espiritual para convertirse en Abraham avinu plantea algunas incógnitas sobre su vida. El texto que leemos de la Torá no explica por qué D-s lo eligió específicamente, sin embargo, el Midrash enriquece lo que no está explícito. Aquí es, por ejemplo, donde encontramos la historia de un joven destruyendo los ídolos de su padre y culpando al ídolo más grande, exponiendo la hipocresía del paganismo circundante.

Pero es otro conocido Midrash (Bereshit Raba 39:1), el que narra una historia que explicaría cómo y por qué Abram responde a un llamado repentino de D-s:

“Rabí Itzjak dijo: Esto puede compararse con un hombre que viajaba de un lugar a otro cuando vio un birahdoleket. “¿Es posible que este palacio carezca de un cuidador?” se preguntó.

El dueño del palacio miró hacia afuera y dijo: “Soy el dueño del palacio”.

De manera similar, debido a que nuestro antepasado Abraham dijo: “¿Es posible que el mundo carezca de un cuidador?”, el Santo Bendito Sea miró hacia afuera y le dijo: “Soy el Soberano del Universo”.

El significado de este Midrash depende de un término ambiguo, birahdoleket, que describe aquello que captaría la atención de Abram. En ese sentido, Rab. Abraham Joshua Heschel (1907-1972),  en su obra maestra “D-s en busca del hombre”, analiza el contraste entre las dos traducciones de birahdoleket: “un palacio lleno de luz” y “un palacio en llamas”.

¿Qué vio exactamente Abram? Tal vez un palacio que irradiaba una luz brillante, o quizás un palacio que estaba ardiendo, envuelto en llamas. Estas dos lecturas de la palabra doleketexponen perspectivas diferentes: una enfatiza la belleza del mundo en el que vivimos, y la otra resalta su potencial para la destrucción.

Al imaginar el mundo como “un palacio lleno de luz”, Heschel ve a Abram conectado con su entorno como nadie lo había hecho antes que él, y que se dijo a sí mismo: “un mundo de belleza, orden y luz no podría haber surgido por sí solo”. Así descubre, maravillado, que debía haber un Creador.

Por otro lado, Heschel postula un enfoque completamente diferente: afirma que, así como muchos “sienten las preguntas fundamentales en momentos de horror”, tal vez Abram miró a su alrededor y vio “un palacio en llamas”, un mundo envuelto en un infierno de caos y maldad.

Según esta interpretación, Abram se da cuenta de que un mundo creado perfecto estaba siendo destrozado por la violencia y el caos humanos, y encuentra razones para creer en D-s, a pesar de la evidencia aparentemente abrumadora de lo contrario. Porque D-s es el dueño del palacio, y nos mira a través de una ventana abierta esperando que actuemos.

Abram se convirtió en Abraham cuando vio ambos palacios, un mundo en llamas y un mundo resplandeciente, y asumió que su misión era tender un puente entre esos dos mundos.

Y esa es también nuestra misión: asumir que tenemos una responsabilidad ya sea para traer belleza a la Creación, como para apagar las llamas que la ponen en peligro.

Volver a recorrer las historias de Génesis es volver a conectar con la naturaleza de la Creación, que nos recuerda de dónde venimos y nos conecta eternamente. Para el hombre de fé, la búsqueda de bienestar espiritual en tiempos de crisis es una declaración y también un destino: no estamos solos. Porque, en palabras de Abraham Joshua Heschel, “D-s está buscando al hombre”.

Esta es justamente la idea central que refleja el pensamiento de Heschel: La obligación del hombre de ser un testigo de D-s.  En su prolífica obra (17 libros, más de 60 ensayos y artículos traducidos a varios idiomas), Heschel lucha contra la deshumanización del hombre moderno, contra la alienación y la indiferencia, y nos pide que enaltezcamos nuestras vidas, que le demos más sentido, más sensibilidad y más significado.

Por eso, entender en profundidad el viaje de Abram, es comprender que cada uno de nosotros heredamos el “Lej Leja”. Y nosotros, como sus descendientes, tenemos la posibilidad de rubricar esa misma misión: dondequiera que nos encontremos, habrá una oportunidad y un momento para expresar algo esencial, algo que solo tú puedes hacer, para hacer de este mundo un lugar mejor.

