
La haftará que nos toca esta semana es la tercera de las siete haftarot que se leen entre Tishá BeAv y Rosh Hashaná.
El profeta Isaías, que vivió en tiempos de grandes fracturas en el Reino de Judá, nos transmite una voz que entrelaza dolor, la denuncia y una visión luminosa de esperanza.
Isaías 54:11 dice: “…¡Oh pobre tempestuosa, la que no fue consolada! He aquí que yo cimentaré tus piedras con carbunclo, y sobre zafiros te fundaré…”
En medio de esa realidad convulsionada, él describe la injusticia y el sufrimiento, pero también anticipa una reconstrucción profunda.
En el versículo siguiente leemos: “…Haré tus ventanas de jaspe, y tus puertas de piedra carbunclo, y todo tu cerco de piedras preciosas…”
Esto no es solo poesía. Es una declaración profética, tras la oscuridad vendrá la luz y esa traerá belleza, seguridad y permanencia.
Las piedras preciosas en los marcos, es un símbolo de una tierra firme, renovada, sagrada.
El profeta continúa diciendo (54:14) “…Con justicia serás establecida; te alejarás de la opresión, porque no temerás, y de la ruina, porque no se acercará a ti…” .
La belleza poética de esas piedras no es solo adorno. Nos advierte que de nada sirven los ornamentos si son pura fachada. Lo que realmente nos protege y da sentido es la justicia, la verdad, la integridad interior.
Ya en el capítulo (55:1), el mensaje se vuelve más directo, más universal: “…¡Oh! Todos los que tenéis sed, id a beber agua; y los que no tenéis dinero, andad, comprad y comed…”
Isaías nos dice que la seguridad no se construye desde la apariencia, sino desde la grandeza espiritual. La verdadera plenitud no se compra ni se aparenta, se encuentra cuando uno se conecta con lo más profundo de su alma.
“…¿Por qué gastar dinero en lo que no es pan y vuestro trabajo en lo que no sacia? ́ (55:2) nos pregunta el profeta. ¿Dónde ponemos realmente nuestra energía? ¿Para quién vivimos? ¿Qué alimenta realmente nuestra alma?
Estas palabras, escritas hace miles de años, parecen hablarnos hoy.
En tiempos donde resurgen los discursos de odio que creíamos enterrados, donde intentan hacernos creer que nuestra seguridad se tambalea, recordamos que el pueblo de Israel, a pesar del dolor, sigue de pie. Con familias partidas por la violencia, con comunidades marcadas por el miedo, seguimos buscando consuelo. Y lo encontramos, en nuestra memoria, en la fe, en la esperanza.
Es esa la llama de luz que sigue encendida.
Tenemos señales, tenemos fuerza. Elegimos vivir con la cabeza en alto, alzando la voz. Elegimos la vida, la justicia y la paz.
En este Shabat, pensemos que nuestra neshamá (alma) solo estará completa cuando dejemos de buscar afuera lo que solo se encuentra adentro. Que no necesitamos máscaras ni fachadas. Que el ropaje de nuestra alma será fuerte si está hecho de verdad, de compasión, de conexión. Solo así encontraremos la paz.
Shabat Shalom.
Bring them home now.
Am Israel Jai.
Susy Lapilover