La Haftará correspondiente a la Parashá BEHAALOTEJA pertenece al Profeta ZEJARIÁ (Zacarías) cap. 2 vers. 14 – cap. 4 vers. 7. Zejariá integra el TANAJ (Torá, Nevihim, Ketuvim), dentro de los Nevihim (profetas). Ya lo habremos dicho en otras oportunidades, los profetas se los divide en Profetas Mayores y Profetas Menores. Los Menores que suman doce, comprenden: Hoshea, Yoel, Amós, Obadiá, Yoná, Mijá, Najum, Jabacuc, Tsefaniá, Jagay, Zejariá, Malají. Los profetas menores no por ser de menor extensión revisten menor importancia. Los profetas mayores son: Joshua, Shoftim (jueces), Shmuel I y Shmuel II (Samuel I y Samuel II), Melajim I y Melajim II (Reyes I y Reyes II), Yeshaiahu (Isaías), Iermiyhau (Jeremías).
El pueblo de Israel, su exilio en Babilonia fue como consecuencia de la conquista de Judea y destrucción de Jerusalem y el Templo (primer templo), por parte de Nabucodonosor.
Al ser Babilonia conquistado por Ciro rey de Persia, les permite a los Beney Israel regresar a su nunca olvidada tierra ancestral y con la intención de que reconstruyan el Templo de Yerushalaim pero, la mayoría decide permanecer en Babilonia. También surgió divergencia entre los que estaban de acuerdo en la reconstrucción del Templo y quienes no lo estaban, esencialmente motivado en razones económicas.
Zejariá, nombre compuesto, Zajar y IHÁ – DIOS te recordó -, nació en Babilonia en familia de profetas.
Regresa a Eretz Israel siendo muy joven, comenzando a profetizar diecisiete años después. Siente la voz divina que le habla del enojo del Eterno contra sus padres, refiriéndose in extenso a esa generación, por no haber regresado y haber incorporado en su forma de vida las conductas contrarias a las normas de la Torá.
Ante los entrecruzamientos familiares con pueblos cercanos, muchos de éstos adoptan la cultura y costumbres religiosas de los hebreos pero, también se producen adopciones por parte de hebreos (judíos por pertenecer a Judea) de las culturas y costumbres foráneas, imbuídas de rituales paganos.
Zejariá profetiza llamando al pueblo de Israel a retornar a la senda de la Torá y así el Eterno retornará al pueblo, es decir perdonará y será reconstruída Su Casa, o sea el Beit Hamikdash – el Templo de Jerusalem – . Si bien Zejariá no se constituye esencialmente en un profeta “del consuelo” del pueblo de Israel, su profetización augura la reconstrucción y renovación material y espiritual de Judea. El futuro prominente lo condiciona al regreso del pueblo a las enseñanzas y normas de vida de la Torá y al regreso al territorio de Israel, condición para su reconstrucción nacional, espiritual y religiosa. Proclama diciendo “…el Eterno de los ejércitos, mis ciudades se esparcirán de tanta bonanza, consolará a Tsiyón y nuevamente permanecerá en Yerushalaim”. Es decir, la situación económica florecerá y, Dios consolará a Israel y Dios nuevamente residirá dentro del Templo de Yerushalaim.
La haftará en el cap. 2 vers. 14 del libro de Zejariá, comienza diciendo “Roni vesimji bat Tsyon…,
Canta y alégrate hija de Tsyón, porque yo vendré y permaneceré dentro de ella… “. Y serán para mí por pueblo. Zejariá continúa hablando en mérito a su visión profética “Y sabrán que el Eterno de los ejércitos me ha enviado a ustedes. Y Yehudá herederá su parte en la tierra sagrada”.
A mérito de su visión se dirige a Yehoshua el Sumo Sacerdote, a quien ve en su visión “que está parado frente al ángel del Eterno y el Satán parado a su derecha para acusarlo”. Y dijo Hakadosh Baruj Hú (el Eterno) a Satán en reprimenda, “el Eterno que ha elegido a Yerushalaim, acaso no es una rama salvado de un incendio ¿ – ud mutzal meesh – ¿ (1).
(1): El significado de esa expresión está impregnada de gran contenido fáctico y espiritual, a tal punto que así fue denominado a los sobrevivientes de la Shoá, “UD MUTZAL MEESCH”.
Dirigiéndose a Yehoshúa Sumo Kohen (sumo sacerdote), viéndolo cubierto de andrapos, ordena a los presentes lo vistan con los ropajes acordes a su investidura y, Yehoshúa y sus compañeros sentados delante de él, éstos son calificados “hombres dignos de milagros”.
Volviendo en su visión profética Zejariá ve regresar al ángel que le pregunta: “Qué ves ¿ , y su respuesta es “he visto un candelabro todo de oro, una esfera sobre su cabecera, (cap. 4 vers. 1), …”.
Seguidamente surge el nombre de Zerubabel a quien Dios le dice “lo bejail velo becoaj ki im beruji…” (cap. 4 vers. 6), “no con ejército ni con fuerza sino con mi espíritu”. Zerubabel será luego quien dirigirá la reconstrucción del Templo de Jerusalem, finalizando la haftará con la lectura del versículo 7, manifestando el poder inconmensurable del Eterno para el retorno de los Beney Israel: “ Quién eres tú gran monte, frente a Zerubabel serás planicie y Él sacará la piedra para colocarla sobre su cabeza con aclamaciones ¡GRACIA, GRACIA a ella¡
Esta parte del profeta Zejariá se identifica con la parashá Behaaloteja en que ésta entre otras se ocupa de Aharón hermano de Moshé, ungido por éste y por disposición Divina, Sumo Sacerdote. También sus hijos sacerdotes éstos y con carácter hereditario.
En la parashá Behaaloteja Moshé se ocupa por orden del Eterno de instruir a Aharón el encendido de la Menorá (Candelabro), construido totalmente de oro y en una sóla pieza.
Zejariá entiende así en su visión profética la importancia trascendental de la menorá, símbolo por excelencia en todos sus detalles, en la necesaria unión del pueblo de Israel.
Los reinos hebreos del norte, que fueran conquistado por Asiria y dispersos por ésta en diversas áreas de sus territorios conquistados, siempre permanecieron parte de los hebreos, si bien fueron grupos minúsculos y empobrecidos pero, siempre quedaron parte de ellos asentados en sus territorios.
Circunstancias similares ocurrieron con la diáspora babilónica. Es decir, los territorios de Eretz Israel nunca fueron totalmente erradicados de miembros del pueblo de Israel.
Los permanentes descubrimientos arqueológicos e investigaciones científicas aseveran y fundamentan los antecedentes históricos como fuentes del derecho del pueblo de Israel a la tierra de Eretz Israel, actual Estado de Israel, durante más de dos mil años a su ininterrumpida permanencia física, cultural y religiosa, antiguamente denominada Eretz Israel.
Joshua Chameides