En Parashat Vaigash, Iehudá da un paso decisivo: se acerca. No habla desde el orgullo ni desde la fuerza, sino desde la responsabilidad y la empatía. Se hace cargo del dolor de su padre, del destino de su hermano y también de sus propias decisiones. Ese acercamiento sincero rompe años de distancia y permite que Iosef finalmente se revele.
Iosef podría haberse quedado en el lugar del rencor o del poder. Tenía motivos para hacerlo. Sin embargo, elige otro camino: reconoce el sufrimiento vivido, pero no queda preso de él. Llora, se conmueve y abre espacio al reencuentro. Vaigash nos muestra que la verdadera fortaleza no está en dominar al otro, sino en animarse a sanar.
Esta semana la Torá nos invita a preguntarnos qué distancias seguimos sosteniendo, qué palabras aún no dijimos y a quién podríamos acercarnos un poco más. A veces creemos que el tiempo, por sí solo, arregla las cosas. Vaigash nos enseña que lo que transforma es el paso consciente hacia el otro, con sensibilidad y verdad.
Que podamos aprender de Iehudá y de Iosef a elegir el encuentro por sobre el silencio, la responsabilidad por sobre la culpa y la construcción de futuro por sobre las heridas del pasado.
Shabat Shalom
Sem. Martín Smith
