
Esta semana, en la parashá Balak, leemos la haftará del profeta Miqueas. Para ponerlo en contexto, vivió en el siglo VIII antes de la era común y fue testigo de la caída del Reino del Norte de Israel a manos del Imperio Asirio.
Fue en esos tiempos cuando el pueblo había cruzado todos los límites.
La corrupción de los jueces, la idolatría y las ofrendas sin sentido habían desviado el rumbo.
El profeta habla en nombre de D’s y les recuerda que, gracias al Kadosh BarujHu, en la época de Moshé, Aarón y Miriam, se produjo la salida de Egipto. También rememora los cuarenta años de travesía por el desierto y la intención de Balak de maldecir al pueblo, frustrada por las bendiciones de Bilam.
“…Escuchen lo que dice el Eterno: ¡Levántate, disputa con los montes, y que oigan tu voz los callados!…” (Miqueas 6:1)
Este versículo expresa que el reclamo de D’s no se dirige a jueces humanos, sino a las montañas, testigos eternos del pacto entre Él e Israel. No se trata de una simple queja, sino de un profundo llamado a la conciencia.
La protección divina no es un cheque en blanco. El profeta denuncia la hipocresía de una religiosidad vacía de contenido.
“…Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno, y lo que el Señor demanda de ti: hacer justicia, amar la misericordia y andar con recato con tu D’s….” (Miqueas 6:8)
Este versículo no solo condensa la esencia de la moral, sino que hoy resuena con una urgencia renovada. En un mundo atravesado por el odio, la desinformación y el sufrimiento de tantos inocentes, la palabra profética irrumpe con claridad: actuar con justicia, no con indiferencia; con misericordia, no con cálculo; con humildad, no con soberbia.
Aunque esta haftará fue escrita hace siglos, es un espejo de lo que vivimos hoy. Nos invita a mirarnos como individuos y como pueblo.
¿Recordamos de dónde venimos? y si ¿Vivimos conforme a lo que creemos? ¿Somos capaces de transformar las bendiciones recibidas en actos concretos de reparación, solidaridad y dignidad?
Que este Shabat nos inspire a tomar las palabras del profeta Miqueas como una guía viva: que la justicia no sea un lema, sino una acción; que la misericordia no sea debilidad, sino fuerza interior; y que la humildad no sea resignación, sino el coraje de caminar con D’s , reconociendo nuestros límites y también nuestras responsabilidades.
Esta semana, en la parashá Balak, leemos la haftará del profeta Miqueas. Para ponerlo en contexto, vivió en el siglo VIII antes de la era común y fue testigo de la caída del Reino del Norte de Israel a manos del Imperio Asirio.
Fue en esos tiempos cuando el pueblo había cruzado todos los límites.
La corrupción de los jueces, la idolatría y las ofrendas sin sentido habían desviado el rumbo.
El profeta habla en nombre de D’s y les recuerda que, gracias al Kadosh BarujHu, en la época de Moshé, Aarón y Miriam, se produjo la salida de Egipto. También rememora los cuarenta años de travesía por el desierto y la intención de Balak de maldecir al pueblo, frustrada por las bendiciones de Bilam.
“…Escuchen lo que dice el Eterno: ¡Levántate, disputa con los montes, y que oigan tu voz los callados!…” (Miqueas 6:1)
Este versículo expresa que el reclamo de D’s no se dirige a jueces humanos, sino a las montañas, testigos eternos del pacto entre Él e Israel. No se trata de una simple queja, sino de un profundo llamado a la conciencia.
La protección divina no es un cheque en blanco. El profeta denuncia la hipocresía de una religiosidad vacía de contenido.
“…Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno, y lo que el Señor demanda de ti: hacer justicia, amar la misericordia y andar con recato con tu D’s….” (Miqueas 6:8)
Este versículo no solo condensa la esencia de la moral, sino que hoy resuena con una urgencia renovada. En un mundo atravesado por el odio, la desinformación y el sufrimiento de tantos inocentes, la palabra profética irrumpe con claridad: actuar con justicia, no con indiferencia; con misericordia, no con cálculo; con humildad, no con soberbia.
Aunque esta haftará fue escrita hace siglos, es un espejo de lo que vivimos hoy. Nos invita a mirarnos como individuos y como pueblo.
¿Recordamos de dónde venimos? y si ¿Vivimos conforme a lo que creemos? ¿Somos capaces de transformar las bendiciones recibidas en actos concretos de reparación, solidaridad y dignidad?
Que este Shabat nos inspire a tomar las palabras del profeta Miqueas como una guía viva: que la justicia no sea un lema, sino una acción; que la misericordia no sea debilidad, sino fuerza interior; y que la humildad no sea resignación, sino el coraje de caminar con D’s, reconociendo nuestros límites y también nuestras responsabilidades.
Susy Lapilover
Shabat Shalom.
Bring Them Home Now
Am Israel Jai