Jeremías 7:21-8:3; 9:22 y 23
“No ha de loarse el sabio con su sabiduría, ni se loe el valiente con su valentía, ni se alabe el rico con su riqueza“
( Jeremías 9:22 )
Este profeta nació en el 650 a.e.c, vió la caída de Nínive y la aniquilación del imperio asirio, el primer sitio de Jerusalem y la destrucción de la ciudad y el santuario a manos de Nabucodonosor.
Fue llevado a Egipto junto a su escriba, de allí a Babilonia y allí murió.
La tradición nos dice que escribió Reyes y Lamentaciones.
Esta haftará pareciera presentarnos un panorama muy diferente y casi contrario a la Parashá a la que acompaña.
En la Parashá leemos acerca de los muchos sacrificios que el sacerdote debe hacer.
Seguramente a consecuencia del episodio del becerro de oro intentando desarraigar el culto pagano e idólatra.
Nuestra Torá pone el acento en la gran importancia que tiene el conocimiento del hombre, su comprensión de D’s, que nos brinda la enseñanza del jesed, de la mishpat y la tzedaká, o sea de la bondad hacia el prójimo, del derecho y de la justicia social.
Jeremías nos advierte que la idolatría pareciera estar siempre demasiado cerca, justificando con buenas razones la necesidad del poder, de someter al otro, de hacer holocaustos y sacrificios.
Pareciera que Jeremías le está hablando al mundo de hoy, la guerra, el deseo irrefrenable de mandar a los jóvenes a morir para tener más, cumplir sueños de poder, someter al prójimo, quitarle su libertad.
Es una horrible forma de adorarse a sí mismo, de justificar todo lo que se lleva por delante.
El loco deseo de mirarse en el espejo y creerse D’s.
Nos dice Jeremías: “ Les hablarás y no escucharán, los llamarás y no te responderán”.
Sin embargo el mundo a pesar del horror que vivimos hoy, ha cambiado para bien.
Vemos una inmensa solidaridad y el deseo de apoyar la libertad y la libre determinación en la mayor parte de los seres humanos.
Es justo que agradezcamos el cambio.
Creo que de esto se trata el decirle No! a la idolatría.
¡Shalom Umeboraj!
Norma Dembo