Jaiei Sará plantea una interesante dicotomía filosófica entre la vida y la muerte. La traducción literal del título es “La vida de Sara”; sin embargo, cuando empezamos a leer la parashá, Sara muere:
Bereshit 23:1-2
“La vida de Sara -la duración de la vida de Sara- fue de ciento veintisiete años. Sara murió en Kiryat-arba -ahora Hebrón- en la tierra de Canaán, y Abraham procedió a llorar por Sara y a lamentarse por ella”.
¿Qué hacemos con y de nuestra vida? ¿Por qué razones la vivimos? ¿Cómo la valoramos? Todos tenemos una certeza: nuestra finitud; es irreductible no pensar en lo que hacemos con nuestra vida.
Creo que a veces podemos mirar para otro lado pero que quizás, de vez en cuando, deberíamos encontrarnos con nuestra obligación moral de cuestionarnos sobre lo que hacemos con nuestra vida.
Para Charles Bukowski, los seres humanos nos dedicamos a la vida para distraernos de la certeza de nuestro destino fatal; según el escritor, hemos creado un sinfín de actividades y pasatiempos para producir esta amnesia temporal. La dificultad que nos traen estos pasatiempos y actividades es su grado de banalización e improductividad que tienen una constante sensación de vacío e insatisfacción en nuestra psique. Para los epicúreos, la conciencia de la muerte debería llevarnos a valorar el precio infinito de cada instante y a no desperdiciarlo en banalidades.
Creo que la dificultad en nuestro tiempo, en un contexto de hiperconsumo y estímulos, radica en dar epicureísmo a cada momento y a su inconmensurable valor. Y esto es aún más complejo por la temporización de nuestras vidas, la segmentación ordenada de nuestra vida cotidiana y nuestras aspiraciones compartidas. Tenemos una existencia mecanizada, automatizada y homogeneizada. La vida cotidiana ha excavado las fuerzas creativas del espíritu y nuestra libertad a cambio del publicitado supravalor de la producción, la calidad y la cantidad. Muchos viven subordinados bajo esta jerarquía de valores: vivir para trabajar, para ser productivos, en términos meramente cuantitativos. Me hace preguntarme hasta qué punto es trascendente una vida así o hasta qué punto tiene sentido la muerte cuando la vida se vive de esta manera.
¿Por qué una parashá sobre la muerte se llama “vida”? La respuesta, al parecer, es que la muerte y el modo en que la afrontamos es un comentario sobre la vida y el modo en que la vivimos.
Shabat Shalom
Wally Liebhaber