Shemot 1:1-6:1
Estimados amigos, lo primero que quiero compartir con ustedes, es que las casualidades no existen. Hoy me encuentro frente al mismo texto, que había citado cuando comentamos parashat Toldot, le comenté que “heie imja”(estaré contigo) se volvía a repetir justo aquí donde estamos hoy.
¿Y dónde estamos hoy?
Hoy estamos en ese primer encuentro entre Moshe y D´s, no solo el primer encuentro sino la primer revelación y acercamiento entre ambos.
Para ponernos en sintonía, nos encontramos en el desierto, a la vera de un monte, pastando unas ovejas (que ni siquiera son nuestras), delante de un arbusto seco con espinas, que está ardiendo. Ya sé lo que están pensando, que les había prometido el gran encuentro, entre Moshe rabeinu y la Divinidad, y estamos en el lugar menos atractivo y glamoroso, para semejante evento. Ténganme fe que no los voy a defraudar. No dejen de mirar la zarza ardiendo, y al mismo tiempo vamos a ir adentrándonos en el texto. Señoras y señores estamos frente a unos de los 15 versículos más maravillosos y profundos, de nuestra parashá, capitulo 3 versículos uno al quince del libro de Shemot.
Como ya describimos Moshe está en el desierto pastando las ovejas de su suegro, cuando descubre la zarza incandescente que además no se consume. Escucha una voz que susurra Moshe , Moshe a lo que el responde “Hineni ”. La respuesta de Moshe nos pone en un lugar muy interesante, no muestra firmeza y entrega al mismo tiempo, el hineni en una contestación nos denota, compromiso con lo que vaya a suceder. Solamente nos pueden ocurrir cosas buenas cada vez que abordemos una situación con la impronta de un “Hineni ”, desde aquí partimos.
Afuera nada cambio sigue ardiendo el arbustito, con el mismo fuego, lo que cambia es el Moshe interior. El texto nos dice que Moshe se aleja, no solo para tomar distancia como señal de respeto, sino que para ver mejor. Además de esto se descalza y se desprende de todo lo que posee. Es por lo que nuestros maestros jasídicos, nos dicen que a partir que nosotros nos podemos despojar de nuestro Yo, es que podemos elevarnos y acercarnos a la divinidad. A partir de este momento el texto nos muestra en muy pocos versículos varias facetas distintas de un mismo D´s. Entendemos que Hashem es uno solo, pero existen distintas maneras para percibirlo, y esto no va a contramano de su unicidad.
Leemos El, Elohim, Havahie, Hamakom, Anoji, Elohei Abraham, Elohei Itzjak, Elohei Yaacov y como si esto no alcanzara un poquito más adelante se va a mostrar como “Eihe asher Eihe”.
Sin lugar a duda desde aquí se comienza a gestar el nacimiento de la gran nación que le había sido prometido a Abraham avinu. Y este “Ehie asher Ehie” es la rúbrica que hará que este encuentro sea solo el punto de partida, en dirección de una relación, que con subidas y bajas perdurara es el tiempo. Esto es lo que permitió que después de tres mil años estemos en un Shabat pudiendo estudiar donde comenzó todo.
Es por eso mis queridos amigos que en este Shabat Bo nuestros textos, nos invitan en que podamos pararnos firmes y comencemos a buscar la divinidad, aun en un pobre arbusto seco y espinoso. Es más, si no crees en D´s, entonces la invitación es para que puedas encontrar, las cosas buenas que hay, en aquellas cosas o personas que menos inspiración te generan. Lo importantes es que no lo dejes de buscar. Y es a partir de esta búsqueda que podremos lograr ese “heie imja” este a nuestro lado. Busquemos juntos para poder ver que hay más allá de esa zarza que sigue ardiendo y no se consume.
Shabat Shalom Humeboraj
Ari A. Alster