En Parashat Itro leemos acerca de la maravillosa revelación de la Torá por parte de D´s. Los israelitas estaban asombrados al experimentar la presencia de D´s: “Todo el pueblo vio los truenos y relámpagos, el estruendo del cuerno y la montaña humeando; retrocedieron y se mantuvieron a distancia” (Shemot 20:15)
Parece coincidencia (dudo que existan), porque la sección de nuestra Haftará para esta semana nos acerca otro relato de una experiencia religiosa: la primera visión de Isaías, en la que le fue anunciado que sería profeta de Israel. En la visión de Isaías, D´s está sentado en un trono en lo alto, rodeado de asistentes que son criaturas de seis alas. Estas criaturas, llamadas serafines, se gritan entre sí: “¡Santo, santo, santo! ¡El Señor de los Ejércitos! ¡Su presencia llena toda la tierra! “(Isaías 6:3). Estas líneas se han incorporado a nuestra liturgia en la oración de la “Kedushá”.
Nos cuentan que mientras los Serafines se gritan entre sí, los postes de las puertas temblaban y la casa de D´s se llenó de humo. Isaías está entre sorprendido y avergonzado diciendo: “¡Ay de mí! ¡Estoy perdido! Porque soy hombre de labios inmundos, y vivo en medio de un pueblo de labios inmundos; sin embargo, mis propios ojos han visto al Rey, Señor de los Ejércitos” (6: 5).
A pesar de la vacilación y las dudas de Isaías, su iniciación continúa. Un Serafín toma un carbón y se lo acerca a sus labios, declarando que con esta acción sus errores son purgados. Entonces D´s se dirige directamente a Isaías y le pregunta: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Isaías se ofrece como voluntario: “Aquí estoy; envíame”(6: 8).
¡Shabat Shalom!
Wally Liebhaber