Esta semana nuevamente leemos dos perashiot juntas.
En la primera, Parashat Behar, aparece la Mitzvá (mandamiento) de Shmitá, que establece un ciclo de siete años en el que la tierra debe descansar y no ser cultivada. El Shabat de la tierra. El ciclo de producción y descanso se replica en todo lo creado. Esta mitzva nos alerta sobre la importancia de cuidar el planeta, nuestra casa, busca despertar una conciencia ecológica que hoy en nuestros días comprendemos que es de suma importancia.
Continúa el texto y nos presenta una nueva Mitzva, el Yovel (Jubileo). Esta se celebra cada 50 años y se caracteriza por la liberación de esclavos y la devolución de la propiedad a sus dueños originales.
Un nuevo comenzar para aquellos que lo perdieron todo, una nueva posibilidad que iguala y da nuevas oportunidades. Ambas leyes, están claramente detalladas, realzan valores como la justicia social, el respeto por la tierra y sus recursos, además de recordarnos que no somos verdaderamente dueños de nada, que se nos concede el cuidado y el usufructo de parte de la creación para nuestro desarrollo y que la bendición de esos espacios llega de lo alto, y esta sujeta a nuestro comportamiento aquí en lo bajo.
Estos mandamientos tan relevantes, necesarios, seguramente todos coincidiremos en que introducen valores muy altos y por otro lado, tan difícil de cumplir…
Esta dificultad abre otra ventana de pensamiento, un enfoque que vuelve a poner a la Tora y las Mitzvot como un camino de desarrollo personal inmenso. Estas leyes, nos confrontan con nuestros instintos mas primarios. Nos interpelan a realizar uno de los trabajos interiores mas difíciles que es por un rato soltar la propiedad privada. Cada 7 años permitir que otros se beneficien de mi siembra, que entren en mis campos y tomen todo lo que necesitan, que los animales también lo hagan aun a riesgo que sea destruido.
Este ejercicio nos pide un autocontrol inmenso, nos impulsa a verdaderamente entender nuestra condición de inquilinos en este planeta. Nos lleva al limite mas complejo de atravesar, ir mas alla de nuestro instinto de posesión tan arraigado en lo humano.
A decir verdad, creo que coincidirán conmigo en lo complejo de la propuesta. Pero si lo tomamos como una “propuesta” y una práctica que, empezando por pequeñas cosas en nuestras vidas, tal vez algún día sea una realidad y este plan divino tan alto nos lleve a la tan preciada conciencia ecológica y social que nos enriquecerán como individuos y como sociedad.
En este largo proceso de aumento de conciencia individual y colectiva, estas parashiot nos llevan a conectar con un perfeccionamiento muy profundo, complejo y absolutamente transformador.
Dice en Proverbios 16-32 “Es mejor un hombre paciente que valiente, y es mejor el que domina su espíritu que el que conquista una ciudad”.
Que las Mitzvot que nos trae este Shabat, nos inviten a mirar en nuestro interior y en nuestra disposición a dominar nuestros instintos más básicos en pro de una mirada más amplia que incluya a los otro y a nuestro mundo y entonces Ashem “abrirá sus manos y colmara de bendiciones a todo ser viviente”.
Shabat Shalom
Grace Cobe