Este mandato puede ser abrumador. Podemos sentir que es mucho, porque al fin y al cabo, ¿quiénes somos? Nadie levantaría la mano. No damos la talla. No somos Abram. Solo somos personas comunes, con familias, trabajo y vidas ordinarias. Sin embargo, D-s vé el individuo, vé su potencial, sus valores. Abram no era perfecto, pero al iniciar su viaje encarnó todo lo que es heroico en una persona.

Parafraseando a Heschel, Abram es el primer monoteísta porque entendió que si seríaun testigo de D-s debía tomar partido: si el mundo es maravilloso, debemos celebrarlo. Si el mundo es terrible, debemos repararlo.

Es entender que no es un llamado, es una decisión.
Para iniciar el viaje, solo debemos dar el primer paso.

¡Shabat Shalom umeboraj!
Seba Cabrera Koch

 

Fuentes:

  • Coffman, Aryeh. Tora con comentario de Rashi, tomo 1 Bereshit. 2001. Editorial Jerusalén.
  • Heschel, Abraham Joshua. Democracia y otros ensayos. 1987. Buenos Aires. Ediciones Seminario Rabínico Latinoamericano.
  • Heschel, Abraham Joshua. D-s en busca del hombre. Una filosofía de la religión. 1984. Buenos Aires. Ediciones Seminario Rabínico Latinoamericano.
  • Midrash. Bereshit Rabá 39. Consultado desde Sefaria.org
  • Parasha Lej-Lejá. Génesis 12:1-17:27 Consultado desde Sefaria.org

Haftará Lej Lejá

Esta semana leemos la tercera Parashiot de Bereshit, Lej-Lejá (Sal o Vete). Vemos 12:1 como HaShem le ordena a Abram (antes de cambiarle su nombre), que deje “…de tu tierra, de donde naciste y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré…”

En determinadas circuntancias podemos cambiar nuestro destino, ya sea dando Tzedaká o sea brindando caridad; Tefilá que significa rezando; Teshuvá mejorando nuestras acciones; Shinuir shem siendo renombrado; Shinuir hamakom, cambiado nuestra residencia, saliendo de nuestra zona de confort.

Todo esto le sucedió a Abram. Salió de la casa de su padre con su mujer Sarai, su sobrino Lot y otra gente que lo seguía. Emprendiendo un viaje que cambiaría su historia. Llegando a Canaán la tierra que sería declarada por HaShem para su descendencia. En esta travesía estuvo plagada de pruebas, que tuvo que sortear para poder llegar a ser el Primer Patriarca, transformando a Sara como nuestra Primera Matriarca. Pero ¿por qué razón el KaDosh Barjú puso a prueba la férrea voluntad de Abram? ¿Cómo impactó en él cambiar de nombre, cambiar de rumbo?

La vida en general, sería muy monótona si todo fuera lineal, armado, siempre lo mismo. Todo puede ser cambiado en un abrir y cerrar de ojos.

La verdad tenemos opciones que debemos utilizar.

Ahora si nos quedamos atrapados en nuestra comodidad de un sillón, sentados sin hacer nada, mirando la vida pasar, ya sea por miedo o indiferencia de lo que pasa a los demás, estas malgastando tu tiempo. Dirigiéndote por el camino equivocado. No irás a ningún lado.

Pero si en cambio, te paras y luchas en defensa de la libertad, de la justicia, del honor, estas caminando por el camino de la rectitud.

Si bien Abraham salió de su casa en busca de nuevos horizontes, también lo hizo para buscar en el mundo exterior la bondad, la rectitud, en un mundo lleno de caos, como era Sodoma.

Hoy nuestro planeta está en caos, vivimos acosados, por una guerra sin cuartel, que es el odio generalizado por ser, pensar y creer diferente.

Lamentablemente estamos acostumbrados a lo largo de los siglos a superar todas las batallas. Somos resilentes en cada momento que nos ha tocado vivir en la humanidad. Descendemosde Abraham, por eso sabemos que no nos quedaremos sentados de brazos cruzados. Nos levantaremos siempre.

Seguiremos buscando a los secuestrados, pediremos que nuestros jaialim regresen pronto sanos y salvos y que por fin llegue la paz a Eretz Israel. Shabat Shalom.

Susy Lapilover
Am Israel Jai
BRING THEM HOME NOW