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Haftarat Vaikra

Isahahiahu 43:21-44:23

Estamos comenzando esta semana, el tercer libro de nuestra Tora. Vaikra es un relato que está repleto de rituales.

Nos explica los distintos Korvanot (holocaustos), esta palabra que deriva del verbo leakriv que es acercarse. Esta es la manera que según la Tora los yehudim deben sostener para poder acercarse a la divinidad.

Pero la Haftara nos muestra un profeta desencantado justamente porque el pueblo dejo la práctica de los korvanot y se inclinó ante otros dioses, fabricados por el mismo hombre. El profeta pide al pueblo que abandones estas nuevas prácticas, y que vuelva el único D’os, “No hay otro D’os fuera de D’os” y no habla sobre el perdón del Altísimo para con el pueblo.

Yshahiahu nos dice una frase muy interesante “He disipado cual nubarrón, de tu rebeldía” con esto, nuestro profeta nos está queriendo enseñar un concepto muy interesante. Mucha gente en ocasiones perdona a un tercero, pero siempre le queda en mayor o menor medida un rencor sobre la persona a la cual está disculpando.

Sin embargo, nuestra Haftara nos está diciendo que en el perdón divino no hay “rencor”. Para poder profundizar sobre este concepto les voy a contar una interesante historia del Rab Israel Salanter.

En una ocasión, Rab Salanter estaba viajando en un tren con un joven que no lo reconoció y que fue increíblemente grosero y ofensivo. Cuando llegaron a su destino, el joven vio la inmensa fiesta de bienvenida que habían organizado para recibir a su compañero de viaje, Rab Israel Salanter. Cuando se enteró a quién había insultado, el joven se horrorizó.

Acto seguido, el joven averiguó dónde se estaba hospedando Rab Salanter y fue a pedirle perdón. Rab Salanter lo recibió con calidez y le preguntó el motivo de su viaje. El joven respondió que había viajado para ser probado como shojet (matarife ritual). Rab Salanter lo envió donde un pariente suyo, que era un prominente rabino en la ciudad, para que le tomara un examen. La experticia del joven demostró ser insuficiente, por lo que Rab Salanter contrató, a sus expensas, a un shojet experto para que le enseñara al joven hasta que éste pudiera recibir la certificación que deseaba.

Sus alumnos le preguntaron a Rab Salanter por qué había ido tan lejos para ayudar a este joven a quien apenas conocía, a lo que él contestó que cuando estaba viajando con él, el joven lo había insultado y, a pesar de que había perdonado al hombre de inmediato, le preocupaba que quizás su perdón hubiera sido incompleto y que guardara algún resentimiento. Para contrarrestar todo resentimiento, hizo un gran esfuerzo de bondad hacia ese joven para erradicar todo mal que haya podido sentir hacia él.

Si Rab Salanter estuvo dispuesto a pagar tanto es porque debe haber considerado que el costo de guardar un resentimiento era aún mayor.

El rencor es un sentimiento muy interno que solo causa daño a quien es depositario de él.

Es por eso mis queridos amigos que, así como Hakadosh Baruj hu, no nos guarda ningún rencor por nuestros pecados. El Rab Salanter nos enseña que debemos erradicar el resentimiento de nuestro corazón para que sus secuelas no nos dañen.

Shabat Shalom Humeboraj.
Ari A. Alster

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