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Parasha Emor

Parashat Emor
Buscando nuestro punto

¿Te acordás del día que aprendiste a leer? ¿O quizás lo viste con los más pequeños de la familia? Hay un antes y un después de descubrir ese nuevo mundo. Un punto de partida, un punto de apoyo nuevo para subir otro escalón.

Esta parashá incluye la mención de las festividades judías de oŕigen bíblico en el capítulo 23.

Y entre esos jaguim, incluye una mitzvá que estamos atravesando estos días, Sefirat HaOmer, la cuenta del Omer, que es la cuenta diaria de los 49 días que transcurren entre la festividad de Pesaj y Shavuot, comenzando la segunda noche de Pesaj. Este período conecta simbólicamente la salida de Egipto (liberación física) con la entrega de la Torá en el monte Sinaí (liberación espiritual). La cuenta se realiza cada noche con una bendición específica, y tradicionalmente es un tiempo de introspección y crecimiento personal.

Dice en Vaikrá capítulo 23, versículos 15 y 16:

וּסְפַרְתֶּם לָכֶם מִמׇּחֳרַת הַשַּׁבָּת מִיּוֹם הֲבִיאֲכֶם אֶת־עֹמֶר הַתְּנוּפָה שֶׁבַע שַׁבָּתוֹת תְּמִימֹת תִּהְיֶינָה׃

עַד מִמׇּחֳרַת הַשַּׁבָּת הַשְּׁבִיעִת תִּסְפְּרוּ חֲמִשִּׁים יוֹם וְהִקְרַבְתֶּם מִנְחָה חֲדָשָׁה לַה’׃

…y habréis de contar vosotros desde el día siguiente de la festividad: desde el día en que hayáis traído el Omer para mecerlo, siete semanas completas, habrán de ser. Hasta el día siguiente de la séptima semana, habréis de contar cincuenta días y ofreceréis una ofrenda nueva ante Ado-nai.

Tomemos un rato de nuestro tiempo para analizar esto.

El Rab Dessler explica que hay una relación entre la cuenta (sefirá) de siete semanas del Omer, y la cuenta de los Sheva nekiim, de los siete días limpios de la zavá y del zav, que era el nombre que recibía la mujer o el varón que quedaba impuro ritualmente por un flujo genital inesperado (ambas descripciones aparecen en el capítulo 15 de Levítico). Sin esos días posteriores, la persona seguía estando en un estado que no le permitía hacer determinados asuntos relacionados con lo sagrado.

 

¿En qué se relacionan? La explicación de este asunto es que la impureza de la zav/á es un asunto muy delicado, que tiene un orígen espiritual, que se ve reflejado en algo del cuerpo, que se va a través de la teshuvá (la vuelta a la buena senda/senda de H’), y por esto necesita los siete días limpios, porque la forma de fortalecerse y salir de esa impureza espiritual es con el paso del tiempo, así quien desea salir de la impureza (tumá) a la santidad (kedushá) requiere una revisión interna continua y multiplicada. Esta es la definición de la cuenta de ‘siete limpios’, es decir, días que estén limpios totalmente de todo residuo de impureza, y deben ser seguidos e ininterrumpidos ya que si aparece en el medio de ellos un poquito de impureza, debe comenzar nuevamente la cuenta. Solamente así se puede esperar construir un edificio fuerte y completo de una espiritualidad sólida.

¿Edificio? ¿De qué se trata?

Cuando la Torá nos dice USfartem Lajem (y contarán para ustedes) se refiere a lo siguiente: En la redención de Mitzraim entendemos que se trata de la salida del dominio del mal al dominio de H’, y para ello se precisó en el proceso de ascenso hacia la santidad superior que implica el momento de la entrega de la Torá en el Monte Sinaí de la cuenta de siete veces siete, para revisar y mirar profundamente cada día, no sea cosa que haya vuelto a penetrar nuevamente la impureza por alguna grieta del corazón. Mitzraim es lo malo, que busca entrar en nuestro corazón como un límite a nuestro crecimiento espiritual. Omer=Siete veces siete=Una revisión muy exigente. Sí señor, sí señora.

Respecto a quién revisa esta impureza, se trata de una labor íntima y personal de cada uno, esto está aludido en el Talmud  (Ketuvot 72a) que nos explica que cuando la Torá dice “וספרה לה Y contará para ella” (Vaikrá 15.28), significa para ella misma…El sentido de esto está es que la bediká/revisión debe ser dentro del interior de la persona misma. Algo similar encontramos respecto a Sefirat HaOmer cuando se nos dice “usfartem Lajem וּסְפַרְתֶּם לָכֶם- y contarán para ustedes” (Vaikrá 23.15). Y si miran el versículo que dejé escrito más arriba, verán en hebreo que dice dos veces la palabra Shabat (aunque uno significa “festividad” y la otra significa “semana”), se explica que la Torá hace alusión con eso al contenido del asunto, y la palabra “Shabat” hace alusión a השבתת הטומאה (Hashbatat HaTumá= detener, dejar de lado la impureza), como aquello que expliqué sobre la Zavá, que se entiende que tiene que estar segura cada día que se ha ido de ella la impureza para poder seguir contando hacia adelante.

