Cuando el Pueblo de Israel emprendió su viaje por el desierto, Dios les enviaba cada día la comida: el maná descendía del cielo. Según lo describe la Torá: “Yo haré
Débora, profetisa y jueza, tenía su oficina bajo una palmera en las montañas. Nada de escritorios de madera maciza ni lugares ceremoniosos. Su despacho era el aire libre, un lugar