Vaikrá 16–18
Al comienzo de nuestra parashá leemos que D’s le habló a Moshé después de morir los hijos de Aharón.
Todavía estamos impactados emocionalmente por este hecho…
Y nos encontramos directamente con el texto central que leemos en Iom Kipur, nuestro día más sagrado.
Se nos enumeran los rituales que debemos llevar a cabo y se nos convoca a expiar nuestras equivocaciones y a purificar el alma.
El midrash Rabá en Vaikrá 20 nos cuenta que Nadav y Avihu, dos de los hijos de Aharón, veían con envidia el lugar que en la comunidad ocupaban su padre y su tío y se decían: “cuándo morirán estos dos viejos?”
Y D’s les dijo:”Veremos quién entierra a quién”
Cada cosa tiene su tiempo, los hechos no pueden retrasarse ni apresurarse.
En el medio del inmenso dolor, Aharón debe dar el ejemplo por el lugar que ocupa.
No se puede permitir otra cosa, el poder tiene un precio muy alto.
Tenía una carga muy pesada que conllevaba el honor de ser quien era.
Debía ofrecer el novillo de expiación por él y por su casa.
Debía reconocer sus faltas y presentarse limpio de culpa.
Única forma de mostrarse moralmente apto para exigirle a su pueblo la misma conducta.
Era esa pureza conseguida duramente la que le daba la posibilidad de ser quién era para el pueblo.
Nadie puede ocupar un lugar tan fundamental si carece de la fortaleza y responsabilidad que supo tener Aharón.
Humildad y entereza son condiciones fundamentales e inapelables para iluminar a los pueblos.
Una vez más la actualidad de nuestra sagrada Torá se nos muestra como el camino a seguir.
¡Am Israel Jai!
¡Shabat Shalom Umeboraj!
Norma Dembo