
La Haftará de esta semana, que la encontramos en el libro de nuestro profeta Irmiahu (46:13-28), se sitúa en un contexto crítico, en el cual Egipto se enfrenta a la amenaza de su caída a manos de Babilonia y nuestro pueblo alejado de sí. Recordemos que el mensaje central de Irmiahu fue el llamado al arrepentimiento y a la fidelidad a HaShem, advirtiendo que si el pueblo no cambiaba sus caminos y dejaba de adorar ídolos, enfrentaría la destrucción y el exilio. Sin embargo, en medio de esta oscuridad y frente a un panorama sombrío, hay un pasuk que nos introduce una promesa de salvación y esperanza para Israel: “No temas mi servidor Iaacov, no tengas miedo Israel. Mira que a ti y a tus descendientes los rescataré de esa lejana tierra a la que fueron desterrados. Iaacov volverá a estar en paz y armonía, sin que nadie lo inquiete. Yo estoy contigo, te castigaré como mereces, pero no acabaré contigo” (Irmiahu 46:27-28).
Este contraste entre juicio y redención no solo refleja las circunstancias de la época, sino que trae un mensaje que nos resuena hasta el día de hoy: incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y la renovación. Esta promesa de protección se convierte en una luz de esperanza en medio de un mensaje que de otra manera podría parecer desolador. La caída de Egipto, que representa la caída de una gran potencia mundial, nos muestra la fragilidad de las naciones y nos recuerda que, a pesar de las adversidades, hay una fuerza superior que vela por el destino del pueblo de Israel.
Un valor fundamental que rescato de la Haftará es la resiliencia. Esa capacidad de enfrentarse a la adversidad, de aprender de ella y, a pesar del sufrimiento, seguir buscando un futuro mejor. Y nuestro pueblo existe gracias a nuestra resiliencia. No es una cuestión simplemente de resistencia física ante las adversidades, sino una manifestación de un espíritu colectivo que se niega a rendirse, y que sigue luchando por la paz, la justicia y la identidad. Y por lo tanto, la lectura de esta Haftará nos es un recordatorio poderoso de que la esperanza y la resiliencia son fuerzas vitales en nuestras vidas. Esta lectura nos invita a cultivar la resiliencia en nuestras propias vidas, a no rendirnos ante los desafíos, sino a buscar siempre una oportunidad para renovarnos y crecer. Nuestro pueblo fue siempre llamado a encontrar la esperanza en medio de la opresión. Nosotros también podemos aprender a fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza en lo que está por venir.
¡Shabat Shalom Umevoraj!
Am Israel Jai
Tomi Izbicki