“Quedóse Jacob solo y hasta rayar la aurora estuvo luchando con él un hombre. Y él le dijo: No te llamarás en adelante Jacob sino Israel, pues has luchado con Dios y con hombres y has vencido (Gén. 32:24-28).
Jacob comienza sus días como un hombre hogareño y al salir de la casa de sus padres se convierte en un hombre de lucha. Su vida estaba llena de sortear obstáculos. Tuvo que enfrentarse a su suegro para conseguir el amor de su amada Rajel; pelear por su rebaño bien ganado con trabajo. Y ahora se enfrenta a un hombre desconocido, lucha toda la noche… antes de enfrentarse con su hermano. Y en esta misma parashá es violentada su hija Dina.
¿Se logran superar todos los desafíos que la vida nos impone? ¿Si es sí, cómo es el día después, y si no es así, cómo es el día después?
La fuerte lucha de Jacob con el hombre, se suele relacionar con su propio trabajo de conciencia, con enfrentar sus miedos antes de ver a su hermano y vencerlos, con su sincera teshuva y la necesidad de sanar. Esa persona retorcida que supo ser; logró sortear sus propios obstáculos y convertirse en Israel, hombre recto. Y el reencuentro con su hermano fue un fiel reflejo de ello.
Pero por otro lado, superar la violación de una hija, Dina; es un arduo y quizás inalcanzable trabajo interno. Ni siquiera puede defenderla como correspondía y calla su intenso dolor. Conocemos la historia, sus hijos Shimon y Levi desean honrar el nombre de su hermana y asesinan a filo de espada a todos los varones de Shjem. No era la forma tampoco pero ahí sí puede regañar por lo hecho y permanece herido por el resto de su vida.
Hemos aprendido en Pirkei Avot ( 2:16); No siempre es tu obligación finalizar la misión comenzada, mas no tienes derecho a desistir de ella .
Quizás este sea uno de los mensajes de las batallas en la vida de Jacob y en las luchas propias. No siempre se logra el éxito ni todo es un perpetuo fracaso; sin embargo hay que seguir peleando.
Todos tenemos nuestras disputas internas, íntimas, con amigos, con la familia, ante la sociedad. Y en líneas generales, asociamos éxito con triunfo. Jacob, nos enseña, que lo importante y relevante en la vida no es la victoria, sino la lucha en sí.
La próxima vez que debas medir tus alcances, no pienses en las “medallas”; fijate qué aprendiste, qué capitalizaste y verás que ese es el comienzo del triunfo asegurado en el camino de la vida.
¡Shabat Shalom!
Rabina Sarina Vitas