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Haftara Bamidbar

Oseas 2:1-22
“Enséñanos a contar nuestros días” (Salmos 90:12)

Desde nuestra salida de Mitzraim nuestros pasos se dirigen a través del desierto al encuentro con lo sagrado para lograr que sea cotidiano.

La salida hacia la libertad, con las responsabilidades que conlleva, es una difícil tarea, también creemos que la más elevada.

Nuestro profeta Oseas puso el acento en la Teshuvá, en el retorno, dentro de uno mismo, a D’s, a las mitzvot, ” ya que ni las naciones ni la fuerza nos salvarán”.

La Haftará que nos ocupa, junto con la Parashá, nos adentra en lo que podríamos llamar el desierto que transitamos dentro nuestro cuando nos desviamos del camino, desierto que puede convertirse en un vergel de acuerdo a nuestras acciones.

Nos encontramos “contando” desde la parashá a través del censo, como una metáfora de que todos contamos, el nombre, la familia, la comunidad, cuentan cuando a través de nuestra Teshuvá permanente logramos que la vida cotidiana no sea un día más, sino que lo hacemos especial, único, como a cada uno de nosotros y a la relación entre todos.

La Parashá- Haftará Bamidbar se lee siempre el shabat anterior a la festividad de Shavuot a la que llegamos a través de la cuenta del Omer, cada día contado entre Pesaj y Shavuot: ” siete semanas contarás” (Vaikrá 23:15)

Y tal como nos enseñan nuestros sabios, que cada día cuente, que cada día y cada uno sea único, unidos a la vez en comunidad, cada uno especial.

El camino a transitar, para llegar a estar preparados para recibir nuestra Torá, es a través del desierto de nuestras desavenencias, de nuestras discusiones internas y ambivalencias, las mismas que se reflejan en nuestras relaciones con nuestro prójimo y lo que podamos hacer con ellas.

Si bien se trata de una fecha determinada, Zman Matán Torateinu, el tiempo de la entrega de nuestra Torá, creemos que deberíamos pensarlo como un tiempo continuo, como si el ideal fuera estar preparados cada día para recibir nuestra Torá.

Pensamos que en el significado de desierto porque la Torá no se nos entrega en un lujoso palacio, es la metáfora de la humildad con que cada uno debiera recibir la palabra de D’s, sus enseñanzas.

Sólo desde este estado de ánimo, dentro de esta postura interna, seremos dignos de entender, de discutir, de aceptar y respetar las leyes que se nos entregan para vivir mejor, con nosotros mismos y llevar a cabo acciones que nos hagan vivir mejor con nuestro prójimo.

Para así lograr como nos dice el profeta, una unión amorosa y creativa, ser el pueblo que llega desde el desierto a la tierra prometida.

¡Shabat Shalom!
¡Jag haShavuot Sameaj!
Norma Dembo

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