Hasta acá entonces, el Omer viene a ser un proceso que lleva varios períodos cortos donde la persona se toma su tiempo para revisar su interioridad y darse cuenta dónde debe mejorar y qué logros espirituales ha alcanzado.

Ahí mismo entra a jugar el concepto que nos acerca el asunto de la ofrenda del Omer que era una ofrenda de cebada nueva que se traía al Templo en el segundo día de Pésaj-16 de Nisán. Esta ofrenda habilitaba el consumo de la cosecha nueva en todo Israel. Si lo leemos en su sentido simple: el judío debe darle lo primero que cosecha a H’, y a través de eso, el resto de la cosecha queda liberada para ser consumida según la necesidad de la persona. Pero, el lado interno de la mitzvá del Korbán HaOmer viene a enseñarnos que nosotros debemos utilizar este mundo solamente como un instrumento para servir a Dios (Avodat Hashem), ya que todo el mundo completo es para Dios, y solamente nos está permitido usarlo para su avodá/servicio. Esa es la definición interior de “mimejorat hashabat” que mencionamos antes, detener el dominio de la impureza del mundo, y cuando tenemos éxito en despertar dentro nuestro la inspiración (sheifá) de devolver todo hacia Él, entonces la persona debe revisar todos los días que no se perdió ni un poco del punto de inspiración y anhelo puro de ascender espiritualmente/Aliá.

Lo que falta explicar de nuestros dos versículos citados sobre el Omer es sobre eso que es llamado “Minjá Jadashá – ofrenda nueva” que son los llamados Shtei HaLejem, que son dos panes especiales con levadura que se ofrecían en el Templo en Shavuot. Eran únicos porque eran de trigo y fermentados (a diferencia de la mayoría de las ofrendas que eran matzá), simbolizaban la cosecha de trigo y la santificación del trabajo humano y, a su vez, también tienen un sentido espiritual: marcar el paso de Pésaj (cebada, comida animal) a Shavuot (trigo, comida humana), elevando lo material. Y la Torá nos ordenó traer estos panes en la festividad de Shavuot ya que es el momento donde debemos alcanzar el nivel de Kabalat HaTorá (poder recibir la Torá). Por eso es llamado “ofrenda nueva”, ya que cada logro de la persona es un escalón/nivel absolutamente nuevo, otro mundo realmente, en relación con el escalón anterior, que está por debajo. Sobre los asuntos de este mundo, materiales, no hay mucho para mejorar, conseguir dinero será siempre conseguir dinero. No está mal, pero acá estamos hablando de generar un cambio en el interior de la persona. En espiritualidad (rujaniut) cada punto de ascenso sitúa a la persona en un mundo nuevo que no tiene equiparación ni por asomo a lo anterior a esta situación, ni con respecto a la vivencia/experiencia de cualquier otro ser humano. Lo podemos explicar con ejemplos de nuestra vida común, como el ejemplo del niño que traje al comienzo de este escrito. Lo mismo si el que me lee es un programador de computadoras, del día que descubrió un teclado o su primer lenguaje de programación a hoy, cada paso es un paso de ascenso sin vuelta atrás. Algo así sucede con nuestros logros espirituales, que no se vuelve atrás, y hay que luchar para seguir adelante. Ahí está la dulzura de aprender algo nuevo y cambiar la actitud para mejor. Ahí está la dulzura de la Torá y nuestra labor hacia H’.

Este punto, llamado en hebreo Nekudat HaBejirá/punto de elección que se revela ante la persona en este momento le es dado para su avodá/labor espiritual en un punto que no se le dio ni se le dará a otra persona. Porque para la bejirá/elección habrá un objetivo distinto a cada momento, que podrá ser completada solamente por esta persona dentro de toda la Creación, y esta persona y ninguna otra, a través de su libre elección que se renueva ahora. Y esto es lo que la Torá llama “Minjá Jadashá” que alcanzamos después de detener a la impureza con una labor espiritual depurada y refinada.

Finalmente entonces, la idea de Sefirá viene a hablarnos como si fuéramos un metal precioso, pero que todavía no se encuentra preparado y pulido, todavía no somos esa copa de Kidush lista y preparada para ser levantada en cada Shabat y cada festividad.

Esta idea exigente, viene a decirnos que nosotros tenemos una labor muy personal para realizar, que no hay otro a quien se le pueda delegar el trabajo espiritual de revisarnos por dentro y cambiar. Entender cuál es nuestro punto en esta “lucha” espiritual nos permitirá trabajarlo para poder seguir mejorando día a día, semana a semana. El Omer nos lleva de la mano a poder recibir la Torá nuevamente en Shavuot, pero depende de nosotros subirnos a este tren, y no dejarlo pasar.

Rab Meir Szames
La Ieshive

Lo escrito está basado en un escrito de Rab Dessler que aparece en Mijtav Me-Eliahu, tomo 2, páginas 24-25. Traducción Meir Szames

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